Capítulo 4
—¿Segura puedes aguantar tres tarros de cerveza? –me preguntó Carly mientras yo tomaba el tarro.
—He tomado cosas más fuertes, tequila y vodka por ejemplo –respondi algo mareada por el gigante trago–. Otro –pedí al cantinero.
Ya llevaba casi un mes en la universidad, el día de la bienvenida, después de celebrar en el bar con Maddie, Carly y Michael, conocí a mas amigos, con quienes más tarde, convivi, pues iban en mi mismo curso o fueron lo suficientemente amigables como para no dejarnos de hablar. Y aunque la primera vez que conocí a Carly era muy tímida, y pensé que después de lo de Greta se quedaria así, era expresiva y positiva, teniendo amigos de muchos cursos y años, pero parecía que Michael era el más cercano.
El cantinero me trajo un tarro, pero por mi conocimiento en alcohol, no era cerveza, ni siquiera estaba en un tarro, si no en un vaso Collins.
—Yo no pedí eso –le dije extrañada señalando en vaso y mirando al cantinero.
—Lo pidieron para ti –respondió alejándose.
—¿Qué? –dije extrañada.
—Ohhh~ –musitaba Carly bromista–. ¿Quien te lo habrá mandado?~ ¿Algún admirador secreto de la facultad? –toqueteaba mis mejillas.
—No conozco a alguien así –respondi algo seca.
—O tal vez aún no has notado que alguien está enamorado de ti~ –soltó un suspiro–. Ah~ ojalá alguien me mandara algo igual. Te envidio _____, a ese chico debes gustarle enserio –bromeó nuevamente.
Michael reaccionó a lo que dijo Carly y casi escupe su cerveza.
—Michael ¿que tienes? –preguntó Carly–. Solo era broma
Michael frunció el ceño y volteo la mirada hacia otro lado que no fuera nosotras.
Decidí finalmente beber aquel cóctel, de color verde y amarillo con burbujas y hielo. Le di un sorbo, las burbujas carraspeaban la garganta y tenía un sabor ácido. La combinación de todo eso, era adictivo. Y por extraño que sonaba daba calor.
—Ufff –solte desorientada.
—¡Hora de jugar kissing strangers! –grito alguien desde una mesa.
Carly me tomo del brazo y me apartó de la barra, antes de hacerlo tome el cóctel, no quería perderlo. Vi como todos se acercaban a la barra. Reconocí a la chica que grito kissing strangers, era Maddie. Aquella chica que aunque se vistiera de rosa y se maquillara, además de pertenecer a una fraternidad; era la persona más lista que conocía y era miembro del Consejo de la universidad.
Me acerque a Maddie, quien estaba donde estaba yo antes de que gritara.
—Maddie ¿Qué fue eso? –pregunté.
—El juego de kissing strangers –me explico divertida–. Alguien se sienta aquí –puso un taburete alto de la barra enfrente mío–, le vendamos los ojos y quien quiera puede besarlo en menos tres minutos y medio. Puede ser rápido o largo, corto o apasionado, de piquito o frances –terminó emocionada.
—¿Por qué no me sorprende que lo hayas gritado tu en ese caso? –pregunté irónica cruzada de brazos y sonriendo de lado.
—Muy bien ¿Quien quiere ir primero? -grito Maddie emocionada.
Una chica, que para mí sorpresa fue Kelly, se sentó en el taburete. Todos le gritaron y la alentaron por hacerlo. Rodé los ojos divertida y me fui a sentar en la mesa donde estaban los chicos y me puse a ver desde lejos.
Miraba como uno a uno la iban besando, besos tímidos, rápidos, unos salvaje y de lengua. El último beso que recibió Kelly fue de Jenna, una amiga que estudiaba para policía. Eso nos tomó por sorpresa a todos, opaco los últimos quince segundos, era como su declaración ¡En público! Ella se quito la venda, y al ver quien era, la beso de regreso, era oficial ahora.
