Capítulo 12
Aviso: antes de empezar, yo escribo en cuanto a los lobos "patas" a manera de manos y pies, porque aunque son manos y pies tienes rasgos más animalísticos, tengo un dibujo de eso, luego lo subo para que se den bien a la idea :D
-¡Corran! -La voz de S resonó en el bosque, áspera y cargada de una autoridad que no admitía réplica. No había duda en su tono, ninguna grieta en su determinación. Era la voz de alguien que estaba preparado para sacrificar todo por la seguridad de los suyos. Sus ojos, sin embargo, permanecieron fijos en Y y R, los dos lobos que ahora se interponían entre ella y el destino del grupo. Sabía que cualquier signo de debilidad podría ser su perdición, y ese era un riesgo que no estaba dispuesta a correr.
El peso de su responsabilidad caía sobre ella como una carga abrumadora, pero al mismo tiempo, la determinación en su interior ardía con una fuerza que superaba cualquier duda. Sentía la necesidad urgente de proteger a sus compañeros, de garantizar que llegaran a un lugar seguro. La lealtad y el deber que sentía hacia ellos la impulsaban a mantenerse firme, incluso cuando el peligro se cernía sobre ella.
Mientras el grupo se dispersaba en el bosque, sus pasos amortiguados por la espesura del terreno, S se mantuvo en su lugar. Su cuerpo se tensó con cada paso que ellos daban para alejarse, cada sonido que indicaba que estaban ganando distancia. Los gruñidos profundos y guturales emanaban de su pecho, resonando en el aire como un eco siniestro que se entrelazaba con los sonidos naturales del bosque. Las ramas crujían bajo el peso de su amenaza, las hojas temblaban como si fueran conscientes del conflicto inminente. El aire mismo parecía espesarse con la tensión, cargado de un olor terroso mezclado con la ferocidad que emanaba de los lobos.
El suelo del bosque, alfombrado por una mezcla de hojas caídas, ramas secas y la humedad persistente del amanecer, crujía bajo sus patas. Los árboles a su alrededor se alzaban como testigos mudos, sus troncos gruesos y nudosos arrojando sombras largas y sinuosas que se entrelazaban en un enmarañado juego de luz y oscuridad. El sol apenas se filtraba a través de la densa capa de hojas, creando parches de claridad que iluminaban el polvo suspendido en el aire, como motas doradas que danzaban en un ballet invisible.
A medida que los sonidos de sus compañeros huyendo se desvanecían, el silencio se apoderó del entorno. Un silencio ominoso, casi palpable, que intensificaba la sensación de peligro inminente. S podía escuchar su propio corazón latiendo con fuerza, cada latido un recordatorio del frágil equilibrio entre la vida y la muerte en el que se encontraba. Sabía que Y y R no esperarían mucho más. La tensión en el aire era densa, casi tangible, como si el mundo mismo estuviera conteniendo la respiración.
Frente a ella, Y y R se mantenían firmes, sus cuerpos tensos como arcos a punto de ser disparados. R gruñía con fuerza, un sonido bajo y vibrante que parecía surgir desde lo más profundo de su ser, sus orejas aplanadas contra su cráneo en una clara señal de amenaza. Pero Y... Y estaba en un estado diferente. La lobuna se mantenía erguida, su postura segura, casi despreocupada. Sus ojos rojos brillaban con una frialdad que contrastaba con la ferocidad de su compañera. Había una especie de desgano en su expresión, como si todo esto fuera una molestia innecesaria, un obstáculo en su camino.
El bosque, que momentos antes había estado vivo con los sonidos del amanecer, ahora parecía haberse quedado en suspenso. Un silencio mortal se extendió, roto solo por el leve crujido de las ramas y el susurro del viento que agitaba las hojas. El aire estaba cargado con una sensación de anticipación, como si el mundo mismo contuviera la respiración, esperando el primer movimiento.
Entonces, sin previo aviso, Y lanzó un aullido que rompió la quietud del bosque. Era un sonido agudo y penetrante, cargado de desafío y autoridad. Y fue la señal que dio inicio al combate. S se lanzó sobre R en un movimiento fluido, casi instintivo, como si su cuerpo respondiera antes que su mente. Mientras lo hacía, sintió su rostro comenzar a cambiar, alargándose en un hocico blanco y peludo, con una nariz marrón que se arrugaba al sentir el olor de la sangre en el aire. La transformación la llenó de una fuerza renovada, y, con un movimiento rápido y certero, mordió a R en el hombro, sus colmillos afilados casi rozando el cuello de su enemiga.
