Capítulo 17
Carrie arreglaba su rubio y dorado cabello en una coleta adornada por un listón, mirándose fijamente en el espejo de su tocador, con atención; a su lado, flotando gracias a su telekinesis, estaba una foto de ella, Maddie y _____, en un parque de diversiones. Cepilló su cabello una última vez y se acercó al espejo para ver su rostro y su piel detenidamente.
Tal vez un poco de brillo en los labios, pensó.
Tomó el brillo labial rosado que Maddie le regaló y se aplicó un poco en sus finos y pequeños labios; adoptando un adorable tono rosa.
Al finalizar se levantó y miró su atuendo, para ese día. Una blusa rosa, una chaqueta de mezclilla azul y una falta larga floreada con tonos vivos; además de unas botas negras que Maddie y _____ le llevaron a comprar.
Se oyó el toque de la puerta, y luego como esta misma fue abierta.
—¿Estas lista? –volteo a ver al portador de aquella voz.
Era Michael, pero usando la apariencia que el portaba para engañar a la gente y hacerles creer que era un universitario.
Le miró con una sonrisa, aquel que ella veía como su hermano mayor podía comportarse a veces como un padre.
—Si ya estoy, solo espera tomo mi mochila –respondió tomando con sus poderes la mochila que se encontraba encima de su cama.
Se la acomodó, como si fuera una niña pequeña que va a entrar al preescolar, a Michael le dio ternura, pero su semblante mostraba una pequeña y casi invisible sonrisa; no sabe mostrar bien las emociones que quiere.
—Vámonos –habló con cierto tono entusiasta hacia el más alto y este asintió.
Al llegar a la universidad, en la entrada, no lograron encontrar a _____ en ningún lado, preocupándose un poco. Más al ver a Maddie, con un semblante algo preocupado, Carrie supo que pasaba algo; así que se acercó a ella tomándola del hombro.
—Maddie, ¿y _____? –preguntó hacia la azabache.
Esta volteó a verle y al notar su presencia, actuó levemente nerviosa.
—Llegó muy temprano, de seguro ya esta en clases, tranquila esta bien –respondió intentando darle una sonrisa.
Pero la sonrisa que le dio, era fingida, falsa, como si quisiera esconder algo. Intentó no darle más vueltas al asunto, por algo su amiga intentaba no preocuparla.
Volvió con Michael quien la vio algo preocupado.
—¿Te dijo algo sobre _____?
—Dice que llegó temprano, que probablemente ya está en clases –mordió la uña de su pulgar con preocupación–. Algo me dice que las cosas no están bien.
A Michael no le gustaba que Carrie se preocupara, pero ese sentimiento por aquella chica hispana también le preocupaba. Normalmente los esperaba en la entrada de la universidad para entrar juntos; pero era la primera vez que eso pasaba, y mas que preocupación le daban curiosidad.
Ese presentimiento, de que su amiga ocultaba o pasaba por algo, ya llevaba un par de días, desde Halloween. Sentían algo pasó con ella y querían verla para comprobarlo con sus propios ojos.
Finalmente, ese momento llegó, la hora del almuerzo, podían buscarla o esperar que se reuniera con ellos. Se sentaron en su mesa de siempre, Carrie esperando impaciente a que llegara la peli-____.
—¡Chicos! –oyeron una voz familiar y de inmediato se levantaron de la mesa.
El mirar era el de siempre, la sonrisa entusiasta ahí seguía, pero el rostro, en su rostro había algo que para ellos no les dejó tranquilos.
Era un golpe, un golpe en la mejilla, inmediatamente, Carrie, se acercó a ella y le tomó del rostro.
—¿Pero que te pasó?
La oji-___ entendía porque actuaba así su rubia amiga, y había olvidado ese detalle, si había alguien que se preocupara mas que nadie en ese lugar por ella, incluso casi como Chucky, era su amiga Carly White.
—Emm pues, verás, yo... –hablaba levemente con nerviosismo–. Calvin y Binx me siguieron a mi, a Kelly y a Jenna hasta un bar e intentaron golpearnos –habló rápidamente y con cierto miedo a la redacción de ambos chicos.
