Capítulo 17.
S llegó tambaleándose al claro, su andar errático reflejaba la fatiga y el dolor acumulado de la batalla reciente. Cada paso era una prueba, cada movimiento una lucha contra el cansancio que parecía intentar arrastrarla hacia el suelo. El bosque que la rodeaba, con sus árboles altos y sombras densas, ofrecía un contraste casi tranquilizante con el caos de la confrontación que acababa de atravesar. El claro donde finalmente se detuvo era un pequeño oasis de paz en medio del tumulto, un breve respiro que le ofrecía un respiro antes de enfrentar la realidad de su situación.
Desde esa distancia, podía ver a Cyn, sentada debajo de la sombra protectora de un roble antiguo. El roble, con sus ramas extendidas como brazos protectores, proporcionaba una sensación de estabilidad y calma que contrastaba con el desorden de su propia existencia en ese momento. Cyn estaba inmersa en su propio mundo, su mirada perdida en el paisaje que se extendía ante ella. La paz que ella parecía encontrar en ese rincón del bosque era palpable, un reflejo de una tranquilidad que S deseaba desesperadamente ofrecerle.
Unos árboles más allá, Uzi y N conversaban en voz baja, ajenos a la llegada de S. La conversación entre ellos era un murmullo distante, una burbuja de normalidad en un entorno que apenas parecía soportar la tensión acumulada. Sus voces, aunque suaves, llevaban consigo un aire de complicidad y tranquilidad que era un respiro en medio de la agitación de la noche. El sol ya comenzaba a ascender en el horizonte, bañando el claro con una luz dorada que resaltaba los contornos de sus cuerpos reclinados en el suelo.
S avanzó con pasos cautelosos, aún moviéndose a cuatro patas, una postura que parecía más un reflejo de su agotamiento que de su verdadera forma. La sangre que cubría su cuerpo era un manto oscuro y seco que se mezclaba con el polvo y las manchas de su ropa desgarrada. Cada paso era un esfuerzo monumental, un recordatorio constante del peso de las heridas y la carga emocional que llevaba consigo. El suelo del claro era una alfombra de hierba fresca y suaves flores silvestres, que parecía ofrecer un contraste apacible con la dureza de su situación.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca de Cyn, se inclinó hacia un lado, intentando no hacer ruido para no asustarla. Cyn, al percibir el movimiento a su lado, levantó la vista. Sus ojos se abrieron de par en par al ver el estado deplorable en el que se encontraba S. La imagen era tan impactante que sus pensamientos se detuvieron por un momento. El cabello blanco de S, enredado y sucio, se pegaba a su rostro con la mezcla de sudor y sangre. Sus ropas, apenas reconocibles, estaban rasgadas y manchadas. Las heridas visibles en su piel eran una mezcla de cortes y contusiones que daban testimonio de la brutalidad de la confrontación.
Sin embargo, en el rostro de S no había desespero, sino una mezcla de amor y una profunda sensación de victoria. Sus ojos, aunque cansados, brillaban con una luz que revelaba su satisfacción por haber cumplido su deber de proteger a Cyn, su amada. A pesar de su propio sufrimiento, su única preocupación en ese momento era el bienestar de Cyn. La intensidad de su mirada y el brillo de sus ojos reflejaban una determinación que iba más allá de cualquier dolor físico que pudiera estar experimentando.
Con movimientos suaves, casi reverenciales, S se dejó caer junto a Cyn. No necesitó palabras; su presencia y su gesto eran suficientes. La abrazó con fuerza, rodeándola con sus brazos que, aunque adoloridos, estaban llenos de una ternura y devoción profundas. Cyn, sorprendida por la intensidad del abrazo, sintió una oleada de emociones: alivio, amor, y una tristeza que se mezclaba con la gratitud. La sensación de los brazos de S alrededor de ella era un ancla en medio de la tormenta, una afirmación silenciosa de que todo estaba bien a pesar del caos que había dejado atrás.
S la sostuvo cerca, sin importarle el estado en que se encontraba, sin preocuparse por el hecho de que ella misma estaba vestida a medias y cubierta en un ambiente que parecía tan lejano a la calma que deseaba ofrecerle. La prioridad de S en ese momento era ofrecerle a Cyn el consuelo y la protección que necesitaba, y no había nada que pudiera interponerse entre su deseo de protegerla y la realidad de su situación. El abrazo era un refugio de amor y seguridad, una promesa silenciosa de que, a pesar de las heridas y el sufrimiento, estaba allí para ella, siempre.
