ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝟸𝟾
Han pasado varios días desde que Seiya se fue y durante ese tiempo los que aún estábamos aquí hemos continuado atentos a los movimientos del Santuario, por ahora nada que nos perjudique, al menos eso es lo que hemos logrado averiguar. Yo he continuado mis estudios con normalidad y he dado mis exámenes con buenas calificaciones. Tengo que aprovechar estos días en los cuales no tengo que enfocarme en la Fundación y en el asunto del Santuario, no se sabe lo que pueda pasar más adelante.
Como no habíamos tenido alguna noticia de Seiya, los caballeros de acero decidieron que Daichi iría a buscarlo para saber si estaba bien o traerlo de regreso. Solo espero que Seiya esté bien y haya tenido éxito en su misión de sanar a Shiryu, así podríamos estar todos juntos otra vez y armar un plan para ir al Santuario.
—¡Seiya viene de regreso! —exclama Sho entrando a la sala de control.
—¿En serio? —pregunto con emoción, por fin teníamos una buena noticia.
—Daichi fue a buscarlo. —responde. —Al principio fue difícil encontrarlo, pero al final le dijo a Seiya que el casco desapareció y rápidamente decidió venir. —explica.
—Pero... ¿qué pasó con el agua de la vida para Shiryu? ¿Lo consiguió?
—Lo consiguió. —suspiro con alivio. —Aunque tuvo algunas dificultades, Kiki lo ayudó.
—Entonces todo está bien. —afirmo. —Es bueno saber que Seiya está bien y que Shiryu estará pronto con nosotros, confío en que el agua que consiguió Seiya le servirá mucho a Shiryu. —suspiro y camino hacia la salida junto a Sho. —Avísale a los demás Sho, Shun y Hyoga tienen que saber esto pronto. —pido y el caballero de acero sale rápidamente del salón.
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Pasaron varias horas desde que nos habíamos reunido para esperar el regreso de Seiya y Daichi y luego finalmente todos estábamos reunidos para que Seiya nos pueda contar todo lo sucedido y también sobre el estado de Shiryu. Por suerte, nuestro amigo no tenía heridas físicas, pero no podíamos confiarnos, no pasó mucho tiempo desde que salió del hospital.
Hablamos sobre el asunto de la armadura de oro y Seiya se molestó en un inicio. Todos estábamos sin alguna pista de su ubicación y sobre quién o quiénes pudieron haberse llevado el casco dorado, que antes estaba en nuestro poder. Los caballeros dorados ahora estaban buscando alguna pista.
—¿Saben algo sobre la ubicación de la armadura de oro? —pregunta Seiya.
—Daichi y los otros están buscando aún, pero no nos han dicho nada, entonces no hay ninguna pista. —responde Hyoga. —Lo único que tenemos por ahora es algo que vio ___________.
—Si es que lo podemos llamar "algo". —comento. —Vi la armadura en de un lago, nada más. No podemos confiarnos de eso, tenemos que buscarla.
—__________ tiene razón. Debemos ir a buscar la armadura de oro. —sugiere Shun, que también estaba preocupado por todo lo que estaba sucediendo. —Si el Santuario lo tiene estamos perdidos por completo.
—Será mejor que vayan. —me pongo de pie y los chicos también lo hacen, pero noto que Seiya se levantó con algo de dificultad. —Pero tengan cuidado para... —me detengo al ver que Seiya se tambalea y antes de que caiga al suelo logro sostenerlo. —¡Seiya! —le llamo, pero no me oía, comenzó a respirar muy rápido. Toco su frente al notar su temperatura alta. —Tiene mucha fiebre y está pálido.
—Estoy muy... bien... —murmura con dificultad, intenta ponerse de pie.
—Seiya, estás mal, necesitas ir al hospital de inmediato. —me coloco al lado de Hyoga. —Hyoga.
—Será mejor que descanses Seiya. —aconseja Hyoga. —Seiya. —lo llama de nuevo.
—Esto no va a funcionar. —murmuro. —Ayúdenme a llevarlo al hospital, si es a la fuerza, tendremos que hacerlo a la fuerza. —miro a Hyoga y Shun para luego mirar a Seiya, que seguía con un aspecto nada bien. —Seiya...
No fue difícil hacer que Seiya cediera para ir al hospital, pero se desmayó durante el proceso para llevar a Seiya, creo que está mal lo que diré, pero creo que eso fue ventajoso. Ahora Seiya se encontraba en el hospital. Tal parece que la fiebre fue por una recaída que tuvo durante el camino, solo Seiya sabrá lo que pasó en el camino. Y también hay que agregarle la pelea que tuvo Seiya para salvar a Ikki en la Isla de la muerte.
Hyoga y Shun se habían ido a buscar alguna pista de la armadura de oro.
En el Santuario...
