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I.

CHAPTER ONE
"Rochelle"

═══════"hunt or die"═══════

El invierno siempre me había parecido hermoso. Los bosques verdosos revestidos bajo una gruesa capa de una suave nieve, el viento que parecía cantar las más melodiosas notas invernales; Ese viento abrasador que te enrojecía la nariz. Los lagos en los que antes fluía cálida agua y ahora eran cubiertos por una gruesa capa de hielo. Perfectos para una sesión de patinaje.

Pero ahora era mi peor pesadilla. Ya no era esa bella época del año en la que disfrutaba ver las maravillas del bosque desde la comodidad de mi cama. Ahora se había convertido en nuestra muerte segura.

Cazar en invierno era difícil en especial separada de mi hermana. En otra época del año estaríamos cazando juntas en el bosque, pero debido a que el invierno se llevaba a los animales; teníamos que separarnos para cubrir más terreno.

Me encontraba en la orilla de un pequeño lago. Había visto un conejo a lo lejos; la ardilla que ya colgaba de mi cinturón no sería suficiente para alimentar a mi familia, con suerte Feyre encontraría algo mejor que una ardilla y un conejo.

Tenía unos cuantos minutos acechando a el pobre animal. En el pasado matar a un pobre conejito me hubiera llevado a la tumba, pero ahora no hacerlo tendría el mismo efecto en mí.

Tendría que cazar o morir.

Desenvaine mi daga del cinturón, era pequeña, pero muy eficiente en su trabajo. La tome de la punta lentamente mientras apuntaba a la criatura, asegurándome de no perderla.

La hoja de mi daga partió el viento con un sonido rápido y afilado, incrustándose en la piel peluda del animal.

Una pequeña sonrisa apareció en mi rostro, mientras me acercaba al conejo para retirar la hoja de su cuerpo ensangrentado.

–Lo siento amiguito– Dije con pena en el momento que lo levantaba y colocaba en mi cinturón, sabía que no encontraría algo mejor en ese día, estaba oscureciendo y estaba muy alejada de la choza.


》✧《


El sol se había puesto en el momento que emprendí mi viaje a la cabaña, no había encontrado rastros de Feyre en el camino de regreso a casa, supuse que ya había llegado y con suerte llevaría algo mejor que yo a la mesa.

Los dedos se me entumecían con cada paso que daba hacia la cabaña, tenía las pestañas congeladas y probablemente los labios morados. El invierno era mucho peor cuando no tenías que comer y tenías que congelarte las entrañas buscando algo de provecho.

Seguí caminando por el sendero hasta que quedé justo en frente de la puerta, me detuve unos segundos a escuchar lo que sucedía adentro.

Escuché una discusión entre Elain y Nesta, decidí que era momento de entrar y tratar que mis hermanas no se mataran entre ellas como dos bestias salvajes.

Abrí la puerta de golpe; la manija congelada de hierro me mordió la piel entumida de las manos como víbora. El calor de la choza me golpeo la cara cuando me deslice al interior.

Mis tres hermanas se giraron en cuanto puse un pie en la casa. Feyre fue la primera en correr a abrazarme, estaba fría, como yo, y tenia los labios amoratados y la nariz enrojecida. Después Elain se unió a ella, Inundándonos a las dos con su calor. Nesta simplemente nos vio con una expresión de pura frialdad, tenía una manta vieja sobre los hombros, llevaba el cabello entre dorado y castaño que teníamos las tres perfectamente peinado en su cabeza. La pobreza jamás le quito el porte.

–¡Elle! – Exclamo Feyre tomándome del rostro suavemente mientras me inspeccionaba la cara– ¿Por qué tardaste tanto? – dijo en un susurro demandante.

–Yo...

–¿Te alejaste otra vez cierto? –. Si, me había alejado lo suficiente como para estar a unos cuantos metros del muro. –Sabes que no me gusta que te alejes.

Lo sabía perfectamente, en especial por la cantidad incontable de veces que me lo repetía al día. Feyre podría ser solo un año mayor que yo, pero era toda una mama gallina.

–Ya Fey, deja de actuar como mama gallina – Un toque de gracia inundo mi voz. – Estoy bien, y eso es lo importante.

