✦Cinco: Huída
Huye, huye mientras puedas. Si las ratas viven por escurridizas y cobardes, tú no mueras por curiosa cuál gato hambriento
La vida estaba llena de misterios. El sentido de la vida tenía muchas ramificaciones conceptuales que la gente se dedicaba a esparcir según sus ideologías y credos. Existen los que creen fielmente en que la biblia tiene todas las respuestas a cualquier duda que surja acerca de la vida. Algunos piensan que todo tiene razón de ser, ya sea por obra y gracia divina, o por lógica matemática y ciencia. Lo físico y lo espiritual estaban divididos en dos conceptos tan opuestos y lograba combinarse dentro del ser humano de una forma u otra. Pero sin en algo estaban de acuerdo ambas partes es que: A fin de cuentas, la verdad siempre era subjetiva, nunca habría una última interpretación y todo dependía desde el cristal con que lo mirases.
La búsqueda de respuestas para Hanaki había dado inicio. Esa tarde visitó la biblioteca municipal, buscando entre los rincones más viejos y menos concurridos se sumergió en una imperiosa búsqueda de la verdad.
La verdad no sabía por dónde empezar, eran tantas las opciones que podían llegar a darle dolor de cabeza incluso al investigador más activo. La mitología griega fue su primera opción, llevó la daga con ella intentado encontrar alguna similitud entre las armas usadas por los Dioses del Olimpo y la que guardaba en su poder. Sin hayar nada que le ayudara.
Recorrió más estantes, uno por uno, leyendo y analizando cada cosa que le pudiese resultar útil, hasta que su cabeza quiso explotar. En el último estante de aquel desolado pasillo, reposaba un tomo al que no había notado, pero antes de que se acercara, el libro cayó en el suelo sin razón alguna, abriéndose en una de las tantas páginas que poseía.
Con el miedo hasta el punto rojo del manómetro, Hanaki tomó el libro entre sus manos. Sacudiendo el poco polvo que tenía, y algunas telarañas. Leyó el título del texto.
—¿Ángeles guardianes? —le llamó la atención la frase. Y en eso recordó la imagen de su sueño, viendo las ilustraciones de seres alados como en las representaciones que hacen en las pinturas exhibidas en los museos.
Pasó las páginas, el dialecto era un tanto complicado, usaban demasiadas metáforas. Su mente no alcanzaba a interpretar todo tan rápido, sin embargo las siguiente ilustraciones de un ser humano, usando una daga similar a la propia la detuvo.
—Néfilim...
—¿Qué haces tan tarde por aquí, pequeña? —la repentina voz de alguien más la hizo cerrar el libro de golpe. —Ya casi estamos cerrando
Se trataba de la bibliotecaria. Una señora de edad avanzada, que tenía un aura acogedora pero extraña. La mujer miró a la niña de pies a cabeza, y luego el libro que reposaba en sus manos.
—Lo siento, oiga. —llamó a la mayor. —¿Puedo rentar unos libros?
Por alguna razón, la sonrisa de aquella señora, le resultó escalofriante.
—Claro, los que quieras
Hanaki tomó el libro y su bolso para salir detrás de la señora, pasó por la recepción donde se encontró pidiendo el libro que quería llevar, siendo atendida por un chico. Pero no cualquier chico.
—Hirota Riki
Un susurro se le había escapado. El mencionado miró a la fémina con seriedad, intentado escanear el libro tan particular. El cual no apareció en el registro de la biblioteca. Así que el muchacho, ignorando la mirada que tenía sobre él, sacó una copia de la portada del libro antes de entregárselo a la fémina. Hanaki más que sorprendida por ver al pelinegro allí, no podía evitar sentirse presionada por esos ojos. Ilógico siendo ella la que no podía evitar mirar al otro. Cuando el libro le fue tendido, éste opuso resistencia antes de entregarlo. Ganándose una mirada de confusión.
—Deja de hurgar en lo que no te conviene —habló con un tono bajo y grave. Soltó el libro dejando que Hanaki lo tomara por fin.
Un escalofrío le recorrió la vértebra. ¿Qué quería decir con eso? ¿Tenía que ver con el libro? Era demasiada casualidad que ese muchacho estuviera tan cerca cuando algo extraño le pasaba. ¿Cierto?
