Seiya y Shun estaban llegando a la última casa del Santuario: Piscis.

—Seiya. —llamó Shun a su amigo. —Cuando lleguemos a la última casa, quiero que continúes hasta llegar donde se encuentra el Patriarca, yo me quedaré a combatir al caballero dorado de Piscis.

—Pero Shun...

—Hicimos un juramento Seiya, salvaríamos a Atenea de la muerte, no importa los riesgos que tomemos. —dijo Shun de manera seria para que su amigo no tuviera alguna duda respecto a la decisión que acababa de tomar.

Era lo mejor en esos momentos, uno se quedaba a combatir y Seiya podía llegar hasta el Patriarca.

—De acuerdo Shun. —respondió Seiya.

Los caballeros de bronce entraron a la casa de Piscis y ahí pudo ver al guardián de aquella casa, un hombre con cabello celeste y sujetaba una rosa con los dientes. Se dice que el caballero dorado de Piscis es el caballero más hermoso de entre los ochenta y ocho caballeros de Atenea.

Pero también era muy peligroso.

Seiya pensó en un plan para poder seguir adelante tal y como quería Shun, aunque tuviera que tener cuidado con el caballero dorado que no se movía en ningún momento.

—Shun yo iré por delante. —Seiya y Shun comenzaron a correr. —Probablemente yo ya haya podido terminar con el Patriarca antes de que tú llegues Shun. Podemos salvar a Atenea Shun, tenemos que hacerlo.

—¡Si! —respondió y supo que tenía que distraer al caballero de Piscis para que Seiya pudiera continuar sin algún riesgo de que fuera atacado.

El caballero de Piscis seguía en la entrada y no se movía, pero estaba atento a cada uno de los caballeros de bronce.

Seiya saltó lo más alto con la intención de pasar sobre el caballero dorado, pero en ese instante, el caballero de Piscis volteó y le lanzó la rosa que llevaba antes. Antes de que pudiera tocarlo, Seiya destruyó la rosa dándole un manotazo y los pétalos cayeron al suelo.

—Adiós caballero dorado de Piscis.

El caballero de Piscis miró de reojo a Seiya con una sonrisa sabiendo que lo que se encontraría después de la casa de Piscis no sería nada fácil de pasar.

Shun sujetó el brazo del caballero dorado con su cadena.

—No dejaré que te muevas hasta que mi amigo pase por la casa de Piscis —dijo Shun mientras sostenía su cadena con fuerza. —Ahora soy un hombre y cumplo las promesas que hice a mis amigos, yo juré a mi hermano Ikki que iba a continuar hasta el fin de la batalla.

—Andrómeda. —habló finalmente el caballero dorado. —Te diré una cosa: Aunque tu amigo pase por esta casa, jamás podrá llegar al Patriarca.

—¿Qué dices?

—El caballero Pegaso puede morir en el camino al recibir mi envío de rosas.

Seiya pasó finalmente por las doce casas y estaba a punto de apresurar para llegar al lugar donde se encontraba el Patriarca, pero grande fue su sorpresa al ver el camino lleno de rosas y espinas. No le importó lo que había en el camino y siguió corriendo.

—No dejaré que nada me detenga ahora, llegué hasta aquí gracias a mis amigos, no puedo rendirme. —a medida que iba corriendo entre el montón de rosas, estas y algunos pétalos iban hacia él ocasionándole cortes y debilitándolo cada vez más. —Estoy perdiendo la conciencia... —Seiya no pudo seguir avanzando y cayó sobre el sendero de rosas.

—El sendero está lleno de rosas que no son comunes, estas rosas tienen la función de bloquear el camino a quien quiera pasar, se les llama rosas diabólicas.

—¿De qué hablas?

—En cuanto sienta el polen o toque las espinas, tu fuerza corporal disminuye al igual que tus cinco sentidos y al final mueres. —explicó la función de las rosas que impedían el paso a Seiya. —Dudo que Pegaso camine cinco pasos al frente, de nada le servirá esforzarse.

—¡Seiya! —Shun quiso quitar su cadena para ayudar a Seiya, pero Afrodita hace fuerza en su brazo para que no pudiera moverse.

—¿A dónde tratas de ir? —pregunta con tono de burla. Veía que era un caballero débil que no era capaz de quitarle su cadena. —Pensé que tú pelearías conmigo.

—Sí, seguro. —respondió Shun. —Te derrotaré y luego ayudaré a Seiya.

—¿Cómo piensas vencerme? —lo observó unos instantes y había algo familiar en él. —Tú eres el discípulo del caballero Albiore de la isla de Andrómeda.

—Sí, mi maestro era un caballero como tú, pero Milo de Escorpio lo asesinó.