El sabor metálico de la sangre llenó la boca de S, un recordatorio de la brutalidad de la situación, pero no tuvo tiempo de pensar en eso. Y, con la velocidad de un rayo, se lanzó sobre S. La oscuridad del bosque, las sombras entrelazadas de los árboles, y el sonido de la lucha se combinaron para crear una escena de caos controlado, donde cada movimiento contaba y cada error podía ser fatal. La batalla entre las lobas se desarrollaba con una ferocidad primitiva, una danza mortal donde solo una podría salir victoriosa.
El bosque, que momentos antes había estado lleno de vida, ahora parecía estar observando en un silencio casi sepulcral. El viento se había calmado, y no se escuchaba el canto de los pájaros ni el crujir de las ramas. Solo el sonido de la respiración de las tres mujeres lobo y sus gruñidos llenaba el aire, mezclándose con el susurro distante de un arroyo que corría cerca. Era como si la naturaleza misma supiera que una batalla crucial estaba a punto de desatarse y esperara, expectante, el desenlace.
El grito de dolor de R resonó por el bosque, pero fue rápidamente acallado por el sonido de Y lanzándose sobre S con una fuerza arrolladora. Y la golpeó en un costado, lanzándola contra un árbol cercano, el impacto sacudiendo las ramas y haciendo caer una lluvia de hojas sobre ellas. S sintió el dolor irradiar desde su costado, pero no dejó que eso la detuviera. Con un gruñido, se levantó de un salto y se lanzó de nuevo a la pelea, sus garras buscando la carne de sus enemigas.
La batalla se convirtió en una danza violenta, un ir y venir de ataques y contraataques que dejó marcas en sus cuerpos y en el suelo del bosque. S peleaba con una determinación feroz, moviéndose con la agilidad y la fuerza de una guerrera experimentada. Pero Y y R no eran adversarias fáciles. Cada vez que S lograba asestar un golpe, ellas respondían con una brutalidad igual de intensa, como si cada herida que recibían solo las hiciera más peligrosas.
El sonido de sus gruñidos y aullidos se mezclaba con el chocar de sus cuerpos y el crujir de las ramas bajo sus pies, creando una cacofonía que parecía reverberar en todo el bosque. Los árboles alrededor de ellas temblaban con cada golpe, y las hojas caídas eran arrastradas por el movimiento frenético de la lucha. El aire estaba cargado de adrenalina, el olor metálico de la sangre comenzaba a impregnar el ambiente, mezclándose con el aroma fresco del bosque.
S sentía cada músculo de su cuerpo arder por el esfuerzo, pero no podía permitirse flaquear. No ahora. Cada vez que sus garras encontraban su objetivo, cada vez que sus colmillos se hundían en la carne de sus enemigas, sentía una chispa de esperanza, una certeza de que podía ganar esta batalla. Pero Y y R seguían atacando sin descanso, sus ojos brillando con una determinación feroz, y S sabía que no podía subestimarlas.
El bosque parecía haber cobrado vida a su alrededor, como si la naturaleza misma estuviera respondiendo a la intensidad de la batalla. Las sombras se alargaban, danzando en sincronía con los movimientos de las combatientes, y el viento comenzó a soplar de nuevo, levantando hojas y ramas caídas en un torbellino caótico. Era como si los elementos estuvieran reaccionando a la furia de la pelea, intensificando la atmósfera que rodeaba a las tres lobas.
S sabía que no podía permitirse un error. Cada movimiento, cada golpe, tenía que ser preciso y calculado. No solo estaba luchando por su vida, sino también por la seguridad de aquellos que habían huido. Uzi, N, Alvirian, Cyn... todos dependían de ella para mantener a raya a Y y R. Y no podía, no debía fallarles.
