Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 6

Dedicado a marionvargas637 y nosoynadie_Rayis

—A ver, necesito que me expliquen todo, no omitan algún detalle -pedí sentándome en el sofá de mi departamento.

Después del incendio de la casa de la risa. Los noticieros llegaron de inmediato, incluso intentaron entrevistarme a mí y a Bill, pero Michael y policía nos ayudaron a deshacernos de ellos y pidió evacuáramos. Y como yo quería respuestas y una explicación de lo que había pasado, ofrecí mi departamento para eso.

Y al llegar cuando fui a verme en el espejo descubrí moretones y rasguños, ese payaso tenía uñas largas y manos fuertes que al tocarme me lastimaron. 

Mi teléfono sonó. Era mi madre. Lo tomé entre mis manos y los mire. 

—Tienen suerte -les dije y respondí-. ¿Mamá? -comencé a hablar en español. 

—_____, hija ¿Estas bien? -pude oír su voz preocupada. 

—Espera... ¿Cómo sabes que me pasó algo? -pregunte extrañada. 

—Hasta aquí llegó la noticia y vi tu fotografía en las noticias. ¿Qué pasó? ¿Fue una especie de ataque terrorista o algo así? ¿Estas bien? 

—A ver mamá, cálmate. Si, estoy bien, solo tengo un par de rasguños y moretones -respondí. 

—¡Entonces eso no es estar bien! -me reprochó. 

—Al menos no morí. Nadie murió -respondí alzando la voz-. Y no, no sabemos si fue un ataque terrorista. Nadie sabe, pero están investigando -mentí intentando que se lo creyera. 

La oí suspirar pesado. 

—Bueno, solo espero que puedas descansar y dar gracias porque estas bien. Te quiero. 

—Si mamá, yo también te quiero -respondí. 

Finalmente colgué. Me sobe el puente de la nariz y después los mire. 

—¿Y bien? -pregunté cruzada de brazos y piernas esperando una respuesta. 

Nadie me respondió, todos se miraban incómodos y bajaban la mirada. Hasta que Ben se atrevió a decirme. 

—Ese payaso que viste se llama Pennywise -comenzó a explicarme-. Es la razón de que todos nosotros seamos amigos. 

—¿Recuerdas que no suelo hablarte de mi adolescencia ni donde nos conocimos? -me preguntó Beverly y yo asentí-. Bueno, pues es por él que no te cuento eso. 

—No queremos recordarlo -adhirió Stan con nervios. 

—En la casa de la risa... -empezó a hablar Bill y todos le pusimos atención-. Se transformo en el miedo de ____ lentamente, como si quisiera torturarla, cabello rojizo, cicatrices y ese overol azul... ____ -me llamó Bill tomándome del hombro-. ¿Le tienes miedo a Chucky? 

De un momento a otro me quede estática al escuchar ese nombre. Congelada y gélida, los nervios y el miedo se apoderaron de mí.

—Si -dije con voz gutural-. Ese miedo me invade desde pequeña -comencé a apretar mis puños y a temblar-. Se supone que un muñeco nunca debe actuar de esa manera tan... humana. Eso no es real.

—Pues el lo hizo real -me respondió Bill-. Pero lo más extraño es que apareció otro igual -les dijo a los demás-, y su discusión. ¿Te acuerdas de lo que dijo? -me preguntó.

—¿Otra vez usando mi forma física para asustar a las personas? -respondí.

—¿Eso quiere decir que hay más como él? -preguntó Eddie. 

—Mencionó a unos llamados slashers -adherí-. Entonces eso quiere decir que sí. 

Por un momento todo el mundo se quedó callado. Ellos se miraban entre sí, y parecía hablaran telepáticamente. 

—En ese caso tendremos que llevarte -dijo Ben 

—¿A dónde? -pregunte sin entender. 

—A Derry -respondió Beverly-. Pediremos permiso a la universidad para ausentarte mañana y te llevaremos con nosotros a Derry. Hay alguien que de seguro querrá conocerte. ¿Estas dispuesta? 

Asentí confiada. Quería vengarme de él por usar mi más grande miedo. Lo iba a pagar, y caro. 

Después de eso todos se fueron. Y aunque Beverly se ofreció a quedarse yo me negué, asegurándole que estaría bien esa noche. Y sorprendentemente así fue, me sentí segura, protegida, como si un ángel de la guarda estuviera velando por mí, incluso descansé perfectamente y no soñé con él. 