—Maki, hijo, cuando termines ven a ayudarme a cerrar el portón
La mujer mayor habló, cortando la conexión visual que ambos jóvenes tenían. Muy diferente al aura que tenía Maki hace un momento, ahora sonreía para la mayor.
—Claro, abuela —y sin más, dejó su asiento. Obligando a la fémina salir del lugar con demasiadas dudas en su cabeza.
•••
Miraba el café helado entre sus manos con mucha concentración, aunque más que concentrada su mente estaba sumergida en un mundo muy lejano al que su cuerpo pertenecía. Las dudas viajaban de un lado a otro, tanto así que sólo el chasquido de unos dedos haciendo clic frente a ella la sacaron de golpe.
—Hanaki, estás distraída ¿En qué piensas? —Harua, la miró curioso, ya había terminado su propio café y el de Hanaki ya estaba a nada de ponerse caliente.
La azabache, sin poder evitarlo, lo miró con seriedad, pensando en lo que le iba a decir a continuación.
—Tienes un moco en la nariz que me está molestando
—¿¡Dónde?! —el castaño se cubrió la cara con completa vergüenza, viendo su reflejo en la pantalla de su celular, sin encontrar algo. La azabache reía bajito por su reacción. —Qué malvada, me asustaste
—Lo siento
—Olvídalo, ven aquí. —habló Harua tomando la mano de la contraria. —Vamos a esa tienda
Ese gesto no pasó desapercibido para la joven, desde hacía unos días el castaño empezaba a hacerlo con frecuencia. Cada que iban a algún lado, tenía ese gesto con ella. Para Hanaki resultó ser algo muy natural con el paso de los días, si bien las muestras de afecto no eran lo suyo, recibirlas de parte de Harua la hacían sentir cómoda. Era la única persona que transmitía tanta confianza desde el inicio.
Se fueron caminando por el centro comercial, ambos habían quedado en comprar un regalo cada uno para Danielle. Fuma más temprano le había dado algo de dinero a su única sobrina para éste propósito.
Eran cerca de las tres de la tarde. Habían culminado las clases y salieron directamente al centro comercial, debido a que hoy era el cumpleaños y la celebración del mismo, cancelaron el club por esa tarde para que sus compañeros tuviesen tiempo de arreglarse y organizarse temprano. Para Hanaki no era nuevo ese lugar, había venido muchas veces con su tía para hacer el mercado, sin embargo siempre se abrumaba con tantas personas a su alrededor y terminaba por encerrarse en el auto hasta que la mayor dijera que ya podían irse. Era diferente con Harua, podía concentrarse en él mientras hablaban de cualquier cosa sin prestar atención a su alrededor.
La fémina esperó con la bolsa entre sus manos en la entrada a que el muchacho pagara su regalo, dónde se dedicó a observar el local de cine. Del cual una persona enparticular llamó su atención, podía jurar que bajo toda esa ropa oscura se encontraba alguien familiar, entre el cubrebocas y la gorra un par de ojos se asomaron. Cuando sus miradas conectaron la azabache se vió en la necesidad de mirar a otro lado, pero el sujeto desapareció entre la gente antes de siquiera intentarlo.
—Hanaki...
La nombrada dió un brinco en su sitio, tomada por sorpresa. Harua la veía con una media sonrisa, que se apagó al verla más pálida.
—¿Te sientes bien? ¿Te asusté? —Hanaki, con la vista perdida y sin saber qué estaba buscando, de repente volvió a tierra cuando Harua tomó su mejilla. —Estás fría
—Harua... —llamó, iba a decirle que vió. ¿Pero, qué fue lo que vio? Ya no lo recordaba. —Nada, creo que estoy viendo doble
Las imágenes en su cabeza parecieron desvanecerse en un segundo, de un momento a otro, como el viento barre una cortina de humo que le impide ver con claridad. ¿Se estaba volviendo loca? Tal vez no haber dormido bien tenga que ver. Decidió dejarlo pasar y suspiró para tranquilizarse.
—¿Segura? —la fémina asintió. —Si te sientes mal, podemos irnos
Sin dar respuesta, simplemente se marcharon del lugar.
•••
5:56 pm.
—Feliz cumpleaños, Danielle
Exclamaron ambos adolescentes. La rubia los recibió con una grata sonrisa y un tímido abrazo por parte de los recién llegados. Eran cerca de las seis de la tarde, bastante temprano a decir verdad. Sin embargo no tuvieron problemas para llegar al complejo residencial que quedaba muy cerca de dónde Hanaki vive, llegando en pocos minutos caminando.