—Wow –solte con los ojos abiertos como platos.
Muchos les aplaudieron y felicitaron, y, bueno, yo hice lo mismo. Es que eso fue muy valiente.
Uno a uno los vi sentándose en el taburete, tapándose los ojos y siendo besadas por personas que hacían fila. Mientras yo miraba desde una mesa y comía papas fritas.
Lentamente me fui acabando el misterioso coctel que alguien desconocido me dio. Y poco a poco comencé a sentirme con el corazón acelerado y más sediento por aquella bebida, hasta que me la acabe. Frustrandome por quello.
—Quiero otra, voy a pedir más –dije parandome y dirigiéndome a la barra.
Camine hasta la barra, con el vaso Collins en las manos y me senté en un taburete.
—Otro del que esa persona pidió para mi, yo lo pago –pedí.
—Él sabía que ibas a querer otro y nos dijo que pagaría por los dos –respondió el cantinero tomando el vaso.
—¿Usted sabe quién es o dónde está? –pregunté.
—Creo que ya se fue cuando la chica grito kissing strangers –me respondió yéndose.
Solté un bufido y recargue mi peso en la barra. ¿Ahora como lo iba a encontrar? Y más importante ¿Quien era?
El cantinero volvió con el vaso lleno de aquella bebida que por el momento se había vuelto mi necesidad. Le di un largo trago dejándolo hasta la mitad. Sintiéndome mareada, el calor que había a mi alrededor comenzó a sofocarme, pero aún podía levantarme, seguir en pie y cuerda, al menos lo suficiente.
—Hey _____. ¿Quieres jugar? –me preguntó Maddie animada.
—¿Por qué tu no juegas esta vez? –le pregunté.
—Ya lo hice, y no voy a amanecer sola -me respondió algo risuela mientras detrás suyo estaba Raymond Clifton.
Tomé el vaso entre mis manos, lo revolvi y lo mire. Tentadoramente le di el último sorbo, carraspe la garganta y sonreí.
—De acuerdo –dije animada lamiendome los labios–. ¡Yo sigo!
Grite y todos me alabaron. Vi como Carly y Michael se acercaban. Me senté en el taburete, algo nerviosa y Maddie me vendo los ojos.
—Diviértete~ –me susurro–. ¡Corre tiempo! –grito.
El primer beso que sentí, fue como alguien que estampó fuertemente sus labios de una manera torpe contra los míos, como si no esperara que yo reaccionara, y no lo hice, me quedé estática. Finalmente se separo y le gritaron.
El segundo fue parecido. Tercero, cuarto y quinto fueron rápidos.
El sexto fue algo especial, alguien me atrajo hacia él delicadamente y me beso. Me sentí familiarizada a él y le respondí dulcemente, pero salvajemente subió de nivel, repetidas veces palmé su hombro pidiéndole que parara. Tal parece entendio el mensaje y se separo de inmediato.
Todos hicieron una ovación y gritaron fuertemente. Me relami los labios, tenían un sabor a dulce por el último beso, sonreí, eso me había gustado. ¿Quien habrá sido?
Séptimo. Octavo. Noveno. Décimo. Onceavo y doceavo.
—¡Solo quedan 28 segundos! –oí gritar a Maddie–. ¡Quién quiera hacerlo que bese ahora o que se aguante para siempre!
Alguien se acercó y todos callaron, alcance a oír murmullos. Eso me hizo sentir nerviosa.
¿Quien era?
Se acercó a mí y pude sentir su respiración chocando con la mía, me tomó de la cintura y me atrajo hacia él. En él sentí un aura confiada y atrayente, rodé sus hombros con mis brazos.
Los segundos parecieron ser minutos, pero finalmente atrajo mis labios contra los suyos. Sus labios se movieron contra los míos con una pasión que me sorprendía, era como si se estuviera conteniendo desde hacía mucho tiempo, acumulándose con los años, para finalmente soltarlo todo en un fogoso beso que ahora yo recibía.
