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XI

CHAPTER ELEVEN

═════"The Destiny"═════

Feyre y su círculo intimo se encontraban en el castillo de Hybern.

Su misión para desactivar el caldero no había sido exitosa. El rey los tenía acorralados y gravemente heridos.

Azriel sufría de una herida causada por una flecha en su pecho. El destructor de la sangre era letal, y ni siquiera los mejores illyrios podían evitar verse afectados.

Las puertas detrás de ellos se abrieron y entraron muchos soldados. Algunos se parecían al Attor que Feyre había matado en Velaris. Pero algunos eran peores. Más y más hasta que llenaron la habitación y taparon las salidas.

Feyre miro a su alrededor, contemplando en el gran lio que se habían metido por culpa de Tamlin.

Aquel descarado alto lord los había vendido a las garras de Hybern. Todo por su locura por ella. Había hecho un trato para recuperar Feyre de la corte noche. Ella tendría que regresar a la corte primavera.

Se negaba rotundamente a hacerlo; nada en este mundo la haría abandonar a su pareja. Pensó.

Pero en medio de su discusión con Hybern, las puertas traseras se abrieron revelando a las 4 reinas humanas. Estas se burlaron y miraron con odio a Feyre tan pronto la tuvieron frente a ella. Les devolvió la mirada con el mismo rencor que ellas le lanzaban.

Pero justo detrás de ellas, había cuatro hombres que arrastraban a sus hermanas.

Su corazón se hundió en su pecho.

Primero vio a Nesta y Elain. Estas eran arrastradas por un hombre cada una. Estaban amordazadas y todavía en sus camisones de dormir. Las lagrimas empapaban el rostro de Elain cuando la vio.

Su mirada se desvió de ellas para dirigirse a los dos hombres que venían pisándoles los talones.

Y ahí fue cuando todos vieron a la menor.

Rochelle era sostenida por dos hombres. Uno de cada lado. Y al igual que sus hermanas, esta llevaba una mordaza en la boca; pero casi se desmayan al ver los grilletes en sus muñecas y pies.

El corazón de Azriel dolió cuando la vio entrar. Y su ira se disparo en el momento que vio el estado deplorable en el que se encontraba.

Su camisón ya no era blanco, ahora era de un color gris sucio y tenia manchas de sangre podrida. Eso eran aquellas manchas negras que lo cubrían casi en su totalidad; pero esa sangre no era de ella, si su olfato no le fallaba.

No necesito su olfato sobre natural para darse cuenta de la gran herida en la parte trasera de su cabeza; podía ver como la sangre escurría por su cabeza hasta su espalda.

Su corazón dolió un poco mas cuando ella lo miro.

Tenía el rostro pálido y justo en el costado de su ojo izquierdo, tenia un gran piquete negro que se estaba expandiendo por todos los lados de su rostro. Tenia venas negras debido a la infección de un veneno que desconocía. Y sus ojos, sus ojos que anteriormente tenían una chispa de vida y alegría; ahora se encontraban apagados, como si le hubieran quitado esa llama ardiente que llevaba adentro.

No quedaba nada.

El trato de acercarse aun en el suelo. Trato de arrastrarse y quitar a esos dos malditos que se habían atrevido a tocarla a ella. A su compañera.

La rabia en su interior se encendió como una fogata en medio del frio invernal más abrasador, convirtiéndose en un fuego capaz de incendiarlo todo por ella. Un fuego mas ardiente que el mismo infierno.

No le importaba morir si eso le aseguraba el bienestar de Rochelle.

Hizo un intento de pararse, pero Mor lo detuvo en su lugar.



》✧《





Los hombres que la habían encadenado se habían encargado de llevarlas a sus hermanas y a ella a un salón donde se encontraba el Caldero, Hybern y el círculo íntimo de Feyre.

Estaba tan cansada y herida, que ni siquiera pudo sostenerle la mirada a Feyre por mas de cinco segundos. Pero cuando su mirada se poso en el cantor de sombras; algo fue diferente.

Era esa manera en la que aquel hombre la miraba, era una preocupación que jamás había visto en los ojos de alguien más. Su corazón se hundió.

Ella despego su mirada del hombre para tratar de poner atención en lo que el Hybern y Feyre discutían, todo se escuchaba lejano, como si estuviera bajo el agua, y su visión borrosa no le ayudaban. Las únicas cosas que logro entender fueron acerca de una mujer vendiéndolas y revelando sus ubicaciones a Hybern.

