10
Decidí junto a mi amiga y una de sus esposas ir a hospedarme los dos días antes de partir en su casa. Tampoco es que Dahyun me haya dado opciones u opinión. Fue una decisión que tomó seriamente, y nadie podía contradecirla si no quería morir a temprana edad. Así que Dahyun y Momo me ayudaron a empacar ropa y cosas esenciales.
Usamos alrededor de dos horas y media para empacar mis cosas, y en ese tiempo no apareció Mina ni Sana. Me genera mucha curiosidad por qué se fue sin dirigirme la palabra antes. Me causa molestia, también.
Por estar tan distraída pensando en ella, al terminar de empacar, sentí que algo faltaba por guardar. Pero como no descifré qué, hice caso omiso y seguí prestándole atención a Dahyun.
—Me sorprende no encontrar lencería erótica. ¿En serio eres tan inocente? —El comentario fuera de lugar de Dahyun prendió mis mejillas por la vergüenza, ya que Momo aún seguía ahí.
No le tenía confianza a ella, y que Dahyun haya dicho tal cosa, me hizo taparme el rostro.
Momo, como si ya estuviera acostumbrada a eso, carcajeó y negó con la cabeza. —Eres demasiado imprudente, cariño.
—¡Es normal! Somos mejores amigas, casi hermanas de sangre. Sé de Chaeyoung más de lo que su ángel de la guardia podría saber. Pero admito que esperé encontrar al menos un set de lencería erótica. Revisé todos los cajones y nada. Amiga, me has decepcionado. —Oculté más mi rostro y evité completamente el contacto visual con mis mayores.
—¿Qué pasó? ¿Por qué Chaeyoung está así?
Como si el universo realmente me odiara, Mina y Sana llegaron justo cuando Dahyun terminó su comentario totalmente vergonzoso. La voz grave de Mina hizo eco en toda la habitación.
—Ah, mira, ya llegó quién te va a hacer comprarla por fin.
Reaccioné de inmediato y fui a darle un golpe en el hombro. Ella expresó su dolor y se masajeó.
—¿Eh? —Mina nos miró atentamente, desconcertada y pidiendo explicación.
—¿Por qué hay maletas? —Sana fue al grano. Era raro verla seria y no bromista como acostumbraba a ser.
—¿Y tú por qué estás así? —Le cuestionó mi amiga con las manos en la cintura.
No escuché la respuesta que le dio la japonesa porque la sexy empresaria se acercó a mí con seguridad. Tuve que dar un paso atrás porque me intimidó un poco.
—Problema solucionado. —Fruncí el ceño. ¿A qué se refería? —Ese hombre ya no es un peligro para ti. —Aclaró.
Su mirada era neutra y su rostro inexpresivo. —Eh..., gracias. ¿Puedo preguntar qué hiciste para hacerlo cambiar? —Pregunté tímidamente.
Ella sonrió y dio un paso más. Era mucha cercanía para unas desconocidas.
—Mis hombres, Sana y yo arreglamos todo. Ya no tienes de qué temer.
Aún así, no respondió a mi pregunta.
No me armé de valor para volver a cuestionarla, así que asentí con la mirada gacha y mis dedos entrelazados. Me sentí como un niña pequeña pasando al frente el primer día de clases.
—Ah, gracias... —Mordí mi labio inferior, nerviosa y sin saber cómo agradecerle correctamente.
Mina vio mis tres maletas. —Momo nos llamó y nos contó del viaje. ¿Realmente quieres ir a Portofino? Puedo llevarte a otro lugar, si así lo quieres.
Mis mejillas se tiñeron y negué. —No. Me gustaría conocer Portofino. Gracias por tu amabilidad.
Al conectar miradas, por fin caí en cuenta de lo que ella hizo hace unas horas. A solas. Estuve en su regazo, sus fuertes manos me sostuvieron y se apretaron en mi pierna. Su cercanía. Su aliento y respiración profunda.