Mientras la abrazaba, S acunaba a Cyn en su pecho, como si tratara de infundirle la fuerza y la calma que ella misma estaba buscando desesperadamente. Cada latido de su corazón, cada respiración, era una promesa silenciosa de que todo iba a estar bien. La conexión entre ellos era palpable, un recordatorio de que el amor verdadero podía florecer incluso en medio del caos. La cercanía de Cyn, el calor de su cuerpo contra el de S, proporcionaba un consuelo tangible que era difícil de describir.
Cyn, en sus brazos, cerró los ojos y permitió que las lágrimas fluyeran libremente. El contacto cálido y familiar de S era un ancla en medio de la tormenta que se había desatado a su alrededor. La sensación de seguridad que le ofrecía era una dosis necesaria de consuelo y esperanza en una noche que había sido demasiado dura. La tristeza y la gratitud se mezclaban en su pecho, creando una oleada de emociones que no podía expresar completamente en palabras.
Y así, en el claro bajo la sombra del roble, rodeados por la tranquilidad de la naturaleza y el murmullo distante de Uzi y N, el abrazo de S y Cyn se convirtió en un refugio de amor en medio de un mundo que parecía estar en ruinas. La noche continuaba, pero en ese pequeño rincón de paz, la conexión entre ellos era un faro de luz en la oscuridad, un recordatorio de que, a pesar de todo, todavía había momentos de calma y de amor verdadero.
- Estás a salvo - susurró S, un murmullo bajo que parecía más dirigido a sí misma que a Cyn. Era una afirmación repetida para tranquilizarse, para reconfirmar que, a pesar de las circunstancias, todo estaba bien ahora. La seguridad que deseaba transmitirle a Cyn también era una forma de encontrar algo de estabilidad para ella misma.
Cyn asintió lentamente, su mirada llena de confianza y comprensión. Sabía que esa era la forma en la que S operaba, especialmente con su instinto de loba. En momentos de crisis, S se convertía en un refugio de protección y seguridad, su instinto primitivo actuando como un escudo alrededor de aquellos que amaba. Cyn, al acurrucarse más contra ella, permitió que el calor y la ternura de S la envolvieran completamente. Las risitas suaves de Cyn eran como un bálsamo para S, una confirmación de que su esfuerzo había valido la pena. El alivio en la expresión de Cyn, el leve movimiento de su cuerpo contra el de S, eran señales de que, a pesar de todo, había encontrado consuelo y seguridad en ese abrazo.
El claro que los rodeaba estaba bañado por la luz dorada del amanecer, el sol ascendiendo lentamente en el horizonte y extendiendo sus rayos cálidos sobre el paisaje. El bosque a su alrededor se estaba despertando con el nuevo día, los pájaros comenzaban a cantar y el aire fresco se llenaba con el aroma de tierra húmeda y hojas frescas. Los últimos vestigios de la noche se disipaban, dando paso a una mañana luminosa y serena que contrastaba con la agitación de la noche anterior. La luz del sol se filtraba a través de las ramas del roble, creando un patrón de sombras y luces en el suelo del claro. Las hojas verdes brillaban como esmeraldas bajo el sol, y el suelo estaba cubierto de una alfombra de hierba fresca y suaves flores silvestres. El claro parecía un santuario, un lugar apartado del caos del mundo, donde el amor y la tranquilidad podían florecer libremente.
S se acomodó más cerca de Cyn, su cuerpo aún cargado con las tensiones de la batalla, pero ahora en un estado de calma profunda. El contacto de Cyn, su piel suave contra la de ella, proporcionaba una sensación de paz y conexión que era difícil de describir. Era un refugio en medio de la tormenta, un recordatorio de lo que valía la pena luchar. Las caricias y el calor del cuerpo de Cyn proporcionaban un consuelo tangible, un anhelo cumplido que se reflejaba en cada latido de su corazón.