Que se metieran con la rubia en la universidad ya era una cosa, niñerias y asuntos los cuales no deberían prestarle atención. Pero llevarlo fuera de la escuela y más personal, con su amiga, a ambos les hacía hervir la sangre.
—Esos dos... –Carrie apretó los dientes con enojo, asustando a la chica que aun tenía su rostro entre sus manos y alertando al azabache.
—Carly –le tomó del hombro volviendola a su realidad, calmandola–. Tal vez, si _____ nos explica con más claridad –miró a la mencionada y la oji-azul finalmente le soltó la cara.
—¿Pero como es posible que te hicieran eso? ¿Llegar a ese extremo?
—Carly calma, tranquila, me las arregle con ellos –hablaba la hispana ante su amiga aún sin quitar su sonrisa–. Los hubieras visto, quedaron peor que yo.
Aunque tuviera golpes, la chica no dejaba de sonreír para sus amigos, eso casi hace que Carrie rompiera en llanto en plena cafetería.
—Voy por mi comida, tengo hambre, esperenme –anunció dejando solos a los slahsers.
Ambos se sentaron y soltaron un suspiro. Michael miraba como la oji-azul apretaba los puños enojada, haciendo temblar sus cubiertos de la mesa, estaba usando sus poderes telepáticos otra vez sin notarlo.
—Carrie calmate –habló bajo y le tomó del hombro–. No olvides las condiciones que Pinhead te dio.
La fémina notando esto finalmente se calmo, respiro hondo y acomodó su ropa y cabello.
—Tengo que hacer algo –habló casi en murmullo y miró al más alto–. Quiero hacer algo.
—Prometiste a Elvira que nunca jamás matarías a alguien.
Michael tenía razón, ella dijo, le prometió a la dueña de aquel castillo, a la que consideraba y llamaba su madre, que no mataría otra vez. Pues aquello que hizo años atrás le pareció realmente tormentoso, y por meses, se llamó a si misma monstruo.
En el fondo, Carrie era una simple chica buena y bondadosa que cometió un leve error, y por ese fue tachada de slasher y monstruo.
—Pero si se lo dijera, a Pinhead o a mamá, ¿tu crees que accederán?
—¿Te sentirías bien contigo misma después de hacerlo?
La rubia lo pensó nuevamente. Matar a Calvin y Binx era un favor para todos, por el bien de sus amigos y la gente que aunque no conocía, era acosada y dañada por eso brabucones universitarios. Sería una especie de justicia.
—Se lo que pasa por tu mente Carrie –le tomó del hombro–. Y no voy a dejar que te manches por eso, eres mi hermanita, no quiero que hagas eso –el mayor solto un suspiro pesado y ronco, no estaba acostumbrado a hablar tanto–. Lo haré yo, no te preocupes.
Advertencia el siguiente contenido es +18, una fracción de este texto contiene una escena explícita de lemmon.
Queda bajo tu responsabilidad.
(Digo esto porque Wattpad ya parece YouTube y si no doy advertencia me funan)
Aunque fuera diciembre, el pronóstico dijo que esa, sería la última lluvia del año; eso anunciaba que se aproximaria un nevada de lo mas épico.
Nunca había visto nieve de verdad antes, al menos el vivo color. Antes solo fotos, películas y esas cosas.
Me gustaba mucho ver las gotas caer y empapar los ventanales al menos por una última vez en el año, la lluvia hacía la atmósfera entrar en frío y lo nublada todo, dejando no entrar los rayos del sol, así que fui por un suéter o sudadera que me cubriera.
Al salir de mi closet ya con una sudadera grande que me cubría y era mi favorita, me tomó realmente de sorpresa encontrarme con él, en el sofá.
Di un gran sobresalto al encontrarlo en aquella forma de muñeco, pequeño, lleno de cicatrices, esa sonrisa estremecedora y esa mirada intimidante.
—Hey muñeca –me saludo y yo trague saliva.
Traía puestos unos auriculares y se le veía muy concentrado en la música.
—Ven aquí dulzura –me dijo con una voz venerea y obedecí con algo de miedo.
Me acerque al sofá y me senté a su lado, él me hizo acostarme en su pecho de plástico y con un brazo me rodeó el hombro.
