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Capítulo 13

Advertencia ⚠️

La primera parte de este texto contiene pensamientos obsesivos, de acoso, fetiches y problemas mentales. 

Entiende, este comportamiento está mal, es enfermo. No lo hagas ni lo practiques, o si ves que alguien lo hace dile que esta mal, detenlo. 

Esto también es para que tu detectes si alguien lo está haciendo contigo. 

Cuidate, los comportamientos obsesivos no son sanos ni tampoco buenos. 

Dicho esto comencemos 

Seguirla a todos lados, a cada lado que va y en cada callejón que dobla. No es acoso, es cuidar de sus pasos y protegerla. 

El estar tras de ella, verla caminar y disfrutar cada facción de su cuerpo, suena muy enfermizo, pero vamos soy un slasher. Si, yo soy el enfermo. Se que ella siente mis ojos bien abiertos cada vez que ella camina, pero se que le gusta. 

Cada paso que ella da, cada esquina que ella dobla y cada calle que sus pies pisan, están siendo vistos por mis ojos, intensamente abiertos. Lo hacía desde el primer día de verla, seguirla me fascinaba. 

Apenas sentí aquella atracción por ella no dude en contárselo a mi gran amigo el cara de pizza Krueger. 

—¿Es bonita? 

—Hermosa 

—¿Es ardiente? 

—Como el infierno -me mordí mi labio. 

—¿Y que edad tiene? 

—19 -respondí. 

—Pero, ¿eso no es pedofilia? -le mire y alce una ceja incrédulo de sus palabras ¿de verdad él me lo estaba diciendo?-. ¡Al carajo tienes razón! ¿Quién soy yo para decirte eso? Ve por ella hermano. 

Comencé a saber todo sobre ella, su edad, su nombre, nacionalidad, sus padres, a donde iba, que comía, donde compraba, sus amistades y sus enemigos. Quería saberlo todo sobre ella y el querer saber más solo me llenaba de adrenalina el cuerpo. 

Si fuera por mi me le hubiera aparecido desde la primera noche. Pero por alguna razón, algo dentro de mi me dijo que esperara. Le hice caso y fui paciente; para que así esa atracción que sentía por ella creciera más y más, al modo de que fuera casi salvaje y no aguante más. 

Aquella vez que la bese, mientras ella actuaba dormida, estuve a punto de aparecer frente a ella; pero ella gritó, me apartó y tuve que desaparecer de emergencia. Fue ahí, cuando me di cuenta de que le daba miedo. 

Entendí que era yo su pesadilla. Estaba temblando, se veía nerviosa, y su mirada emanaba miedo puro. Eso sólo logró una excitación en mi; eso logro que al verla así mordiera mi labio. 

Pero al mismo tiempo me molestaba un poco. Eso alargaba las cosas y el hecho de aparecer frente a ella se tuvo que alargar más y más. 

Finalmente ese día llegó. Verla temblando, con el corazón palpitante. Era todo un espectáculo. Oír su voz, ver su rostro siendo invadido por el miedo, su cuerpo torpe y tembloroso. Y todo solo por verme. 

Al final ella proceso todo y acepto el hecho de que yo estaba ahí, por y para ella. Mejoraron las cosas después de eso. Pero aún no dejo mi hábito de seguirla y verla a donde sea que vaya; se me hizo costumbre. Además, así aseguro lo que es mío. 

Verla dormir, siendo la luz de la luna un perfecto reflector que ilumina su cuerpo, es un festival y un deleite para mis ojos y alma. El ver su rostro plenamente dormido, tan inocente, pacífico y despreocupado; me dan ganas de poseerlo y que nadie lo interrumpa. 

Me suelen tentar las ganas de saltar hacia su cuerpo, el que ella despierte y tomarla ahí mismo. Probablemente le cuente de mi fantasía algún día o en el acto mismo. ¿Cuál de esas opciones lo haría mejor? Carajo no lo sabía. 

Su piel es lo mejor que he visto, es suave y perfectamente puedes dejar marcas ahí. Su cuerpo hace que pierda la postura, me vuelva loco, me vuelve un animal salvaje. 