La luz del sol se filtraba a través de las ramas de los árboles, creando un mosaico de sombras y luces en el suelo del claro. Las hojas verdes brillaban como esmeraldas bajo el sol, y el suelo estaba cubierto de una alfombra de hierba fresca y suaves flores silvestres. El claro parecía un santuario, un lugar apartado del caos del mundo, donde el amor y la tranquilidad podían florecer libremente. El sol iluminaba el claro con una luz cálida y acogedora, y el aire estaba lleno del canto alegre de los pájaros que comenzaban a despertar con el nuevo día. La escena era un contraste apacible con la intensidad de la noche anterior, un recordatorio de que, a pesar del caos y el dolor, aún había belleza y paz en el mundo.
S y Cyn permanecieron abrazadas en ese rincón de tranquilidad, el amor y la devoción que compartían envolviendo el claro en una atmósfera de calma y seguridad. El mundo exterior parecía desvanecerse, y en ese momento, solo existían ellas dos y el cálido abrazo que se ofrecían mutuamente. El bosque continuaba su despertar, el sol ascendía con promesas de un nuevo día, y el claro se mantenía como un refugio sagrado en medio del caos.
En ese rincón de paz, rodeadas por la belleza natural del bosque y el amor que compartían, S y Cyn encontraron un momento de calma en medio de la tormenta. La tranquilidad del claro era un bálsamo para sus almas cansadas, un recordatorio de que, a pesar de las dificultades y el dolor, siempre había un lugar para el amor y la paz.
El tiempo parecía haberse detenido en ese instante, y en el claro, bajo el roble protector, el amor entre S y Cyn brillaba con una intensidad que iluminaba el entorno. El abrazo que compartían era un símbolo de su vínculo inquebrantable, una promesa de que, a pesar de las pruebas que habían enfrentado y las que aún estaban por venir, siempre estarían allí el uno para el otro. La calma y la serenidad del claro se convirtieron en un reflejo de la conexión profunda que compartían, un recordatorio de que, incluso en medio de la oscuridad, el amor podía ser una luz que guiaba el camino.
Alvirian estaba sentado en la orilla del lago, encaramado sobre una roca enorme que se erguía como un vigilante silencioso en medio de la tranquilidad del claro. Su postura era rígida, con la espalda recta y los ojos fijos en la superficie del agua, como si intentara encontrar respuestas en su reflejo. El lago, amplio y sereno, se extendía ante él, un vasto espejo que capturaba el cielo azul claro y las siluetas de los árboles que lo rodeaban. Cada pequeño movimiento en el agua parecía amplificar sus pensamientos, como si la calma superficial del lago pudiera proporcionarle una perspectiva más clara sobre los conflictos internos que enfrentaba.
El sol comenzaba a elevarse en el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados y rosados que reflejaban suavemente en la superficie del lago. La luz matutina filtraba a través de las copas de los árboles, creando patrones de sombras danzantes sobre el agua. Era una escena de paz, un oasis de tranquilidad que contrastaba con la tensión y el agotamiento que sentía Alvirian. A pesar de la belleza del entorno, su mente estaba agitada, atrapada en un torbellino de pensamientos y emociones que no podía fácilmente deshacer.
Mientras observaba el lago, un movimiento en el agua captó su atención. Un atisbo fugaz de algo verde y escamoso emergió brevemente en la superficie. La visión fue tan rápida y efímera que Alvirian apenas tuvo tiempo de procesarla antes de que desapareciera. Frunció el ceño y se inclinó hacia adelante, tratando de enfocar su vista en el lugar donde había visto la cola. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, la extraña aparición había desaparecido sin dejar rastro. La curiosidad lo picó por un momento, pero pronto decidió que no era el momento adecuado para distraerse con misterios del lago. Su mente estaba demasiado cansada y abrumada por los eventos recientes como para dejarse llevar por una aparición tan incierta.
Con un suspiro profundo, se levantó de la roca y se sentó en el suelo, recargado en la base de la piedra. La textura áspera de la roca contra su espalda proporcionaba un contraste sorprendente con la suavidad de la hierba que rodeaba la orilla del lago. Cerró los ojos, buscando un momento de paz y descanso, aunque sabía que el sueño no siempre era fácil de alcanzar. A pesar de su fachada dura y calculadora, había algo intrínsecamente humano en su agotamiento. Había sido una noche larga y dura, llena de desafíos y batallas que lo habían dejado exhausto, tanto física como mentalmente.