Y en medio de toda esa confusión, un poder blanco estallo en el salón. No logro reaccionar a tiempo, haciendo que aquel poderoso estallido la tirara de espaldas al piso frio de piedra. Un fuerte dolor le cegó los sentidos.

Sus ojos se cerraron en un intento de aminorar el chillido de dolor que soltaba su espalda. El aire que previamente ocupaba sus pulmones se esfumo con el estallido, dejándola mal herida en el suelo mientras trataba de recuperar el aire.

Aquellos hombres fae se recuperaron más rápido que ella, tomándola de los brazos bruscamente para ponerla de pie. Soltó un chillido de dolor.

Azriel gruño.

—Deja a la mas linda para el final —. El rey Hybern quería sumergirlas al caldero como prueba hacia las reinas. De las que no había deparado en su presencia.

El miedo la invadió

Dos guardias tomaron a Elain de los brazos. Esta pataleaba y se jaloneaba contra ellos, sollozaba y trataba de golpearlos mientras estos la arrastraban.

Rochelle intento acercarse a ella, cuando fue tomada del pelo por uno de los guardias que tenia a sus espaldas.

—¡Basta! —grito tratando de zafarse del agarra del hombre. —¡Déjala por favor! —sollozo

Los hombres alzaron a Elain en el aire y de un movimiento fue sumergida en el caldero.

Rochelle cayo de rodillas cuando la cabeza de su hermana se sumergió en las aguas del caldero. Nesta soltó un alarido que resonó en las esquinas del salón.

Su mirada se quedó atenta ante aquel artefacto mágico que se había tragado a su hermana mayor. Los segundos que parecían horas corrieron y el caldero se volcó.

Elain estaba empapada. El agua le empanaba las ropas mientras esta tosía en busca de aire.

—La que sigue —ordeno Hybern a sus guardias.

Los mismos hombres que habían arrastrado a Elain, se acercaron a la mayor de las Archeron.

Si Elain había pataleado; Nesta lo había hecho tres veces más. Pero su fuerza no se comparaba a la de aquellos despiadados guardias que la arrastraban de igual forma hasta el caldero, donde sumergieron hasta su ultimo cabello.

Rochelle seguía sollozando se rodillas. La impotencia de saber que sus hermanas estaban siendo lastimadas la superaba. Ella estaba ahí y no podía hacer nada. Era una inútil.

El caldero se volcó, revelando a una muy enojada y humillada Nesta, que rápidamente se acerco a Elain.

El rey Hybern soltó una risotada.

La menor lo miro, observo como este se burlaba de ellas junto con aquellas reinas brujas. Les habían quitado todo. Su humanidad, su paz y su capacidad para elegir. Para el eran simplemente peones en un juego mayor. Y ella ya se había cansado de eso.

Rabia empezó a llenar sus vasos sanguíneos mientras se ponía de pie a trompicones. Lo miro ahí sentado en aquel trono de madera negra. Su miraba representaba todo el daño que les había causado no solo a ellas, si no a la gente que había muerto en Velaris. Y ahí soltó su promesa:

—No importa cuantos años pasen, o a cuantas personas tenga que matar, o cuanto tenga que destruir mi cuerpo; cuanto sudor, lagrimas y sangre tenga que derramar. —hizo una pausa—Pero te juro que te matare, y tu muerte nos va a devolver la paz que nos arrebataste. —dijo con rabia pura en sus palabras.

Hybern la miro con gracia por unos segundos, hasta que un gran rayo rompió en el cielo; sellando su promesa.

Su sonrisa se borró.

—¡Háganlo ahora! — exigió el rey. Aquel rayo de advertencia lo había alterado hasta la medula.

Y no solo a él, a todo en aquella habitación.

Los guardias volvieron a tomar a Rochelle por los brazos, pero esta no lucho ni pataleo mientras la arrastraban. Con cada paso que daba, aceptaba más su destino, los sonidos se hacían más distantes, los gritos de Feyre se escuchaban tan lentos en su mente. Y aquel fuerte grito de desesperación que Azriel había lanzado aun agonizando en el suelo.

Ya nada existía; solo ella y El Caldero.

