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Les había ordenado a los caballeros dorados que se encarguen de los cuerpos de sus compañeros, aunque no podría decir lo mismo de Máscara de muerte. Shiryu me había contado, que en su batalla, el caballero dorado de Cáncer había caído por el vacío del Inframundo.
Shura podría haber estado en la misma situación si no hubiera intervenido para traerlo a él y a Shiryu al Santuario de vuelta.
En cuanto a los caballeros de bronce, Seiya, Shiryu, Hyoga, Ikki y Shun fueron llevados a un lugar donde curarían sus heridas y podrían descansar un poco hasta el amanecer, ya que en ese momento todos los caballeros se reunirían para jurar lealtad a Atenea.
Mi vida dio un gran cambio en pocos días y apenas estaba por finalizar mis estudios, pero ahora no sé qué hacer con ello porque mi lugar está aquí en el Santuario, debo estar aquí para proteger a los caballeros y a las personas del mundo.
En cuanto a la situación del Santuario, me había enterado de muchas cosas en estas horas.
Aparte de lo que Saga había dicho respecto a los caballeros dorados que sabían de su plan, gran parte de los guardias que vigilaban los alrededores del Santuario, habían cometido actos usando como excusa el poder del Patriarca y eso se ha demostrado en el pueblo cerca de aquí. Pero también están las muertes de aquellos que no respondieron al llamado del Santuario, entre ellos estaban los maestros de Hyoga y Shun.
Algunos habían descubierto lo que en verdad pasaba en este lugar, también la identidad del Patriarca y fueron silenciados para siempre o incluso fueron torturados para que juraran lealtad al Patriarca en ese entonces.
—Disculpa ___________. —oí a Jabu detrás de mí.
—¿Qué sucede? —pregunto girando hacia él y salgo del balcón que se encontraba en el salón del Patriarca.
—Seiya y los demás están recuperándose, según los curanderos, ha sido rápido para el estado en el que se encontraban, están muy sorprendidos por ello. —responde.
—Es bueno saber eso, creí que morirían cuando Saga los atacó, pero superaron sus límites y eso les dio la victoria ante los caballeros dorados del Santuario. ¿Cómo va el interrogatorio a los guardias que atacaron a la gente del pueblo? ¿Acaso se arrepienten de lo que hicieron con ellos?
—Admitieron su arrepentimiento, pero no sería buena ida confiar en ellos después de todo lo que hicieron.
—Ya veremos eso, ¿algo más?
—No.
—De acuerdo, estaré más tiempo aquí, me reuniré con los demás antes de que amanezca. Quisiera saber que cosas ocultaba Saga en este lugar, además... también debo conocer más de lo que será... mi nuevo hogar. Puedes irte, cualquier cosa me avisas.
Miro todo el lugar otra vez y camino por un pasillo el cual tenía varios espejos que estaban rotos, no parecieran el resultado de una pelea así nomás y dada la situación de Saga, es como si hubiera estado peleando con su parte buena.
En otro lado, había una puerta que me condujo a otra habitación más pequeña como un dormitorio con un balcón propio, de aquí podía ver todo el Santuario. Al observar con más detenimiento me di cuenta que este es el lugar donde nací y donde debí crecer hace mucho tiempo.
Pero necesitaba unos cuantos cambios, parecía abandonado.
Al acercarme donde había un cuadro pude notar unas grietas en la pared y recuerdo la historia de Aioros cuando me salvó la vida y Saga intentó acabar con él para ocultar su verdadera identidad. Por aquí es donde el caballero dorado de Sagitario tuvo que escapar.
Estaré eternamente agradecida por lo que hizo.
Miro los muebles llenos de polvo y veo un pequeño cofre dorado con algunas gemas. Aparte de que parecía un objeto hermoso, lo que me llamó la atención fue que sentía algo extraño, como una especie de aura que rodeada dicho cofre.
Al abrirlo, me encuentro con una daga del mismo color, al tomarla en mis manos comencé a sentir algo extraño en mi interior, como si tuviera que alejar esta daga para siempre, en un lugar donde no estuviera cerca de mí. ¿Pero por qué? ¿Dónde obtuvo esta daga? Parecía una daga muy hermosa, pero sospechaba que había algo detrás de esto, aparte de que este era el arma con el que Saga intentó asesinarme mucho tiempo.
