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𝕊 𝕀 𝔼 𝕋 𝔼

ARUMI

Después de mi reunión con Jungkook regresé a casa sonriendo por la respuesta obtenida. También un poco confundida porque el muy idiota me besó, sin embargo, por primera vez en mucho tiempo un beso me dejó jadeando, aunque claro, una vez que bese a Namjoon cualquier otro beso será borrado y el de Namjoon se sentirá como el primero.

Durante la hora del almuerzo, con mis padres no hablé mucho. Mi papá hablaba emocionado del evento que estaba montando con Jungkook y como eso traería grandes ganancias a su negocio. Mi madre solo escuchaba y asentía, en cuando a mi no dije nada, porque hasta el momento no había pensado como explicarle a mi padre que me había enredado con su socio.

Que mi papá mencionara el evento fue de mucha ayuda. Tenían planeado hacer una pre-inauguracion con algunos coches que ya esyaban listos, mi papá por supuesto invitó a todos sus amigos de altos cargos, los más ricos del país y dado que tenía contacto con algunos famosos, también los invitó. Ese sería el primer paso de la fase dos para usar a Jungkook.

— ¿Por qué estás tan callada? — mi mamá me preguntó mientras ambas estábamos en el salón de té tomando algo.

— Estoy pensando...

— ¿En ese muchacho moreno? — sabía que se refería a Namjoon.

— ¿Me dirás que es lo que tienes contra él? — le pregunté, poniendo a un lado la revista de moda que tenía en mis manos.

— No es nada. Solo pienso que no te conviene. Fue mala influencia para Jimin y también lo será para ti.

— Jimin cortó relaciones en casa por culpa de ustedes — abrió los ojos de manera dramática, con intenciones de decir algo.

— Queríamos lo mejor para él — atacó ella.

— ¿Lo mejor para él? Mamá, fue a un acuerdo que llegaron con el  presidente Cha para que Jimin pudiera hacerse cargo del nuevo hotel y ustedes sacar acciones.

— Tu no sabes nada. Eso nos hace ver como malos padres.

— Ustedes son terribles padres — me dio una mirada de furia mientras apuraba el  último trago de  su taza de té.

— Cuida como me hablas. Les hemos dado todo, aun así ambos son mal agradecidos. Tu hermano nos pagó casándose con una  pordiosera y tú te rebajas a un hombre sin clase.

— ¡Namjoon tiene mucha clase! — le grité.

— Nunca olvides que lo acogieron de la calle — eso me dolió. Mi mamá podía llegar a ser muy déspota y esnob.

Se puso de pie y se acercó para tocarme la cara.

— Antes de que se me olvide — acarició mis mejillas y algo me decía que el siguiente comentario no me iba a gustar — ... estas más rellena — Lo sabía.

Se fue dejandome sola, mientras me llenaba de nuevas inseguridades sobre mi cuerpo.

¿Cuándo tendría un poco de paz? Algunas veces deseaba ser como Jimin y largarme dejando atrás todo lo que alguna vez me dañó, pero no era tan valiente como él y me derrumbaba cada vez que el mundo era cruel conmigo.

┤⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛├

Le pedí a Yeeun que me acompañara al gimnasio. Entre todas mis amigas con ella era la única con quien yo podía hacer estas cosas más o menos normales. Me regañaba cada vez que insistía en estar demasiado gorda, sin embargo me acompañaba a hacer cada tipo de dieta y ejercicio que se me ocurría.

— ¿No tienes nada que hacer en casa? — soltó las pesas que tenía en las manos para tomar una botella de agua — Entiendo que eres rica y que no necesitas trabajar pero a como puedes ver yo no soy así.

— No había nada nuevo para comprar — le dije encogiendome de hombros — ¿Te molesta estar aquí conmigo?

— Sí, pero no por las razones que piensas.

— ¿Entonces?

— Estoy harta de escuchar como te quejas de tu cuerpo y la manera en la que te tratas por ello. Sin embargo me duele más saber que lo haces solo porque pretendes seducir a un hombre.

— Me siento gorda...

— Una cosa es que lo sientas y otra es que en verdad lo seas. Haber, dime ¿cuánto pesas?

— Cincuenta y cinco kilos... — suspiré luego de decirle mi talla. Yeeun suspiró profundamente y negó.

— Pesas menos que cualquier otra mujer. Si mi jefe llega a fijarse en ti, que lo dudo mucho, lo hará porque en verdad le gustas, y no te va a exigir que bajes de peso.

— Igual tengo mis dudas — le dije — hay viejas costumbre que aún no puedo dejar.

— ¿No has intentado fijarte en otro hombre? — su pregunta apenas fue escuchada porque mis ojos y todos mis sentidos se dirigieron hacia el hombre que estaba de perfil a unos metros de distancia.

— No... — respondí apenas.

No podía apartar la vista del cuerpo esculpido que tenía en frente. Jamás antes había imaginado que un hombre cubierto de sudor sería demasiado sexy, pero viendo a este hombre esos pensamientos llegaban a consideración. Estaba usando una camisa fina de color blanca que se transparentar gracias a que estaba mojada por el sudor.

El brazo que tenía lleno de tatuajes estaba al descubierto y sus penas que eran apenas tapadas por un short deportivo brillaban por culpa del sudor.  Su cabello estaba mojado y respiraba con dificultad. Era simplemente magnífico.

— Ese hombre si que es guapo — Yeeun  se encontraba a mi lado, viendo directamente a Jungkook.

Debí de quedarme mucho tiempo observándolo como para no darme cuenta de que Yeeun se había puesto al lado mio a  observarlo también.

— Mmm — fue lo único que pude responder.

— ¿Lo conoces? — Ella segua haciendo preguntas pero yo estaba concentrada en mi socio.

Aparentemente mi mirada pesaba porque se giró hasta que sus ojos se encontraron con los míos y sonrió. Fue la sonrisa más cálida, traicionera y ardiente que alguna vez había presenciado. Me mostró sus blancos dientes mientras movía las cejas sugestivamente.

— Veo que sí — mi acompañante se hizo a  un lado mientras yo trataba de salir de mi trance — Viene hacía acá.

En efecto, Jungkook venía hacia mi, con el pecho alzado y su sonrisa de perdona vidas que me daba cada vez que quería parecer interesante.

— Pero que sorpresa — se plantó frente a mi, dejando de sonreír — Nunca pensé que Chanel fuese del tipo ejercicio.

— Ya te dije que no me llamo Chanel — apreté los dientes mientras escuchaba una pequeña risa retenida por parte de Yeeun — Y pese a lo que tu puedes llegar a pensar, me gusta venir aquí.

— Jummm, ¿Arumi? — Yeeun tenía su bolso deportivo en la mano y tomaba su celular — Me voy, se ve que ustedes van a charlar y no quiero ser una molestia.

— No no no, tu y yo vinimos juntas. No tengo mi carro — ella no podía ser así de traicionera.

— Que te lleve tu amigo. Yo tengo algo que hacer — se alejó de mi y se despidió.

— Quiero que sepas que no te iré a dejar a tu casa — Jungkook estaba cruzado de brazos frente a mi — Te las arreglas solas.

— Puedo ir sola. Jamás pedí tu ayuda — le di la espalda mientras tomaba agua — Lárgate, no te quiero ver.

— No alces las voz, recuerda que tu y yo tenemos un trato y que si me siento si quiera un poco ofendido por tu manía de creerte superior, se acabó.

— A ti también te conviene — le dije enojada — Me diste tu palabra.

— Quien sabe, puede que cambie de parecer...

— No lo harás — me cruce de brazos, creyendo ya tener esta discusión ganada — Es más, ya tengo nuestra primera reunión pública planeada.

— Parece que alguien tiene un poco de urgencia — se burló de mi.

— La pre-inauguracion de la exposición de autos... — dejó de sonreir — iremos juntos.

— No.

— No puedes decir que no.

— Sí puedo, te lo aseguro — se dio la vuelta para alejarse de mi pero fui tras él.

— Vamos a ir juntos.

— ¿Y cómo le vas a explicar a tus padres que estas en "algo" con su socio?

— Fácil, les diré que tu estas interesado en mi.

— ¡No estoy interesado en ti!

— Haremos esto porque tu me diste tu palabra, no puedes quejarte ni negarte a esto — lo empujé con mi mano hacia el ring de boxeo que estaba tras él — Adiós, amorcito. Nos vemos el sábado y asegúrate de vestirte bien.

— Iré desnudo.

— Sufrirás vergüenza, enano — ese comentario pareció enfurecerlo.

De la nada me tomó en brazos y me aventó hasta el ring.

— ¿Sabes boxear? — preguntó. Yo asentí — Sí logras darme un solo golpe en la cara haré lo que me has pedido, pero si no puedes yo voy a obtener un favor tuyo. Algo así como un pase mágico para lo que yo quiera.

— Eso no es justo, eres más pesado y más grande que yo.

— ¿Quieres o no? Así podré demostrarte que no soy ningún enano.

Me dio los guantes y aunque tenia mis dudas los tomé.

Me ayudó a colocarlos en mis manos mientras me daba una mirada de superioridad.

— Empecemos, Chanel.

Chocó sus guantes con los míos y cuando pensé que iba a tirar el primer golpe él solo empezó a dar pequeños saltos sobre sus pies.

Me acerqué a él con confianza porque si algo podía hacer bien era boxear. Mi hermano me enseñó en algún punto mientras creciamos.

Tiré el primer golpe pero el lo esquivó con facilidad, así que empecé a tirar golpes de manera seguida mientras observaba como él se reía de lo inútil que estaba siendo en este momento.

Hice todo lo que podía y sabía pero aún no lograba golpear su cara, y cuando apenas bajé un poco la guardia el se tiró sobre mi y ambos caímos al acolchado piso del ring. El cayó sobre mi y aunque pensé que puede haberme roto la espalda, no fue así.

— Me debes un gran favor, Arumi — sonreí con auténtica felicidad — Y sí iremos juntos al evento.

Me dijo todas esas palabras muy cerca de mi cara.

┤⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛├

— Recuerda me una vez más porqué estas en mi auto — Jungkook estaba frente al volante y yo en el asiento del copiloto terminando de abrochar mi cinturón.

— Porque eres un caballero y me llevarás a casa.

— Ya te dije que yo no... — en ese momento mi estomago delató que tenia hambre. Rugio tan fuerte como nunca antes, entonces sentí morir de la vergüenza.

— Yo... yo...

— ¿Tienes hambre? — pensé que iba a burlarse de mi pero no fue así.

— Evidentemente.

— Entiendo — empezó a conducir de manera pacífica.

Era normal tener hambre, durante el almuerzo lo único que comí fueron los camarones que estaban en mi plato, no probé el arroz, menos los fideos. Todo eso engordaba.

Acomodé mi cabeza en el vidrio de la ventana mientras miraba como Seúl pasaba frente a mis ojos. Ya no quedaba ni un solo rayo de luz, la ciudad se vestía de negro y la luna resaltaba.

— Este no es el camino a mi casa — le dije cuando cuando noté que no íbamos hacia mi condominio.

— Vamos a la mía — entró a un pequeño apartado de residencias, saludando al guarda cuando pasó por el portón principal — No preguntes.

— Bien, bien.

En realidad sí tenía planeado preguntar el porqué, pero evidentemente eso no iba a tener una respuesta.

Ambos bajamos del auto y caminamos por el anden de su casa hasta llegar a la puerta principal. Buscó sus llaves en el bolsillo de su mochila y abrió la puerta.

— Entra — se hizo a un lado para que pudiera pasar.

Todo el interior estaba oscuro y en silencio. Cerró la puerta encendió las luces.

— Vamos a la cocina.

Sorpresivamente tomó mi mano y me guió hasta la cocina.

— Siéntate — parecía ser demasiado bueno dando órdenes. Tiró su mochila al piso y se abrió paso al refrigerador — ¿Qué se te antoja?

— ¿Qué puedes darme? — me acomodé en el taburete mientras observaba cada uno de sus movimientos.

— Tengo Kimchi, arroz, salmón, pasta y albóndigas — sacó muchos contenedores del refrigerador y los puso frente a mi — Elige.

— ¿No tienes ensalada? — puso cara de asco y negó.

— ¿Quién diablos come ensalada para cenar?

— No quiero engordar — le dije con obviedad — Todo eso que mencionaste trae carbohidratos.

— ¿Qué estupidez estás diciendo? Dudo mucho que tu puedas engordar incluso si te tragas un elefante — empezó a destapar todos los contenedores — Estoy harto de las mujeres que dicen eso.

— Claro, pero seguro que disfrutas viendo a las mujeres flacas de la televisión.

— Estás loca. Una mujer que no es capaz de disfrutar una comida sin pensar en las calorías que trae es altamente nefasta, lo detesto. Te aseguro que a muchos hombres no nos gustan las mujeres altamente flacas.

— Sí claro. Apuesto a que no te acostarás con alguien que pese más de sesenta kilos.

— Todas las mujeres con las que me he acostado pesan más que eso. No sabes como disfruto quitarles la ropa. El peso no tiene nada que ver con el placer.

— No todos piensan eso...

— Deja de decir estupideces y te vas a comer cada cosa que yo te ponga en el plato. Tienes hambre.

— Si subo algún otro kilo te mataré.

— Es ridículo. ¿Tú obsesión con el peso tiene que ver con el tal Namjoon?

— No, el peso es solo cosa mía — puso un enorme plato lleno de comida frente a mi — No creo que pueda comer todo esto.

— Lo harás, yo me asegurare de ello — me tendió unos cubiertos y puso otros para él — Te he dado un poco de cada cosa.

— ¿Saben bien al menos? ¿Tú los hiciste?

— No, fue mi mamá. Te aseguro que la comida de ella es asombrosa.

No me quedo de otra más que comer, y para que negarlo, todo estaba delicioso.

Mientras comía no me dejo de mirar, fue la primera vez en toda mi vida en que alguien se preocupaba porque yo ingiriera todos mis alimentos.

Cuando acabé sentí que mi estómago no daba para más.

— ¿Quieres postre?

— ¡Estás loco! Ya no puedo más.

No mentía, ya no podía ingerir más comida.

— Mi mamá dice que tenemos dos estómagos, uno para la comida y otro para el postre — sacó un recipiente más y dos pequeños platos — Es de naranja.

Me quedé ida por unos momentos, sintiendo como la comida bajaba de mi estómago y me daba mas espacio al momento que escuché la palabra naranja.

— Tomaré un poco...

— ¿En serio?

— Sí, en serio.

Me dio mi pedazo de pastel y cuando di el primer bocado sentí volver a mi infancia. La última vez que comí este pastel fue en mi cumpleaños número trece.

Sentada en la cocina acompañada de Jungkook me sentí verdaderamente en casa, y él aún era un desconocido.


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