Sintió como los guardias la cargaban y la ponían al borde del caldero...todo iba tan lento.

Solo pudo cerrar sus ojos antes de caer en sus frías aguas.





》✧《





La magia del caldero era fría y oscura. Como lo mas profundo de un lago.

Un lago en el que se estaba ahogando.

Sus ojos se abrieron de golpe. Se encontraba en lo mas profundo del caldero, no lograba ver la superficie, pero tampoco el fondo.

Sus extremidades intentaron moverse; pero estaba paralizada. Paralizada en medio de la nada, sin nada que hacer ni a quien pedir ayuda.

Tal vez ese era su destino después de todo. Morir.

Pero eso no era lo que ella deseaba, ella lucharía hasta el final; por sus hermanas y su padre.

Tiro de sus extremidades con toda la fuerza que le quedaba. Podía sentir ese dolor agudo de sus músculos estirar, desgarraba cada fibra y vaso sanguíneo de su cuerpo en un intento de liberarse de aquellas ataduras que la retenían.

No lo intentes

Una voz se arrastro hasta ella, no era solo una voz. Era una chispa, una chispa blanquecina que tenia delante de sus ojos.

Aceptalo... acepta lo que eres.

Su corazón se detuvo.

No sabía a lo que la voz se refería, pero algo dentro de su corazón le decía que tenía razón. Que la única forma de salir era aceptar. Ella nunca había sido ella misma, y si quería volver a ver a su familia; tendría que ceder.

Cerro sus ojos con tranquilidad. Entregándose al caldero; dándole su alma.

Las aguas se calmaron, tanto las del caldero como las que gobernaban su mente. Haciendo que entrara en un estado de paz y concentración.

Aquella chispa comenzó a recorrerla de pies a cabeza, acariciando cada parte de su cuerpo. Esta se envolvía y hacia espirales por sus piernas, dejando un rastro frio a su paso. Era el frio más reconfortante que jamás había sentido; era parte de ella.

La pequeña chispa comenzó a alejarse, dejando sola en los confines del caldero una vez mas a Rochelle.

Los minutos pasaron, o podían haber sido horas y ella se hubiera quedado ahí, de no ser por aquel rayo que la rompió.

Fue tan rápido, pero tan duro. La atravesó desde el pecho como una espada matando a un león rugiente. Un grito salió de ella.

Aquel poderoso rayo se extendió por todo su cuerpo; era un frio que quemaba cada parte de su ser. La modificaba a su gusto mientras corría por lo valles de su interior, pasando por sus venas y huesos, triturándolos hasta hacerlos pedazos; para después remplazarlos por unos de acero.

El poder le arranco la piel. La estiro, jalo y moldeo, hasta que esta se hizo mas fuerte que un diamante en bruto. Era un dolor que jamás había sentido, algo que le dolía, pero a la vez le gustaba.

Un poder que la desbordaba. Un poder que desbordaba los limites de cualquier mente, incluso la mente mas antigua y poderosa, no sería capaz de descifrar lo que le era devuelto a Rochelle.

Algo que había sido suyo desde la creación de su alma. Un poder creado solo para ella.

Un poder para una diosa.

Ella mantuvo sus ojos cerrados a la par que el poder la seguía llenando hasta las entrañas, remplazando cada una de ellas por una nueva y mejor.

A medida que el tiempo pasaba, el dolor comenzaba a disminuir; alejándose como una presa en el bosque.

El poder siempre busca a su sangre

Le dijo la chispa frente a ella.

Pero no es gratis.

Esta se acerco a su pecho y se hundió en él, fundiéndose con ella.

Rochelle no se movió. Se quedo sintiendo aquella chispa de poder explorar su cuerpo en su interior. Esa calma después de la tormenta.

Su mirada se movió hacia arriba. Donde antes no había nada, ahora podía distinguir la superficie del caldero.

Las piernas no tardaron en empezar a moverse. Se movía con rapidez y agilidad entre las aguas; se sentía fuerte y resistente.

Cada vez se acercaba mas y mas a la superficie, esperando por su llegada, hasta que algo la tomo de los pies.

Cuando su mirada se dirigió hacia ellos, pudo ver una mano fantasmal tomándola de sus tobillos. Era fría y miles de susurros de suplica la acompañaban.

Sácanos...

Él nos encerró...

Ayúdanos alma de la muerte...