Eso es algo que tendré que descubrir.
Decidí guardarla en un lugar donde nadie más sepa, solo yo. Esta daga tiene que estar alejada de todos.
Guardo la daga y regreso con la caja al salón principal donde se encontraba el asiento del Patriarca, tal pareciera un lugar fácil, pero confiaba en que debajo del asiento estaría escondida ya que a este lugar solo pueden entrar los caballeros dorados o quienes pasen por las doce casa sin mostrar alguna amenaza.
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Después de haber terminado todo lo que tenía pendiente, decidí ver a mis amigos. En el camino me encontré a Kiki, quien estaba muy feliz de que todos estemos bien y pueda regresar al Santuario. Cuando llegamos, mis amigos tenían algunas partes de su cuerpo vendadas.
—¿Cómo se encuentran? —les pregunto. —Y con sinceridad.
—Estamos muy bien, en perfectas condiciones. —responde Seiya y no pude evitar reír. —¿Cierto amigos? —miró a los demás, pero ninguno respondía.
—Estamos bien, gracias por habernos salvado __________.
—Todo el crédito no debería llevármela yo Shun, ustedes lograron algo que dejó impresionados a todo el Santuario, pasaron las doce casas. —suspiro. —Todo se terminó, he descubierto cosas muy interesantes en este lugar, pero hay algunos en los que solo Atenea y el Patriarca pueden entrar.
—¿Dónde está tu báculo? —pregunta Seiya. —¿Acaso lo dejaste por ahí?
—No, descubrí una forma de hacerlo aparecer cuando sea necesario, así no tendré que llevarlo a todos lados en caso de que haya peligro. —extiendo mi mano y hago aparecer mi báculo sorprendiendo a mis amigos. —¿Lo ven? —luego lo hago desaparecer. —Así funciona.
—Impresionante...
—Cuando estén totalmente recuperados, los esperaré en el cementerio del Santuario.
Salí del lugar más conocido como la Fuente de Atenea que es un lugar alejado del Santuario cerca de un bosque donde los caballeros son llevados a ese lugar para ser curados después de una batalla. Lo que más me impresionó de este lugar es que se dice que las lágrimas de la estatua de Atenea cayeron aquí.
Regresé al coliseo donde los caballeros suelen entrenar y se llevan a cabo los combates. En uno de los asientos del coliseo, encuentro a Akiyama sentado.
—¿Por qué estás aquí solo?
—Pensaba en todo lo que ha pasado. Jamás creí ver algo así, el Santuario, tú siendo la reencarnación de Atenea. ¿Ahora debo llamarte diosa Atenea?
—Oye. —golpeó su hombro y reímos. —Sigo siendo ___________, tal vez sea Atenea y tenga que cumplir el papel de diosa protectora de la Tierra, pero seguiré la misma persona de siempre, solo que esta vez tendré más responsabilidades que antes.
—¿Entonces te irás y vivirás aquí?
—Es algo que estuve pensando mucho y... Tengo que hacerlo, no puedo proteger el Santuario estando lejos, no necesariamente viviré aquí todo el tiempo, pero tendré que pasar más tiempo aquí estudiando y esperando algún peligro por parte de los dioses. No te obligaré a nada, si quieres puedes seguir trabajando con nosotros o puedes aceptar la propuesta que te hicieron mis padres, aún sigue en pie.
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Akiyama pensó unos momentos. Cuando llegó por primera vez al Santuario y descubrió a __________ que estaba a punto de morir, sintió temor por perder a quien consideraba su hermana y con quien había vivido en la mansión. Pero ahora que todo terminó, no sabía que podía hacer. ¿Volver a la mansión y seguir con su vida? En el fondo sabía que sería aburrido para él no hablar con ___________.
Ellos dos crecieron juntos, aunque él era algo mayor que ella, los dos se trataban como hermanos.