—¡Si vinieron! —celebró, Danielle. —Dios, creí que no llegarían, son los únicos del club que faltaban. —Harua rió.
—Oye, no pueden empezar sin su presidente
—Por supuesto que no. —concordó. —Pueden dejar los regalos ahí, están en su casa, así que disfrútenlo —fueron las últimas palabras de la chica antes de despedirse.
Hanaki se sentía muy curiosa. La fiesta no estaba en su pleno apogeo, pero se veía un ambiente muy agradable. Después de dejar sus regalos Harua tomó su mano para acercarse a sus demás compañeros del club, siendo recibidos muy cálidamente. En cuestión de minutos empezaron las conversaciones amenas y juegos entre los jóvenes, la muchacha dejó de sentir miedo a relacionarse con su entorno y logró disfrutar la mayor parte del tiempo.
—Hanaki, voy por unos refrescos ¿Quieres? —Harua se acercó, junto con Danielle. —¿O prefieres agua?
—Iré con ustedes —contestó en cambio. —Quiero usar el teléfono
Eran ya las 9:00 pm... se les había pasado la hora entretenidos y Hanaki tenía ganas de avisar a su tío que llegaría un poco más tarde de lo acordado. Ya que sus amigos les convencieron de jugar al verdad o reto, a cambio la acompañarían a casa para que fuera segura.
Salió por la puerta de la cocina hacia el patio, dejando a sus amigos dentro. La brisa fría la abrazó rápidamente, estaba usando el teléfono de casa que Danielle amablemente le prestó.
—Contesten...
La línea repicaba, pero nadie atendía. Así que decidió dejar un mensaje en el teléfono. —Hola, soy Hanaki, llamé para avisar que llegaré un poco más tarde y no se preocupen, unos amigos...
Cortó la llamada al terminar. Cuando se decidió entrar, había silencio total. Extrañada, caminó hasta el salón donde pudo encontrar a todos los presentes inconscientes sobre su lugares. La primera persona a la que se acercó fue a Harua, lo removió del los hombros y llamó su nombre varias veces en un vano intento por despertarlo, incluso comprobó sus latidos y respiración, las cueles eran normales pero no dejaba de ser preocupante. ¿Por qué de un momento a otro todos estaban dormidos? Ni siquiera estaban consumiendo alcohol. Asustada, corrió afuera para intentar pedir ayuda, pero lo que la recibió fue un enorme escalofrío que dejó sus pies pegados al suelo, una neblina negra casi imperceptible se le subió por las piernas y el brillo de un par de iris negros la mantuvieron cautiva.
Hasta que el monstruo que tenía de frente se adelantara hacia ella con obvias intenciones de atacarla. Ella sólo alcanzó a cubrirse con los brazos, antes de ser tomada por el cuello. De un momento a otro sus pies ya no tocaban el suelo y el aire le faltaba. Estaba mirando a la muerte directo a sus prominentes fauces y negros ojos, un gutural chillido le dejó aturdida y la viperina lengua del espectro se hizo presente.
Desesperadamente trató de buscar oxígeno, con el agarre de sus manos sobre el monstruo, cerró los ojos con las lágrimas a punto de caer por sus mejillas. Un silvido rompió el aire cuando un arma afilada separó las garras en el cuello de la fémina de la bestia.
Hanaki cayó al suelo en un instante, oyendo el gruñido del espectro furibundo y adolorido al que ahora le faltaba una extremidad, pero su cuerpo no destilaba líquido. Tenía la vista borrosa, sin embargo logró divisar la figura de un hombre abalanzarse sobre el demonio y rodar con éste, terminó por degollar y luego clavar la misma arma dónde debería ir un muerto corazón. Segundos después el cadáver se encendió en llamas, de la nada, se quemó en cuestión de décimas de segundos.
Todo quedó en absoluto silencio. Que fue cortado rápidamente por un chillido justo detrás de ella.
—¡Qué demonios! —gritó, antes de ver a la bestia lanzarle un zarpazo que acabaría con su vida.
—¡Hanaki!
Su brazo fue tomado con fuerza, y en poco tiempo se vió arrastrada por la fuerza de alguien más hasta un lugar más seguro. No podía reconocer a la persona que tenía en frente debido a la oscuridad, pero logró usar sus talones para frenar, haciendo a ambos cuerpos chocar bruscamente y a Hanaki caer sobre el contrario.
La fémina intentó aprovechar la distracción y salir huyendo, pero fue detenida por un agarre en su cintura.
—¡Suéltame!
Pataleó. Pero rápidamente fue girada sobre el suelo, ella quedó debajo del contrario, fue tomada de las muñecas a cada lado de su cabeza antes de poder darle aunque fuera un golpe a su captor.
—Detente, te harás daño —habló firme. Sólo allí Hanaki se dignó a reconocer a la persona frente a ella.
Sólo se trataba de nada más y nada menos que de Hirota Riki. Sus pechos subían y bajaban con violencia debido al esfuerzo, aún así se las arregló para recuperar algo de aire y mirar al contrario a los ojos.
—¿Qué está pasando? ¿A dónde me llevas? —hesitó.
El pelinegro soltó las muñecas ajenas, dejando que se incorporaran sobre el suelo.
Hanaki estaba temblando de miedo. El contrario notó sus manos temblorosas, y las tomó entre las propias para tratar de darle confianza. Siendo rechazado suavemente, ya lo esperaba, Hanaki no podía saber si sus intenciones eran buenas, nunca habían hablado, eran prácticamente desconocidos.
—Oye, confía en mí ¿Quieres? —bramó. —Éste lugar no es seguro ahora. Tienes que huir
—¿Por qué lo haces? —la fémina lo miró en medio de la oscuridad, atenta a cualquier movimiento que le causara rechazo y escaparía. —Esa cosa no intentaba matarte a tí
—Eso no importa, importa es que te pongas a salvo lo antes posible —señaló la cerca del patio trasero. —¿Me oyes?
Hanaki negó.
—Harua y mis compañeros siguen ahí
—Ellos van a estar bien, sólo están dormidos. —afirmó. —Lo prometo... —lo vió llevarse las manos a la nuca y sacar un collar de su cuello, el cual ató en su muñeca sin pedir permiso. —No te lo quites por ningún motivo
Hanaki miró el objeto llena de confusión, era un collar común y corriente, con un dije parecido al de una moneda con un sello extraño, en el centro habían un par de alas extendidas.
—Corre, y por ningún motivo te detengas —ordenó, segundos después el gruñido de una bestia se oyó cerca, literalmente el monstruo estaba sobre sus cabezas. La menor cubrió su boca para evitar soltar un chillido que los delatara, Riki le dió una mirada de advertencia, señalando la salida.
Se sintió realmente impotente, literalmente estaba a nada de salir corriendo como una rata cuando llega el gato. Sí, es lo que una persona normal haría en situaciones de peligro, pero ¿Por qué se sentía tan mal de tener que salir de la escena sin hacer algo? Literalmente había alguien aparentemente humano combatiendo con un monstruo.
No era que se sintiera capaz de hacer lo mismo, pero al menos aportar algo de ayuda no estaría mal. Su mirada denotaba su furia contenida, algo peligroso estaba pasando y ella sólo podía huir, cuando esperó encontrar la verdad no pensó que tendría que actuar de esta forma tan humillante.
Con el instinto tan primitivo de huir.
—Me siento como una maldita cobarde huyendo —susurró.
Recibió una mirada seria, pero una sonrisa llena de algo que parecía burla. Eso la hizo fruncir el ceño.
—Es eso o morir, créeme —alzó una ceja y sacó una espada de su funda. El grabado de la empuñadura era muy similar al de la daga que Hanaki tenía guardada, lo cual le llamó la atención, pero no mencionó nada al respecto. —¿No te dije que corrieras?
—Ya me voy —revoleó los ojos.
El monstruo sanguinario cayó del techo hasta quedar frente a ellos, vio al muchacho levantar su arma y arremeter contra otra bestia colmilluda igual a la anterior.
Un chillido perforó sus oídos dejándola ligeramente sorda, aprovechó el momento en el que la bestia quedó debajo del chico para salir por la parte trasera del patio. Pasó arbustos, árboles y finalmente llegó a la cerca, la cual tuvo que escalar por las verjas hasta salir.
El frío de la calle la recibió en seguida, la luna era lo único que le acompañaba entre las farolas. Comenzó a caminar rápido, no lograba escuchar nada. Se abrazó a sí misma en un acto de consuelo, su mente divagaba y estaba muy intranquila. Pero cuando pensó que no correría más peligro, el ruido de los botes de basura la sobresaltó.
