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✦Siete: Lazos

En los momentos más significativos
Las palabras son escasas
Los gestos abundan
Y las miradas, sentimientos desatan

El frío podía estar calando sus huesos, pero los brazos a su alrededor la mantenían cálida. Aún dentro de su estupor, la fémina miraba asombrada al ser que la sostenía con una firmeza y delicadeza que gritaba protección.

Su ojos, con una aureola celeste, destilaba el frío de un hielo, pero el brillo de sus oscuras pupilas desprendían preocupación pura. Si su imaginación le estaba jugando una mala pasada, no podía estar segura, porque se sentía tan real que hasta la película más realista se sentía falsa delante de aquello.

El ángel dejó escapar un suspiro, el vaho dejó el rastro de su aliento, la brisa meció su oscuro y fino cabello, así como sus blancas ropas y brillantes plumas. Todo en él desprendía imponencia y delicadeza al mismo tiempo.

—Esto, no es un sueño ¿Verdad?

—¿Soy un sueño para tí? —murmuró con cierta gracia.

La pelinegra se dedicó a detallar cada fracción dentro del rostro ajeno, pudo ser muy invasiva, estaba patidifusa al punto de no querer pestañear para no perderse de nada, estaba grabando su rostro en su mente, casi con ganas de tatuárselo en el cerebro para no olvidarlo de nuevo. Al ángel le hace ternura verla tan emocionada por verlo.

Finalmente su pequeña luz podía conocerlo.

—No puedo creer que seas real, bueno, sí lo creo, te tengo en frente y hace unos segundos estaba cayendo por un acantilado...

En eso el ambiente cambió rápidamente. La estupidez de sus acciones la golpeó, cargando una oleada de vergüenza vertida en su pequeño cuerpo. Los ojos del ángel se vieron más oscuros de repente, su rostro estaba serio.

—Lo que hiciste fue peligroso

Reprendió, su tono de voz era muy calmado, sin embargo su rostro reflejaba cierta angustia. La menor mordió su labio antes de defenderse.

—Lo siento, no se me ocurrió otra forma de llamar tu atención. —admitió, avergonzada, y emocionada por partes iguales. —Cuando era niña y estuve en peligro me salvaste, creí que funcionaría de esa forma

Las manos del angel abandonaron su cuerpo, antes de arrodillarse para tomar su mano con la propia.

—Debes tener cuidado —su voz y rostro eran serios, no obstante, colmados de una extraña tranquilidad. —Quizá yo estoy cuidando de ti, y sólo en caso de que algo antinatural te aceche, pero si corres peligro de muerte por causas naturales, no podré intervenir. Incluso si se trata de suicidio, ésta ha sido la excepción, así que piénsalo mejor la próxima vez

Bien, tenía un punto.

—Lo siento, otra vez

Ambos se miraron en silencio, el aire salino del acantilado les acariciaba el rostro con vigor, la oscura noche cubría sus cabezas y el fino susurro del oleaje rompiendo contra las rocas formaban un ambiente mágico. Pero mirar a los ojos del ángel que la estuvo cuidando por tanto tiempo, confirmar su existencia con solo tocar suavemente su mano y escucharlo hablar, volvían de aquello algo incomparable. Su mente viajaba a mil por hora, sin embargo su boca parecía no querer formular palabra alguna todavía. Una vez que el ángel descifró su expresión sonrió suavemente, atrayendo ambas manos entre las suyas, la diferencia de dimensiones eran notorias.

—Te quiero pedir un favor

—No se lo diré a nadie —respondió apresuradamente. —Lo prometo, también prometo no hacer estupideces

K estaba fascinado.

—Eso ya lo sé. —musitó. —Sin embargo debo pedirte que, por ahora, cargues esto contigo.

K sostuvo las manos de Hanaki sobre las suyas, dió una pequeña respiración, viéndose bastante concentrado en ellas, las soltó suavemente antes de formar un halo con sus dedos, luego los llevó al cabello de la fémina, cubriéndola con sus manos sutilmente. Hanaki estaba confundida pero se dejó hacer, un pequeño brillo brotó de las manos ajenas antes de que las bajase por cada lado de su cabeza, acariciando sus largos y lacios cabellos en el proceso. Cuando hubo terminado, sonrió al ver su obra terminada.

—Te ves preciosa

—¿Qué hiciste? —inquirió. No podía descubrir que había pasado a simple vista.

—Mírala tú misma

La menor, aún confundido llevó sus manos hasta su cabeza. Sintió algo rodear su cabeza y el sutil peso de algo. Sin más lo llevó de su cabeza hasta sus manos para mirarlo de mejor manera. Sus ojos casi se salen de órbita al ver una tiara completamente hecha de lo que parecían ser diamantes entre sus palmas. Tenía un diseño muy fino y minimalista, los detalles que más le llamaron la atención es que cada pequeña piedra brillante parecía estar soldada a la otra formando el cuerpo de la tiara con mucha fragilidad. Además de que estás poseían un brillo inigualable, no es que supiera mucho de diamantes, pero si tuviese que compararlo con algo, era como ver polvo estelar incrustados en perlas sumamente pequeñas y hermosas.

—Por tu cara, creo que te gustó —murmuró el célico.

Hanaki no salía de su estupor.

—¿Cómo lo hiciste? —musitó, anonadada. —Es hermosa

El ángel tarareó lo que parecía ser una repuesta. Detrás de otra.

—Es mi primer obsequio

El primero de muchos

El viento sopló con fuerza, Hanaki tembló en su sitio. Ya eran pasadas la ocho y ella seguía al borde de un acantilado de las frías costas de Okinawa. K escuchó una campanilla mental, era hora de atender sus deberes.

—Gracias, pero yo quiero...

—En otro momento podremos hablar, hoy no va poder ser —Interrumpió suavemente.

Hanaki no pudo evitar entrar en un pequeño pánico.

—¿Por qué tienes que irte ahora? Quédate, por favor —pidió con ojos suplicantes. El ángel, conmovido, tomó las manos de la pelinegra nuevamente entre las suyas.

—Te prometo que volveré cuando me necesites, o solo llámame, cuando sea necesario.

La confusión en la menor fue evidente.

—¿Cómo hago eso sin...? —alargó, con la cara sonrosada. —Ya sabes

Una pequeña sonrisa surcó sus facciones. K tocó la frente ajena con su índice, para poder dormir a la pelinegra.

—Lo sabrás pronto, pequeña luz

—Al menos dime tu nombre —pidió como último deseo esa noche. El célico inclinó su cabeza para conectar sus miradas.

—Soy K, encantado de conocerte, Hanaki

Luego todo fue oscuridad.




•••




Lunes, 7:12 am.

—Buenos días

—Hola, Harua

Al sentarse, el castaño logró percibir la pesadez en los movimientos de la fémina. La verdad era que Hanaki apenas había dormido, despertó cerca de las dos de la madrugada envuelta en sus sábanas como siempre, lo primero que recordó fue haber visto al ángel de nuevo, pero esta vez había hablado con él, sin embargo el terror de que todo haya sido un cruel sueño la azotó de pronto, se volvió un lío andante revolviendo su habitación para encontrar todo en su lugar, incluyendo la daga. No obstante, no se convenció del todo hasta que la tiara apareció debajo de su almohada, tal y como la recordaba. El resto de la noche solo fue insomnio y rodar sobre sí misma hasta el amanecer y el inevitable día de clases que tenía que enfrentar, no quiso hacerse bolas con el asunto pero no dejaba de preguntarse como el ángel la había traído a casa sin que se dieran cuenta. Ahiko la miraba extrañamente durante el desayuno, quizá queriendo preguntar cuándo y cómo había llegado a casa la noche anterior, sin embargo se limitó a decirle que lavara los trastes antes de venir a clases y luego se encerró en su habitación. Hanaki agradeció infinitamente aquello, no estaba de humor para inventar mentiras. No dormir le estaba pasando factura severamente. Pero no se arrepentía de nada.

—Fue muy raro, me preocupé mucho porque no te vi por ningún lado. —hablaba rápidamente. —Quise ir a verte a tu casa pero pensé que te molestarías, y bueno...

—No me molesta, Harua —musitó la pelinegra, manteniendo un semblante tranquilo.

El castaño sin embargo, no dejaba de sentirse preocupado, no podía dejar ir el tema de que todos en aquella fiesta quedaron inconscientes de un momento para otro, cuando nadie había consumido algo que pudiese causarlo. Todos habían despertado en las mismas condiciones, aparentemente sanos y sin rastros de alguna alteración en sus sistemas o integridad física. Sin embargo no dejó de ser preocupante para muchos, al ser adolescentes muchos empezaron a teorizar desde las razones más probables y lógicas, hasta los que creía que probablemente fueron abducidos por alienígenas pero los rechazaron por ser cabezas huecas. Eventualmente algunos dejaron ir el tema con el pasar de los días, otros no.

—¿Cuándo te fuiste de la fiesta?

—En la mañana, desperté primero así que me fuí, lo siento por no despertarte —mintió, sintiéndose culpable al instante. No los habrían dormido de no ser porque esa bestia la buscaba, pero en el fondo ella no tiene la culpa de ser un blanco aparentemente comestible para esos espectros. —¿Crees que para la clase de hoy podamos hacer una dinámica por sorteo?

Cambió de tema para desviar la atención del chico con éxito. En poco tiempo ya estaban viendo clases y no volvieron a tocar el tema de la fiesta.

El día transcurrió con normalidad, aunque los del club seguían mencionando los sucesos extraños Hanaki logró evadir las preguntas manteniendo la misma versión, con mucha incomodidad al respecto. Más tarde salió en compañía de su único amigo hasta la parada de buses, sin embargo al salir de los dominios del colegio la presencia de un auto muy conocido para Hanaki llamó su atención. Haciendo sus pasos detenerse en seco.

—¿Tío?

—Hola, cielo. —el mayor saludó con alegría. —¿Qué tal tu día?

La contraria parpadeó, aún sin poder creerlo. Aunque cosas extrañas estaban pasando últimamente en su vida, y ver un demonio vivo no se comparaba con ver a su tío frente a su escuela. ¿Quizá estaba exagerando? No tenía idea, pero que la partiera un rayo ahora mismo si lo hacía. No la malinterpreten, pero su tío dejó de llevarla a la escuela o buscarla cuando su tía insistió en que ella ya era lo suficientemente grande para salir sola y no depender de un adulto para eso. ¿Qué debía pensar?

—Bien, sin ofender, tío, pero... ¿Qué haces aquí?

—¿Sorpresa? —el mayor se acercó y no dudó en envolver a la adolescente en un breve pero afectuoso abrazo. —Quiero llevarte para comprar tu regalo, así que pedí permiso por ésta tarde en el hospital

Hanaki quiso responder algo, sin embargo las palabras no parecían querer salir de su boca, su cara no podía expresar más sorpresa. En eso algo, o más bien alguien captó la atención del mayor, haciendo a la menor mirar en la misma dirección que él.

—¿Él es tu amigo? —preguntó, la fémina reconoció a Harua mirándolos desde el portal, a pocos pasos de ellos con algo de timidez. —Hola, soy el tío de Hanaki

El mayor se presentó, dejando a ambos jóvenes sorprendidos. El chico se acercó y tomó la mano que le era ofrecida correspondiendo el saludo con educación.

—Soy Harua, mucho gusto señor.

—¿Quieres venir con nosotros? —preguntó el mayor de repente.

Hanaki y Harua se miraron entre sí, sus miradas expresaban el mismo desconcierto. Pero en el buen sentido.


•••



—¿Y, cómo les fue hoy en la escuela?

—Saqué diez en el exámen de álgebra

—Presumida —fingió molestia. —pero también me hubiera gustado tener un diez en vez de un nueve en álgebra

—Eso te pasa por no saber escribir hipotenusa —se burló ligeramente.

—¡Solo me faltó la H! —se quejó. —Es un exámen de matemáticas de todos modos, no de gramática

Hanaki se rió en su cara.

Fuma que iba conduciendo, dirigió una mirada fugaz por el retrovisor hacia ambos adolescentes en los asientos traseros del vehículo riendo con ellos por sus comentarios, nunca había visto esa faceta en Hanaki y le estaba agradado de sobremanera. Charlaron sobre temas al azar en todo el camino al centro comercial, una vez rompió el hielo logró que ninguno se sintiera incómodo para que pudieran ser ellos mismos.

Cuando hubieron salido de la tienda con el nuevo celular de Hanaki en mano, el cual ella misma había elegido después de un rato no muy largo, Shigeta no paraba de hablar al respecto, inclusive se tomó una foto con la chica para ponerla en su fondo de bloqueo.

—Es muy bonito, tienes que guardar mi número ahora —sin esperar respuesta de la chica, guardó su propio número en el aparato.

Luego de enviarse un mensaje para guardar el número de la fémina, se lo entregó a su respectiva dueña. Hanaki lo tomó en sus manos y luego soltó una pequeña risa.

—"El mejor amigo del mundo mundial" ¿Estás loco?

—Oye, que soy el mejor amigo que tienes

—El único en realidad. —sonrió con timidez. —¿Cómo guardaste mi contacto?

—No voy a decirte —contestó infantilmente. La pelinegra, indignada por la clara injusticia, no dudó en hacerlo saber.