A la mañana siguiente me desperté a la hora que yo quise. Pero aún así me levanté temprano debido a que la decana de la universidad, la decana Geldof, me llamó. Al igual que mi mamá se había enterado del incendio y me pidió que hoy y el lunes no me presentará. Yo se lo agradecí de corazón y le dije que me pondría al corriente con mis clases. 

Los chicos dijeron que debería conocer al último perdedor, aquel que se quedó en Derry y no ha salido de ahí, Mike. 

Mi teléfono sonó cuando estaba preparando una pequeña maleta para irnos.

—¿Bev? -respondí. 

—____ ¿Ya estas lista? -me preguntó. 

—Solo preparo lo último de mi maleta -respondí. 

—Recuerda, que sea pequeña, solo iremos el fin de semana y regresamos el atardecer del sábado. 

—Claro, descuida, es pequeña -respondí tranquila. 

—Pasaremos por ti, en 10 minutos cuando menos, recuérdalo -me dijo. 

—Seguro -respondí y colgué. 

Guarde lo último de la maleta, mi par favorito de botas, pues traía puesto la ropa de ayer, no quería desperdiciar. 

Tomé la maleta y mi bolso con mis cosas, billetera, celular y la tarjeta del edificio. Salí de mi apartamento y después baje por el ascensor hacia el recibidor, donde me quede en uno de los sillones para esperar. 

Vi a Ángel acercarse hacia mí, con una cara de preocupación total. No me dejó articular nada y me abrazo fuertemente. Me quede confundida por un momento y luego lo recordé. Ángel no había estado en el lobby anoche, no la había visto hasta ese momento. 

Le correspondí y la abracé fuertemente. 

—Que bueno que estas bien -murmuró suspirando de alivio. 

—También te enteraste -deduje separándome de ella. 

—Salió en las noticias -me respondió y luego miró mi maleta-. ¿A dónde iras? 

—Me iré de la ciudad por un par de días con unos amigos, quiero calmar toda la tensión de ayer -respondí. 

—¡____! -lo a alguien decir mi nombre y me levante, eran Bev y Bill en la puerta. 

Me levante y mire a Ángel, para darle un fuerte abrazo antes de tomar mi maleta. 

—Tráeme un recuerdo -me pidió mientras tomaba mi maleta y caminaba hacia ellos. 

—Lo intentaré -respondí. 

—Quiero que no te pase nada malo allá y todos salga bien –me pidió preocupada. 

Me detuve en seco unos momentos y volte a mirarla por el rabillo del ojo. 

—Si... Yo también 

Salí del edificio, donde justo en la entrada de este había una camioneta color cobre. Bajaron los vidrios de la parte de atrás, Ben y Stan me saludaron, obviamente yo les salude de regreso.

—Ven, dame tu maleta -me dijo Bill y yo se la entregue. 

—¿Y los demás? -pregunté. 

—Hola ____ -vi a Richie salir desde la parte de hasta atrás. 

—Richie -salude sonriente-. ¿Quién va contigo atrás? 

—¡Achu! -oí a alguien estornudar y me asomé a ver. Era Eddie-. Hola _____ -me saludo moquiento y con la nariz roja. 

—Hola Eddie -salude. 

—Bien -habló Bill y le mire-. Iras atrás con Stan y Ben ¿de acuerdo? -pregunto y yo asentí. 

Abrí la puerta de la camioneta y me metí, quedando en la orilla y al lado de Ben. Bill se subió en el asiento del piloto y arrancó. 

—Tardaremos alrededor de cuatro horas, puedes dormirte si quieres _____ -me habló Bev y yo asentí. 

Pero durante el camino me costó dormir. Pues al primer intento de hacerlo el rostro de aquel payaso y de él aparecían, impidiéndome dormir sin sentirme extraña; puesto que ambos me perseguían y yo escapaba sin conocer los motivos del porqué me perseguían como maniáticos y porque yo escapaba como desesperada y llena de miedo. Lo único que compensó el insomnio fue el paisaje campirano que vi al viajar, me maravilló y cautivó, con sus colores amarillos, naranja y verde boscoso, fue maravilloso. 