Con una velocidad que desmentía el dolor que sentía, S se lanzó sobre R, golpeándola con una fuerza que la hizo retroceder varios pasos. Pero R no estaba dispuesta a ceder fácilmente. Con un rugido, se abalanzó sobre S, sus garras buscando nuevamente su carne. Pero esta vez, S estaba lista. Se agachó, esquivando el ataque, y contraatacó con un movimiento fluido que dejó a R tambaleándose
El cuerpo de Y se agitaba bajo el peso de S, pero cada intento de liberarse se debilitaba con el tiempo. Los gruñidos furiosos de R resonaban a través del bosque, mezclándose con los jadeos entrecortados de S mientras sus colmillos se hundían más profundamente en la carne de su enemiga. La sangre de Y, caliente y viscosa, impregnaba la boca de S, un recordatorio feroz de la batalla que había elegido librar. Pero en lugar de detenerse, el sabor metálico la impulsaba a seguir, su determinación fortaleciéndose con cada segundo que pasaba.
Y, sin embargo, no se rendía fácilmente. Con un último esfuerzo desesperado, logró levantar una de sus patas traseras y rasguñar el costado de S, desgarrando su piel con sus garras afiladas. El dolor recorrió el cuerpo de S como una descarga eléctrica, forzándola a soltar su agarre momentáneamente. Y aprovechó la oportunidad, empujando con todas sus fuerzas para liberarse, pero S reaccionó con rapidez, moviéndose hacia un lado para esquivar el ataque de R, quien había aprovechado el breve momento de debilidad para intentar abalanzarse sobre ella.
La situación se había vuelto más tensa que nunca. El bosque, que anteriormente había sido testigo mudo de la pelea, parecía ahora tomar un rol activo en la batalla. Las sombras se movían de manera más rápida, y el viento aumentaba de intensidad, creando un aullido que resonaba a través de los árboles, como si la misma naturaleza estuviera animando a S a luchar. Las hojas caían en torbellinos, girando alrededor de las tres combatientes, como si fueran parte de un ritual antiguo y olvidado. El aire estaba cargado de electricidad, como si una tormenta estuviera por desatarse, reflejando la ferocidad de la batalla.
S respiraba con dificultad, el dolor de sus heridas haciéndose más evidente con cada movimiento, pero no podía detenerse. Sus ojos se encontraron con los de Y, y vio el fuego en su mirada comenzar a apagarse. Era un indicio sutil, pero para S, significaba todo. Sabía que la fuerza de Y estaba menguando, y aunque R seguía atacando con ferocidad, su propia desesperación empezaba a mostrarse en la manera en que se movía, sus golpes menos precisos, sus gruñidos más erráticos.
Con un gruñido bajo y gutural, S se levantó y se lanzó sobre R antes de que pudiera reagruparse. El impacto de su embestida fue brutal, haciendo que R tropezara hacia atrás, chocando contra un árbol con un ruido sordo. La loba se recuperó rápidamente, pero S no le dio tiempo para reaccionar. Con una fuerza renovada, se lanzó hacia adelante, sus garras encontrando la carne de R, rasgando su pelaje mientras un aullido de dolor escapaba de la garganta de su enemiga.
El combate entre las dos lobas se intensificó, los movimientos de S eran rápidos y calculados, mientras que los de R eran cada vez más erráticos y desesperados. Cada golpe, cada mordida, estaba cargado con la fuerza de una voluntad inquebrantable. S sabía que no podía permitirse fallar. No ahora. La imagen de Uzi, N, Alvirian y Cyn corriendo por el bosque, confiando en ella para protegerlos, le daba la fuerza para continuar, para luchar más allá del dolor y la fatiga que amenazaban con consumirla.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, S logró asestar un golpe decisivo. Con un movimiento rápido, se giró sobre sí misma, golpeando a R en el costado con tal fuerza que la loba fue derribada al suelo. S no perdió tiempo, se abalanzó sobre ella, inmovilizándola con su peso mientras sus garras se hundían en el pelaje de su enemiga. R luchó con todas sus fuerzas, pero S era implacable, su determinación una barrera inquebrantable.
Los gruñidos de R se convirtieron en gemidos de dolor, y finalmente, S sintió la resistencia de su enemiga desvanecerse. El cuerpo de R se relajó bajo ella, los ojos de la loba reflejando la aceptación de su derrota. Pero antes de que S pudiera terminar el trabajo, Y, habiendo reunido sus últimas fuerzas, se lanzó sobre ella en un ataque desesperado. El impacto hizo que S soltara a R, y las dos lobas se enredaron en una feroz lucha, rodando por el suelo mientras el bosque a su alrededor parecía cobrar vida con la intensidad de su combate.