Los miles de manos comenzaron a aparecer. Una por una se encargaban de hundirla cada vez más y más lejos de la salida de aquel infierno.

Sus pies patalearon tratando de deshacerse de aquellas almas en pena que trataban de hundirla en su mismo destino.

Ella peleo con estas manos, pero cada vez se hicieron más fuertes y frías en su piel.

¡Basta!

No podía hablar, pero sus pensamientos parecían ser escuchados, y esas cosas la escucharían.

¡Suéltenme!

Demandaba, pero parecían no querer escucharlas, hasta que dejo un pequeño gramo de su poder salir.

¡Dije que paren!

Aquello fue como un estruendoso rayo en medio de aquellas aguas. Todo a su alrededor tembló y su pensamiento causo un eco que parecía imposible ahí dentro.

Las almas comenzaron a retirarse lentamente, asustadas del poder de Rochelle.

Su cuerpo volvió a su tarea de volver a la superficie, pero esta parecía alejarse cada vez más, así que una fabulosa idea cruzo su mente. Les ordenaría a las almas que la sacaran.

Volviendo a dejar ese gramo diminuto de poder salir. Un poderoso pensamiento resonó.

¡Sáquenme de aquí... ahora!

Aquella orden volvió a retumbar en los confines oscuros del caldero.

Los segundos pasaron y aquellas almas volvieron a emerger de las profundidades oscuras, esta vez para ayudarla.

Estos comenzaron a empujarla hacia la superficie, que cada vez estaba mas cerca, se encontraba a centímetros escasos de ella. Su mano se estiro para tocarla, pero entes de que lo lograra....

Todo se puso negro.




》✧《






Los presentes habían presenciado la forma en que Rochelle había prometido acabar con Hybern y a cambio fue cruelmente sumergida en el caldero.

Había aceptado su destino, no había pataleado ni luchado contra los guardias; simplemente se entregó a él.

Como si ella supiera a lo que se enfrentaba.

Los minutos pasaron con la menor dentro del caldero, no había movimiento alguno; hasta que todo tembló.

El castillo y el caldero comenzaron a temblar. El poder que emergía del caldero era destructivo y los incitaba a inclinarse.

Las llamas del caldero se intensificaron, calentando a cualquiera que estuviera cerca. Las paredes de ese comenzaron a llenarse de una energía electrizante. Rayos de electricidad recorrían las patas del caldero, haciéndolo temblar aún más.

—¡Sáquenla ahora mismo! —. El rey Hybern bramaba ante el estado del Caldero.

Los guardias rápidamente se acercaron para volear el caldero, pero en el momento que lo tocaron; fueron calcinados hasta que no quedo nada de ellos.

El rey jadeo ante la situación que ni siquiera él era capaz de controlar.

El caldero seguía temblando descontroladamente, hasta que repentinamente se detuvo.

Todo se detuvo. Los presentes se quedaron tan quietos mientras que esperaban al caldero.

Este simplemente se movió hacia un lado y si la necesidad de alguien se volcó hacia un lado.

De este, emergió una muy débil y confundida Rochelle. Sus pies se dieron unos pasos fuera del caldero y su mirada recorrió el salón; para después caer de rodillas y quedar totalmente inconsciente.

Todos la miraron ahí desplomada en la piedra del castillo. Su piel brillaba como el diamante más bello que jamás hubiera existido. Ella ya era hermosa; la mas hermosa de las Archeron. Pero ahora era...

Etérea.

Era una belleza de la que no podías apartar tus ojos. Una belleza asesina que te mataría si no la consumes.

Y así se sintió Azriel cuando la vio ahí tirada en el suelo del salón, tan cautivado como la primera vez, pero había algo más, algo que los terminaba por unir.

Un hilo dorado salía de su pecho y recorría todo el salón hasta unirse en el pecho de Rochelle, que ahora descansaba sobre el regazo de su hermana mayor.

No pudo escuchar lo que sucedía, o el gran sacrificio que Feyre estaba a punto de hacer. Solo podía concentrarse en el rostro de su compañera.

Hasta que fueron transportados a Velaris.









Gracias por los 100 votos.¡ Los amo!
Solo voy a dejar esto por aquí, y me retirare lentamente....

Ultimo cap del acto uno.

Voten y comenten.

Byeee






-MAGIKSM

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