Justo antes de llegar al pueblo de Derry, lo primero que sentí fue como aquel sentimiento feliz y cálido se volvía oscuro y sombrío. El día seguía soleado, pero el aura y la esencia del lugar se habían vuelto sombrías. Cuando pasamos por el centro de Derry, muchos habitantes nos miraron extraño, de manera hostil y escalofriante, como si estuvieran controlados o hipnotizados por algo. 

Finalmente llegamos, era una casa en un barrio no muy poblado de Derry, por lo cual pensé no tendríamos problemas. Bajamos del auto y un chico de piel negra, que usaba una camiseta naranja y jeans azules, se acercó a nosotros sonriente. 

—Mike -dijo Bill acercándose a él y abrazándolo en saludo-. Que gusto verte amigo. 

—Lamentamos llegar así de improviso -habló Beverly acercándose y dándole un rápido abrazo. 

—No hay problema, siempre es un gusto verlos -alzó la mirada y me miró bajar del auto y cerrar la puerta-. Oh, ¿es ella de la que me hablaste anoche? -le preguntó a Bill. 

—Ella es _____ -me presentó mientras me acercaba.

—Mucho gusto Mike -hablé mientras estrechaba manos con él. 

—Igual -respondió-. Bien, pasen adentro -dijo-. Beban algo y luego si quieren iremos a la cantera. 

Pasamos dentro de su casa, donde nos sentamos y Mike trajo cervezas, bebimos un par de ellas y nos conocimos un poco más. Hablamos más sobre mi que de otra cosa. Luego, finalmente, ellos me hablaron sobre su adolescencia.

—¿En serio ese tal Henry Bowers le hizo una cortada a Ben? -pregunté con una cerveza en mis manos. 

—La cicatriz tardó mucho en irse -comentó Ben. 

—¿Y cómo es ahora? -preguntó Richie. 

—El idiota no ha cambiado mucho, aún tiene aquella greña que tenía de niño -respondió Mike. 

—Es bueno verte otra vez Mike -habló Beverly. 

—Pero eso no fue la razón por la cual me llamaron para vernos ¿o si? -preguntó tornándose serio. 

—En parte si -comentó Ben-. Pero también por lo que pasó ayer. 

—Si, Bill me lo explicó a medias -respondió Mike-. ¿En serio eso los siguió hasta allá? 

Yo asentí. Y entonces recordé el hecho de que fue por Bill, que lo conocí, al buscarlo y verlo meterse en la casa de la risa. 

—Bill -le llame y este me miró-. ¿Qué pasó allá en la casa de la risa? Te llamé pero parecías hipnotizado. 

—Vi un globo rojo -comenzó a explicar-. Después de bajarnos de la montaña rusa, vi un globo, me sentí hipnotizado por el y lo seguí. Cuando entre a la casa de la risa el globo desapareció en el cuarto de los espejos, pero entonces apareció aquel niño. Lo seguí y entonces el globo volvió a aparecer, supe que era una mala señal y me preocupe. De repente, él apareció e intentó comerse al niño -me miró-. Pero entonces te oí llamarme y él desapareció. 

—¿Qué tan poderoso es? ¿Qué es lo que quiere? -pregunté. 

—Comer -oí a Stan hablar aterrorizado. 

—¿Comer qué? 

—Lo que sea que sea humano -me respondió Eddie-. Los niños son sus favoritos. 

—Hablando de niños ¿no han vuelto a desaparecer niños? -preguntó Beverly. 

—No, todo ha estado tranquilo en cuanto a niños desaparecidos -le respondió Mike-. Pero la mayoría de los habitantes de Derry han comenzado a actuar extraño, como si estuvieran siendo controlados. 

Todos nos quedamos callados un buen rato, sumidos en nuestros propios pensamientos. El atardecer llegó y fue momento de buscar un hotel donde quedarnos. Ya después de pedir las habitaciones, con una habitación individual todos y solo Eddie y Richie, Bev y yo pedimos una habitación compartida; quise salir un rato a Derry, al igual que Beverly, pero separadas, pues ella quería ir a visitar la casa donde ella y su padre vivían. Ben se ofreció en acompañarme, ya que me dijo que no sería seguro pasear en Derry sin conocerlo y mucho menos sola, y yo acepte. 

Durante el camino quise pasar a una tienda de Derry, le dije a Ángel que intentaría traerle un recuerdo. 

—¿Habías visto esta tienda antes? -le pregunté a Ben antes de entrar. 

—Pará nada -me respondió y entre en ella, pues Ben quiso esperarme afuera. 