—Eres un tramposo, conejo malvado

Antes de que el aludido pudiese replicar, la risa del adulto sacó a ambos jóvenes de su burbuja.

—Niños. ¿Les parece si vamos por un helado?


•••


—Llegamos, ¿Qué pasa, cielo?

Con las mejillas completamente rojas, Hanaki miró a su mayor, con la misma expresión afable de siempre y esos ojos iguales a los suyos, oscuros pero cargados de afecto.

—Gracias, tío.

Fuma, en cambio, sonrió satisfecho.

—Me alegra que te haya gustado tu regalo

—No es sólo eso, me gustó que conocieras a Harua y que pasaras tiempo conmigo. —sinceró la chica. —Te tomas muchas molestias por mí y nunca te lo agradezco...

Fuma negó, con la misma expresión. La acogió entre sus brazos sin previo aviso, Hanaki se congeló al momento, sin embargo no pasó mucho hasta lograr pasar sus brazos por la espalda del mayor, su corazón saltó de alegría.

—Me cayó muy bien, pude confirmar que es un buen chico y me encantó verte sonreír así. —la miró, aún mientras estaba entre sus brazos. —Yo espero poder compartir más momentos así contigo, así que no son molestias, eres mi hija y te adoro ¿Lo sabes, no?

Un nudo tomó lugar en su garganta, no supo qué decir. Con la excusa de no dejar que su tío viera sus ojos aguados sólo lo abrazó de nuevo, escondiendo su cara en su pecho. Pero para él no era necesaria una respuesta.

—Otra vez llegando tarde, Hanaki. —la repentina voz de Ahiko hizo que los presentes la miraran. Ésta miró a su esposo con sorpresa, claramente no lo esperaba. —¿No deberías estar en el trabajo, Fuma? ¿Vienen juntos?

La menor, incómoda por el ambiente tenso recién formado, apretó el brazo de su tío, lo miró en silencio con los ojos cargados de angustia. No quería que terminaran peleando nuevamente por su culpa, el mayor entendió su miedo y acarició tiernamente los cabellos de la chica antes de dejar un beso en medio de su frente, ignorando por completo la mirada indignada de su esposa. Porque aunque Hanaki no haya dicho algo al respecto, estaba seguro de que Hanaki escuchó la discusión entre ellos la noche que llegó tarde por primera vez a casa.

—Ve a tu cuarto, tranquila. —pidió el mayor.

La chica todavía no muy convencida asintió, no sin antes susurrar.

—Por favor

Sólo recibió un asentimiento como respuesta, antes de subir siendo asesinada por la mirada de la mujer, cerró la puerta, con la esperanza de no escuchar nada, lo cual era poco probable.

Aunque el pronóstico de esa noche no auguraba paz, Hanaki no podía permitirse desvelarse, entró a su habitación decidida a dormir temprano. Una pequeña sonrisa tiró de sus comisuras cuando su cuaderno fue lo primero que vió sobre su escritorio, se acercó para abrirlo en la página donde estaba el boceto que tanto anhelaba terminar.

Pensó en su ángel, en K. Las ganas de verlo nuevamente eran inminentes, sin embargo le prometió no hacer algo estúpido y el le pidió no llamarlo a menos de que sea necesario. ¿Extrañarlo era motivo suficiente para llamarlo y que viniera a verla? No lo creía, de todas maneras ¿Cómo lo llamaría en primera instancia? K dijo que lo sabría pronto, pero no sabía si él se lo diría directamente, ¿Tendría que descubrirlo sola o lo dijo para que no se alterara por su ida? Sea lo que sea, no podía darse el lujo de hacer algo imprudente nuevamente ni tan pronto. Así que se dijo a sí misma qué debía respetar la voluntad de su ángel y lo que ella misma había prometido. Llevar una vida normal era lo primordial.

Cómo si algo puede volver a ser normal a estas alturas, rió para sus adentros.

La verdad se sentía algo cansada, pero aún faltaba mucho para la hora de la cena y dudaba poder bajar aunque lo fuera, así que, decidida a terminar su dibujo con la imagen más vívida de su ángel guardián en su cabeza, se cambió por algo más cómodo antes de empezar.

Mientras, K desde lejos observaba a su pequeña luz, como cada día. Con una sonrisa pacífica y el corazón tranquilo.

Hola
Espero que se encuentren muy bien

Me tardé una vida con esto
Pido disculpas por la ausencia
Si alguien todavía está aquí espero que le guste el resultado

Pd: cambié el banner porque el otro se me perdió

Sin más que agregar, gracias por leer
Bai<3

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