El dolor en el cuerpo de S era casi insoportable, cada movimiento una agonía, pero su voluntad no flaqueaba. Sabía que esta era su última oportunidad, que debía acabar con la batalla antes de que su propia fuerza la abandonara por completo. Con un último rugido, se liberó de Y y la derribó al suelo, sus colmillos encontrando el cuello de su enemiga una vez más. Esta vez, no hubo ninguna resistencia. El cuerpo de Y se sacudió brevemente antes de quedar inmóvil.
S se quedó allí, jadeando, con los colmillos aún hundidos en la carne de Y, como si no pudiera creer que finalmente había terminado. El sabor de la victoria era amargo en su boca, mezclado con el sabor metálico de la sangre. Con un esfuerzo, se levantó, tambaleándose ligeramente mientras miraba a su alrededor. El bosque, que había sido un campo de batalla caótico momentos antes, estaba ahora en un silencio sepulcral. Las sombras ya no se movían con frenesí, el viento había cesado, y las hojas caían suavemente al suelo, como si la naturaleza misma reconociera la victoria de S.
R, herida y agotada, se arrastró hacia el cuerpo sin vida de Y, un gemido lastimero escapando de su garganta. Pero S no tenía más piedad que ofrecer.
La batalla había terminado, pero S sabía que aún no podía relajarse. Su cuerpo estaba cubierto de heridas, su pelaje empapado de sangre, tanto suya como de sus enemigas. El dolor latía en cada fibra de su ser, pero no podía permitirse flaquear. No hasta asegurarse de que Uzi, N, Alvirian y Cyn estuvieran a salvo.
Con un último esfuerzo, S levantó la cabeza y lanzó un aullido al cielo, un llamado que resonó en todo el bosque. Era una señal para los demás, una confirmación de que el peligro había pasado. Mientras su aullido se desvanecía en la distancia, S sintió su cuerpo finalmente ceder a la fatiga. Se dejó caer sobre el suelo del bosque, su respiración pesada y entrecortada, pero su corazón lleno de una satisfacción que no había sentido en mucho tiempo.
La lucha había terminado, pero la guerra aún no. Y mientras S yacía en el suelo, sus pensamientos se volvían hacia aquellos a quienes había protegido. Sabía que aún quedaba mucho por hacer, muchos más desafíos por enfrentar. Pero en ese momento, solo podía permitirse un breve respiro, un momento de paz en medio de la tormenta.
El bosque, testigo de la feroz batalla, parecía relajarse también. El viento comenzó a soplar suavemente, acariciando el pelaje de S, mientras los primeros rayos de sol comenzaban a filtrarse a través de las hojas, bañando el claro en una luz dorada y suave. Los sonidos de la naturaleza regresaron lentamente, el canto de los pájaros, el murmullo del arroyo cercano, como si el bosque mismo estuviera celebrando la victoria de S.
A pesar de la sangre, del dolor y de las pérdidas, S se permitió un momento de orgullo. Había hecho lo que tenía que hacer. Había protegido a los suyos, había luchado con todo lo que tenía, y había salido victoriosa. Pero en el fondo, sabía que esto era solo el comienzo. El peligro aún acechaba en las sombras, y debía estar preparada para enfrentarlo, sin importar lo que el futuro le deparara.
Con un suspiro, S cerró los ojos, tratando de disipar la tensión acumulada en sus músculos. La batalla había sido brutal, y aunque había salido victoriosa, la fatiga se sentía en cada fibra de su ser. Los latidos de su corazón, que antes resonaban como tambores de guerra, ahora empezaban a calmarse, volviendo a un ritmo más lento y constante. Sabía que no podía quedarse mucho tiempo en ese lugar, no con R aún viva, pero por un breve momento, necesitaba encontrar un respiro en la calma que seguía al caos.
Permaneció allí, inmóvil, sintiendo cómo su cuerpo comenzaba a relajarse. El peso de la transformación todavía se sentía en sus extremidades, pero poco a poco, la tensión fue cediendo. Con un leve temblor, su hocico comenzó a acortarse, volviendo a su forma humana. Los mechones de pelaje blanco que cubrían su piel se desvanecieron lentamente, revelando su rostro familiar, ahora cubierto de sudor y manchas de tierra. Su cabello, suelto y despeinado, caía en suaves ondas sobre sus hombros.
S bajó la mirada y soltó un gruñido de frustración al ver el estado de su ropa. Las prendas, que antes se ceñían perfectamente a su cuerpo, estaban ahora destrozadas, desgarradas en varios lugares, apenas cumpliendo su función. A pesar de todo, una parte de ella se sintió aliviada al comprobar que, aunque maltratada, aún podía considerarse vestida. Tendría que encontrar algo más que ponerse, pero por ahora, esas ropas la cubrían lo suficiente como para sentirse algo decente.
Todavía sintiéndose agotada, S decidió moverse, apoyándose en sus cuatro patas por puro instinto. A pesar de que su mente estaba volviendo a la normalidad, su cuerpo aún sentía la necesidad de la seguridad animal, de la cercanía con el suelo. Sus músculos se quejaban con cada movimiento, recordándole la dureza del combate, pero ella ignoró el dolor, concentrándose en otra cosa. Levantó la cabeza y olfateó el aire, buscando algún rastro de aquellos que considera familia, de su manada, de aquellos por los que había luchado con tanta ferocidad.
El bosque que la rodeaba estaba en silencio, como si la naturaleza misma respetara su necesidad de calma. El amanecer teñía el horizonte con tonos cálidos de naranja y rosa, y la luz suave del sol empezaba a filtrarse entre las hojas, proyectando sombras alargadas en el suelo cubierto de musgo. El aire aún conservaba la frescura de la noche, mezclado con el aroma terroso de la vegetación y un ligero toque de humedad.
Mientras olfateaba, S captó un aroma que le resultó inmediato y reconfortante: el dulce y delicado olor de Cyn. La fragancia de vainilla con un toque de maracuyá envolvió sus sentidos, provocando que su cola se agitara con entusiasmo, moviéndose de un lado a otro en un gesto inconsciente de alegría. El aroma de Cyn era como un bálsamo para sus sentidos, una señal de que, a pesar de todo, su amada estaba a salvo.
Decidida, S comenzó a avanzar, dejando atrás el lugar de la batalla. Cada paso la acercaba más a Cyn, y la perspectiva de verla la llenaba de un renovado sentido de propósito. Sus patas aún dolían, y su cuerpo estaba agotado, pero nada de eso importaba. Había algo más fuerte que la fatiga que la impulsaba a seguir adelante. Caminó entre los árboles, sus sentidos agudizados para captar cualquier señal de Cyn, sabiendo que, con el amanecer, su amada probablemente se habría refugiado en algún lugar seguro lejos del peligroso sol.
El bosque, aunque tranquilo, aún presentaba sus desafíos. S se movió con cautela, evitando las ramas caídas y el terreno irregular, guiada solo por el aroma que le daba fuerzas. Finalmente, a lo lejos, distinguió un claro con árboles frondosos que podrían dar un refugio. Aceleró el paso, sus ojos buscando alguna señal de Cyn. Conforme se acercaba, vio un pequeño rastro de hojas que parecían haber sido desplazadas, como si alguien se hubiera escondido allí apresuradamente.
Con renovada energía, S se acercó al lugar, segura de que Cyn estaba cerca. Sabía que pronto la encontraría, y el simple pensamiento la llenaba de un alivio profundo. Sin embargo, mientras se acercaba, decidió tomar las cosas con calma, no quería alarmar a Cyn si estaba descansando. S tenía todo el tiempo del mundo para asegurarse de que su amada estuviera a salvo, y lo haría con cuidado y amor, tal como lo había hecho siempre.
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Primero: valoren, porque estoy actualizando con gente en mi casa a escondidas y si me cachan muero.
Segundo: Según yo iba a ser un libro como de 15 capítulos, y aún ni se presenta la trama centrar y vamos en el 12... decidí que sean los que tengan que ser, ya tengo anotadas las ideas de todo lo que va a pasar así que sí, que sean los que tengan que ser.
Por cierto, que tan el final de murder drones? les gustó? :D
A mi me gustó pero siento que el post-credits esta muy a interpretación abierta y dejan muchas cosas sueltas no? Pero bueno, desperdician lo que sería una muy buena segunda temporada.
Hasta aquí Solecito, nos leemos luego :D
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