
~Capítulo 2
—¿Jimin... estas ahí?
El silencio en el que repentinamente se había quedado la habitación se llenó de nuevo con la voz grave de Yoongi llamando a su tímido novio.
—Si Yoon aquí estoy. ¿Necesitas algo? ¿Vamos afuera?
—Vamos afuera, quisiera sentir la brisa en mi rostro.
Jimin se apresuró a salir de la habitación con Yoongi a su lado, caminando lentamente ayudado con su bastón, ya Yoongi sabía perfectamente cuántos pasos debía dar para salir de su habitación. Eran doce, después de ello en el pasillo para ir a las escaleras eran veinte y finalmente en las escaleras para comenzar a bajar que eran 15 escalones los cuales bajó de la mano de Jimin.
—Buenas tardes Jimin querido, y niño Yoongi ¿Quieren algo para merendar?
Jimin le sonrió con dulzura a la señora, era la Nana de Yoongi y era muy amable y buena con él.
—Nana quiero fruta por favor. —Dijo Yoongi mirando fijamente hacia un punto. Sus lindos ojos caramelo que estaban opacos por la falta de visibilidad no se movían curiosos como los de Jimin. Aún así eran unos ojos bastante hermosos y enigmáticos.
—Bien fruta será. —Sonrió la mujer alejándose.
—¿Y madre?
La Nana de Yoongi se detuvo a medio camino para responder.
—Salio mi niño, pero dijo que no tardaría.
Jimin y Yoongi continuaron el camino hasta el lugar favorito de Yoongi una banca de madera bajo un gran roble frente a un lindo estanque. Solía jugar ahí desde pequeño.
—Está haciendo una tarde muy bonita y fresca ¿verdad Yoon?
La dulce voz de Jimin le llegó flotando hasta sus oídos, era melodiosa y tan armónica que le recordaba a una pieza bella de alguna sinfonía de Bethoven.
Estiró una mano hacia donde la voz de Jimin lo llamaba para alcanzar su rostro. Lo logró cuando sintió esas familiares mejillas que tanto adoraba de su tierno pollito.
Suspiró enamorado, jamás había sentido eso que en su pecho vibraba, ese sentimiento que quería explotar en mil pedazos todo su sistema era tan avasallante y hasta abrumador. Nunca antes se había enamorado así, ni en su infancia cuando tenía tenía muchas amigas y amigos en el instituto. Lo que Park Jimin había logrado hacer con él era increíble.
Las ganas de seguir vivo eran gracias a su chico de la voz dulce.
—Jiminie... ¿te dije hoy que te amo?
La sonrisa de Jimin hizo que su pecho volviera a explotar y su corazón latiera descontrolado. ¿Todo eso le hacía sentir con solo una sonrisa?
—Como diez veces Yoon. —La voz de Jimin se tornó mucho más suave y melosa, Yoongi amaba cuando la voz de su novio se volvía así de suave como de terciopelo. —Yo también te amo tanto.
La mano de Jimin atrapó la suya que aún vagaba por las mejillas redonditas del chico dulce y sintió los suaves labios de Jimin sobre los suyos, se unieron en un beso tierno y lleno de amor, tan único como ellos.
A lo lejos Nana con el boul lleno de fruta veía eso, sonrió. Ella era testigo de todas las muestras de afecto y de amor de la joven pareja. Para ella era un milagro que su niño Yoongi estuviera aún con vida, Jimin era como un ángel que lo había venido a salvar del oscuro sufrimiento y ella más que nadie cuidaba que su amor no se viera descubierto. Podían pasar cosas malas si se llegaban a enterar.
—Niño Yoongi, Jimin aquí esta la fruta.
La pareja se separó y Jimin aún con sus mejillas rojas recibió la fruta.
—Gracias Nana.
—No hay de qué. —La mujer le Guiñó un ojo y se retiró.
Entonces el rubio de ojos azules tomó los trozos de fruta para llevarlos a la boca de Yoongi.
—Yoon abre la boca.
El mayor obedecía y entre risas la tarde pasó muy hermosa y agradable.
Al terminar el día Jimim debía bajar a su habitación que se encontraba en el área de dormitorios de la servidumbre. Siempre se despedía de Yoongi antes de bajar con la promesa de volver al día siguiente temprano.
—Yoon te veré mañana. —El suave murmullo de la voz de Jimin atrajo la atención de Yoongi quien ya se encontraba vestido para dormir y recostado en la cama.
—Jiminie, quédate conmigo.
Aquello era una petición.
—Yoon no creo que...
—Por favor Jiminie, no quiero estar solo hoy. Te necesito, quédate conmigo solo por hoy.
Jimin mordió su labio inferior, deseaba hacerlo, quería quedarse a dormir con él, ya antes lo habían hecho cuando eran niños y hacían pijamas. Pero cuando entraron en la adolescencia ya no se le permitió a Jimin quedarse en la habitación de Yoongi. Estaba prohibido.