Algo en su interior le decía que tenía que acompañarla y quedarse con ella sin importar lo que pase, sin importar lo que pase, siempre contará con su apoyo.
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—¿Qué decidiste? —pregunté. —No importa lo que hayas decidido, si estás lejos de esto...
—No, te apoyaré, si te mudas a Grecia, iré contigo, además Tatsumi podría aburrirte un poco.
Ambos comenzamos a reír y lo abrazo, era bueno saber que contaba con su apoyo y que podría acompañarme, no quería obligarlo, pero estaba aliviada y feliz de tener a quien consideraba un hermano.
—¿Es impresionante verdad? —miro al cielo estrellado, dentro de poco tiempo todos los caballeros se reunirían al amanecer para que todos vean a la diosa Atenea. —Este lugar es impresionante y también el poder con el que el Patriarca anterior mantuvo aislado al Santuario lejos de la vista de los demás.
—¿Cómo así? Porque aquí cerca hay una aldea, pero pareciera que ellos saben de la existencia de este lugar.
—Pues sí, los habitantes de la aldea de Rodorio saben de la existencia de los caballeros y de todo lo que pasa aquí, pero no tienen el acceso permitido al Santuario. Pero con el resto del mundo, el Patriarca utilizó su poder para crear una especie de barrera a la que los demás solo verán como simples ruinas para visitar y no podrán pasar los límites. —explico lo que había leído en la gran biblioteca del Santuario. —Aún me faltan por descubrir más cosas de este lugar.
Hablamos un poco más y luego nos dirigimos a la casa de Aries.
—Jabu. —lo encontramos en el camino y estaba solo y algo pensativo. —¿Estás bien?
—Los otros y yo hemos decidido que nos quedaremos aquí a protegerla y queremos saber su aprobación, ya que usted ahora cuenta con los caballeros dorados.
—Sé a dónde quieres llegar Jabu, pero no es necesario que te preocupes. Ahora que la paz está nueva en el Santuario y en el mundo no es necesario que estén obligados a quedarse, pero no digas que ya no podré contar con el apoyo de ustedes, estoy segura que responderán al llamado del Santuario en cualquier momento. Pero si les gusta seguir entrenando, háganlo.
—Ustedes en serio les gusta aprovecharse de la bondad de la señorita. —la voz de Tatsumi nos toma por sorpresa y al verlo, le estaba dando una mirada desaprobatoria a Jabu. —Ustedes son caballeros de Atenea y tienen que permanecer aquí.
—Hay que darles un descanso Tatsumi, ellos entrenaron por muchos años y ahora es momento que disfruten el momento de paz que hay ahora. Además no son niños pequeños para estar diciéndoles que hacer. Ahora hay que reunirnos con los demás...
—A nosotros no nos impedirás que continuemos aquí. —dice Seiya que estaba junto a los demás. —Siempre estaremos protegiéndote.
—Al parecer ya se sienten mejor. Y para que sepan, tratar de convencerlos a ustedes es muy difícil, pero espero hayan escuchado lo que le dije a Jabu, porque eso también va para ustedes. Ahora reunámonos en el cementerio junto a los caballeros dorados.
Llegamos al cementerio donde se enterraban a todos los caballeros caídos en batalla. Tal y como me habían dicho antes, los caballeros dorados se habían encargado de sus compañeros fallecidos.
—Estos caballeros dorados, cumplieron con su deber de proteger las casas del Santuario aunque lo hicieron del lado incorrecto creyendo que sería una mejor opción para traer la paz a este lugar. —miró las tumbas de los cinco caballeros. —Aunque se dieron cuenta de su error, les costó la vida a cada uno. Máscara de muerte de Cáncer, Shura de Capricornio, Camus de Acuario, Afrodita de Piscis y Saga de Géminis fueron caballeros, sus compañeros, no los juzguemos por lo que hicieron. —alzo mi mano sobre las tumbas. —A pesar de todo, podrán encontrar la paz.
Después de la sepultura de cada uno de los caballeros dorados. Yo y los caballeros dorados restantes nos dirigimos al salón del Patriarca, mientras que los demás se reunían con los otros caballeros a las afueras del Santuario donde me reuniría con todos.