Realmente me hacía los nervios a flor de piel tenerlo así, pero él con su otra mano tomó uno de sus auriculares y lo coloco en mi oído.
Pude reconocer la canción de inmediato, Daddy Issues, el ritmo ne relajaba, y tal vez la letra significaba otra cosa, pero la voz que lo cantaba me calmaba.
Me recostaba con un poco más de confianza en su pecho, pero eso no quitaba mi miedo, porque el solía mirarme y sonreirme de manera diabólica, que me hacia verle con miedo; le gustaba jugar conmigo porque después de darme esa sonrisa volvía a un ceño tranquilo y serio.
Pero entonces, pude oírlo cantar la letra de la canción, con el mismo tono y encanto que la voz original. Fue sorprendente verle cantar en esos tonos algo roncos, y como cantaba el coro mientras sus ojos estaban cerrados, tal parecía sentía el coro y lo cantaba con buen tono y sentimiento.
Por alguna razón, me encantó y maravilló verlo así. Me tentaba a hacer algo.
—¿Chucky? –le llamé con algo de timidez.
—¿Si? –preguntó volteando a mirarme y abriendo uno de sus ojos azules tan hermosos.
Me acerque lentamente hasta sus labios de plástico y los bese, cerrando mis ojos con miedo y nerviosismo.
Pude oirlo soltar una risa nasal y responderme al beso que había iniciado.
Las gotas caían, y la melodía que sonaba en aquellos auriculares eran nuestros acompañantes perfectos.
Pude sentir como una gran mano tocaba mi mejilla para profundizar lo que había iniciado, haciéndome entender que había tomado su forma humana.
Al separarme del beso pude comprobar lo que sospechaba, y veía nuevamente a aquella forma que tantas veces me había tomado como suya.
Me sonrió ladinamente y acarició mi mejilla. Pero solté un leve quejido cuando tocó aquel puñetazo que recibí en mi rostro.
Él lo notó y frunció levemente el ceño, suspiró pesado y me tomó entre sus brazos.
—Me voy a encargar de esta mierda luego, ahora –sonrió nuevamente–, debo encargarme de ti~.
El juego de siempre comenzaba, me cargo hasta mi cama y en el camino se encargó de quitarme toda la ropa posible, para que así, cuando llegáramos a esta, solo estuviera en ropa interior; era un maestro.
Me dejó en el centro de la cama y se encargo de quitarse su ropa lentamente, como un espectáculo para mi, quedando solo en boxers.
Se acercó a mi nuevamente y unió nuestros labios con deseo y algo de desesperación por su parte, correspondí sintiendo el calor invadir mi cuerpo.
Un profundo beso donde mientras nuestros labios se mantenían juntos, sus manos viajaban por mi cuerpo, a modo de masajes y caricias para prender más mi cuerpo.
Empezó a moverse simulando embestidas, haciéndome soltar jadeos mientras nos besabamos, restregando su bulto contra mi ropa interior haciéndome comenzar a sentir mojada.
Sabía como volverme loca y necesitada de él, como querer llegar a ese momento lo más rápido posible.
Sus besos bajaron por mi cuello, acompañados de mordidas que encendían mi cuerpo, y aunque dolían levemente, me había acostumbrado al dolor, pues él lamia las heridas y la sangre que llegara a salir. Tenía un fetiche por esta.
Mi clavícula y hombros no fueron la excepción en sus mordidas y besos, llegó a mi sostén y lo quitó con adiestramiento. Llegó a mis pechos y con su lengua lamía uno de mis pezones, mojandolo, haciendo sonidos obscenos por el contacto.
—Ngh~ Chucky~ –solté un gemido con su nombre. Él me había demostrado cual sensible podría ser con mis pezones.
Llevó el otro pezón desatendido, lo pellizcó un poco para mantenerlo erecto y se lo llevó a la boca, succionandolo y mordiendolo levemente.
Una de sus manos no dejaba al otro seno y lo acariciaba, mientras su otra mano paseaba por mi delicada espalda, sabiendo lo sensible que era esta, me tocaba en puntos que me hacían soltar jadeos más altos y aferrar su boca a mi pezón.