Era una tienda de reliquias y antigüedades. Donde tenían de todo, incluso un monito con platillos. Esas cosas me daban tanto miedo como él. Busque algo que podría gustarle a Ángel como una postal o algo así. Pero entonces vi un lindo collar de lo que parecía ser una tortuga hecha de jade, esmeralda o alguna gema verde. 

Me quede maravillada con el, era hermoso, y sentía como si me llamara. 

—Tienes un buen ojo -me habló alguien y yo voltee a verlo algo asustada. 

Era un hombre de ya avanzada edad, cabellos blancos y una gorra. Y aunque se veía mayor, desprendía una viva energía. 

—Oh uh... lo siento -me disculpe y volví a mirar el collar-. Es que es muy bonito. 

—No es la única cosa con apariencia de tortuga que tengo -hablo y mire a mi alrededor

No se equivocaba. Camisetas de tortugas, estatuas de tortugas, brazaletes de tortugas e incluso postales de Derry con una tortuga en ella. 

—¿Por qué tantas tortugas? ¿Acaso le fascinan? -pregunté. 

—En parte sí -me respondió-. Pero también por un viejo mito de Derry que pone a las tortugas como símbolo de bien y protección contra el mal. 

Sacó el collar de la vitrina de donde estaba y lo tomó entre sus manos. 

—Quédatelo -me dijo extendiéndolo hacía mí. 

—¿Q-que? No, señor. L-le pagaré por el -comencé a buscar mi cartera entre mis bolsillo. 

—Quedatelo, gratis –habló nuevamente. 

—Es usted muy amable. Pero no puedo tener algo tan bonito como eso gratis -intente excusarme. 

—Insisto -habló autoritario-. Te vi mirarlo por un buen rato. Además, nadie viene a esta tienda muy seguido. Quiero deshacerme un poco de las cosas de tortuga. 

Ese hombre, se veía tan amable, que incluso sentía como desprendía una presencia cálida y positiva. Una brillante aura que me hizo confiar en él. 

—Esta bien -respondí tomando el collar entre mis manos. Me lo puse y lo contemplé un buen rato-. Es muy bonito. 

—Y combina contigo -me alago y yo sonreí. 

Le compre un par de brazaletes, una tortuga en un domo de cristal que se iluminaba y tenía un fondo galáctico, una postal de Derry con una tortuga en ella y salí de la tienda. Al salir Ben se acercó a mí, y notó el collar que traía en el cuello. 

—Wow ¿y eso? Debió costarte una fortuna -me dijo. 

—Por sorprendente que parezca el hombre de la tienda me lo regalo -le respondí. 

—¡Chicos! -oímos a alguien llamarnos y dirigimos nuestra mirada hacia el.

Era Bill, en una bicicleta, pero parecía no saber maniobrarla bien y se tambaleaba. Haciéndonos reír. 

—¿Enserio olvidaste cómo andar en bicicleta? -pregunté burlona cruzada de brazos. 

—No es gracioso -me dijo y luego miro mi collar-. ¿Y eso? -me preguntó. 

—Un hombre mayor me lo regalo -respondí. 

—_____, no debes aceptar obsequios de extraños misteriosos, y menos si son de Derry -me dijo sonando molesto-. Podrían estar siendo controlados por ese payaso y ser una trampa. ¡O podrían ser el mismo payaso disfrazado! 

—Bill, lo entiendo -mire el collar-. Pero si tu lo hubieras visto. Desprendía un aura tan confiable y blanca. Que no creo que tu se lo hubieras negado. 

Bill suspiro pesado. 

—Solo espero no sea nada malo -hablo y volvió a subirse nuevamente a su bicicleta. 

Me reía al verlo tambalear y casi caerse, intentando maniobrarla sin resultado. Pero entonces algo llamó mi atención. Unos ojos amarillos, cuál fuego, brillantes y enigmáticos me veían desde la alcantarilla. Su color los hacía penetrantes y llamativos, que por un momento quise acercarme a ver. 

—¡_____! -oí a Ben gritarme y le mire. 

—Ya voy -respondí y volví a mirar a la alcantarilla. Los ojos se habían ido. 

No le preste mucha importancia y camine hacia ellos. No sin antes mirar el letrero de la tienda a la que entre. 

"Tienda de antigüedades de Stephen"

Sonreí y camine intentando alcanzar a los chicos.

