Finalización II ❁ཻུ۪۪
El hombre se preguntó cuántos momentos había desperdiciado mirando fotos de ella, cuando la tenía justo en la habitación de al lado. ¿Lo sabía ella? Él suponía que si, con lo terriblemente curiosa que era y con su siempre presente e inagotable sed de conocimiento. ¿Entonces, acaso le importaba?
Había pasado mucho tiempo desde que él se sentara en su escritorio, refugiándose en esas sonrisas y miradas artificiales, pretendieron que eran reales. ¿Acaso ella sabía eso también?
Él aún tenía a esos ojos verdes bien guardados, sonriéndole a frascos vacíos, viejas plumas y restos de cera. Era como una antigua comodidad. Pero él no deseaba mirar a los ojos verdes nunca mas. En algún punto del camino, había cambiado el esmeralda por el ámbar y él había echado maldiciones a sí mismo por no haber tenido la prudencia de capturar una imagen de esos ojitos para que le hicieran compañía en el futuro.
Debió haber sabido que eso no duraría.
Mientras Severus pensaba, Hermione continuaba llenando el formulario número doce. Ginny, mientras tanto, conversaba con una joven bruja que se había casado apenas hacía tres semanas. La chica estallaba en lágrimas frecuentemente al recordar y recapitular los detalles de su compromiso, casamiento y sobre su anciano esposo que se negaba a dejarla ir. Ella había tenido que llenar un formulario número trece, Disolución de una de las partes, que era para favorecer a las personas que deseaban divorciarse y tenían causas específicas para requerirlos, como era en caso de abuso, infidelidad o esterilidad.
La pobre chica parecía no tener esperanzas en ese punto, pero Ginny, siempre tan optimista, trataba de ayudarla en su mejor caracterización de Rita Skeeter y su dicto-pluma, mientras la asistía al llenar el dichoso formulario.
Para el interés de Severus y el horror de Hermione, la pelirroja hacía comentarios sobre la similitud en las circunstancias en la vida de la jovencita y Hermione misma.
Así que eso era lo que esa mocosa pensaba de él. De los dos.
Las mejillas de Hermione estaban teñidas de rojo mientras intentaba concentrarse en llenar los documentos para ignorar los comentarios que Ginny hacía al identificar paralelos en las historias. Algunos eran acertados, pero la mayoría eran terriblemente erróneos.
No le gustaba que le recordaran cómo había llegado a esta situación ni que Severus había sido bueno con ella.
Pero no podía detener a Ginny y corregirla, para decirle lo muy excitante que era conversar con él, lo brillante que era como compañero de laboratorio y lo muy generoso que era como amante Severus Snape. Pero él estaría horrorizado por semejante brecha en su privacidad. Así que ella solo podía mantener la cabeza baja y pretender que no estaba escuchando. Una acción que no pasó desapercibida en su esposo.
Cuando Hermione finalmente levantó la cabeza del formulario, ya no quedaba mas por hacer que firmarlo. Miró a Severus y lo encontró mirándola fijamente a los ojos y de repente, Hermione estaba sumida en su mirada como si no existiera otra cosa en el mundo, y en el salvaje latido de su corazón. Se preguntó si él podría escucharlo también.
Tal vez, si él supiera, si pudiera ver...
Hermione estaba a punto de dejar caer todas las barreras y dejarle total acceso a sus pensamientos cuando Ginny le tocó el brazo y le ofreció un frasquito con tinta.
"Ten, usa la mía." Ofreció la pelirroja, asumiendo que Hermione ya no tenía.
Hermione desvió la mirada por una fracción de segundo de Severus hacia la tinta. Cuando volvió a mirarlo, el hechizo se había roto.
Él estaba mirando otra vez hacia una pared, con la mirada fría, tranquila y la oportunidad completamente perdida.
Resignada, hundió la pluma en la tinta de Ginny y se quedó mirando la línea punteada que aguardaba su firma.
Hermione Jean Snape.
¡Dios! ¡Había odiado por tanto tiempo cómo sonaba!
El nombre de él sonaba con tanta elegancia. Severus Snape.
Su propio nombre, Hermione, siempre sonaba, cuando alguien lo pronunciaba, como si tuvieran la boca llena de vidrio roto. Pero no cuando Severus lo pronunciaba. El tenía una manera de decir su nombre que hacía parecer que lo decía al ritmo de un soneto.
Otros lo habían reducido de horribles, irritantes maneras.
