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XXIV

CHAPTER TWENTYFOUR

═════"The anchor of Shadows"═════

El vestido azul profundo, casi negro de Rochelle; floto por los pasillos de la corte de las pesadillas mientras se dirigían al salón del trono. El vestido que Rochelle llevaba era modesto pero sensual. Estaba totalmente cubierto del cuello, pero tenia una gran apertura en su espalda; revelándola en su totalidad.

Un rose familiar en su espalda llamo su atención. La mano de Azriel reposaba firmemente en su piel desnuda, haciendo que una ya conocida electricidad la recorriera. Su cabeza se giro para mirar al cantor de sombras, este la miro y le dirigió una sonrisa. Una de aquellas sonrisas que solo le daba a ella. Era sincera y estaba cargada de todas las cosas que ella le hacía sentir.

¿Cómo una simple sonrisa ladina podía remover su interior como un fuerte terremoto?

El cuerpo de Rochelle respondió automáticamente, enviando sangre a su rostro automáticamente.

El sonido de las dos enormes puertas abiertas alertó a todo el círculo íntimo de Rhys y Feyre. La gente estaba dispersada alrededor del salón, su tarea no se encontraba ahí adentro; pero antes de que se retirara del salón con Amren, Azriel se acercó a ella y le susurro al oído.

—Cuídate...—dijo para después dejar un beso en la cabeza de la chica.


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La sensación a muerte que habitaba los pasillos de la corte le era familiar, pero a la vez tan extraño. Era como si conociera aquella sensación de toda la vida. No había duda, lo hacia considerando que casi muere el mismo día en el que salió del vientre de su madre.

A pesar de que era del mismo tamaño que Amren, esta parecía dar cuatro pasos por cada dos que ella daba; lo cual le dificultaba seguirle el paso.

Los pasillos de la corte eran fríos y solitarios, todo el mundo se encontraba recibiendo a lo altos lores. Sus zapatillas resonaban en el antiguo suelo de piedra.

—No te detengas niña —dijo Amren sacándola de sus divagaciones. No se había dado cuenta en el momento que sus pies se habían detenido

No respondido, y simplemente le trato de seguir el paso a Amren. Después de unos minutos, las dos se encontraron frente a una puerta de madera tallada. Las figuras talladas en aquella puerta parecían contar la historia de Prythian en pequeñas figuras y remolinos.

Sus dedos se acercaron a tocar una de las figuras talladas en esta.

La madre...

Aquel susurro en su cabeza la hizo girarse hacia Amren.

—¿Dijiste algo? —pregunto la menor de las Archeron.

Amren dejo la cerradura por un lado para escucharla.

—¿Escuchaste algo? —contesto con otra pregunta la mujer de pelo corto.

Rochelle no respondió. Aquel susurro que había escuchado, se multiplico por diez, todos llamándola detrás de aquella puerta tallada.

—Ábrela. —dijo rápidamente en un tono de desesperación.

Amren no la cuestiono. No conocía las habilidades de la chica, ni que tan poderosa podría llegar a ser; y hasta cierto punto le asustaba. La chica irradiaba un aura de poder que podría intimidar hasta un mismo Dios.

Cuando Rochelle puso un pie en la habitación lúgubre, pudo observar los cientos de objetos preciosos que decoraban el lugar; desde armas letales, hasta joyas preciosas que brillaban a la luz de la luna.

Amren encendió las luces con un simple chasquido.

—Es tu turno—. Amren se paró en una de las esquinas de la habitación mientras observaba a la chica.
—¿Que se supone que debo a hacer? —pregunto confundida la chica. Aquellos susurros parecían no abandonar su mente.

Amren se acerco a ella.

—Observa a tu alrededor, todos los objetos a aquí fueron forjados por magia —hizo una pausa para acercarse mas a ella. —Fuiste forjada por el caldero, la magia que creo nuestro mundo—su voz bajo una octava —. Déjate guiar...

Rochelle la miro como si estuviera loca, pero después recordó la guerra que se avecinaba y la cantidad de personas inocentes que podrían morir si ella no lograba reparar el muro.

Un suspiro pesado salió de su boca cuando sus pies comenzaron a recorrer la habitación. No sabía que buscaba, pero tal vez los susurros en su cabeza la ayudarían a encontrarlo.

Sus pies comenzaron a moverse en contra de su voluntad, llegando a una de las esquinas a las que la luz parecía no querer acercarse. Entre las sombras, se escondía un brazalete para brazo que tenia una piedra oscura como la noche en el centro. De aquel brazalete venían los cientos de voces que tanto había escuchado en el momento que entro a la habitación.

—Es la Ancora de las sombras...—dijo Amren cuando noto la mirada perdida de la menor en aquel brazalete.

Esta permaneció callada. La voz de la antigua mujer parecía ser solo un eco ante aquellas voces. Amren noto su desconcierto, pero aun así sabia que tenia que conocer la historia.

—En los días antiguos, cuando los reinos de los vivos y los muertos estaban separados por un velo frágil, el caldero y la madre crearon artefactos para proteger el equilibrio. Uno de ellos era la Áncora de las Sombras, un brazalete forjado en obsidiana y coronado con una piedra negra que reflejaba un abismo sin fin. —dijo posicionándose junto a la chica. —La Áncora tenía un propósito oscuro: servir como una prisión para las almas errantes que buscaban escapar de su destino eterno. El caldero y la madre confiaron este poder a un Fae, un general llamado Kaeron, descubrió que cada alma atrapada en el brazalete le otorgaba una fracción de su poder. Con el espíritu de un mago, Kaeron desató tormentas; con el alma de un asesino, se volvió invisible; y con la esencia de un rey caído, su carisma podía someter ejércitos enteros. Cuanto más usaba el brazalete, más lo seducía su influencia. Sin embargo, la Áncora exigía un precio. Cada alma atrapada susurraba en la mente de su portador, llenándolo de sus memorias, miedos y deseos. Kaeron comenzó a perderse en la cacofonía, incapaz de distinguir sus pensamientos de los de sus prisioneros. Cuando finalmente cayó, su alma también quedó sellada dentro de la piedra negra, convirtiéndose en la primera de muchas que alimentarían el hambre insaciable del brazalete. Desde entonces, la Áncora de las Sombras ha pasado de mano en mano, hasta que llego a la corte. —termino por decir la mujer.

La chica miro a Amren por unos segundos, para después regresar su vista al artefacto.

— Algunos la buscan como una herramienta de poder; otros, para destruirla. Pero nadie ha podido romper la maldición: todo portador eventualmente se convierte en una sombra más en su interior, alimentando la oscuridad que los consumirá. —agrego observando a Rochelle. —Pero no cualquiera puede portarlo, La ancora es muy estricta acerca de sus portadores.

¿Por qué la llamaba a ella?

Estaba claro que ella tenia una especie de conexión con la muerte desde el día de su nacimiento. Ella lo sabía; el problema era si este podria ser de utilidad contra Hybern.

Cuando menos se dio cuenta, su mano había comenzado a extenderse a aquel mágico artefacto. Era un magnetismo que jamás había sentido antes, era una sed insaciable que no podía detener.

Aquella piedra en el brazalete destello ante la cercanía de sus dedos, pero antes de que pudiera si quiera rozarla; la mano de Amren la detuvo.

—Sera mejor que nos vayamos de aquí...









Hola vvs, regrese con este exquisito y delicioso capítulo.
Bueno eso era todo bye byeee










-MAGIKSM

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