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4

Luego de pasar la tarde con Dahyun, esta la llevó a su trabajo.

Chaeyoung le prometió a su novio verlo por la noche porque sabía que estaría en el trabajo, pero él era tan despistado y desatento que no cayó en cuenta de ese detalle, y ahora, seguramente, la está esperado en su edificio.

—Nos vemos en unas horas, Chae.—Se despidió la coreana mayor para después dejarla en la acera frente al bar.

Chaeyoung suspiró y miró al cielo un poco deprimida por su encuentro violento con su novio y la verdad sobre Myoui Mina.
Se dio ánimos mentalmente y entró al lugar.

Saludó a sus compañeros de trabajo que ya habían llegado y se dirigió a la rubia que estaba bastante entretenida jugando en su celular. Chaeyoung sonrió con malicia y tratando de hacer el mayor silencio posible se ocultó detrás de la canadiense. Sopló en su oreja y vio como de inmediato la chica respondía con un fuerte grito que hizo a los presentes voltearlas a ver.

El celular de la rubia salió volando hasta caer en el otro extremo de la barra.

—¡Maldita sea, estúpida! —Le gritó furiosa mientras le propina golpes por todo su cuerpo.

Chaeyoung reía escandalosamente mientras se tenía su abdomen.

—¿Es esto suyo, señorita?

La risa y groserías cesaron al escuchar aquella voz que Chaeyoung tanto conocía y Somi reconocía vagamente. Ambas se dieron vuelta, sonrojadas, y Chaeyoung, estando más cerca de Mina, sintió la punta del celular roto tocarle el abdomen.

Pero la bajita no lo tomó, solo se limitó a mirar otra parte que no sean los ojos de Mina, cosa que molestó y desconcertó a la japonesa.

—E-Eh, sí, es mío.—Respondió Somi tomando su celular. Reprimió un grito cuando vio la pantalla rota.—Y-Yo... ya me voy.

Al quedar la dos, Chaeyoung resistió todo lo que pudo por no levantar su mirada y conectar con Mina. Sabía perfectamente que ésta la miraba intensamente, pero no iba a caer.

Luego de su conversación con Dahyun, Chaeyoung se prometió hacerle caso omiso a la empresaria para no caer por ella. Iba a ignorarla y a ser cortante.

—Chaeyoung.

Mina llamó en tono bajo, pero la nombrada no cedió. Myoui Mina dio un paso al frente, provocando que la menor retroceda. Mina suspiró, resignada.

—Necesito reunirme con Travis, ¿está aquí?

—Sí, señorita Myoui.

—Perfecto.

Pasó a su lado, rosando el hombro con su brazo (por la diferencia de altura) y permitiéndole inhalar un poco su perfume.

El mismo que se estaba desvaneciendo en la chaqueta de cuero.

No se dio vuelta para verla retirarse, en cambio, caminó al frente mostrando seguridad. Myoui tampoco la llamó ni insistió, causándole un gran vacío amargo y una acusadora decepción que la hizo temblar de pies a cabeza.

Se cansó de estar al pendiente de la puerta de su jefe y empezó a dibujar porque hoy, casualmente, no tenían muchos clientes y se aburría cada minuto más. Habían pasado alrededor se dos horas y Mina nada que salía de esa oficina de mierda, y si Chaeyoung fuese totalmente sincera consigo misma, aceptaría su frustración y molestia por no verla aún cuando sabe que está en el bar.

Y es que era así.

La coreana empezó a trazar las líneas cuando pasó bastante tiempo pensando en qué dibujar. Normalmente no se tardaba mucho para decidir, pero hoy era demasiada demorada para ser creativa.

Dibujó libremente lo que tenía pensado, poco a poco dándole forma a su extraño arte. Sonrió al ver la chica con los pelos de punta y, al lado de ella, una mujer con una manzana en la mano. Su estilo de dibujo no era realista, mas bien, era "aniñado". Sus obras eran raras y con un toque turbio, pero eso le encantaba a Chaeyoung.

Al lado suyo se sentó alguien, quien sentía que la observaba, pero no levantó la mirada pensado que era Somi hasta que llegó a sus fosas nasales tal aroma enloquecedor y enlazó miradas con aquella mujer por primera vez en esa noche. Ninguna habló por largos segundos tensos, sólo se miraban como si quisieran expresar las palabras por la mirada.

Myoui bajó su vista hasta el dibujo, y antes que Chaeyoug lo tapara por la vergüenza, ella la tomó de la mano.

—Tienes un estilo muy particular... —Paró un momento para observar el rostro enrojecido de la coreana. —... y eso me gusta.