El sonido de mis pies con los charcos de la alcantarilla hacían ecos en toda esta. Confundido e intrigado llegué hasta a mi guarida. Donde al alzar mi mirada vi todos aquellos cuerpos flotantes de niños y adultos que a mi parecer eran escasos. Me metí a mi escenario, y por un momento, me quedé pensando un momento en la nada. Hueco y vacío. 

Quise matar el aburrimiento y la soledad. Tomé un cuerpo y comencé a comerlo. Mordiendo sus dedos como si fueran dulces, arrancándolos fácilmente con mis dientes y masticando uno por uno; deleitándome con el sabor que le daba la sangre, junto con el miedo que se quedaba impregnado en el cuerpo. Para mí, comer aquella carne humana era lo mismo que su comida para ellos.

Sin embargo, al saborear ese miedo en la carne, pude recordar el aroma del miedo de aquella chica. Era miedo, miedo hasta los huesos; un miedo tan genuino y casto que rara vez se saborea en la carne de un humano. Pero a aquel miedo se le iba agregando un sentimiento que jamás había sentido en ningún humano durante todos mis años de existencia. Ese sentimiento inexplicable para mí, le agregaba un sabor especial a su miedo, un sabor adictivo y deseable. 

Esos pensamientos me hicieron masticar cada vez más lento, hasta ya no masticar más y quedarme congelado. 

—Si no te conociera bien, diría que estas confundido o pensando en algo -oí una voz flotante a mi lado. 

—Ahora no Georgi. Vete a flotar a otro lado o fuera de aquí -respondí fastidiado mirando a aquel niño de impermeable amarillo y sin un brazo flotar encima mío. 

—Si fuera por mi eso haría, o intentaría hablar con las otras almas; pero están tan dolidas y vacías que parecen zombis -me respondió y luego me miró-. Jamás te había visto así.

Le mire confundido.

—¿Así como? -pregunté apoyando mi mano en mi mejilla.

—Haciendo acciones tan humanas -sonrió burlón. Rápidamente deje de hacer dicha acción y solté un gruñido.

—Todo es por juntarme con esos slashers -respondí con el ceño fruncido.

—Te dije que no aceptaras el trato -suspiro pesado-. Pero eres tan necio, que no piensas las cosas dos veces.

—¡Tenía hambre y estaba desesperado! -me excuse.

Era verdad. En esos momentos, estaba tan débil y vulnerable, que si Maturín me hubiera visto me hubiera exterminado. Ellos aparecieron frente a mí y me ofrecieron poder y comida. Toda la que yo deseara y necesitara para poder recuperarme. Era una oferta tentadora. 

—¡Y todo fue culpa de tu estúpido hermano y su club de los perdedores! ¡Estaba a punto de desaparecer! -adherí-. Además, no fue tan malo. Pinhead y Krueger me dieron más poder del que yo imaginaba.

—Pero ahora tienes que ir a la casa de Elvira mínimo una vez al mes para convivir con los demás -me respondió-. ¡Y no vuelvas a llamar a mi hermano estúpido! ¡Tu eres estúpido! ¡Se supone eres una fuerza poderosa del no sé qué-cosmos! ¡No necesitas ayuda de algo inferior! 

Le gruñí enojado.

—Si estuvieras vivo de nuevo te comería -le dije cruzado de brazos.

—Pero ahora soy un alma en pena y te comiste mi cuerpo hace muchos años. Tragón -me dijo y nos quedamos un rato en silencio-. ¿Sabes? Hoy soñé algo.

Dirigí mi mirada hacia el interesado. 

—¿Puedes soñar? 

—Es raro, pero si -respondió-. Sonara raro pero soñé algo imposible

—¿Qué? 

—Qué tu y yo éramos los mejores amigos del mundo, teníamos "aventuras" imaginarias -hizo comillas en la palabra aventuras-, y sonreíamos mucho, incluso hicimos dibujos de mejores amigos -sonrió amargamente-. Pero eso es sólo un sueño y se quedará así -me miro y frunció el ceño levemente-. Tu eres una entidad que no piensa nada más que en comer humanos. 

—Para ser un alma infantil eres muy maduro -solté.

—Mi cuerpo es de un niño, pero mi mente crece con el pasar de los años, ahora es de un adolescente -me respondió algo monótono-. Y tu maduraste mucho estos años. Antes eras un demente a más no poder y sin uso de razón, ahora ya no estás tan loco. Convivir con los slashers no te hace tan mal, en especial con Pinhead y el señor Saw. 