El Patriarca estaba desesperado ante la desaparición de la armadura de oro y agregando también el asunto de los caballeros de bronce que habían derrotado a los caballeros de plata. Tuvo que llamar a uno de los mejores caballeros dorados: Milo, el escorpión.
—Su santidad, debe estar desesperado para mandar a llamarme.
—Verás... Has oído que hay un grupo de guerreros que se hacen llamar los caballeros de bronce. Han declarado la guerra al Santuario. —explicó el Patriarca.
—Si me permite santidad, eso es como un juego de niños. —responde con una sonrisa. —Es imposible que esos caballeros puedan vencernos, están a un nivel totalmente inferior.
—Además de eso, hay una chica que se autoproclama Atenea y ella junto a los caballeros de bronce están intentando derrocar al Santuario. —explica el otro "problema" que durante mucho tiempo ha estado intentando solucionarlo. —Envié a un novato llamado Kiki para darles una lección, pero en vez de eso, se pasó a su bando. No puedo permanecer más tiempo callado. He estado vigilando a esa chica y poder acabar con ella, tenía que evitar que causara una guerra, pero jamás imaginé que llegaríamos a este punto. Mandé a un grupo de caballeros de plata, pero recibí el informe de que fueron derrotados vergonzosamente por cinco caballeros de bronce.
—No puede ser. —el caballero dorado estaba sorprendido. Al inicio creía que los caballeros de bronce serían fáciles de vencer. Su sorpresa se desvaneció al pensar que no había porqué preocuparse. —Jamás había escuchado que un caballero de plata fuera derrotado. Mandó a llamar a uno de sus caballeros dorados, esta misión no es para mí santidad.
—¡Es una orden! —ordenó enojado.
—Pero no puedo su santidad. —Milo seguía negándose. —Es como mandar a un león a matar a unas hormigas, soy un caballero dorado y tengo mi orgullo.
—Si no los derrotamos, se harán más fuertes, más aún si la armadura de oro de Sagitario está en sus manos.
—¿Cómo dice?
—Hace dieciséis años, Aioros traicionó a Atenea y huyó del Santuario junto con la armadura y se la entregó a un hombre llamado Mitsumasa Kido. Y eso no es todo. —se puso de pie y caminó hacia unas cortinas para luego abrirlas. Ahí aparecieron siete cajas de armaduras doradas. —Nadie sabe cuántos caballeros dorados hubo, ni tampoco a quién le pertenecía la armadura. Todos le han jurado lealtad a Atenea y al Santuario, excepto dos: los caballeros de Libra y Aries. —faltaban las cajas de las armaduras de los caballeros mencionados. —El caballero de Libra a pesar de ser anciano, es el más temido de todos. No podemos permitir que se derrame sangre entre los caballeros dorados.
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Llevaba un buen rato en el hospital, los caballeros de acero también estaban para vigilar a Seiya. Conociendo como es, debíamos tomar ciertas precauciones. Mino llegó hace unos minutos, le avisé sobre el estado de Seiya y no dudó en venir rápidamente. Le trajo unas flores también.
—¡Seiya se escapó! —exclama Daichi tomándome por sorpresa. —¡No está en su habitación!
—¿Qué? ¿Pero ustedes no estaban vigilando su habitación? —pregunto a Daichi y los otros caballeros de acero vinieron detrás de él. —¿Qué pasó?
—Parece que se escapó por la ventana. —responde Sho.
—En cualquier momento, Seiya buscará su propia muerte. —gruño y miro hacia el jardín del hospital. —Traigan una soga, si lo encontramos tendremos que amarrarlo.
Cuando los tres caballeros de acero trajeron la soga que les pedí, salimos del hospital junto a Mino y buscamos por los alrededores hasta que lo vimos yendo hacia los árboles. Intentaba correr, pero parece que no estaba recuperado por completo, porque sus movimientos eran con dificultad.
—¡Regresa Seiya! —grita Mino.
—¡Miren! ¡Aquí estoy! —se burlaba de nosotros mientras seguía con su huida.
—¡Oye! ¡Vuelve aquí! —le grito, pero de pronto dejo de correr cuando escucho un sonido en los árboles. Miro hacia la copa de los árboles y algunas hojas se movían. Pero no podía ver nada. —Que extraño. —murmuro.
—¿Qué sucede? —pregunta Mino deteniéndose a mi lado.
—Nada. —miro a los caballeros de acero. —Esta es nuestra oportunidad para atraparlo.
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Luego de atrapar a Seiya, que sacamos ventaja por su estado, lo amarramos con una soga para que no pueda escaparse otra vez, si cae por la ventana puede que quede peor de lo que estaba. Lo dejamos descansando en su habitación, pero antes de ello le di un golpe en la cabeza, no tan grave. Mino se fue, prometió que vendría luego. Pensaba volver a la mansión, pero decidí quedarme un rato más.