Por primera vez dejó de mirarla a los ojos y le recorrió el cuerpo, notando los tatuajes y vestimenta poco elegante o presentable. Antes no se había atrevido para no poner incomoda a Son, pero no se pudo contener más y la observó de pies a cabeza.

Chaeyoung se removió en su lugar, pero no incomoda. No podía explicar por qué Myoui Mina no le causaba incomodidad a pesar de ser una desconocida.

—También me gustan tus tatuajes.

La bajita no sabía cómo responder a los halagos ni tampoco cómo desaparecer el contacto entre sus manos. Estaba bastante sonrojada como para hablar o siquiera pensar en algo que la haga salir de esa situación.

—¿Cuánto quieres por él? Te lo compro.

La bajita miró desconcertada a la empresaria. —N-No est-

—¿Tres mil dólares? ¿cinco mil? Dame un valor. —Le interrumpió. Iba a seguir hablando, pero Chaeyoung se tomó el atrevimiento de taparle la boca con la mano. La japonesa mostró sorpresa en sus ojos, pero no retiró la mano.

—Se lo regalo. No hace falta que me dé dinero.

Mina retiró la mano suavemente, sosteniéndola entre sus manos grandes y venosas aún después de retirarla. Las mantuvieron en un contacto "íntimo" y ninguna se decidió a deshacer el contacto que se hizo por segunda vez.

—¿Por qué me lo regalas? Es tu arte.

-Porque es raro y no tiene mucho diseño.

—No importa. Sigue siendo arte. Yo pago por el arte.

—Sí, pero yo se lo regalo.

Chaeyoung deshizo el contacto y con dos de sus dedos deslizó el papel hacia la japonesa.

Mina luego de un tiempo sonrió y asintió. Tomó el papel y se levantó, confundiendo a la menor.

—Ya que me lo regalaste, yo quiero darte algo como agradecimiento.—Inteligente. —Dejé mi billetera en el auto, ¿me acompañas?

Mina extendió su mano en dirección a ella y levanto sus cejas por un milisegundo, esperando a que ésta la tomara para levantarse. Chaeyoung se sorprendió al principio, pero luego creció una pequeña sonrisa mientras tomaba la mano de Mina.

Tomadas de las manos, se dirigieron en completo silencio al estacionamiento. Chaeyoung no había ido hace mucho tiempo allí, por lo que sus ojos brillaron ante tales autos tan lujosos y hermosos. Todos eran demasiado caros, pero cuando se detuvieron notó al, probablemente, más costoso.

Un BMW G80 M3 negro.

Chaeyoung se paralizó frente a él. Es hermoso. Por donde lo viera es increíble.

Mina lo notó y sonrió, presionado sus labios color cereza y jugosos entre sí. Chaeyoung no sabe si le encantó más el auto que esos labios pulposos.

—¿Te gusta?

Chaeyoung asintió y la miró. La empresaria se acercó poco a poco hasta quedar bastante cerca. Se atrevió con una de sus grandes manos a tocar la mandíbula de la coreana, provocándole un suave jadeo al tener contacto frío y a la vez cálido en su piel.

La japonesa mantuvo su mano quieta, disfrutando de la suavidad de la piel blanca.

Le encantaba ese contacto.

Movió su pulgar con suavidad, pasándolo por toda la mejilla, para ir a la nariz y luego bajar lentamente hasta los labios. Primero acarició el labio superior, para luego dejarlo en medio de los dos y finalmente deleitarse con el labio inferior.

Se deleitó con ellos. Sus labios eran rojos y grandes, con un hermoso lunar debajo. Se sentía increíblemente bien, y cada vez encendía la llama de besarlos cuánto quisiera.

Chaeyoung no la retiró, ni se movió. Dejó que la mayor tocara sus labios a gusto. Son se estaba derritiendo ahí mismo, mientras veía la expresión erótica y excitante de Myoui.

Cuando no pudo resistirse más y decidió liberar su más oscuro deseo hacia esa atractiva japonesa, abrió los labios un poco.

La japonesa esta vez sintió un tirón en su abdomen bajo, y supo que esa coreana la estaba volviendo débil.

Metió un poco su dedo y la yema de él se sintió húmeda al hacer contacto con la lengua.

Chaeyoung gimió.

Gimió. No lo ocultó. Tampoco le apenó.

Era una desvergonzada.

Pero esa le estaba gustando a Mina, quien sonrió traviesamente y hundió más el pulgar.

—¿Qué estamos haciendo, Chaeyoung?