Suspiro dándome la razón. Me aleje de ella para ver la mesa de la choza, una cierva yacía muerta sobre esta, tenía una gran mordida en el cuello; el sangrado ya había parado. Mis pasos resonaron mientras me acercaba a la mesa, una gran sonrisa inundo mi rostro; esto podría alimentarnos por días si lo racionábamos de manera adecuada.

–Veo que te fue mejor que a mi –. Mire el conejo y la ardilla que colgaban de mi cinturón– Estas criaturitas tuvieron la mala suerte de encontrarse conmigo. – Feyre rio ante mi comentario y yo la mire a los ojos; tenía dos bolsas moradas debajo de los ojos y estaba famélica; como todas nosotras. Tal vez algún día las cosas cambiarían, tal vez podríamos estar un poco mejor y comprar al menos un poco de pan. Yo lucharía por eso, por mis hermanas y mi padre.

–Venderemos los cueros de los animales mañana –Feyre hablo llamando mi atención

Miré su mano y me di cuenta de que tenía una gran piel de lobo en la mano, era grande y tan blanca como la nieve. ¿De dónde había sacado es piel?

–Mate un lobo –Parecía como si me hubiera leído la mente, me miro a los ojos y dijo: –Se comía a la cierva.

Me asusto el hecho que se hubiera encontrado con un lobo de tal tamaño, pero ella estaba bien, ilesa y lo más importante; Estaba conmigo.

–Comamos la mitad de la carne esta semana –dije, con los ojos sobre la cierva. El cuerpo ocupaba toda la mesa dispareja que nos servía como área de comida, de trabajo y de cocina. –La otra mitad la secamos – seguí diciendo, dijera las cosas como las dijese, Feyre y yo haríamos todo el trabajo, ni en un millón de años Nesta o Elain nos ayudarían en algo así –. Y mañana iremos al mercado a ver cuánto podemos sacar por las pieles – termine la frase solo para Feyre y para mí. De todos modos, nadie se molestó en oírnos.

Mi padre yacía frente al fuego, con la pierna arruinada bien estirada. Me dolía ver los terribles dolores que le daban debido al cambio de temperatura. Aun recordaba el día que el acreedor y sus, matones entraron en la choza y le golpearon la rodilla una y otra y otra vez. Yo había encerrado a Nesta y Elain en el dormitorio, ordenándoles que pusieran una barricada. Feyre y yo les suplicábamos a los matones que dejaran a mi padre, llorábamos y nos arrodillamos en la madera de la choza. Solo cuando le destrozaron la rodilla a mi padre se largaron.

–Me encantaría una capa nueva –dijo Elain por fin con un suspiro, en el mismo momento en que Nesta se levantaba y decía:

–Necesito un nuevo par de botas.

Me quede callada. Mire a Elain y luego a Nesta; sus botas estaban perfectas; a diferencia de las de Feyre. Estas estaban descocidas y apenas le quedaban; las mias me quedaban bien debido a mis pies pequeños. Aguantarían más.

–Compraremos las botas – dije mirándolas a las tres, Elain me miro con el ceño fruncido y a Nesta se le iluminaron los ojos –Pero no para ti Nesta, – Feyre necesitaba mucho más esas botas que Nesta, era un simple capricho que no iba a tolerar. – Las botas serán para Feyre, tus botas están bien Nesta, a Feyre se le ban a caer los dedos si sigue usando esas botas.

Nesta, chasqueo la lengua y me miro con una furia, una furia con la que siempre se dirigía a mí, sabía que nunca había sido de su agrado, pero aun así la amaba, era mi hermana y muy en el fondo me dolía que Nesta fuera así conmigo; pero no significaba que no sería dura con ella en el ámbito de dinero.

–Tienen el olor de un chancho que acaba de revolcarse en su propia suciedad. ¿No podrían, aunque fuera tratar de fingir que no son unas campesinas ignorantes?

Una sonrisa apareció en mi rostro.

–Estas campesinas ignorantes ponen comida en tu boca Nesta – Mi tono era sarcástico, sabía que eso le molestaba. Me encantaba molestarla – Así que mejor ciérrala.

Tome la mano de Feyre y la lleve al dormitorio para poder asearnos un poco.