Hermy, Mione, Mimi...horribles, todos.
Severus, en cambio, en su infinitamente inteligente lengua, también lo había reducido.
Mía.
Y aunque él actuaba como si fuera pura conveniencia, había algo allí, escondido. Una pregunta que ninguno se atrevía a formular por miedo a la respuesta, pero que era tan deliciosa para la lengua y que hacía vibrar el alma tanto que rogaba por ser respondida.
Tal vez no iba a extrañar el nombre Hermione Jean Snape, pero ese otro nombre...el pensar que nunca mas iba a escuchar ese nombre...
Se quedó mirando los firuletes que decoraban la línea punteada y cayó en la cuenta que ya estaba hecho. La tinta fresca, brillando sobre el papel, era la evidencia de su traición, de su insensible complacencia.
Cualquier otro pensamiento abandonó su cabeza y se sintió débil y como si se estuviera desangrando, como si se hubiera cortado su propio corazón.
La manera en la que Hermione miraba su firma puso nerviosa a Ginny y reforzó la resolución de Severus simultáneamente.
Ya lo había hecho, así que ahora le tocaba a él. Tomó el formulario y la pluma de las manos de ella y estampó su propia firma también, sellando el acuerdo que disolvía su matrimonio.
Saliendo de pronto del trance, ella se precipitó. "No lo leíste."
Pero él le devolvió el documento sin mirarla siquiera. "Confío en ti."
Había firmado sin ninguna duda, sin leerlo. Ella, entonces, se retiró y fue a formarse, formulario en mano, en la línea en donde debían ponerle el sello los empleados del Ministerio, al otro lado del atrio.
Sentía el cuerpo entumecido y las vibraciones de cada paso parecían tener un terrible impacto que hacían eco en su estómago en forma de náuseas.
En la distancia, oyó a Ginny preguntarle si estaba bien. Hermione sentía un pulso en los oídos y un sudor frío que le cubría el cuerpo entero. No había vuelta atrás.
"Necesito ir al baño..." Susurró la joven dejando el formulario en las manos de la pelirroja. Se abrió paso lo mas rápido que pudo a través de la gente que invadía el atrio. Entró en el sanitario femenino murmurando disculpas a quienes se llevaba por delante en el proceso, antes de apenas alcanzar un lavabo y vomitar en el.
"Lo siento tanto..." Gimoteó entre arcadas y lloriqueos. "No pude aguantarlo mas."
"Nos pasa a todas querida." Le dijo una mujer de edad y la consoló con unos toquecitos en la espalda antes de salir del lugar.
Hermione se enjuagó la boca y limpió el lavabo. Luego se tomó unos momentos para adecentar su imagen.
Mientras tanto, Severus seguía esperando en la fila con Ginny, sintiéndose un poco incómodo y ansioso.
Quería ir tras Hermione y asegurarse que estuviera bien. De vez en cuando, miraba a Ginny de soslayo con curiosidad, preguntándose por qué no iba a ella a ver que todo estuviera bien.
La pelirroja estaba muy entretenida leyendo las respuestas de Hermione en el formulario. "Los han encantado, ¿sabe?" Dijo como si tal cosa.
Él alzó una ceja y preguntó. "¿Qué cosa?"
"Los papeles." Respondió ella señalando las formas en sus manos. "Las hechizaron para responder con honestidad, como en los cuestionarios prematrimoniales."
Severus dejó escapar un suspiro aburrido. "Fascinante."
Tenía una expresión de despreocupación plasmada en el rostro, pero sus ojos revelaban su ansiedad al mirar una y otra vez en dirección al sanitario de damas.
"Estoy segura que está bien." Comentó Ginny. "Es solo la excitación del día, nada mas."
Y Severus se tuvo que comer las ganas de echarle una maldición allí mismo.
En lugar de eso, fijó la mirada en una pared y se focalizó en permanecer imperturbable mientras se preguntaba si sus sentimientos lo traicionarían o si el hechizo de los papeles demostraría que no había sido presionado y que la dejaba ir por voluntad propia. La línea avanzó y siguió avanzando hasta que llegaron al mostrador y Ginny entregó los documentos a la encargada.
En ese momento, Hermione se les unió, todavía viéndose un poco pálida.
La encargada pasó su varita sobre las páginas.
Ginny tamborileaba los dedos sobre el mostrador despreocupadamente.
Y Severus sentía como si el pecho le fuera a estallar.
"Mmmmm..." Murmuró la mujer del otro lado del escritorio mientras hacía un gesto de sorpresa. "Parece que hay algún tipo de problema con estos documentos."
"¿Qué clase de problema?" Preguntó la pelirroja.
"No estoy segura del todo, pero el encantamiento probitas definitivamente indica una brecha en los términos." Respondió la mujer mirando a uno y a otro como queriendo descubrir cuál era la parte culpable.
Hermione se sintió invadida por la vergüenza, sabiendo que el hechizo debió haber revelado sus verdaderos sentimientos, y reprochándose a sí misma por no haber considerado que el Ministerio iba a hechizar los dichosos formularios.
Sintió que sus entrañas volvían a estremecerse y su único consuelo era saber que ya no le quedaba nada en el estómago que pudiera arrojar.
Se tambaleó un poco y Severus puso su brazo alrededor de su cintura con total rapidez para ayudarla a mantenerse en pie.
Un segundo encargado se acercó los miró y los saludó con un cálido '¡Felicitaciones!', dejándolos pasmados y abriendo la puerta para el largamente esperado deseo de Hermione de descargar su furia.
"Primero que nada," Comenzó a decir la castaña con un ligero temblor. "No se felicita a la gente por un divorcio. ¡Es impropio al punto de la indecencia! ¡Y en segundo lugar, aparentemente, no nos vamos a divorciar!"
El hombre pareció confundido por un instante para luego echarse a reír. "¡Claro que no se van a divorciar! Además, ¿quién felicitaría a alguien por un divorcio? ¡Los felicitaba por el bebé! Ya saben, ¡no había visto una piedra de humor brillar con tanta fuerza en años! Y esa pieza que tiene usted es muy hermosa." Le dijo el hombre a Hermione con una sonrisa.
"Y felicitaciones para usted también." Dijo luego, guiñándole un ojo a Severus y luego siguió con sus asuntos.
"¡Oh!" Exclamó la otra encargada. "Entonces es por eso que el hechizo indicaba que el documento era inválido. No se pueden llenar formas de divorcio estando embarazada. Bueno, es así de sencillo, no se pueden divorciar si está embarazada."
La mujer llamó a la próxima persona en la fila y Severus se las arregló para mantener sus emociones bajo control, al tiempo que se dirigían hacia una sección vacía del área de espera, en donde pudieran llegar a términos con la nueva situación, en privado.
En cuanto estuvieron en un sector relativamente apartado, Ginny comenzó a reírse, dejando a Hermione y a Severus mas boquiabiertos que antes. Notando las expresiones de desconcierto en los rostros se compuso un poco y explicó su estallido.
"El encantamiento probitas no puede detectar embarazos." Dijo con una sonrisa.
Hermione y Severus solo siguieron mirándola con incredulidad.
"Es solo para detectar deshonestidad." Siguió la pelirroja. "Y tú no sabías que estabas embarazada y todo el documento demostraba ¡deshonestidad!"Ginny pasó de la risa a la exasperación en segundos. Alzando las manos y refunfuñando se dirigió a los dos. "Para ser un par de genios, son bastante tarados...Espero que algún día se den cuenta."Los abrazó a los dos y suspiró. "Felicidades mami y papi. Espero que tenga tu cabello," Dijo mirando a Severus. "Y tu nariz." Se volvió hacia Hermione con un guiño. "Y el sentido común de la tía Ginny." Acarició el abdomen de Hermione con cariño y se fue para contarle a Harry las buenas noticias.
Luego que la pelirroja hubiera desaparecido en medio de la tromba de personas que se movía por los pasillos del ministerio, Hermione y Severus se quedaron viéndose el uno al otro por un largo rato, aferrándose a la realidad de la situación.
El documento entero era falso.
Las lágrimas se agolparon en los ojos de la castaña y él estiró las manos para tomar las pequeñas y delicadas manos de ella.
"Mentiste." Reprochó él con los labios curvados y un brillo pícaro en los ojos.
"Tú también." Acusó ella.
"Insufrible sabelotodo."
"Viejo gruñón."
"Te gusta ser mi esposa." La acusó Severus.
"Y a ti te gusta que lo sea." Retrucó Hermione.
"Vas a tener a mi bebé." Dijo él con un ligero temblor mientras la acercaba mas.
"Y tendrá tu cabello y mi nariz."
"A mi me gusta tu cabello."
"Y yo estoy bastante encariñada con tu nariz."
"¿De verdad, Mía?"
"Si. De verdad."
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