Preguntó en un susurro. Tan íntimo que en el pecho de Chaeyoung hizo estragos.

Es como si sólo estuvieran las dos. En un lugar privado. En privado. Lo sentían así. Les importaba una mierda estar en el estacionamiento y correr el riesgo de que alguien las viera de ese modo. Pero para ellas era imposible salir de ese contacto.

—No lo sé, Mina.

Respondió luego de un minuto. Su voz fue baja, sensual, capaz de excitar más a la japonesa.

Y es que Mina tampoco había pasado por alto que la chica por fin decidió hablarle sin profesionalismo. Su corazón saltó de dicha y no pudo ocultar su gran sonrisa.

—Preciosa... —Halagó Mina.

Cuando Chaeyoung iba a responder, un fuerte grito llamándola las hizo alejarse bruscamente.

Pero Chaeyoung reconoció esa voz.

Oh, Dios, claro que la reconocía.

El hombre la tomó del brazo bruscamente, causando que ésta gimiera de dolor. La atrajo a él y sin más la besó.

Chaeyoung, sin poder creer lo que estaba pasando, trató de apartarse luego de reaccionar, pero éste se lo impidió a toda costa.

Estaba segura que al hombre le dolía la presión ejercida en su pecho, pero aún así no se apartaba.

Respiró cuando él se apartó, pero tomado del cuello por Mina. La japonesa tenía marcada una vena en su cuello y lo miraba con demasiado enojo. A pesar de él era más alto, ella logró elevarlo.

—Hijo de perra. —Pronunció entre dientes.

Chaeyoung corrió a ella y le tocó el hombro. —Mina, suéltalo. —Pidió solo para ella.

La japonesa la miró y suspiró, tirándolo un poco lejos.

El coreano se tomó el cuello y trató de volver a respirar con normalidad, subiendo su cabeza para mirarlas amenazante.

—¿Crees que me puedes ganar? —Le preguntó a Mina.

—Por supuesto.

Demasiado orgullosa.

—Yo soy hombre.

—¿Y? Estoy segura que sufres de anemia y algún tipo de vicio hacia las drogas. Con suerte te levantas de la cama y consigues dinero para ellas. —Lo humilló. La expresión de él dio a entender eso. —Además, estoy segura que la tengo mucho más grande que tú. Chaeyoung te la puede definir.

Fue la gota que rebasó el vaso. El hombre se levantó y trató de darle un puño a Mina, pero ella fue lo suficientemente rápida para agarrar su muñeca y doblarla, haciendo que él gritara del dolor.

—Mina, por favor.

—Chaeyoung, permíteme darle su merecido. —Fue un pedido. Se escuchó así. La miró expectante, esperando la afirmación de ella.

Y esa, en toda la vida de Myoui Mina, fue la primera vez que pidió permiso.

Le preocupó e interesó la opinión de Chaeyoung. Algo que nunca había hecho en sus años de vida. Siempre había tenido el control, así que hacía las cosas sin pedir permiso u opinión. Porque ella era así, le importaba e interesaba solo lo que creía correcto.

—Te prometo que no lo mataré y mis hombres se encargarán de mantenerlo en silencio, pero permíteme molerlo a golpes.... Por favor...

Fue la primera vez que dijo "por favor".

La coreana respiró profundo y asintió, volteándose para no ver cuando el hombre la miró asustado.

—¡Zorra!, ¡me prometiste vernos en la noche, pero estabas engañándome! —Gritó furioso.

Mina lo silenció al darle un puñetazo en la mejilla, provocando que su cabeza quedara prácticamente torcida.

—Ups, se me olvidó mencionar que practico artes marciales.

La cara del coreano prácticamente se des configuró por el miedo.

Mina volvió a atacar, propinandole un golpe en su abdomen con la rodilla, quitándole todo el aire. Pero no pudo responder o siquiera procesarlo cuando Mina le dio otro golpe. Lanzó un puñetazo justo en medio del rostro. La nariz ya le sangraba y no podía respirar bien. La cabeza le daba vueltas y no podía mirar a un punto fijo.

Trató de defenderse, pero estaba viendo a la mujer doble y se sentía bastante débil como para moverse más.

Mina le propinó otro, en la mandíbula, lo que hizo que su cuerpo se elevara y cayera al suelo inconsciente.

Mina sonrió victoriosa y llena de orgullo. Llevó su melena negra hacia atrás, un gesto bastante atractivo y ardiente para Chaeyoung, a pesar de estar en esta situación.

Myoui se dio vuelta y la miró tranquila  y con un toque de ternura.

—¿Quieres dar una vuelta?

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