Sus labios, son tan suaves y perfectos. Encajan de manera excepcional en los míos. Todo su cuerpo encaja perfectamente con el mío, como dos piezas de rompecabezas que debían estar juntas. Me alegro que eso sea así. 

Debo admitir que una sensación de enojo me invade cuando está con sus amigos, con esa chica Maddie que parece prostita a medias o cuando habla con aquella anciana Ángel. Pero no puedo hacer nada, no puedo aparecerme ante ellos y decir que ella es mía. 

Además, si por azares del destino, llegara a matar a alguna de sus amigas, ya me veo el resultado. Su bello rostro y su fascinante mirar, se llenaría de horror, algo en ella se rompería, ese algo especial que la hace ser ella, se perdería para siempre; lo predigo, lo presiento. 

Odiaría y mataría a quien fuera le quitara esa chispa especial que tiene ella. Pero me odiaría más si ese alguien soy yo. 

Pero lo que haré, es aprovechar esto al máximo, hacer que funcione, que disfrutemos, que nos guste, y que si esta en mis manos, esto no acabe nunca. 

Advertencia el siguiente contenido es +18, una fracción de este texto contiene una escena explícita. 

Queda bajo tu responsabilidad. 
(Digo esto porque Wattpad ya parece YouTube y si no doy advertencia me funan) 

Había llegado a mi apartamento cansada, decidida a descansar un rato y luego hacer de comer. Aventé mi mochila y mi bolso a la mesa al lado de la puerta y me fui tambaleante hacia mi sofá. 

Mi corazón retumbaba, podía escucharlo en mis oídos y al mismo tiempo regulaba mi respiración. Agotada, cansada y somnolienta, así me encontraba después de un largo lío en la Universidad. 

Aparte de un montonal de pruebas, Glenda no me dejó de molestar y perseguir; estuve a punto de pelearme con ella, cuando Glenn apareció, la detuvo y ella se alejó. Se ofreció servicial a invitarme una bebida en la cafetería y salir después de clases. Pero recordando a Chuck, y recordando lo que yo misma me impuse, me negué, y me decidí a alejarme e irme de él lo más pronto posible. 

Otra cosa era que el frío había llegado y tenía la pequeña creencia de que me enfermaría. 

A mi cabeza llego un vago pensamiento, los slashers. Una suposición le siguió. Ellos son reales. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Quién? Algo debió haberlos traído a este mundo, o a esta realidad.

La naturaleza de los asesinos, llegó a mi esa frase cual subtitulo de una narración filosófica o psicológica. ¿Despiadados? Probablemente la mayoría, pero no nacieron así (al menos la mayoría), los hicieron así.

Mi hipótesis era, que como la mayoría no fue así desde sus inicios de vida o su creación no fue para eso; ellos tenían remedio. No son asesinos por naturaleza, ni tan despiadados, pues ellos tuvieron alguna vez humanidad; o al menos, tenía fe de que aún la tenían. 

Jason sufrió bullying, pero era un buen niño con una madre amorosa, la cual le quitaron; además, solo odia a los pubertos ninfómanos. Michael y Freddy crecieron en las condiciones de vida erróneas, no merecidas por nadie; lo único que necesitan es saber que alguien les puede dar una cálida sonrisa, al menos eso creo-espero-. Pues Michael, el primer Michael, era maldad pura, era frío, inexpresivo, no había nada que lo redimiera ni hablandara su corazón, solo tenía una satisfacción y un objetivo, matar. 

Por otro lado, el Michael de Rob Zombie era algo más accesible si se podría decir, él mostró más humanidad desde niño y no ser tan frío. 

Bubba creció con la familia errónea, era un niño en el cuerpo de un adulto, si hubiese crecido con la familia ideal, hubiera sido todo diferente. Carrie tuvo dotes, dotes que la sociedad no supo apreciar debido a su ignorancia. Saw era un hombre cuya sociedad lo trató mal en su vida adulta, y lo único que quiere es que la gente aprecie su propia vida. 

Pero por otro lado, slashers cómo Penniwise, Pinhead, Drácula Annabelle y demás demonios si tenían naturaleza asesina. Pará eso habían sido creados, ellos eran criaturas del infierno mismo (excepto Penniwise, el había sido creado por el macrocosmos). Habían nacido malvados, ellos sí eran asesinos por naturaleza; de los cuales dudaba llegaran a tener remedio. 

Sin embargo, si Chuck me dijo que entre todos ellos convivían, probablemente los nacidos así podrían haber obtenido alguna actitud humana de los alguna vez humanos. El hacerse humano cualquiera puede hacerlo, es algo contagioso, al menos desde mi perspectiva. 

Probablemente el convivir mutuamente los ha vuelto algo humanos a todos.

Pero seguro y es muy difícil, me comentó mi subconsciente, ¿Te imaginas a el demonio que posee a Annabelle hablando tan elocuente como una adolescente de 16?

Es patético y ridículo, concluí. Quizá no tan humanos a esa magnitud, o quizá menos sanguinarios, si es que eso se puede.

Sonreí con sarcasmo. Si claro, lo veía imposible. 

Mi descanso corporal terminó y mi reflexión mental igual. Me levante del sillón y me dirigí a cocinar. Será algo rápido, me ordené a mi misma mentalmente. 

Pero mientras cocinaba, llegó a mi mente algo que no pensé. ¿Qué se sabe de Charles Lee Ray? ¿Qué sé yo, del estrangulador de Lakeshore? 

No mucho, o acaso nada. Mi fobia no me lo permitía, me lo impedía, me detenía; temía saber más de la cuenta y asustarme más. Solo sabía que el antes era Charles Lee Ray, el estrangulador de Lakeshore, asesino ¿serial, creo? Tenía una... novia... me parecía. ¿Hijos? Creo... había escuchado vagos y huecos comentarios y rumores de eso. 

¿Llegare a preguntarle? No sé, y honestamente, no me atrevería a preguntarle eso. Mejor que así se quede. Mientras menos sepa, menos me voy a involucrar. 

El frío había llegado a la ciudad, y lo había sentido soltando un estornudo. 

—Ugh, necesito algo cálido -solté al aire mientras rebanaba los vegetales. 

—¿Qué tal, calor corporal? -oí una voz venérea detrás de mí. 

Luego de eso, sentí unos brazos potentes rodear mi cuerpo y su cuerpo contra el mío, logrando estremecerme. Nuestros cuerpos encajaban como rompecabezas y eso solo me sacaba una corriente eléctrica que iba desde mi espalda hasta mi nuca. 

—V-viniste -hablé tímida. 

—Obvio -sentí su respiración en mi nuca y me hizo temblar. 

Se dio la libertad de pasar sus manos por mi cuello, por todas aquellas partes de cuerpo que mi ropa no cubría. No había muchas partes descubiertas. 

Pero por lo que podía deducir, estaba buscando algo en mi piel. Sus marcas, llegué a la conclusión. 

—Se han ido -soltó tocando suavemente mi brazo. Poniéndolo a flor de piel. 

—Tardaron mucho en irse -intente reconfortarlo. 

—Mmm tienes razón -comento vagante y yo suspiré aliviada-. Voy a hacerte más. 

—¿Eh? 

Y sin previo aviso me llevo a mi sillón y me tiro ahí. Mientras en el transcurso me quitaba la chaqueta que traía puesta y me dejaba solo con mi playera de tirantes. 

Se acercó al sofá como un tigre depredador o una pantera. Logrando mirar bien un brillo salvaje en su mirar. Aún con esa playera tipo polo a rayas, se puso encima de mí. 

El latir de mi corazón y mi respiración caliente lo necesitaban. Ya cerca, nuestros labios se unieron y tardaron mucho para separarse. 

Labios adictivos, recordé. 

Tomé su mandíbula entre mis manos para tenerlo más cerca de mí. Me acomode en el respaldo del sofá para mí comodidad, y para que así él pudiera tocar mi espalda. 

Amaba cuando sus manos se posicionaban en mi espalda; me daba un placer, encanto y satisfacción inimaginable. Me hacían sensible, sumisa y me hacían soltar jadeos y gemidos para él. 

Decidí llamar a eso, mi punto S. Que podría traducirse como punto sumiso o punto sensible 

Quería que nuestros cuerpos se unieran, cual rompecabezas, que nunca se separaran, no importa si la ropa de interponía o no; esa era mi enferma fantasía. Lo quería así porque amaba la cálida y estremecedora sensación que me causaba el tener nuestros cuerpos juntos. 

El beso cambió por una lengua traviesa que salió y comenzó a hacerse camino hacia todo mi cuello. Logrando soltarme suspiros, alzando mi cuello y disfrutando de su tacto. 

Sus manos retocaban los puntos sensibles de mi espalda, y yo la arqueaba para su placer y el mío. Soltaba gemidos entre cortados y retorcía mis piernas, dando a entender la excitación que me causaban sus toques. 

Hasta que en un momento, sus marcas llegaron, su mordida era afilada y fría, logrando estremecer y calentar mi piel. Sus primeras mordidas aparecieron por debajo de mi cuello, en clavícula y hombros. Sentía a mil corrientes eléctricas recorrerme, como una especie de carrera, de quien llegaba primero a mi nuca y causaba más impacto en ella. 

Cada mordida que él daba me causaba excitacion y una enferma satisfacción, hundía su rostro contra mi piel cada que el ensartaba sus dientes en esta. 

Lograba sacarme suspiros y jadeos, y me aferraba a él. 

Aún con la ropa interponiéndose, simulo embestidas fuertes entre nuestros sexos, haciéndome soltar gemidos entre cortados. 

—G-gha~ a-ah~ ahhh~ 

Su rostro, que se encontraba hundido en mis pechos, se acercó al mío y me miró jadeando y lascivo. 

—¿Quieres jugar a algo? -me reto. 

—¿Jugar? -repetí confundida. 

—¿Sabes lo que es un beso negro? -preguntó sonriendo de manera venérea. 

No me dejó responder nada. Cuando lo vi, que ya estaba bajando los jeans que traía, aunque no totalmente; me deje llevar, estaba tan excitada que incluso me crecían las ansias por saber que seguía después. 

Me quito mi ropa interior y dejó ver mi vagina totalmente expuesta a él. Abrió mis labios y comenzó a lamer mi botón rosado, hundiendo su rostro en aquel lugar. 

Los gemidos no tardaron de salir de mi boca, estaba que reventaba del placer. Alzaba mi cabeza arqueaba la espalda en señal de que amaba lo que estaba haciendo. 

Era tanto el placer que lo tomaba de los cabellos y hundía su rostro en aquel lugar. Aunque debido a que era mi apartamento, soltaba gemidos entre cortados o me mordía el labio para no alzar la voz. 

El tener su rostro entre mis piernas, era una escena realmente obscena y erótica; pero eso sería aún más obsceno si estuviéramos desnudos, pensé. 

Las piernas me temblaban más y más con cada momento que permanecía ahí. Perdía el control de ellas y mi cadera se alzaba involuntaria. 

Podía sentir como era que su lengua entraba por mí entrada y se metía dentro de ella como un miembro de verdad. Podía escuchar esos sonidos tan grotescos para unos pero para mí solo me hacían gemir más. 

Mi entrada podía sentirla, como se retorcia y apretaba con cada lamida que él daba. Como se contraía cada vez que él metía su lengua a ella y simulaba ser un miembro de verdad, que entraba y salía de manera constante, rítmica y placentera.

¡Cielos santo era como tocar las puertas del cielo! Podía sentir mi entrada bien lubricada, caliente y mojada. Y cada fluido y líquido que salía chorreante él lo lamia con sus labios

Finalmente el clímax llegó y solté un orgasmo, soltando mi semilla. Cuando él se separo, vi su mejilla y barbilla con lo que se veía era mi líquido. Dios que obsceno era eso. 

Subió mis bragas por mi y desde ahí me dijo. 

—¿Te gustó dulzura? -preguntó con voz ronca y estremecedora. 

Por la adrenalina y el cansancio, me limite a asentir. Extendí mis brazos en señal que quería abrazarlo. Él, pareciendo me leía la mente, se acercó y hundió su barbilla en ese espacio entre mis pechos, lo abracé. 

—Ahora este es mi lugar favorito -musito lascivo. 

Involuntariamente sonreí y me quedé acariciando su cabello. Olvidando totalmente que debía comer, ya luego habría tiempo para eso... 


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