—Ah~ ¡Ah!~ Chuck~, m-me gusta –gemía para él.
Cuando dejó mis pezones rojos, y se vio satisfecho, bajo sus besos y un rastro de saliva por todo mi vientre hasta mis bragas.
—Quiero probarte lindura~, hace mucho que no lo hago, y te quiero tan mojada que le sea fácil a mi verga entrar y moverse como quiera.
Hablar sucio era algo que siempre hacía, desde la primera vez incluso. Me sentía tan sucia pero al mismo tiempo me encendía.
Finalmente tiró de mis bragas y en un camino de besos húmedos, mordidas y lamidas, se acercó a mis labios vaginales para abrirlos, al ver lo que ocultaban sonrió de lado.
Se colocó entre mis piernas y dio la primera lamida a toda mi entrada, poniendo todo mi cuerpo rígido, haciéndome arquear la espalda y soltar un jadeo alto.
Lamía mi botón rosado tantas veces pudiera, volviéndome loca y llena de placer. Le dio leves mordidas, lo chupaba y jugaba con él a su antojo.
Tanto extasis me nublada la vista, ne aferraba a las sabanas en ese momento como único soporte, gimiendo su nombre y deseándole ya.
Al tener mi primer orgasmo debido a eso, y sentir mis fluidos salir y que su lengua los tomara todos, le vi alzarse hacia mi rostro y sonreír.
—No quiero usar condon hoy, quiero que la sientas toda. Usaremos esto.
Era lo que parecía un parche anticonceptivo, lo colocó en mi hombro y asegurándose de que no iba a desprenderse, se quitó el bóxer, mostrando a un miembro palpitante y chorreando algo de semen; erecto y necesitado por entrar.
Totalmente lubricada y ya lista, el entró en mí, haciéndome gemir algo y aferrar mis uñas a su espalda. Pedí más contacto y moví mis caderas, cosa que el entendió comenzando un placentero vaivén para ambos.
—Pierde el miedo –me susurro ronco y jadeante en mi oído–. Deja de tenerme miedo ______ –comenzó a hacer embestidas más rápidas que me hacían gemir más alto–. Vamos muñeca, solo gime para Chucky~.
—¡Ahh!~ Chuck~ –gemia para él en su odio–. M-más.
Estando con él, podía soltarme todo lo que quería, podía ser incluso como una prostituta, decir que me encantaba lo que hacía y cosas que la gente nunca imaginaría diría.
—Mierda esto me esta volviendo loco –solto un gemido ronco que me volvía loca–. Mmgghh~ ______~ –oírlo gemir mi nombre me encantaba.
Estando en la posición del misionero, mis piernas se enredaban en su cintura para que llegara mas adentro, y yo rasguñaba su ancha espalda todo lo que podía alcanzar.
—Carajo ______, santa mierda, aprietas mi verga como si no hubiera mañana. Y me rasguñas, ¿acaso quieres hacerme sangrar preciosa?~ –hablaba entre jadeos y gemidos roncos que me encantaban.
Cambio de posición, sentándose y apoyándose en el respaldo de la cama, y conmigo encima de él, volvió a penetrante.
Su miembro golpeó lo mas profundo dentro de mí haciéndome sentir una gran corriente eléctrica recorrer mi cuerpo y gemir alto su nombre.
—¡Ahi! Ohhh~ ahi~ Chuck –oculte mi rostro en su hombro.
Pude oírle reír levemente.
—Por dios, gemiste como una puta –se acercó a mí oído–. Mi puta~ –musito de manera sensual.
Siguió golpeando aquel punto a más no poder, agarrando mi trasero y apretandolo de vez en cuando. Oírle gruñir y gemir maldiciones en tono ronco era hermoso.
El ritmo se intensificaba más y más rápido, señal de que estaba a punto de terminar. Acarició la escapula de mi espalda, ese punto en el que cualquiera podía ser sensible con un solo toque, estremeciendo todo mi cuerpo y nublando mi juicio.
Llegamos a un hermoso orgasmo sincronizado, y pude oírle soltar un gemido ronco y satisfecho.