Me avergonzó más el hecho de que mi rostro estuviera teñido frente a ella.
Entonces también caí en cuenta de su presencia desarreglada, pero sensual y caliente. Camisa arrugada, salida del pantalón y los tres botones de arriba desabotonados; corbata deshecha; cinturón suelto...
Ella se dio cuenta de mi mirada poca discreta. —Lamento que me veas así. —No lamentes nada. —Cuando me llamaste corrí al auto y tuve que subir las escaleras corriendo porque el ascensor era demasiado demorado.
—Gracias por ayudarme, Mina. No quería ser una molestia, ni mucho menos un problema para tu trabajo.
—No eres una molestia, Chaeyoung, eres un privilegio.
Mi respiración se volvió errática y tuve que calmarme internamente si no quería lanzarme a sus brazos.
No sabía cómo responder a eso. Por suerte, Dahyun nos llamó.
—Oigan, lo siento, pero seguimos aquí. Si tanto quieren besarse vayan al baño. —Dahyun rodó los ojos luego de hablar con ironía. Era demasiado obvia: le molestaba mi cercanía con Mina.
La miré de muerte y ella sólo respondió con alzar los hombros. Mina carraspeó y se dio vuelta. Mierda, sus hombros son anchos. Quisiera lanzarme a su espalda.
Se arregló la vestimenta, excepto la corbata.
Se veía muy bien.
Se acercó a Momo, y desde ese momento no pude saber de qué hablaban.
Por mi parte, yo me mantuve cerca de Dahyun. —¿Nos vamos? —Me preguntó la mencionada. Asentí. —Perfecto. Sana, cariño, ayúdanos con las maletas.
La japonesa no objetó y se limitó a asentir y seguir la palabra de Dahyun. Tomó dos maletas en cada mano y salió del cuarto. Algo pasaba, Sana no era así de seca.
¿Tal vez no me quería en su hogar?
—No pienses cosas erróneas. Sana está de acuerdo con que te quedes conmigo hasta el día del viaje.
—¿Entonces por qué está así?
—No lo sé. No me quiso decir. Pero Sana no se enojaría por cualquier cosa, así que no pienses que es por ti.
Asentí y tomé la otra maleta. Mina se apresuró a tomarla y arrebatármela. —Déjame ayudarte. —Pidió con una sonrisa de oreja a oreja.
Dahyun rodó los ojos y abrazó el brazo de Momo, quien la recibió gustosa. —Qué caballerosa, Myoui.
—La caballerosidad va en mis genes. —A pesar del tono y actitud de mi amiga, Mina le respondió amablemente.
—No lo dudo. —Ironizó.
Momo le pidió silenciosamente que parara, y ella respondió de mala gana. Las esposas salieron y Mina y yo caminamos lentamente, la una a la otra, hasta la puerta principal. Yo cerré mi puerta y caminé por el pasillos en su compañía. Al parecer Dahyun y Momo ya había bajado por el ascensor. Nos detuvimos frente a las puerta del ascensor y ella aprovechó para hablar:
—Tu amiga me odia. —Rió. —Si Dahyun tuviese la oportunidad de desaparecerme de la faz de la tierra, no dudaría en hacerlo.
Reí con ella. Tenía razón, Dahyun la mata con la mirada. —Tal vez porque Dahyun tiene una idea errada de ti. —Opiné un poco insegura. Quise aprovechar el momento para indagar un poco sobre Mina y lo que piensa ella de las versiones de los demás a su persona. Tenía que asegurarme que mis ojos se estaban posando en la persona correcta.
—No es tan errada, en realidad. —Confesó con una ligero deje en su voz. —He cambiado. En poco tiempo cambié mi visión sobre mis acciones. Entiendo que Dahyun desconfíe de mí, especialmente porque me acerco mucho a ti y ella es consciente de mis acciones pasadas.
