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02

Sexo fuerte. Gemidos descontrolados. Y sudor, mucho sudor...

Después de haber salido del bar con un Jisung sin ganas de caminar, los jóvenes se dirigieron a un pequeño hotel cerca del centro de la ciudad. Pasaron el resto de la noche en la suite hospedados mientras el peliazul se bañaba y un cansado Minho se acostaba en la cama.

—Buenos días, bonito —dijo el peligris.

Eran exactamente las nueve de la mañana cuando Jisung se despertó en los brazos de su acompañante, la sensación que esa posición daba haciéndolo sentir protegido. Acercó sus labios a los contrarios iniciando un beso lento. La química del día pasado había resultado bastante bien, y para sorpresa de ambos, no quisieron dejar las cosas hasta ahí.

—¿Qué quieres hacer? ¿Tienes hambre?

El menor negó. Batallando en su contra por quedarse en la cama, se levantó y fue hacia el baño interior —Y-yo saldré... debo revisar como van las cosas con la policía.

Y fue cuando el peligris se dió cuenta de todo. Mascullando un insulto bajo, fue hacia el suelo para recoger sus prendas. Debía pensar en algo, si Hyunjin se enteraba de la idiotez que acababa de hacer, lo mataría o peor, mataría a Jisung.

Al sentarse en el filo de la cama, tomó su cabeza entre sus manos. Mierda, mierda y más mierda.

—¿Estás bien? —preguntó el peliazul al verlo.

Minho no lo miró, solo se limitó a asentir sin prestarle mucha atención. El menor pasó las cosas por alto, tal vez solo estaba teniendo una resaca y no quería ser molestado. Sin darle previo aviso se colocó atrás de él cruzando sus piernas por la cintura de Minho y empezando un masaje en los hombros anchos del peligris.

No dijeron nada. Se mantuvieron así unos minutos más, Minho disfrutando el suave tacto del peliazul, y Jisung simplemente siguiendo sus movimientos. Una llamada entrante rompió el silencio que se había formafo, Jisung se levantó de su puesto y fue hacia su bolso negro para tomar la llamada.

Aplastó el botón verde y al instante una voz ronca empezó a hablar por el parlante. Minho veía como sus facciones pasaron a ser más duras, él estaba concentrado, tal vez furioso —Comprendo —lo escuchó decir, su voz sonando firme y áspera.
—Debo irme —avisó. Recogiendo sus cosas, se acercó a la puerta y tomó el pomo. Sonrió al verlo, tiempo después se giró sobre sus talones y conectó su mirada con la del peligris —Quiero conocerte, que nos conozcamos en serio —dijo. Una chispa llenó los ojos de Minho.

Sin más, salió de la habitación y bajó por el ascensor dorado del pasillo. Una vez estuvo totalmente fuera del hotel, caminó hacia la parada de buses. El día era fresco, las personas caminaban de un lugar a otro intentando llegar temprano a sus trabajos.

Colocó sus auriculares en sus orejas y pronto "All I Need" empezó a sonar de fondo. Inevitablemente, la canción le hizo recordar a aquel peligris de ojos cafés, sonrió para sus adentros, si tenía suerte tal vez podría conseguir más que una buena follada de parte del mayor.

Solo tenía que esperar un poco más.

—¿¡Dónde mierda estabas!? —el sonido de un vidrio quebrándose cerca de su rostro se escuchó. Aún si tenía miedo, no podía cerrar los ojos.

Su hermano lo miraba con enojo desde el escritorio de madera que estaba frente a él — Hyunjin, no soy un niño —se defendió —Puedo salir a donde yo quiera, con quien yo quiera, y cuando yo quiera.

Una risa airada saliendo de la boca del pelirojo se oyó, y Minho sabía que eso no era nada bueno —Claro que no eres un niño... Eres un jodido asesino, Lee.

Sus puños fueron apretados fuertemente al igual que su mandíbula —Y-yo no... —intentó decir con firmeza, pero su voz flaqueó.

—Eres mi maldita perra, si te digo que hagas algo, lo haces —demandó. Salió de su escritorio imponente, el traje negro que portaba lo hacía ver más intimidante, y aunque Minho solo fuese tres centímetros más bajo, él sabía que jamás podría enfrentarse a su hermano.

Hyunjin paseó alrededor de Minho mientras su mano tocaba sus hombros. Finalmente se plantó frente a él y mirándolo a los ojos, dijo —Mantén a tus amigos cerca... pero a tus enemigos mucho más cerca —sonrió ladino y volvió al escritorio.

Se quedó ahí parado aproximadamente diez minutos, analizando las palabras de su hermano una y otra vez. Él no era estúpido, sospechaba que Hyunjin ya sabía sobre su aventura con Jisung, sin embargo no podía conectar aquel hecho con la frase que había dicho.

Suspiró, por lo menos Hyunjin ya lo había dejado en paz. Y tal vez, tal vez, no debió hablar tan rápido, pues al intentar salir de la oficina la voz gruesa del mayor lo hizo estremecerse. Cuando giró vio a su hermano sentado en la mesa del escritorio mientras tenía un arma en sus manos.

—Mátalo.

Se quedó estático. ¿Él de verdad acababa de decir eso?

—¿Q-qué?

Hyunjin lo miró por segunda vez, la frialdad en sus ojos haciéndolo sentir pequeño y débil —Mátalo.

—Él no hizo nada malo —defendió.

Hyunjin pasó su mano libre por su cabello con aparente frustración —Queda en ti, Min —colocó el arma en la mesa del escrito, con sus manos le hizo un ademán a Minho para que se acercase y él lo hizo. Una vez estuvo frente el escritorio, el pelirojo se levantó y tomando su hombro con fuerza acercó la oreja del menor hacia su boca —Mátalo o él te matará primero.

Y Hyunjin tal vez tenía razón, pues cuando Minho estaba sentado en su habitación mientras dudaba si enviarle un mensaje al peliazul quien le había guardado su número en la mañana, un Jisung con chaleco antibalas, ropa negra deportiva y una placa de policía colgando de su cuello, realizaba un operativo antinarcótico en el bar de Hyunjin donde había conocido al peligris.

Porque ellos eran la combinación del caos y la destrucción, sin saber como terminaron juntos arrasando con todo lo que podían, mientras sus cuerpos se unían en una irónica melodía y desgraciadamente ninguno de los dos era bueno para el otro.

—En esta misión, el oficial al comando será el coronel, Han Jisung—avisó el jefe general de la policía.

Jisung sonrió para sus adentros, su activa sed de venganza latiente desde aquel ocho de Febrero cuando su hermano murió por las manos de uno de los mafiosos más buscados por la policía desde hace aproximadamente cinco años, haciéndolo emocionarse por el caos que causaría.

Sus compañeros sonrieron ante el anuncio llenando la sala de aplausos inmediatamente, sonriéndole y estando felices por él.

—He escogido al coronel, no solo por ser un Han, sino por su gran inteligencia y astucia —le sonrió con orgullo.

Los Han, un dúo valioso e importante del FBI, eran aquellos dos hermanos que se habían especializado en trabajos policiales desde muy jóvenes. Jeongin, el hermano mayor, era un criminalista y agente en cubierto para trabajar como espía dentro de la mafia Lee. Por otro lado, está Jisung, el menor, quién era un coronel de la policía y segundo jefe al mando del departamento de terrorismo y antinarcóticos.

Todos los oficiales fueron dejando la sala de a uno, y en un corto tiempo, solo estaba él junto su mejor amigo, Kim Seungmin, quien aprovechando la soledad en la habitación, dijo —Ten cuidado, Minho puede sospechar de ti.

Jisung rió suavemente —Minho solo es un mimado que no sabe nada del mundo en el que se encuentra. Él no es un problema —respondió.

Seungmin no dijo nada en contra, su mejor amigo podía tener la razón esta vez. Venían estudiando a los Lee desde hace mucho tiempo y Minho siempre fue del tipo predecible al momento de atacar o hacer sus trabajos —Bien, te dejo, debo hacer rondas.

El sonido de la puerta se escuchó y luego un silencio total reinó la habitación. Jisung sonrió ladino, los planos, apuntes y fotografías sobre la investigación que llevaban contra los Lee llenando su escritorio lo hacían sentir imponente.

Iba a ser totalmente divertido joder el imperio de aquellos hermanos.

Tomando las llaves de su carro y saliendo del edificio de la policía general, se dirigió al estacionamiento. No había tiempo que perder, su plan no se ejecutaría solo y él quería acabar con todo tan rápido como se lo permitiesen.

Buscó en su celular el número del menor de los Lee, aplastando el botoncito verde del teléfono solo tuvo que esperar tres tonos para que la voz grave y rasposa de Minho llegara a sus oídos.

—Qué honor ser contactado por el chico más atractivo de todo Corea —alagó el peligris.

—El honor es mío —respondió al mismo tiempo que entraba en su carro —Dime, ¿Aún tenemos en pie nuestra cita?

—Claro que sí, bonito —contestó con firmeza, sin embargo, él no podía sentirse tan confiado. Nadie podría sentirse seguro cuando un mayor de mirada fría le apuntaba con una beretta 92 a su hermano pequeño.

—Ahora dile que la verás a las siete —susurró Hyunjin.

Minho asintió, y tragando suavemente saliva, continuó —¿Qué te parece a las siete, lindo? Te puedo pasar recogiendo, si quieres.

—No te preocupes, puedo llegar solo. Pásame tu dirección, iré por ti —sin decir nada más, colgó.

Y aunque aquellos dos jóvenes tenían la misma cantidad de resentimiento y furia contra un Lee Hyunjin, lo único cierto era que aquel sentimiento de venganza creciente en ellos se convertiría en el verdugo del otro, y aunque no lo sabían, un pelirojo mayor ya había hecho los preparativos para presenciar en estilo VIP la gran ejecución.

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