Nos cambiamos en silencio, no necesitábamos hablar, y no era un silencio incomodo, era cálido y comprensivo; estábamos severamente cansadas debido a cazar todo día.

Me dirigí a la cajonera que compartíamos las cuatro. Feyre había pintado el cajon de cada una de nosotras, el de hasta arriba era el mío – debido a que era la menor–. Tenía un bosque de noche con árboles y pinos verdosos y altos, pero la atracción principal era la gran media luna del medio, se veía tan real y brillante, que a veces me gustaba solo admirarla. La siguiente era la de Elain, esta tenía flores por todas partes y de color rosados, justo como le gustaban a ella. La de Nesta era la más agresiva visualmente, tenía unas llamas grandes de tonos amarrillos y naranjas; tal como su personalidad. Destructiva. Y por último estaba la cajonera de Feyre, una gran noche estrellada estaba plasmada en esta, era fascinante, jamás había visto una noche tan hermosa como la de la cajonera de Feyre. Me preguntaba donde había visto tal cosa.

Abrí mi cajonera y saqué el único cambio de ropa que tenía; una camisa rota y unos pantalones de cuando tenía trece. Me mire en el pequeñísimo espejo que teníamos; tenía la cara afilada por la desnutrición al igual que todos en esta casa, mi cabello que antes brillaba como el mismo oro ahora era opaco, era como el de mis hermanas, a diferencia que el mío tenía mechones dorados; Elain solía decirme que parecían hilos de oro puro. Mis ojos eran verdes a diferencia de mis hermanas mayores. Eran de un verde mar tan claro que precia que me los hubieran deslavado; Eso decía Nesta desde que nací, que parecía deslavada, como si la fiebre que mi madre tuvo en mi embarazo me hubiera succionado el color.

Feyre y yo nos cambiamos rápidamente.

–¿Podrías calentar un bol de agua y agregar leña al fuego? – Mientras Feyre lo Pedía, notamos la pila de leña. Solo quedaban cinco troncos.

Feyre le pido a Nesta que partiera leña en la mañana, pero como siempre esta se negó, diciendo que se llenaría las manos de astillas.

Una estupidez considerando que el fuego nos mantenía vivos.


》✧《



Esa noche cenamos ciervo, sabíamos que no serviría de nada. Feyre no dijo nada cuando nos servimos una segunda porción. Yo me pasaría el día siguiente preparando las partes todavía comestibles de la cierva, y Feyre se dedicaría a limpiar los cueros antes de llevarlos al mercado.

Elain y Nesta parloteaban de algún tonto chisme por dé por ahí. Yo comía en silencio, no escuchaba nada de lo que mis hermanas decían, solo escuchaba el chasquido del fuego y mi tenedor contra mis dientes. Mi mente se dirigió a los años en los que teníamos dinero y estábamos bien en muchos sentidos. Recordaba las tardes de invierno en las que solía cantarle a mi Hermana en los jardines de la casa, mientras ella pintaba las flores de nuestros alrededores. Feyre y yo éramos analfabetas, nuestra madre había descuidado nuestra educación desde que habíamos nacido, nunca le había importado si sabíamos o no leer y escribir; pero le fascinaba explotar mis habilidades con la voz. Todo el mundo me decía que había sido bendecida con una voz etérea. Mi voz era dulce y suave, pero si lo deseaba podía hacerla firme e imponente; era de las pocas cosas que había aprendido con esa maestra de canto y piano que mi madre había contratado un año antes de caer en la pobreza. Solía decirme que mi voz me conseguiría un hombre de buena posición, y riqueza.

Lo odiaba.

Odiaba que hubiera descuidado nuestra educación básica, por explotar nuestros talentos. Deseaba aprender a leer y escribir. Siempre fue mi sueño aprender más canciones, y tal vez componerlas; pero mis dos hermanas mayores jamás se molestaron en enseñarnos nada.

Mis esperanzas de que las cosas cambiaran eran nulas. O eso es lo que yo creía.


Primer cap omggggggg.
Llevo planeando este fic desde hace uffff.
Pero por fin, aquí esta el primer cap.
Bueno byeeee.

Para que se rían un ratito.















-MAGIKSM

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