Un sonido de un vidrio rompiéndose me hace reaccionar y corro hacia la habitación de Seiya, cuando entro grande es mi sorpresa al ver la soga cortada por completo y no encontrar a quien debería estar amarrado. Miro hacia la ventana y estaba rota, camino hacia la ventana y me asomo con cuidado para no cortarme con los restos del vidrio. No había nada, ningún rastro por alguna parte.
—No creo que Seiya haya sido tan idiota para escaparse por aquí, pero las cuerdas estaban totalmente cortadas, pareciera que hubieran sido cortadas por un objeto muy afilado. —murmuro. —No debió haber ido muy lejos, no está recuperado por completo.
Salgo de la habitación y voy hacia la entrada del hospital para buscar a Seiya, cuando salgo me encuentro con Shun.
—Hola Shun, ¿qué pasó? —pregunto.
—Tenemos información recién llegada por parte de Daichi. —responde. —El Santuario también está buscando la armadura, las piezas que estaban ahí desaparecieron. Están desesperados buscándolo por todas partes. Estamos pensando en considerar lo que viste, solo que no sabemos que provoca esto.
—Algún poder que esté fuera de nuestro alcance. —opino y muerdo mi uña mientras pienso. —Entonces si el Santuario está buscando la armadura, deben pensar que nosotros la tenemos. Ahora podemos sentir un poco de alivio sabiendo que el Santuario no la tiene.
De vuelta en el Santuario...
—¡Debes ir a cumplir lo que te ordené! —gritó al Patriarca ante las negaciones de Milo. —Es una tarea sencilla para alguien como tú, un caballero dorado.
—Tiene razón, es una tarea simple. —responde el caballero de Escorpio, pero cuando estaba por irse, alguien lo detiene.
—¡Espera Milo!
—El León Aioria. —dijo Milo al ver al hombre entrar a la sala donde estaban reunido con el Patriarca.
—Santidad permítame realizar lo que ordena. —pidió el caballero.
—¿Qué te garantiza que podrías hacerlo? —pregunta el Patriarca.
—A Milo lo haría pedazos. —miró de reojo al caballero de Escorpio que se enfureció.
—¡¿Qué dices?!
—Muy bien Aioria, ve y hazlo. —el Patriarca acepta su petición.
—Así será santidad, me encargaré de cumplir lo que ordenó.
El caballero hace una reverencia antes de salir de la sala del Patriarca dejando al caballero dorado junto al hombre que gobernaba el Santuario. Milo no podía creer que Aioria haya sido elegido para cumplir esa misión cuando hace unos instantes el Patriarca le estaba insistiendo al caballero de Escorpio.
—Santidad, ¿por qué dejó que Aioria hiciera esa tarea? —pregunta el caballero dorado. —Solo porque es el hermano menor del traidor, ¿no piensa que tal vez pueda traicionarlo? Aunque haya jurado lealtad a Atenea, él y el traidor siempre compartirán la misma sangre.
—Justo por eso. —responde el Patriarca. —Aioria ha sufrido mucho durante estos años desde que su hermano traicionó al Santuario, con tal de limpiar su honor hará lo posible para cumplir esta tarea. Los demás caballeros se burlaban de él por ser hermano de Aioros, se esforzó para llegar a ser un caballero dorado y para que dejen de considerar a su hermano un traidor. Sin embargo debemos tenerlo vigilado.
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Después de que Shun me contara las buenas noticias, creo que podrían llamarse así, comencé mi búsqueda para localizar a Seiya lo más antes posible. Me molestaba el tiempo que hacía perder, parece un niño queriendo huir del hospital cada rato.
Como no encontré nada en el hospital o por el jardín, decidí ir hacia el bosque cercano, es probable que esté ahí, aunque me preocupa la forma en la que escapó. No creo que Seiya haya logrado conseguir un cuchillo así de fácil, tengo el presentimiento de que alguien más estaba detrás de esto. Así que corro hacia el bosque rápidamente.
—¡Por qué no quieres atacarme! —escucho a alguien gritar y reconozco la voz de Shaina. ¿Pero qué hace ella aquí? ¿No será ella la responsable de que Seiya haya escapado? —¡Seiya! ¡Tienes que pelear conmigo!
Sus reclamos podían escucharse hasta donde me encontraba, ¿de qué estarán hablando? Algo parecido escuché aquella vez cuando me llevaron lejos de aquí y vi a Shaina por primera vez ¿cuál es su verdadero motivo para que esté persiguiendo a Seiya?
—¿En qué te has metido Seiya? —murmuro y me dirijo hacia dónde provenía la discusión.
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Publicado: 02/05/19
Editado: 01/05/21
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◎Aquí empieza la saga de los caballeros dorados. Intentaré mejorar algunas cosas que, en mi opinión, no me han gustado mucho y no me siento contenta con el resultado.
◎Un poquito de spam: Estoy escribiendo dos borradores para dos fanfics de Shingeki no Kyojin ¿Qué personaje será primero? Porque uno saldrá pronto.
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