Pero la carita de súplica de Yoongi lo dominaba por completo. ¿Qué podía pasar si se quedaba? Si no era nada malo. Tampoco harían nada malo.
Se sentó en la orilla de cama y tomó entre sus manos las de Yoongi.
—Está bien Yoon, ¿Me prestas algo para ponerme?
El mayor sonrió satisfecho y asintió. Al poco rato con la luz apagada ambos descansaban en aquella cama Yoongi boca arriba y Jimin sobre su pecho.
—Jiminie...
—¿Si Yoon?
Ahhh ¡Dios! Yoongi amaba tanto esa voz tan suave de Jimin lo hacía flotar. Lo hacia sentir que se había ganado un premio, lo hacía sentirse merecedor de la fortuna más grande del mundo.
—Canta para mi, por favor.
El menor abrió sus ojos, sus mejillas volvieron a ponerse rojitas y es que ese era el efecto que Min Yoongi causaba en él, como un toque arrasador de lava ardiendo. Lo ponía tan tímido como un niño.
—Cuando me llamaste
Me convertí en tu flor
Como si estuviéramos esperando por eso...
Min Yoongi soltó un gran suspiro, la voz cálida de su chico le llenaba el alma de energía renovanda. Podría decir con seguridad que conocía muy bien a Park Jimin sólo por medio de las vibraciones de su voz. El color de su voz, su tono, cuando era grave y aguda cuando estaba tímido y cuando estaba tranquilo.
Esa era la manera tan íntima que tenía él para poder visualizar a su novio de la voz dulce.
—Florecemos hasta congelarnos
Tal vez esto es la providencia del universo
Tenía que ser así
Tú sabes, yo sé
Tú eres yo, yo soy tú...
Sus párpados cerrados concentrandose en aquella voz angelical era lo que más amaba Yoongi. Podía morir ahí y sería como la cosa más hermosa del mundo. Y es que lo amaba con el alma, a su ángel salvador.
—Me preocupa tanto como late mi corazón
El destino sigue celoso de nosotros
Estoy tan asustado como tú
Cuando me ves
Cuando me tocas...
—Jiminie. —Interrumpió con un nudo formándose en su garganta.
—¿Si, Yoon?
—Cásate conmigo.
Jimin quien cantaba con sus ojos cerrados de pronto los abrió, su corazón había dejado de latir por una fracción de segundos, como si se hubiese saltado un escalón sin querer y su estómago dio un vuelco brusco.
—Ohh Yoongi...
—Jiminie te amo, y cuando por fin me hagan esa operación para poder ver quiero que seas mi esposo porque no soportaría dejar de sentirte a mi lado, además quiero que seas la primera persona que vean mis ojos. Verte por primera vez será el mejor regalo de la vida.
Jimin sintió sus ojos arder y unas lágrimas bajaron por sus mejillas inevitablemente. Se sentía eufórico en ese momento. Lo amaba con el alma, pero tenía miedo aún así estaba seguro de lo que sentía por él, ¿que podía pasar si se amaban tanto? No había por qué temer.
—Yoon por supuesto que si.
Yoongi sonrió sintiéndo que esa opresión que se había instalado en su pecho se iba. Porque había temido que su chico lo rechazara invadido por el miedo. Pero ahí estaba él diciéndole con sus suaves caricias caricias en su cabello que no debía temer nada, que siempre estaría a su lado protegiéndolo de todo contra viento y marea.
Entonces encontró el camino hasta los labios de Jimin y lo besó intensamente, sus manos se posaron hasta la fina cintura del menor y la delineó con delicadeza mientras que las manos de Jimin jugaban con su cabello.
El sonido de los besos era también algo nuevo que Yoongi había descubierto que amaba tanto como la respiración agitada de Jimin, dos cosas que se combinaban perfecto y el atesoraba como las cosas más bellas de su vida. Como aquella vieja caja donde sueles guardar tus tesoros de la infancia.
Cuando se separaron Jimin escondió su cabeza en el cuello de su novio, se sentía tan pleno y feliz ahí, era su refugio especial. Ahí jamás alguien podría hacerle daño, ahí era inmensamente feliz.
Nadie podía dañar ese amor tan puro que ellos se tenían.
Al día siguiente amanecieron en esa misma posición, con Yoongi rodeando por completo el delicado cuerpo de Jimin y éste escondido en su cuello. Profundamente dormidos.
Y a partir de ahí cada noche Jimin dormía a su lado. Teniendo el sumo cuidado de que solo Nana supiera aquello.
Pero la vida tenía otros planes sin duda.
Una mañana la puerta de la habitación de Yoongi se abrió lentamente y la alta figura de la señora Min Shinji apareció, apretando sus manos en puño...
Esto no podía ser.
Debía tomar el control de la situación antes de que fuera muy tarde.
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