—Seh ellos me entrenaron mentalmente para aprovechar mis poderes y habilidades, me recuerdan a los tiempos en los que mi padre me entrenaba. Y ahora puedo salir de Derry e ir a otros lugares -me quedé un rato pensando-. Hablando de esos idiotas. ¿Qué crees que tenga esa chica con Chucky? -le pregunté.

—Por lo que tu me platicaste, estaba muy enojado contigo por intentar comértela y usar su forma física para asustarla -me respondió-. Probablemente la quiera para un nuevo cuerpo o un juguete.

—No tiene sentido lo de un nuevo cuerpo -comenté-. Ya tiene todo lo que quiere, un cuerpo humano; y no sólo uno, dos, su cuerpo original de Charles Lee Ray y una de su forma muñeco pero humana, pero siempre usa su forma de muñeco enano. Además él, su esposa y sus hijos tienen cuerpos humanos.

—Querrás decir ex esposa, recuerda que se están divorciando -me recordó sentándose a mi lado.

—¿Entonces crees que será un juguete? -pregunté. 

—Pero eso depende, ¿qué clase de juguete? -me preguntó y los dos sentimos un escarmiento de perturbación. 

Si en algo eran conocidos slashers como Chucky y Freddy, era por ser unos pervertidos y degenerados muy perturbadores. Incluso Jason no los soporta cuando hablan sobre ese tipo de temas al igual que yo, y la mayoría de los slashers. 

—¿Crees que se volvió pedófilo? -pregunté. 

—Probablemente es un efecto de andarse juntando con Freddy -me respondió Georgi. 

Entonces recordé a esa chica. El idiota del enano se enojo conmigo por esa chica, aun recuerdo sus palabras "no te metas con ella, es mi presa y yo la tengo en la mira" "si le haces daño te mataré bastardo". Me enoja el hecho de que Chucky la "proteja" y ahora se lleva con los perdedores. No podré asustarla sin que Chuck se enoje otra vez por usar su forma física ni le diga a Elvira y esta me regañe.

Entonces una idea cruzó por mi cabeza, haciéndome sacar una ancha sonrisa que mostraba los dientes.

—Conozco esa sonrisa. Penny ¿Qué tienes en mente? -preguntó el niño.

—Nada que te incumba ni que tenga que ver con tu hermano -hable levantándome aún sonriente-. Saldré un rato a comer.

—¿Miedo, gente o ambos? -me preguntó preocupado.

—Solo miedo. Hay una cosecha de miedo que quiero volver a probar -respondí saliendo de mi guarida. No sin antes soltarme a carcajadas

Al  día siguiente, seguí a los chicos hasta la cantera. Maravillada ante la altura que esta tenía, recordándome a casa. Sumida en el sentimiento que tenía cuando estaba en mi hogar, no lo pensé dos veces y me quite la ropa para aventarme al agua, ya preparada con un traje de baño abajo. Los chicos me siguieron. Me divertí nadando ahí, buceando y sintiéndome como una niña de trece o catorce años otra vez. 

Salimos de la laguna y reposamos un rato en las rocas. Sintiéndome parte de ellos y bienvenida con ellos. Ya después todos secos, nos pusimos nuestras ropas nuevamente para salir de ahí. Pero algo atrajo mi atención, una abertura a la alcantarilla. De donde aunque salía un pestilente olor, el misterio estaba con él. 

Me aleje un poco de los chicos para ir a dar un vistazo. Caminando hacia la entrada de esta y eché un vistazo hacia adentro. A mi nariz llegó un fétido y horrible olor, suciedad, humedad y hortalizas podridas, sería extraño que una alcantarilla oliera a rosas. No llegué a adentrarme, pues Beverly y Bill me detuvieron. 

—_____ no -me dijo Bev como cuando una madre aleja a su pequeño hijo de algo peligroso. 

—¿Qué hay ahí? -pregunté yo. 

—Es solo la alcantarilla, pestilencia y desechos. No querrás ir -me dijo Beverly y yo le hice caso. 

Regresamos a las calles de Derry, donde nuevamente la gente nos miró extraño. Sin embargo, uno en particular, con una greña rubia detrás de su cabello y unos ojos azules, nos miró de una manera casi psicópata. 