Mientras trataba de relajarse, sus pensamientos vagaron hacia Cyn y S, que estaban acurrucadas en el claro. Cyn, con su cabello blanco extendido sobre el suelo, estaba envuelta en el abrazo protector de S. La imagen de S, con su piel pálida y las ropas rasgadas, abrazando a Cyn con una intensidad que era casi palpable, era una mezcla agridulce para Alvirian. Aunque su relación con S había sido complicada y llena de conflictos, no podía evitar sentir una chispa de empatía por ella, por su devoción y amor. En el bosque, S había sido una de las primeras criaturas con las que había tenido contacto, una presencia constante y enigmática que había dejado una impresión duradera en él.
Alvirian giró su mirada hacia Uzi y N, que estaban a una corta distancia, recostados en el suelo en un estado de descanso profundo. La escena era tranquila, pero también estaba cargada de una ternura y una conexión que no podía ignorar. Sus manos estaban entrelazadas, N protegiendo a Uzi con un gesto que era a la vez protector y suave. La imagen de su cercanía, un contraste con las tensiones de la noche, era un recordatorio de las relaciones que se formaban incluso en los momentos más oscuros.
El gruñido de frustración que escapó de Alvirian fue un reflejo de su descontento con las enseñanzas de magia que Uzi impartía. Aunque su actitud era a menudo hostil y desconfiada, en el fondo había una frustración más profunda y personal. La magia de Uzi era diferente de la que él conocía, y aunque lo veía como una competencia, también sentía que era necesario comprenderla para superar sus propios obstáculos.
A medida que el sol continuaba su ascenso en el cielo, la luz dorada envolvía el claro en un resplandor cálido. La belleza del paisaje contrastaba con la fatiga que sentía Alvirian. El suelo de la orilla del lago estaba cubierto de una mezcla de hierba fresca y pequeñas flores silvestres que añadían un toque de color a la escena. Las hojas de los árboles, brillando con los primeros rayos del sol, creaban un juego de luces y sombras que se reflejaban en el agua tranquila del lago.
Sin embargo, a pesar de la paz que lo rodeaba, Alvirian no podía escapar de sus pensamientos. La noche anterior había sido una mezcla de caos y desesperación, y aunque el lago y el claro ofrecían una calma momentánea, la intranquilidad interna persistía. Cerró los ojos con fuerza, tratando de apagar las imágenes de las batallas y los conflictos que había enfrentado. La fatiga y el agotamiento se acumulaban en sus músculos, cada fibra de su ser pidiendo descanso, pero la mente seguía siendo un terreno de batalla.
Un ligero chapoteo en el agua llamó su atención nuevamente. Abrió los ojos y miró hacia el lago, donde un tritón apareció brevemente en la superficie. El tritón, con su cabello castaño empapado y desordenado, había emergido con curiosidad antes de sumergirse nuevamente en el agua con un movimiento ágil. La aparición fue breve, pero suficiente para captar la atención de Alvirian. Observó cómo el tritón desaparecía bajo la superficie, sus movimientos gráciles y casi etéreos.
El tritón, un ser que parecía ser parte del entorno natural del lago, no era una presencia común en el mundo de Alvirian. La curiosidad que había sentido anteriormente volvió a aflorar, pero esta vez, fue más una admiración que un simple interés. El tritón se sumergió con un suave chapoteo, dejando apenas una ondulación en el agua antes de desaparecer completamente. Alvirian se quedó mirando el lugar donde el tritón había desaparecido, su mente llena de preguntas sin respuesta.
Finalmente, la necesidad de descanso superó la curiosidad. Alvirian se recostó en el suelo, sus músculos tensos finalmente relajándose en contacto con la tierra. Cerró los ojos, permitiéndose finalmente un breve respiro en medio del caos. Mientras el sol se elevaba en el cielo y el claro se bañaba en luz, Alvirian encontró un momento de paz, una pausa en su interminable viaje.
La luz dorada del amanecer seguía extendiéndose sobre el claro, transformando el paisaje con su cálida presencia. El lago, el claro, y todos los que se encontraban en él se encontraban en un estado de calma momentánea, una serenidad que era casi tangible. A medida que el sol avanzaba en su trayecto, el día prometía ser uno de reflexión y renovación, un tiempo para sanar las heridas físicas y emocionales que había dejado la noche anterior. En este pequeño rincón del mundo, la tranquilidad parecía ser un refugio temporal, un espacio donde el amor y la conexión podían florecer incluso en medio de las adversidades.
~~~~
~~~
Bueno a dormir JAJA :D
Hasta aquí Solecito (por ahora), nos leemos luego
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro