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#2: Nicotina

Apocalypse apenas entró a la habitación, se apoyó al lado de uno de los tachos de basura lleno dw cigarros, busco en su otro bolsillo algo, hasta sacar una caja de cigarros de buena marca, abrió cuidadosamente la caja, saco uno delicadamente de la caja un cigarro, guardó nuevamente la caja en su bolsillo, aun que soplo para soltar un gas celeste pastel con ese aroma a flores. Gruñó con solo oler aquel aroma, se colocó el cigarro en la boca, por unos instantes se vio que la parte superior de su mandíbula tenia 4 caninos siendo estos muy largos, se aseguró de haber guardado la caja y con la mano libre, simuló prender un mechero, de su pulgar saco un fuego pequeño que de milagro no quemaba el guante, con ese mismo fuego, prendió cuidadosamente el cigarro, al oler el aroma a humo de cigarro, agitó la mano para apagar el fuego.

Aspiró el humo de aquel cigarro, cerró los ojos sintiendo el sabor del humo, sintió como pasaba el humor por su garganta, en vez de ahogarse, aspiró más, sus pulmones en vez de hacerse daño, comenzaron a absorber el humo con la intención de crear más gas del que expulsaba el pelician, quién desafortunadamente no podía controlar eso. Eso era su lado demonio, podría hacerlo fumar bastante, sin hacerse daño.

Se tomo unos segundos que para el fueron minutos, para soplar el humo, siento este de color celeste eléctrico y brillante, hasta el cigarro se iluminaba desde la punta donde se había prendido. Seguía tomando el humo, fumando sin parar, disfrutando hasta terminar el cigarro, lo tiró donde estaban otros cigarros, pensó un poco antes de volver a prender otro cigarro, para poder disfrutarlo mucho mejor. Se quitó el antifaz para sentirse un poco más cómodo, de paso mirar la habitación blanca y oscura sin ventanas, sólo un conducto de ventilación que absorbía y expulsaba el humo de cigarro, pero eso no evitaba que la habitación se llenará de humo celeste, ese perdía el brillo conformé se desvanecía, el mirar aquél humo lo llenó de un recuerdo que le tenía mucho cariño, tembló comenzando a llorar empezando a sentir una ansiedad enorme, se deslizó por la pared hasta sentarse, con su mano libre se tomaba el cabello para que este no le cubra el rostro mientras la otra sostenía ese cigarro.

— La nicotina es relajante y me ayuda a controlar esta habilidad desagradable. Tenía razón, ayuda a controlar los nervios — Se susurró así mismo, quería ignorar el hecho de que era un adicto a los cigarros, sobretodo fumar.

Siguió fumando, llorando por aquellos recuerdos tan nostálgicos pero dolorosos, al acabar de fumar, al ansiedad lo comenzó a carcomer por dentro, no quería que nadie lo viera asi, menos su hijo, a quién le había prometido ir dejando el cigarro, no soporto más la necesidad, asi que fue preparando el tercer cigarro. Sin embargo, se detuvo por unos instantes, miró fijamente el cigarro, invadiendo la necesidad de volver a fumar para controlar el llanto, pero ese recuerdo seguía allí, invadiendo su alma y mente.

Recordó el día qué había prometido ir dejando de fumar, su hija se había preocupado de que estuviera haciendo adicto a la nicotina, más que todo al cigarro, le rogó entre lágrimas que fuera dejando de fumar, pero no podía hacerlo, apenas podía aguantar un día o dos sin tener un cigarro. Se mordió el labio hasta hacerlo sangrar, necesitaba volver a fumar, pero no podía controlarse.

¿Que pensaría Garcello al verme así?” Se pregunto así mismo, mientras prendía un tercer cigarro. La habitación se llenó de más humo.

*  •  *  •  *  •  *

Horas pasaron, en la clínica entró una chica adolescente de 18 años, muy desarrollada para su edad. Tenía muchas vendas en todo el cuerpo, a excepción de su boca, nariz y ojos, incluyendo su cabello, caminó hasta donde el pelinegro, quien estaba distraído leyendo expedientes.

La chica tenía cabello de color azúl marino, su cabello hacía parecer que tenia cuernos, un labial de color azul, una camisa con cuello de tela de color celeste suave sin mangas y muy pequeñas y separadas rayas negras, unos shorts de color celeste grisáceo, en su cinturon negro tenía un bolso para guardar un comunicador portátil, tenía unas largas medias negras azuleadas y unas botas de cuero color negro.

— ¿Mi padre esta acá? — Preguntó con un tono cansado la chica.

— Hola Damien — Saludó el pelinegro — Si, esta aquí — Agregó, respondiendo la pregunta.

Un gran silencio por unos segundos.

— ¿Recayó? — Preguntó en un hilo de voz la peliazul.

El pelinegro asintió, recibiendo un suspiro de parte de la contraría.

— Gracias por decirme — Habló con una sonrisa leve la peliazul, se acercó al pelinegro para darle un besó en la mejilla.

El pelinegro apesar de estar serio y inexpresivo como una roca, se puso ahora como un tómate, en la mejilla ahora tenía una marca de labial, se quedó paralizado por unos segundos. Mientras que la peliazul, caminó para ver esa habitación, suspiro mientras abría lentamente la puerta.

La habitación estaba completamente sin humo, solo el aroma, miró alrededor hasta mirar abajo, viendo al pelician durmiendo entre 6 cigarros a su lado, la caja tira cerca con unos 4 cigarros aún adentró, la peliazul suspiro al ver eso, aún que notó de inmediato algo.

— ¿Estuviste llorando? — Preguntó apesar de saber que el pelician dormía — Creo que esta vez no te diré nada — Agregó, para agacharse para cargarlo tomando la caja de cigarros.

El aroma a cigarro estaba en las ropas del pelician, aun que la peliazul estaba muy acostumbrada a ese aroma tan pesado, cargandolo lo saco de la habitación, jamás le molestaba llevarlo en su espalda para llevarlo a algunos lados, era más fuerte de lo que ella aparentaba al igual que el pelician que la criaba, hablando del pelician, este era más liviano de lo que aparentaba.

— ¿Ya se van? — Preguntó el pelinegro.

— Si, nos vemos mañana para mi chequeo de piel — Mencionó la peliazul.

— ¿Y sin despedirte? — Nuevamente pregunto el pelinegro señalándose la mejilla.

Eso logro sacarle una dulce sonrisa a la peliazul, quién no dudó en darle un besó antes de irse de la clínica, dejando al pelinegro algo embobado por esa acción.

*  •  *  •  *  •  *

La peliazul abrió la puerta de un departamento, le decía habitación ya qué no suelen quedarse mucho allí, suelen tener horarios de salida muy exigentes, sumando de que casi no tenían días libres. Miró con melancolía lo que era el departamento, se veía muy bonito, sala, cocina y bañó que sin duda le daría 5 estrellas, desafortunadamente no pasaba tiempo en éste más que para dormir y desayunar.

Dejó al pelician en el sofá para poder limpiar un poco, finalmente tenían tiempo para cenar juntos como la familia que són, una pequeña y no de sangré, pero seguían siendo una familia. Estuvo un rato cocinando hasta que oyó a su padre despertar con irritación en la sala, quizá debió dejarlo en la cama, oyó como este se dirigía a la cocina.

— Hola papá — Saludó la peliazul.

— ¡¡Beep!! — Gritó el pelician del susto.

La peliazul comenzó a reír bastante, no esperó para nada oír los divertidos sonidos que solía hacer su padre cuando era un adolescente.

— ¿Cuando llegaste, Damien? — Pregunto el pelician apenas se recuperó del susto.

— Hace una hora — Respondió la peliazul mientras servía la cena.

Por unos momentos hubo silencio.

— ¿Volviste a recaer? — Pregunto preocupada la peliazul.

— Lo siento — Respondió con tristeza el pelician sintiéndose decepcionado de si mismo.

— No te preocupes, lo bueno es que aguantas 2 días sin fumar a la semana — Dijo con la intención de ser positiva la peliazul.

El pelician se sentía decepcionado de si mismo, aun que oír esas palabras de su hija adoptiva le ayudo a animarse un poco, sonrió levemente, había criado a esa chica sin duda. No quería aceptar que ella le recordaba como era él de adolescente, pero un poco diferente, ella no era una tonta como él en el pasado. Se quedó en silencio por unos momentos hasta que oyó una voz sacarlo de sus pensamientos de auto desprecio.

— Papá, comamos antes de dormir — Habló la peliazul.

— Ok. ¿Quieres dormir conmigo? — Pregunto el pelician.

La peliazul río levemente.

— Papá, tengo 18 y tu ya tienes 27 — Río con una sonrisa.

— Vamos, como los viejos tiempos — Insistió el pelician, en el fondo quería compañía ya que no tuvo un buen día de todos modos.

La peliazul sonrió y le acarició la cabeza a su padre.

— Ok — Aceptó la peliazul, de todos modos, ella tampoco tuvo un buen día.

Trás cenar, fueron a cambiarse en cuartos separados para después discutir en cuál cuarto dormir, discutieron de una manera ridícula, al final decidieron dormir en la habitación del pelician que tenia una ventana con vista al desierto y la noche.

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Ya me conocen, datos que notaron:
• Otis y Damien son una pareja de adolescentes, casi similares a GF y BF
• Apocalypse siempre evita que ellos tengan citas, es un padre sobreprotector
• Apocalypse tiene un problema con los cigarros y lo sabe, por eso intenta aguantar un poco
• Apocalypse entiende un poco a Daddy Dearest pero lo odia de todos modos al ser el padre de GF

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