—¿Quién era él? -pregunté. 

—Henry Bowers -me respondió Ben. 

El mismo que intentó matarlos, llegué a la conclusión. 

Cuando llegue al hotel estaba anocheciendo. Bev me dijo que una mujer anciana ahora se quedaba en su casa, muy amable y cálida*. Yo decidí tomarme un baño en la tina de la habitación, y Bev insistió en acompañarme mientras me bañaba.

—¿En serio Bev? -pregunté alzando una ceja.

—Nunca se sabe, Pennywise podría aparecer en la tina contigo cuando te bañes -se excuso y yo reí.

Me metí en la ducha, ya con el agua enjabonada cubriendo mi cuerpo, relajándome un buen rato. Mientras Bev estaba sentada en una silla a mi lado.

—Es un bonito collar -me habló mirando mi nuevo collar con el que yo jugaba-. Procura no perderlo.

—Lo haré -dije y lo enrede en mi brazo-. Quisiera dormir un rato en la tina -Solté suspirando de alivio, cerrando los ojos.

—Prepararé cafés y vuelvo -oí la voz de Bev dirigirse hacia afuera de la habitación.

—Aja -respondí acomodándome y alistándome para dormir un rato.

No note cuanto tiempo había cerrado los ojos sin poder dormirme. Bev ya había tardado un rato. Hasta que oí la puerta del baño abrirse, me anime y quise hacerle una broma a Beverly, fingiendo que estaba dormida. 

—Se que estas despierta, no quieras fingir -dijo una voz varonil. 

Mi mente se quedó paralizada un momento. No podía ser, debía ser un sueño o una broma. Seguí sin abrir los ojos pero con nervios y miedo a que eso fuera real. 

—Bien -escuché como comenzaba a quitarse la ropa. La corbata, camisa, pantalones.

No, no, no debe estar pasando. Mi cuerpo comenzaba a sentirse extraño, como si se estuviera preparando para algo. Controlate, ahora no. 

Sentí como se acercaba a mi, y sentí su lengua lamiendo el lóbulo de mi oreja. Comencé a hacer caras y gestos, pero mi cuerpo me traicionó y solté un jadeo que me hizo tener más miedo. Pude escucharlo reír pero esa risa era diferente a la de mi sueño, juraría haberla escuchado antes.

—Lo sabía nunca falla~ -me dijo para suspirar en mi oído, logrando estremecerme. 

Luego, no escuche más pasos. No, no. Aquí viene la peor parte. Entonces alguien se mete a la bañera conmigo. Regando algo de agua. Al mismo tiempo que abro los ojos solté un grito de susto.

De repente desperté exaltada, agitada, y mire a mi alrededor. Bev estaba a mi lado, y al verme así se acercó hacia mí. 

—____ ¿Qué pasa? -preguntó. 

—¿Me dormí? -pregunté asustada. 

—Un rato -respondió-. ¿Por qué? 

—Soñé con él -respondí y ella me miró raro-. No con el payaso, si no con un deja vu de mi miedo -explique. 

—¿Crees que fue Pennywise? -me preguntó Bev.

—Estoy más que segura -respondí.

No aguante más y salí del baño. Me cambié, me peine y me fui directamente a dormir. Enojada y al mismo tiempo aterrada por el sueño, me negué a salir fuera del hotel

A la mañana siguiente, nos quedamos parte de la mañana, desayunando. Fue hasta medio día cuando decidimos irnos. Empacamos todas nuestras cosas y antes de irnos nos despedimos de Mike.

—Fue un gusto conocerte Mike -le dije despidiéndome con un abrazo de él.

—Igualmente, espero verte pronto otra vez -me respondió.

Bill y Beverly terminaron de subir las maletas y me subí, quedando en la orilla, al lado de Ben. Arrancaron el auto y salimos de Derry.

Al salir de Derry, mis ojos comenzaron a sentirse pesados y quería dormir, me apoye en el hombro de Ben con mucha confianza y comencé a cerrar los ojos. Pero justo antes de cerrarlos por completo, vi un globo rojo salir de una alcantarilla, al mismo tiempo que oí a alguien decir.

—Muy pronto flotaras conmigo~


Datos*: la parte en la que Bev va a su casa y todo está bien es parte de la película.
Solo que aquí cambia porque en vez de asustar a los perdedores te asusta a tu exclusivamente

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro