•Capitulo 1•
Jennie caminaba sin rumbo, descalza, pisaba la nieve que le congelaba hasta el alma, pero más de 3 siglos encerrada en esa caja la habían enseñado a soportar de todo.
Tenía las comisuras de sus labios manchadas de sangre, una gota escurría por ahí, dejando un camino largo. Sus colmillos estaban afilados, estaban listos para morder muchas pieles, tenía sed, hambre. Buscaba más.
Todo su alrededor era extraño, había demasiadas luces, miles de personas caminando y mucho ruido, no lograba entender que eran esas cosas que tenían luces y tenían más velocidad que un caballo.
Llegó a un lugar con más tranquilidad, no había esas bestias con luces o todo ese ruido que la atormentaba.
Su semblante era pálido, sus ojeras eran más que evidentes y su ropa era una vestimenta colonial, lo que solían usar las doncellas en 1700, cualquiera que la hubiera visto en la calle, hubiera pensado que era un loca o simplemente una indigente, pero vivían tan ocupados con sus vidas que ni siquiera la notaron.
Había un callejón, había contenedores de basura, vio un lugar perfecto para esconderse.
Se refugió ahí del frío, estaba temblando, la nieve le había congelado las piernas por completo, necesitaba encontrar un lugar para resguardarse.
No sabía cuántos años habían pasado desde que la metieron en esa caja, pero sabía que probablemente su castillo, su imperio y todo lo que había construido gracias a su dinero y apellido habían desaparecido.
Se abrazó a sus rodillas, el vestido cubría todo su cuerpo, pero no lo suficiente para resguardarse del frío invierno.
Estaba hambrienta, los treinta hombres que había asesinado no le habían sido suficiente, necesitaba más sangre fresca, la sed no paraba.
****
Lisa caminaba con cansancio, era de noche y el vaho salía por su boca, había sido un día largo, la universidad la dejó agotada, solo quería llegar a casa y lanzarse en su cama, Jisoo y Rosé serían un dolor de cabeza pero trataría de aguantarlas.
Lisa, Jisoo y Rosé vivían juntas, todas se conocían desde niñas, los padres de las chicas se conocían y eso lo hacía más confiable, eran como una familia.
Lisa caminó hasta un callejón, escuchó un ruido proveniente de ahí, su mente se lo decía: En las películas, el que va detrás del ruido es el que resulta muerto.
Sabía que no debía de ir pero como siempre, su curiosidad ganó.
Entró a aquel callejón, reviso detrás de los botes de basura, incluso dentro y no había nada o nadie, pensó que tal vez se trataba de un gato o ratones, así que le dio la espalda a la oscuridad del lugar.
De pronto, escuchó nuevamente un ruido detrás de ella, giró y ahí estaba una chica, de aspecto pálido vestida un tanto extraña.
— ¡oh dios mío!, ¿quién eres tú? — Preguntó Lalisa, colocándose la mano en el pecho por el susto que le causó aquella chica.
Ella solo miraba a Lalisa, al parecer era callada.
— no hablas mucho ¿verdad? — Suspiró — ¿no te estás congelando aquí afuera? — Cuestionó un tanto alarmada.
Jennie tenía intenciones de beber toda la sangre de la chica, pero algo en ella le pareció diferente, no tenía el olor que la mayoría de los humanos tiene, maldad.
Su olor era dulce, parecía ser honesta y amable, era por eso que se ganó la compasión de Jennie, a parte, necesitaba un refugio y ropa nueva.
Jennie había olvidado como hablar, más sin embargo, entendía absolutamente todo, el poco tiempo que llevaba fuera de ese ataúd, había escuchado el lenguaje que se maneja hoy en día, no era para nada parecido a su época, todos eran más educados y propios.
—¿No tienes hogar? — Preguntó Lisa, abrazándose del frío.
Jennie negó con la cabeza.
— Bien, ¿Tienes algún familiar o alguien que pueda ayudarte? — Hizo otra pregunta.
Jennie volvió a negar con la cabeza.
— Bueno... Toma, debes tener frío — Se quitó una de las chaquetas que tenía puestas y se la entregó a la chica, quién se la puso gustosa.
— ¡Dios!, No tienes zapatos, ¿Acaso no tienes frío? — Dijo Lisa, mirando que la chica estaba descalza.
Jennie se miró, movió los dedos de sus pies, haciendo que Lisa riera ligeramente.
— Bien, amm...— Se rascó la cabeza frustrada, no sabía que hacer. No podía dejar a la chica ahí sola, abandonada a su suerte con el clima de ese momento. Suspiró fuertemente sin ninguna otra opción en mente. — Bueno, supongo que tendré que cargarte — Lisa se agachó y le señaló su espalda a la chica — Sube, aquí — Señaló.
Jennie tomó impulso y subió a la espalda de su contraria, la abrazó del cuello, este se veía muy apetecible, demasiado pero se contuvo.
— Bien, aquí vamos — Lisa tomó de las piernas a Jennie para que está no cayera y pudiera sujetarse.
El camino fue largo, cuando encontró a Jennie solo faltaban unos minutos para llegar a casa, pero con el peso en su espalda, se convirtieron en horas, la única ventaja, era que Lisa era fuerte y podía soportar más peso de lo que aparentaba.
Al fin llegaron a casa, Lisa bajó a la chica de su espalda, sacó las llaves de su bolsillo y antes de entrar, la miró.
— Te advierto que son muy... Muy... Pueden llegar a ser molestas a veces, bueno, no a veces, siempre. Es decir... — Suspiró — Solo, no te asustes — Pidió, Jennie rió en sus adentros pues aquella chica era muy linda.
En cuanto abrió la puerta, los gritos y malas palabras brotaron.
Lisa siguió los ruidos, provenían de la habitación donde se dormía ella, por ser la jefa de la casa, ella tenía derecho a tener una habitación para ella sola.
Se dirigió hacia el cuarto, Jennie estaba escondida detrás de ella, pues temía que el mismo diablo fuera el causante de aquellos ruidos.
La puerta estaba entreabierta, dejando ver una luz que salía de ésta. Abrió la puerta con cuidado y vio una típica escena, Jisoo y Rosé peleando.
Ambas peleaban con almohadas y gritaban como locas.
— ¡Devuelvelo, eso no es tuyo! — Gritaba Jisoo mientras le daba un golpe en la cara a Rosé con una almohada.
— ¡Ya te dije que el fideo me lo prestó! — Exclamó Rosé, reincorporandose a la pelea después del mareo que le causó el almohadazo.
— ¡¿A quien le dices fideo?!, ¡¿Que mierda hacen en mí habitación?!— Ahora gritó Lisa, causando que las dos amigas pararan de pelear y la mirasen.
— ¡Lisa!, que bueno que llegas, justo hablábamos de tí —Rosé cepillaba su cabello con los dedos.
— ¿Por qué están aquí? — Lisa sonaba harta.
— Porque a esta ardilla, se le ocurrió entrar a tu cuarto sin permiso y tomar tu cargador. Me enojé porque tú jamás me lo prestas y no es justo que a ella sí, por eso...— Lisa interrumpió a Jisoo.
— ¡Por dios, parecen niñas de cinco años! — Gritó está vez enojada.
Jisoo y Rosé sabían cuando Lisa comenzaba a enojarse, cuando lo hacía era insoportable y no querían meterse en un problema tan grande como Lisa molesta.
Las chicas se miraron entre sí, notaron que había alguien detrás de Lisa.
— Ammm... Deberíamos preocuparnos y comenzar a llamar un cazafantasmas o tenemos visitas — Dijo Jisoo, tratando de ver lo que se escondía detrás de su amiga.
— ¡Oh cierto!, Casi lo olvido con las idioteces que estaban haciendo, Amm... Jisoo y Rosé, ella es... Ehh... No sé su nombre pero la encontré en la calle — Lisa volteaba a ver a Jennie, ésta solo se escondía.
— ¡¿Qué?!, ¡Trajiste a una desconocida a nuestra casa!, ¡Ahora sí te mato Lalisa Manoban! — Rosé trató de correr hacía Lisa pero Jisoo la tomó de la cintura y lo impidió.
Nuevo fanfic, disfrútenlo y denle apoyo porfis, el Chaesoo no lo he subido porque no he llegado a los 20 seguidores, pero estoy a nada, sean pacientes.
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