Salió de mi interior y yo agotada caí a mi cama. Pude sentir como nos cubría con las sábanas, cerre mis ojos queriendo dormir, imaginaba ya era de noche, y la lluvia había cesado, pues no se oía más.
Sentí sus brazos abrazarme y su respiración agitada en mi nuca como intentaba regularse. Se quedó conmigo un par de minutos, besando mi hombro y espalda, aquellas caricias me hacían comenzar a quedar dormida.
—Lindura, debo irme y encargarme de algo, solo por esta vez debo dejarte –beso mi mejilla–. Prometo dormir contigo y estar en la mañana la próxima vez.
Deje se sentir sus brazos rodearme y su calor corporal se comenzaba a alejar de mi. Pero estaba tan exhausta, que sólo quería dormir y reponer fuerzas para mañana en la mañana.
Pues estaba segura, me iban a punzar las caderas y a sentir incomoda todo el día.
—Viejo, la puta lluvia empapó toda mi ropa –se quejaba un castaño hacia su más bajo–. Y la carta de amenza se hecho a perder, ¿ahora como podemos vengarnos de esa puta habla español? –volteó a ver a su compañero–. Oye Binx, ¿me estás poniendo atención?
El de ojos heterocromaticos no le estaba prestando atención, se encontraba viendo la jugueteria enfrente de donde se encontraban; específicamente, uno de los juguetes que se encontraban en la vitrina.
—Ese juguete, Calvin, no estaba ahí –las palabras apenas salían de su boca, pues esaba espectante.
Su compañero vio despreocupado a aquel juguete, no le presto mucha atención y seguía como si nada.
—¿Y? Debieron haberlo puesto ahí Binx –palmeo sus espalda.
—Calvin, no hay nadie en esa tienda, mira bien, esta cerrada –dijo aún con algo de miedo.
Soltó un quejido y se pellizco la cien, jamás había visto a su amigo de secundaria tan llorón.
—Vamos a ver más de cerca –le tomó de su sudadera y caminaron hacia el otro lado de la calle.
Mientras para Calvin era como un simple juego de toca el timbre y corre, para Binx el miedo comenzaba a crecer en su cuerpo. Un viejo miedo y un trauma de la niñez, que alguna vez su propio subconsciente bloqueo por su propia seguridad, estaba volviendo a nacer, a crecer, salir y ser liberado una vez más.
La ansiedad, el temblar al caminar y comenzar a quedarse sin aliento eran solo las primeras fases de algo que era el condimento favorito de cierto ser cósmico, y la diversión de cierto slahser demonio de los sueños.
El miedo.
Comenzaba a sentir la tóxica adrenalina del temor por todo su cuerpo, y más, cuando lo acercaban hacia aquel juguete.
Aquel muñeco.
—Mira, ¿lo ves? –preguntó el castaño acercando el rostro del heterocromatico a la vitrina–. Miralo de cerca –el también acercó la mirada–. Mierda es horroroso, esta porquería y la película realmente son una puta mierda. ¿Quién putas pone un muñeco de esos en una jugueteria para niños? –sonrió burlón.
Intentando no verle directamente a los ojos, a esos ojos que le intimidaron y traumaron de niño gracias a su hermana mayor; apartó la mirada, notando como alguien, al final de la calle, los observaba.
—Calvin ya vámonos, además, hay alguien mirándonos –pedía el rubio haciendo reaccionar a su más alto.
Volteo la mirada hacia donde también la ponía su compañero y miró como un hombre, alto, y de apariencia corpulenta, les observaba desde el otro extremo de la calle.
—No hay nada que ver aquí señor, solo somos dos estúpidos universitarios viendo juguetes cerca de navidad –hablaba Calvin con un tono amigable alejando a sí mismo y a su amigo de la tienda–. No vamos a robar nada, solo queríamos ver.
Tomó a su compañero nuevamente de la sudadera alejandolo de aquel perturbador y alto hombre, caminando en dirección contraria a la de él.
—Cielos, ¿viste a ese maldito sujeto? –solto una risa de burla–. Parecía un jodido asesino como Jason o Michael. –sonrió incómodo.