—¿Quieres ser sincera conmigo? —Nos miramos intensamente, y ella dio un paso más a mí.
—Por supuesto. —Asintió. —Acostumbraba a acostarme con mujeres en las noches y las encantaba con mi presencia. Eran todas distintas porque nunca me gustó repetir noches con una sola mujer, o sino sentía que me iba a acostumbrar a su presencia. —Mi respiración aceleró. Ella realmente estaba siendo honesta conmigo. —He vivido sola toda mi vida, y esa siempre fue mi barrera para no "engancharme" en alguien. Me da miedo terminar destruida.
—Mina..., lamento que-
—Todo cambió cuando te reconocí en el bar. —Me interrumpió. —Me dejaste fascinada, Chaeyoung. Tuve que desaparecer y dejar de verte por días porque tu imagen en mi cabeza me aturdía. Te ganaste mi atención sólo con existir. Fuiste y sigues siendo la única que lo ha conseguido. Derribaste mi muro, Chaeyoung.
Mis manos empezaron a sudar y mi cara se sintió caliente. —M-Mina
—y ahora estoy aquí, dependiendo de tu presencia, confesandote quién soy, y arriegandome a que me olvides. Incluso me olvidé mi fachada de chica encantadora cuando te pedí ayuda en enamorarte. —Rió bajito. —Aún me pregunto cómo lograste hacerme vulnerable. Sé que es muy pronto, tal tez, para decirte y confesarte estas cosas, pero estoy dispuesta a arriesgarme y cambiar más por ti. Eres la única que me ha hecho sentir algo.
Mi corazón se aceleró y unas fuertes ganas de lanzarme a ella me golpearon en todos los músculos de mi cuerpo. Nos acercamos más lentamente, y ella aprovechó para poner su mano en mi mejilla.
—Bésame. —Pedí sin realmente calcular tal petición por minutos en mi cabeza.
Ella me sonrió tiernamente y acarició mi mejilla. —Aún no, preciosa. Quiero hacer las cosas correctamente contigo.
Abracé su cuello y la miré intensamente. Me gustaba su idea porque me hacía sentir especial, pero realmente necesitaba un beso.
—Sólo has una excepción y bésame.
Ella al parecer aceptó y se estaba acercando a mí, pero, para mi desgracia, las puertas abiertas y el sonido del ascensor al llegar, nos hizo alejarnos. Ambas suspiramos, decepcionadas.
Entramos a él y Mina oprimió el botón del lobby.
—Sólo por curiosidad... —Dije insegura luego de que ella se paró a mi lado. Su mirada atenta me dio un afirmativo para seguir: —¿Pasaste la noche con una mujer recientemente?
Ella sonrió y negó. —No, Chaeyoung, no me he acostado con una mujer desde que te conocí.
Su tono ronco y grave me hicieron caer en cuenta de la pregunta atrevida que hice. Mis manos temblaron junto a mis piernas y mi rostro seguramente ya está como un tomate.
Nos quedamos en silencio. Nuestras reparaciones pesadas era lo único que se escuchaba en ese espacio reducido. El calor del ambiente empezó a penetrarme y de repente me sentí agobiada por el calor que sentía por todo mi cuerpo.
Para mi fortuna, las puertas del ascensor de abrieron y vi al frete, apoyada en la pared, a Dahyun. Esta estaba cruzada de brazos y tenía el ceño fruncido.
—¿Por qué se demoraron tanto? —Cuestionó cuando estuvo a mi lado y nos dirigíamos a la salida.
Rodé los ojos. —No tardamos nada. Sabes que el ascensor es lento, y tú no nos quisiste esperar.
—¿Se tocaron?
Me detuve de repente, causando que Dahyun y Mina -que iba más alejada y adelante- se detuvieran. No dudé en golpear a Dahyun en el hombro y caminar hacia la salida, dejándolas atrás.
Dahyun vino corriendo a mí y me dio un golpe en la espalda. —¿Eso es un "sí"? —Mis nervios crecieron. —Saliste como un tomate, y ahora estás nerviosa. Cuando me ocultas algo te pones nerviosa.
—¡Claro que n-
—No, Dahyun, no la toqué.
Oh, por Dios...
La voz de Mina a nuestro lado nos hizo casi llorar de la vergüenza. Incluso Dahyun se sonrojó.
—A-Ah...
Fue lo único que mi mejor amiga puedo soltar de esa boca. Estúpida.
Permanecimos en un silencio incómodo hasta llegar a los dos carros -que pude fácilmente diferencia por su lujo- reconocí únicamente el de la familia de mi amiga, mas no recordé así el auto de Mina. ¿Lo cambió? ¿Se le dañó?
Al parecer Momo y Sana tenían una conversación íntima, ya que al vernos dejaron de hablar y esperaron a que llegáramos finalmente.
—¿Listas? —Preguntó cordialmente Momo. Se le notó un poco más apagada que en mi departamento, pero no me tomé el atrevimiento de cuestionarle por qué.
Todas asentimos, y cuando iba a entrar a el auto de la familia luego de guardar las maletas, Mina me tomó de la muñeca.
La miré. —¿Te puedo llevar?
—¿Llevarme? —Repití, sorprendida. —No hace falta. Dahyun me puede llevar y no quiero que pierdas tiempo.
—Tengo que ir a la casa de Sana, igualmente... y no eres una pérdida de tiempo.
Dahyun bajó la ventanilla y nos miró con el ceño fruncido. —Chaeyoung, ¿qué esperas? Vamos, sube.
Me mordí el labio bajo la atenta mirada de la empresaria.
Dahyun me va a aniquilar por esto.
—Iré en el auto de Mina, Dahyun. Creo que ustedes necesitan hablar...
Tampoco estaba mintiendo, esas tres necesitaban charlar un poco.
Parecía que Dahyun estuviera echando chispas por los ojos. Antes de que ella objetara, yo me dirigí al auto de Mina, y ella no dudó en seguirme.
Mina me abrió la puerta del copiloto y le agradecí con una sonrisa sincera.
Ella encendió el auto y empezó a seguir el de la familia. Pronto, el auto de Kim empezó a alejarse porque Mina bajó la velocidad. Logrababa verlo con dificultad.
Abrí mis ojos grande al ver el gran tráfico que había, y en el que mi mejor amiga estaba metida.
Mina tomó otro camino, y yo la miré buscando alguna respuesta.
—Hay tráfico, y dudo que salgamos rápido. Tomé un atajo más efectivo.
Mina me guiñó el ojo y me dedicó una hermosa sonrisa.
—¿Por qué hay tanto tráfico?
—Elecciones presidenciales, ¿no lo sabes? —Me miró con sorpresa cuando estuvo el semáforo en rojo.
Negué. —No. Me da lo mismo quién gane.
No tengo voto en Estados Unidos, ni mucho menos quiero ejercer ese derecho. La política siempre me ha aparecido aburrida y lejana a mí, ya que mi vida seguía siendo la misma. Eran sólo mentiras y promesas que manipulan al pueblo, y no caigo en eso.
—A mi también me da lo mismo. —Subió los hombros. —Todos los presidentes tienen un contrato conmigo, así que es lo mismo quién gane.
Tal confesión me desconcertó.
¿Contrato?
Ella notó mi desconcierto y rio. —Me refiero a que algunas de mis empresas deben tener un acuerdo especial con el gobierno.
Mina era como una adivina. Podía leer mi mente. Ella sabía lo que necesitaba o y me lo respondía como si fuese conocedora de todo.
—Este tráfico durará una noche completa. —Comentó. —¿Quieres ir a un lugar especial?
Su sonrisa atrevida y traviesa me generan estragos.
Creo que ya caí a los pies de Myoui Mina...
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