Un nuevo ente apareció frente a ella, sus ojos se ensancharon con el temor recorriendo cada nervio, a éste lo pudo ver con mayor detenimiento. Más por qué el miedo la tenía paralizada que por otra cosa. Era una bestia con forma humanoide, era grande, al menos tres metros y su figura estaba dolorosamente encorvada sobre sí misma. Poseía una piel del tono de la nieve, sus huesos se veían a través de la delgada y desgastada piel, restos de los que parecían ser plumas adornaban sus antebrazos de manera pobre y descuidada. Sus extremidades eran formidables, ásperas y filosas garras las armaban, su cabeza era por mucho lo más tenebroso, un cráneo amorfo rapado, dos pozos negros sin brillo alguno, parecían las mismísimas tinieblas en dos esferas, una mandíbula con grotescos colmillos y dos agujeros en la cara que debía ser por dónde respiraba.
La bestia bufó en cuánto la encontró. Se tomó su tiempo para observarla al igual que la joven de cabello negro. Su piel más pálida de lo normal resaltaba entre la mata de cabello azabache y lacio. Sus ojos grandes y redondos abiertos de par en par, complexión pequeña y claros niveles de adrenalina contenidos.
Hizo el amago de moven un pie atrás, pero sin poder lograrlo. La bestia se inclinó sobre ella de manera sigilosa, demasiado calmada. Cómo un pequeño cordero arrinconado, Hanaki observó sus movimientos. Algo en ese monstruo no parecía andar bien ¿Por qué no la atacaba de una vez? Maki le había dicho que corriera, pero no le dijo qué hacer en caso de que un monstruo la acorralara nuevamente. No tenía sentido huir para ella a esas alturas, permanecer quieta haría todo más fácil y rápido ¿No?
—¿Porqué... No acabas ya?
La bestia, como si la entendiera, ladeó la cabeza. Hanaki logró ver su propio reflejo en los ojos ajenos, éste alzó una garra para tocarla.
Sin embargo, en menos de un segundo el cuerpo del monstruo se vió envuelto en violentas llamas de color rosa pálido. Hanaki ahogó un jadeo de sorpresa, viendo al animal fundirse hasta volverse cenizas. Sintió un ardor en la muñeca que la hizo chillar y levantarla por instinto, dónde debería estar el collar ahora había una luz rosa, que se desvaneció dejando una pequeña quemadura apenas visible.
Todo quedó en repentino silencio, la brisa se llevó las cenizas. Estaba muy confundida, ella no se había movido ni un milímetro y estaba completamente sola ¿Qué lo había matado?
Un grito salió de su boca cuando sintió un agarré en su hombro, por inercia lanzó un golpe a quién quiera que fuera. Y su muñeca fue atrapada en el aire. Un par de ojos oscuros la enfocaron con sorpresa.
—Al fin te alcanzo. —dijo Riki, soltó la muñeca de la chica. —¿Te encuentras bien?
La menor suspiró, notablemente cansada, aún no entendía cómo no había muerto, sino era por una bestia, tal vez por el susto. Su corazón había resistido bastante.
—¿Qué pasó con esas cosas?
Preguntó en cambio, refiéndose a los monstruos. Riki se veía bien, no tenía heridas visibles, más allá de un pequeño corte en el puente de la nariz, su ropa estaba algo sucia, y la espada permanecía en su funda. Él la miró de brazos cruzados.
—Las maté. —contestó cortamente. —El collar no pudo aguantarlo, pero te mantuvo con vida
Dijo al ver la muñeca rosada de la fémina. Hanaki asintió.
—Se encendió en llamas cuando esa cosa me tocó. —sus ojos volvieron a encontrarse. —¿Por qué?
—Era un talismán de protección célica, similar a mi espada, pero más discreto. Pareces más tranquila de lo que deberías
—Ya sabía que esas cosas existían, pero verlas no es lo mismo
El chico asintió, mirando a ningún lado en concreto. Fue así cómo recordó el verla en la biblioteca, sonrió para su adentros, confundiendo a la contraria.
—Pareces más informada de lo que deberías... —la escaneó. —Cuando te dije que dejaras de meterte en asuntos que no te competen me refería a ésto
La miró con seriedad. Ella abrió la boca para protestar, viendo cómo el chico le daba la espalda para irse.