Tal vez a Binx le traumaba ese muñeco, pero a Calvin, le temía a aquel tipos de hombres, aunque el fuera alto, por encima del 1.70; esos hombres, le recordaban a su padrastro.
A aquel traumatico e incómodo recuerdo de un pequeño Calvin de 11 años inocente y sin saber que su madre trajo a casa al peor tipo de hombre de todos.
Nunca pudo ser mas alto que aquel alto y corpulento hombre que cuando se disfrazaba para Halloween de Michael o Jason, le quedaban a la perfección. Y esos amargos recuerdos le ponían incómodo.
—Alejemos de ese loco y esa maldita tienda Binx –comentó caminando hacia la oscuridad–. Conozco un atajo debajo del puente, cerca de las alcantarillas, llegaremos de inmediato.
Más nunca pudieron notar que no caminaban solos. Hacía su misma dirección, teniéndolos a ellos como objetivo, caminaba alguien más, con intenciones no amigables, empuñando un clásico cuchillo de cocina iba tras sus pasos, sediento de sangre y gritos.
Bajo aquel puente y cerca de aquellas alcantarillas aquellos dos chicos encontrarían su final.
Pues nadie lastimaba a ______ bajo su jurisdicción.
Glenn, de manera sigilosa, entraba por la puerta de atrás del castillo, directo a una de las salas que según él, casi nadie usaba; cerró la puerta con cuidado, intentando no hacer ruido, después de todo llegar a dicha hora ya era un problema.
Logró salir de aquella habitación y pasó por el pasillo, caminando por un atajo en una habitación; el problema de esta era que no tenía puertas, así que todos podían entrar y salir de ella y ver lo que pasaba en ella.
Camino de manera pusilánime por la sala, intentando evadir obstáculos e ir directamente a su cuarto.
—Tu nunca quieres ir a la ciudad –habló una voz femenina que le hizo dar un escarmiento y parar–. Y menos a esta hora –la luz de una lámpara se encendió en la habitación.
Se logró ver el rostro de Tiffany Valentine, aquella mujer rubia y de atributos no naturales, cruzada de brazos y piernas, con el ceño fruncido y sentada en un sillón.
Glenn trago saliva nervioso, ¿tan tarde era? El reloj anunciaba las 9 casi las 10. ¡Oh vamos no era tan tarde! Según él.
Su madre se acercó a él y este tembló, ella le miró detenidamente y notó una mancha de sangre en su cuello; la retiro con sus manos y la analizó.
—¿Es tuya? –preguntó ella intimidante.
Glenn sudaba en frío y apretó sus puños con fuerza, intentando calmarle. ¿Debía decirle? Bueno, después de todo era lo que unía a la familia.
Negó con su cabeza y su madre alzó una ceja en respuesta, esperando una explicación.
—Yo amm –se mordió el labio ligeramente–. Salí a matar –confesó quitándose su chaqueta y mostrando una camisa celeste con manchas de sangre en sus mangas y pecho.
Tiffany se quedó inexpresiva un rato, después miró la camiseta otro momento más; para después, sonreír orgullosa.
—¡Ay mi bebé! –expresó la rubia tomando rápidamente a su hijo de los hombros y abrazándolo, para después soltarlo–. Ya has crecido, me tienes muy orgullosa –habló alegre–; no habías matado a alguien desde los 14. Finalmente has retomado el hábito.
Glenn sonrió nervioso, en sus interiores pensó que ya no la contaba.
—¿Por eso tardaste tanto? –preguntó Tiffany y él asintió–. ¿A dónde fue? ¿A quién mataste? ¡Vamos dale detalles a mamá! –pidió ella sentándose en el sofá.
—Fui casi hasta donde termina la zona de la universidad –explicó el pelirrojo–. Por eso tarde algo. Me costó mucho tiempo encontrar el momento perfecto para matarlos.
—¿Tu también? –su padre apareció, recién salido del baño, sólo con pantalones juveniles, descalzo y con una toalla con la que se secaba el cabello, mostrando abdominales, músculos y buen rostro. Estaba en su versión muñeco humano.
Glenn hizo una ligera mueca. ¡Hasta su papá en versión muñeco juvenil tenía más músculos y mejor cuerpo que él! ¡¿Cómo le hacía su padre para tener un cuerpo así?! Eso definitivamente no lo hizo con magia vudú ¿Por qué él no pudo heredar esos genes?
Ya volviendo a la realidad se decidió a responder esa respuesta, pero también le dio intriga su padre. ¿Qué hacía él cerca de la zona universitaria?
Le dejó seguir.
—Yo también fui por esos lados porque últimamente me estoy quedando sin lugares. Están comenzando a sospechar de un asesino a suelto y necesito expandirme para no dar más sospechas –comenzó a explicar apoyándose del marco de la puerta–. No creas que he hecho mucho, solo he matado a dos putos maricas.
—Yo también mate a dos. Fueron unos molestos compañeros de la escuela. ¡Joder! Son un dolor de cabeza y ya tenían hartos a todos –explicó Glenn–. Les hice un favor a todos.
Tiffany y Chucky analizaron las palabras de su hijo. Mataba para hacer justicia o porque lo molestaban, al menos ya era algo, no podían pedir más siendo Glenn.
—Wohoho~. Parece que alguien ya está hablando como todo un Lee Ray –alagó Chucky sonriendo sorno.
—Dirás un Valentine –su exesposa adhirió con tal de hostigarlo.
—Cómo quieras –terminó desinteresado y volviendo a secar su mojada cabellera pelirroja.
—¿Acabo de escuchar que mi gemelo mató a alguien? –Glenda entró a la habitación por la otra entrada seguida de Lottie.
—¡Así es cariño! Finalmente tu hermano a retomado viejos hábitos –habló orgullosa la madre.
—¿Y quienes fueron hermano? –preguntó Lottie intrigada.
—Uno compañeros de la universidad –respondió él.
—Ah. Entonces ya me puedo imaginar por qué lo hiciste –Glenda perdió la emoción y la felicidad–. ¿Es por ella? ¿No? ¿Porque la golpearon aquella vez?
Chucky paro en seco al igual que su ex esposa, curiosos, aunque de diferentes maneras.
Tiffany se intrigada por el nombre de aquella joven, ¿le gustará a su pequeño? ¿Quién será? La idea de que a Glenn le gustará una chica le iba emocionando cada vez más y más.
Chucky, al igual que intrigado, preocupado por el nombre que saldria de la boca de sus hijos. Pero no debía sobreactuar, debía guardar compostura, seguir disimulando y si era necesario, salir de ahí con alguna excusa.
—¿Te refieres a esa chica que vi en Halloween? –comenzó a añadir Lottie–. Es bonita, y tiene cara de ser simpática.
—Tiene cara de ser trepadora, zorra y una puta –le contradijo su hermana mayor.
—¡Glenda! –gritaron padre e hijo como regaño, sorprendiendose a si mismos y a las damas presentes.
Chucky debía pensar, y rápido.
—No debes decir ese tipo de palabras. Y menos frente a tu hermana, ella aun es pequeña –sermoneo Chucky esperando que se lo creyeran.
—Pero papi, tu las dices –hizo un puchero la pelirroja.
—Sin peros, yo soy un adulto –volvió a decir dominante.
—¡_____ no es así Glenda! No entiendo porque siempre tienes algo en contra de las personas que me gustan –habló Glenn enojado con su gemela y harto de ella.
—Glenda –le llamó la atención su madre–. Glenn y tu padre tienen razón en ambas cosas. No debes hablar mal de una persona, y menos si le atrae a tu hermano, por algo será. Y no debes decir groserías enfrente de tu hermana –terminó con el ceño fruncido.
Glenda, harta y sintiendo que todos estaban en su contra, se levantó del sillón y salió de ahí quejándose.
Chucky no quería meter la pata otra vez, así que se fue de ahí minutos después. Era de noche y debía ir a su habitación a cambiarse o a dormir, pero escondiendo con su toalla perfectamente los rasguños que _____ le dejó en la espalda, así su ex esposa no los vería cuando él se fuera
—Hablame de esa chica cariño –incitó su madre tomándolo de las manos, teniendo a Lottie muy interesada también.
Miss amo este fanart en su momento
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