Me contagio sus ansias y lo tome de su cabello para profundizar el beso. Escuchaba la cuenta regresiva, tenía 15 segundos. Metio su lengua en mi cavidad bucal, buscando mi lengua con desesperación, y al encontrarla la unió a mi. No me negué a él, en vez de pelea parecían más bien dos serpientes desesperadas por atarse y nunca separarse. Sus manos fueron a parar a mi cintura, donde de manera traviesas se infiltraron por debajo de mi blusa. Pude sentir la yema de sus dedos, suaves y livianos, y con ese toque subiendo por mi vientre, solte un gemido que fue ahogado por el beso.
Le quedaban cuatro segundos y finalmente se separo de mi. Cuando estuve a punto de quitarme la venda, el me detuvo, sentí su respiración en mi oído y lo oí decir.
—Esta es mi paga por los cócteles preciosa~ –susurro con voz ronca en mi oído para después morder levemente el lóbulo de esta.
Todos gritaron y finalmente me quite la venda. Y cuando espere finalmente a verlo, una multitud de gente me rodeo, y me fue difícil saber quien había sido.
—Wow ____ –dijo Maddie rodeandome con un brazo–. No sabía que podrías ser tan salvaje
—¿Y el chico? –pregunté.
—¿Quien?
—El último que me beso –le dije alzando la voz–. ¿Donde esta?
—Oh, él. Se fue de inmediato –respondió.
–¿Y no viste quién era o cómo se veía? –pregunté desesperada.
—El chico fue listo, cubrió su rostro con una máscara, lo único que vi de él fue el cabello pelirrojo –me explico.
—¿Como Glenn? –pregunté.
Ella negó.
—Un tono más brillante, anaranjado creo yo –dijo finalmente.
Una punzada cayó en mi cerebro. No, sólo pudo haber sido una puta coincidencia, no podía ser él, él no podía ser real. Comencé a sentirme mareada, Carly y Michael aparecieron y me miraron con preocupación.
—Estoy bien, solo ya me quiero ir –pedi sosteniéndome la cabeza.
Pagamos entre los tres la cuenta, tomamos nuestras chaquetas y suéteres y salimos de ahí. Me fueron a dejar al edificio, donde al despedirme agradecí por el genial rato.
Saque mi teléfono y mire la hora, eran las 10:30. La tormenta amenazaba quedarse toda la noche. Abrí la puerta del lobby, Ángel no estaba, solo un guardia que me dio las buenas noches; era normal pues ella se quedaba en el lobby hasta las 9.
Subí por el ascensor y luego a mi apartamento. Pasé la tarjeta por la cerradura, tomo un color morado y la abrí. Dejé mi chaqueta en el perchero que estaba al lado de la puerta. Prendí las luces y me dirigi a la cocina por un vaso de leche, eso calmaria los mareos y me ayudaría a dormir. Saqué la leche del refrigerador y lo serví. Lo bebí de un trago y luego carraspe la garganta.
—Vaya lio lo de kissing strangers –dije en voz alta–. ¿Quienes habrán sido? Luego le pediré la lista a Carly
Guarde la leche y limpie el vaso. Apague el foco de la cocina y prendi el de mi cuarto y me desvesti. Al hacerlo sentí como mis bragas estaban mojadas.
Mierda fue por el último beso. Me las quite, abrí el armario y avente aquellas bragas negras de encaje a la ropa sucia, y las cambié por unas limpias.
–El martes lavo –dije buscando mi pijama.
Finalmente la encontré, un top vino y un short del mismo color. Me las coloqué.
Me metí a la cama, pero antes toque mis labios, tenían una extraña sensación, me relami los labios, naranja, sabía a naranja, por alguna razón quería volver a besar a aquella persona, su sabor era dulce y adictivo, pero creo que eso no se va a poder. Con algo de desilusión cerré mis ojos y comencé a soñar.