—Caballeros dorados. —tomo asiento en el lugar que antes le correspondía al Patriarca. —Ustedes me juraron lealtad, pero en caso de cualquier decisión mía que los involucre a ustedes, ¿prometen obedecer? Aunque eso implique el que tengan que dejar la casa que protegen e incluso a mí.
—Con todo respeto diosa Atena. —habla el caballero de Leo. —Pero aunque nos pida eso, no podremos cumplirlo. Nosotros somos caballeros que juramos proteger a Atenea aunque tengamos que sacrificar nuestras vidas, no importa el peligro que enfrentemos.
La actitud de Aioria me hizo recordar a Seiya y los demás. Por más que les pidiera algo así, en el fondo sabía que no podrían cumplirla, está primero su honor y orgullo como caballeros de Atenea.
—De acuerdo. —respondo. —Pero nuestra prioridad a partir de ahora será velar por el bien del mundo, sabrán que en cualquier momento las guerras santas contra otros dioses podrían ocurrir como en tiempos mitológicos.
El juramento de los caballeros dorados fue definitivo y ahora me reuniría con todos los caballeros del Santuario de Atenea.
—Para empezar. —inicié y miré a todos los caballeros que estaban reunidos. —Deben saber que todo lo que el anterior Patriarca hizo no estuvo bien y quienes lo apoyaron, deben pensar que abusaron del poder que tenían, durante muchos años se quitaron las vidas a aquellos que descubrieron la verdad o no quisieron responder al llamado del Santuario. —sostuve mi báculo con fuerza. —No piensen que podrán salir fácil de esto, no quiero ser estricta con ustedes, tampoco quitarles la vida, lo que quiero decir es que tienen que ser juzgados por ello. Pero confiaré en ustedes a partir de ahora si juran lealtad a Atenea y no solo a mí, también a velar por el bien del mundo, protegerlo en caso de alguna invasión o cualquier situación, porque ese es su deber como caballeros de Atenea. Las cosas cambiarán a partir de ahora y espero contar el apoyo de cada uno de ustedes, en caso contrario, será mejor que abandonen este lugar, porque no permitiré a quienes intenten traicionarme. ¡Caballeros! ¡Juren proteger al mundo como los caballeros que son! ¡Porque yo prometo protegerlos a ustedes!
—¡Por la diosa Atenea!
Todos comenzaron a repetir lo mismo. En un inicio creía que habría algunos que se pondrían en mi contra por ser una Atenea joven que no sería capaz de cumplir su función, pero todos me juraron lealtad y prometieron proteger al mundo.
Sería la protectora de este mundo, pero no siempre seré buena gente y amable en caso de que alguien intente traicionarme o destruir el mundo. No lo permitiré. Cumpliré mi papel como diosa protectora de la Tierra y todo aquel que intente romper la paz.
En este momento soy la diosa Atenea, la diosa de la guerra y protectora del mundo, mi deber también será proteger a mis caballeros que siempre han peleado a mi lado.
No sé cómo habrán sido mis anteriores reencarnaciones, tal vez cumplieron mejor papel que yo en esta nueva era o quizás fueron más fuertes y decididas. Pero prometo algo aquí, en el Santuario, que haré lo que sea para proteger el mundo en el cual nací y a quienes me importan.
Soy la Atenea de esta era. La nueva Atenea.
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Publicado: 30/12/19
Editado: 17/06/21
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◎El fin, el fin... de esta primera parte.
◎Quiero agradecerles por todo el apoyo. Recuerdo que estaba en la secundaria cuando empecé este fanfic y todo empezó con la película de Los caballeros del zodiaco la leyenda del Santuario. Desde ese momento comencé a escribir hace tres años y cuando lo terminé, un año después, no me gustó lo que había escrito y hubo algunos comentarios que me desanimaron y bueno, pensaba en borrar la historia, pero esto poco a poco recibió apoyo y en serio se los agradezco mucho. Ya somos más de 40k de lecturas y créanme, no creí que llegaría a esto.
◎Gracias por todo el apoyo y espero les haya gustado este fanfic de los caballeros del zodiaco.
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