—No eres quién para impedirme investigar, y todavía no me dices por qué me ayudaste. —bramó, indignada. —¿Cómo sabes que esas cosas sólo me harían daño a mí? ¿Por qué sólo me buscaban a mí en primer lugar? ¿Qué demonios eres y por qué sabes tanto?
El chico detuvo sus pasos y se volteó, puso una mano al aire, haciendo que Hanaki detuviera sus pasos y preguntas en seco.
—Una pregunta a la vez... —no le dió tiempo de hablar. —Es más, ya es tarde, de seguro estás cansada por correr y casi morir dos veces. —empezó a caminar, dejando a Hanaki con la palabra en la boca, de nuevo, se tomó el atrevimiento de tomar la muñeca de la chica y empezar a arrastrarla con él. —Te acompañaré a tu casa para que puedas descansar de una vez
Era obvio que intentaba desviar el tema de conversación. En menos de un segundo, todo el miedo había sido reemplazado por furia. De un tirón se deshizo del agarre ajeno.
—Deja de tratarme como una niña, que no lo soy
—Trato de ser amable, pero tu actitud me lo pone difícil —se quejó Riki.
Hanaki bufó, normalmente no era altanera. Pero éste tipo le estaba sacando lados de sí misma que no conocía.
—Disculpa por estar a la defensiva, pero entiende que tu comportamiento me deja demasiadas dudas en la cabeza —meneó la cabeza con disgusto.
—En mi parecer, si alguien te salva la vida tú sólo dices gracias, no veo que lo hayas hecho —la apuntó, toda burla había quedado a un lado.
Ni siquiera sabía quién debería estar molesto con quién a éste punto. Pero no tenía la paciencia para pensar en ello.
—¡Quién cojones salva alguien de una bestia y sólo espera un gracias!
Bramó, Maki le hizo una seña que bajara la voz, y se calmara. La fémina empezó a caminar en círculos mientras refunfuñaba al aire, estaba de mal humor y no podía controlarse.
—Oye, puedo darte repuestas. —afirmó. Hanaki lo miró con un par de hendiduras llenas de odio. —Pero tendrá que ser en otra oportunidad, ya que pareces saber mucho sabrás que estarás segura en tu casa, así que no te va pasar nada estando allí
—¿Por qué lo dices? —preguntó de mala gana.
—Tu casa está blindada con un campo de protección célica, nada, absolutamente ningún espectro maligno será capaz de atravesarlo. —afirmó. —No existe un lugar más seguro en la tierra para tí ahora que ese, así que será mejor que vayas allá
—¿Sabes dónde vivo? —lo miró con los ojos ligeramente desorbitados.
—Eso no es importante, andando —sin darle oportunidad a protestar, se encaminó por la vereda, que curiosamente era la dirección correcta, lo que le confirmó que sí sabía dónde era.
No le quedó más remedio que seguirlo en silencio, un tenso silencio que la estaba matando de incertidumbre. Mentalmente llegó a la conclusión de que por si propio bien, obedecería a ese mandon, tenía cierta razón al no mostrarse agradecida con él. Tampoco conocía ese lado orgulloso suyo y le estaba costando aceptarlo. Al llegar lo primero que notó fueron las luces aún encendidas, y temió ligeramente por lo que la esperaba dentro de esas paredes. Sí, había dicho que llegaría pronto, pero no fue su culpa tardar tanto.
Con algo de nervios, caminó hasta la entrada, más la presión en la nuca no la dejaba tranquila.
—¿Piensas esperar a que entre para irte?
El pelinegro la miró en silencio. Con los brazos cruzados sobre su pecho, su expresión no cambió. Totalmente ignorada. Para Hanaki era malditamente irritante, sin embargo debía reconocer que esa preocupación, genuina o no, la reconfortaba. Por eso cuando estuvo a dos pasos de entrar, se giró hacia el muchacho.
—Gracias... Riki
Recibió un asentimiento.
—Dime Maki, sospecho que no me dejarás en paz a partir de ahora
Y en su mente, Hanaki le dió la razón.
Hello babys
¿Les gustó? Está más largo de lo que esperaba, pero no lo quise cortar para que no se perdiera el concepto detrás del título.
Pd- no sé si lo habían notado ya, pero Riki tiene un papel crucial en esta historia, espero les agrade su personaje.
Gracias por leer, los amo <3
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