Sentí la presión de unos labios contra los míos, no me negué y creyendo que era un sueño enrede mi mano en su cabello y alcé una de mis piernas en aquella persona. Era un beso al cual me aferre totalmente, poniendo mis manos en su nuca y cabeza. Con cada beso que dabamos más adictivo se volvía, y quería otro, y otro, y otro.
Nuestras lenguas salieron y se encontraron, se tocaron un corto momento compartiendo saliva y después bailaron dentro de nuestras bocas. Sus manos dejaron de estar en mi cadera y se dispersaron. Una acariciaba mis muslos con la yema de sus dedos, y la otra subía por encima de mi abdomen. Hacia un vaiven que iba y venía y terminaba en mi cintura.
Lentamente fui abriendo mis ojos y la vista se me fue aclarando, lo primero que vi fue una cara llena de cicatrices y una sonrisa escalofriante. Abrí los ojos como platos, el pánico se apoderó de mi al momento. Empuje el cuerpo que estaba encima mío y me endereze. Impulsada por el terror y el pánico, corrí hacia el interruptor de la luz. Y al encenderlo y voltear mi mirada hacia la cama. No había nada.
Un grito de terror se había quedado atorado en mi garganta, desesperado por salir, pero nunca lo logró. Podía sentir el peso de este en mi garganta. Y al tragar saliva, dolía.
Le di una revisada rápida al apartamento. Las ventanas del balcón estaban cerradas y el seguro estaba intacto. La puerta no había sido forzada, todo estaba bien. Entonces ¿Como era posible que alguien entrará? El cerrojo fue hecho a prueba de cosas como estas. Angel me lo dejó muy en claro. Apague todo y me dirigí a mi cuarto.
No. La ventana de mi habitación estaba abierta totalmente.
¿Pero cómo? ¿Yo nunca duermo con la ventana abierta? La volví a cerrar y le puse el seguro. Este no había sido forzado, era como si hubiera sido habierta telepáticamente. Finalmente cerré las cortinas. Decidido, desde ahora ya no dormiré con las cortinas abiertas.
Me volví a meter a mi cama, y esperando hubiera sido una ilusión me dormí
A la mañana desperté a las siete y media debido a mi alarma. Apague mi alarma y mire mi teléfono un rato. Después de 15 minutos de ocio me metí a bañar, el agua caliente me abrazaba e incitaba a quedarme con el más tiempo, pero no, las clases comenzaban a las 8. Salí de ahí y me metí a mi guardarropa. Elegí una lencería morada y la misma ropa de ayer; pantalones ajustados negros, blusa de tirantes tirantes azul marino y unas botas de tacon grises que compre, las cuales no me llegaban ni a las rodillas.
Desayune un sandwich, café y un mix de frutas, mi dieta es rara ya se. Pero no juzguen, hago ejercicio. Suelo pararme en la mañana los domingos, lunes y jueves a correr y hacer ejercicio. Al terminar de comer lave los platos, tomé mi chaqueta, mi tarjeta y cerré la puerta.
Cuando baje del ascensor no vi a Ángel en la entrada. Que extraño, ella siempre estaba aquí. Salí del edificio y fui hacia la parada de autobuses que estaba cerca de ahí. Habían muchos jóvenes de mi edad ahí también, pero no los reconocí. El autobus llegó y nos subimos, después de no más de diez llegamos a la universidad. Baje de ahí y fui a él edificio de enfermería. Al llegar vi a Maddie y a un par de compañeras más que me hicieron un espacio entre ellas.
Las clases pasaron una por una, farmacología, salud reproductiva, introducción a la bioquímica, enfermería quirúrgica. Al llegar enfermería quirúrgica fue momento de una prueba.
—Bien chicas –anunció nuestra profesora–. Es último día de mes, eso significa su primera prueba. Hoy evaluaremos como revisan a un paciente en caso de no estar el doctor y como vacunar.
—¿Eso significa usar la bata e ir a la enfermería? –preguntó Kelly.
La profesora asintió.
—Levantense y acompañenme a los casilleros por sus batas –anunció y nos levantamos.
Caminamos hacia los casilleros, donde sacamos nuestras batas y nos las colocamos. Caminamos juntos hasta una habitación de enfermería, con una sola camilla.
—Muy bien, una a una iran pasando, le hemos pedido a los estudiantes de ingeniería y robótica nos hicieran un muñeco para recrear a un paciente real –explicó la profesora.
—¿Por qué no un paciente de verdad? –cuestionó Maddie.
La profesora la miró fijamente.
—Desde su incidente del año pasado con aquella vacuna reutilizada, señorita Powell, no nos van a dejar usar pacientes de verdad –le dijo con voz áspera y sería.
Maddie infló los mofletes, se cruzó de brazos y rodo los ojos.
—Disculpen el retraso, pero aquí esta –oímos una voz y volteamos a verlo.
Cuando mire quien era, reconocí a Richie, con sus raras gafas y sus camisas floreadas. En sus manos traía un muñeco, pero al apenas verlo y notar que se parecía a él, solte un grito, di un sobresalto y me escondí detrás de Maddie.
—Santa mierda –murmuro Maddie al ver al muñeco–. ¿Que es eso? –señaló al muñeco en brazos.
—Uh... ¿El muñeco que ustedes pidieron para la simulación? –dijo irónico–. Aunque no se por qué pidieron esta cosa fea cuando me tienen a mi muñeca –bromeó intentando sonar galante.
—Si tienes razón, tu eres igual de feo o mas Richie –le contestó Kelly.
—No jodas Richie –dije detrás de Maddie y mire a la profesora–. ¿De verdad tenemos que hacerlo con, eso? –pregunté mirando ahora al muñeco.
Maddie lo miró también.
—Se parece a...
—¿A Chucky? –le complemento Richie y Maddie asintió–. Más o menos, los de teatro, actuación y cine también lo usan. Por eso el aspecto –Richie me miró–. Vamos _____, si lo miras bien no da tanto miedo, ni siquiera es como el original.
Con algo de miedo y temblor me acerque al muñeco, Richie tenía razón, no se parecía a él. Su cabello era anaranjado, pero lacio; su suéter era de rayas azules, amarillas y rojas; y sus ojos, eran más grandes, pero eran hermosos, con un azul oscuro pero angelical.
—Hola ____~ –habló y solte un pequeño grito, noté que Richie se reía, había sido él, no espere y le di un sape.
—Estúpido Richie –le dije frunciendo el ceño.
—Señor Richard –le llamó la atención la profesora–. Espero que no se los haya vuelto a robar a sus otros compañeros como el año pasado, no queremos problemas otra vez ni tener que usarlo a usted para la prueba de vendajes y curar heridas –le dijo seca.
Richie trago saliva nervioso.
—Claro, téngalo por seguro –le dijo con nerviosismo.
Ella alzó la ceja y le miró sospechosa. Pero lo dejó pasar.
—Señorita ________ –me llamó por mi apellido–. Usted primero.
Asentí con algo de nerviosismo. Me acerque con algo de fobia y tome las cosas necesarias para la prueba. Primero examine sus ojos, luego oídos y boca, Richie hizo que la abriera, luego le medí la presión, como me habían enseñado. Le quite parte del overol y levante su suéter, lo hice temblando y sintiendo mariposas, su abdomen era blando y delgado, lo toque suavemente con la yema de mis dedos y comencé a acariciarlo...
¿Pero que mierda estoy haciendo? Pensé y me detuve.
Use el estetoscopio para tomar su pulso, lo coloque en su pecho, aunque no era real debía hacerlo. Finalmente acabe la primera parte, baje su suéter y le abroche el overol.
—Muy bien señorita ______ –me felicito-. Ahora la extracción de sangre –miró a Richie–. ¿Tiene sangre de verdad? –preguntó.
—Es la sustancia que utilizan en las películas, cortesía de los de la clase de efectos especiales —le contestó Richie.
Tomé aguja, un tubo delgado, algodón, alcohol, una vendita y una bolsa. Me senté y puse las cosa a mi lado. Prepare la aguja conectandola con la bolsa, mire al muñeco y suspiré. Primero estire la manga del brazo izquierdo del muñeco, le coloque alcohol al algodón y se lo puse. Luego le metí la jeringa en la vena donde nos habían indicado.
La sustancia que imitaba a la sangre fue saliendo y fue llenando toda la bolsa. Terminé, le quite la aguja y le puse algodón para que parara.
—Felicidades _____ –me dijo nuevamente–, pasate la prueba –de repente su teléfono sonó y ella suspiro pesado–. Discúlpenme un momento –dijo y salió.
—Lo hiciste bien _____ –me felicito Maddie y yo le sonreí.
—¡Richie! –grito alguien y nosotras volteamos. Richie fue a esconderse rápidamente dentro de la estantería donde guardabamos maquinaria.
Los reconocí al instante, eran los compañeros de Richie. Los vimos entrar desesperados, furiosos y eufóricos.
—¡¿Dónde está el idiota?! –gritaron sus compañeros.
Nos miramos entre nosotras, con la mirada quedamos de acuerdo. El maldito de Richie siempre nos metía en problemas con sus compañeros por robarse los robots o los muñecos con tal de quedar bien con nosotras, además, se la pasaba coqueteando con todas, diciendo albures y palabras con doble sentido, nos las iba a pagar.
—Dejó el muñeco aquí y se fue –les conteste.
—Lo vi correr hacia el museo –adhirió Kelly.
Ellos nos dieron las gracias y salieron corriendo. Richie salió de su escondite al mismo tiempo que la profesora regresaba de su llamada.
—¿Me he perdido de algo? Oí gritos –preguntó ella.
—Solo Richie y sus bromas –le defendió Maddie.
—Bien, como ____ ya terminó sigue usted señorita Powell –ordenó y cambie de lugar con Maddie.
Una a una nos fueron haciendo la prueba. En eso se pasó la clase. Finalmente tocó descanso, había quedado ir a comer con las chicas afuera y hablar un poco con Carly y Michael. Me encontraba recogiendo mis cosas, las chicas habían salido, cuando Richie me detuvo.
—¡_____ espera! –me grito y yo me detuve.
—Dime –le dije cruzada de brazos.
—Quería darte las gracias por cubrirme –me dijo algo nervioso–. Se que soy un idiota y un bufón, no me lo merecía.
—Tienes razón, no –dije fría y el me miró deprimido–. Pero tus bromas animan y hacen reír –sonreí de lado y puse una mano en la cintura.
—Por eso quería invitarte este viernes al carnaval que está cerca del campus –me pidió subiéndose los lentes.
—¿Solo a mi? –pregunte cruzada de brazos.
—Bueno también a Maddie y a Kelly, pero Maddie tiene evento de su fraternidad y Kelly irá a una cita con Jenna —me dijo–. Solo quedabas tu.
—¿Solo los dos? —pregunté. Si decía que si ya sabía a dónde iría todo esto.
—N-no, seríamos tu, yo y los perdedores –me respondió.
Los perdedores eran un grupo de amigos que se llamaban así no se porque, pero eran cosas de ellos. Además, eran buenas personas.
Sonreí de lado, me acerque a el y revolvi su ondulado cabello negro.
—De acuerdo Richie, iré –le dije y salí del edificio, dejándolo ahí, estático en el pasillo.
OK.. Tercer capítulo, varios cambios pero muy diminutos.
Además, debido a todo el tiempo de espera por el capítulo 3 les haré un especial y publicaré todos los capítulos que pueda hoy.
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