—Veo que no lo entiendes. — Afrodita ríe. —Tu maestro siempre sospechó del Santuario y jamás obedeció los llamados del Patriarca durante mucho tiempo. Por lo tanto, el Patriarca le ordenó a Milo que fuera a la isla de Andrómeda para castigarlo, pero aunque Albiore era un caballero de plata, era tan fuerte como un caballero dorado. —explicó y Shun apretaba sus cadenas. —Como yo lo temía, Milo tuvo un encuentro difícil, así que ayude a Milo a terminar con la batalla.

—June me contó que encontró una rosa junto al cadáver de mi maestro, jamás se habían visto rosas en la isla de Andrómeda. —miró la rosa que estaba en el suelo y pudo reconocerla gracias a las descripciones de June. —Así que tú dejaste esa rosa Afrodita. Ahora entiendo por qué mi maestro mi maestro, un caballero tan fuerte tuvo que terminar muerto de esa manera, eso no era justo. No seré derrotado porque debo vengar la muerte de mi maestro.

—Hermoso lanzo entre maestro y discípulo, pero la venganza no te servirá ya que no lograrás hacer nada.

—¿Entonces estás listo? ¡Cadena de Andrómeda!

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Aquel copo de nieve había llegado hasta __________ y cuando lo tuvo en sus manos supo que algo sucedió con Hyoga. Entonces sin dudarlo se puso de pie y pidió a todos continuar hacia la casa de Acuario.

—¿Estás mejor Shiryu? —preguntó _________ a su amigo que se apoyaba en Jabu. —Tienes que decirme la verdad o solo lograrás que me preocupe más.

—Estoy bien, en serio. —responde. —Creí que no lograría vivir, pero me salvaste otra vez ___________. —También tengo que agradecerle a Shura, sin su armadura, estoy seguro que mi cuerpo se hubiera visto afectado más por aquella técnica que mi maestro me prohibió.

—Me entristece no haber podido salvarlo. —susurra ___________.

—Shura decía que no se merecía ser salvado por Atenea, por todos los errores que cometió en el pasado.

—En realidad, no me importa todo lo que haya hecho en el pasado, aunque eso haya sido intentar matarme, se arrepintió de todas sus acciones y al menos se merecía otra oportunidad.

Llegaron hasta la casa de Acuario y la temperatura en aquel lugar era muy frío, pero pudo ver a dos caballeros en el suelo, reconoció a Hyoga y se acercó con sus amigos hasta él.

—Hyoga... —antes de que pudiera tocarlo para curarlo, se alejó un poco al sentir el aire frío. —¿Qué sucedió aquí?

"No importa" Pensó _________. "Estamos llegando a la última casa, tengo que sanar a mis amigos lo más rápido posible, ya estamos por terminar todo esto".

___________ concentró su cosmo, pero comenzó a sentir dolores en el pecho.

—¿Señorita __________ se encuentra bien? —pregunta Tatsumi.

___________ no respondió y con su cosmo empezó a curar las heridas de Hyoga, aún se mantenía con vida y eso había ayudado mucho ya que no sería fácil traerlo de la muerte.

—¡Seiya! —exclamó Geki. —Casi no siento el cosmo de Seiya.

—Su cosmo se está debilitando cada vez más. —dijo Shiryu. —Iré en estos momentos a ayudarlo.

—No podrás pasar a menos que Shun haya derrotado al caballero de Piscis. —dijo __________. —Estamos por llegar hasta el Patriarca, esto terminará pronto.

—No puede ser cierto... ¿Acaso Seiya será el siguiente en caer?

—No digas eso Jabu, Shiryu y Hyoga estarán bien, Shun y Seiya también, no permitiré que mueran en este lugar después de todo lo que han hecho por mí.

—Queda menos de una hora. —dijo Tatsumi. —Seiya era el único que podía continuar, ahora solo queda confiar en Shun.

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Shun había perdido su armadura, pero a pesar de eso, él seguía combatiendo a Afrodita tanto así que el caballero dorado no tuvo más opción que usar su arma secreta: Una rosa blanca que al adherirse a su víctima, va matándolo hasta ponerse roja por completo. Pero con lo que no contaba, es que Shun lo había envuelto con su cosmo en una corriente parecida a su cadena.

—Si salvas a Seiya, vuelves a ser un verdadero caballero y te disculpas con el alma de mi maestro, no te haré ningún daño, pero si no lo cumples, lo pagarás muy caro. —Shun concentraba gran parte de su cosmo para que Afrodita no pudiera moverse.

—No me subestimes Andrómeda, te equivocas al creer que voy a creer en ese truco. Las funciones de mi cuerpo no se han detenido por completo. —la rosa la tenía en su mano lista para lanzársela a Shun. —Las rosas diabólicas te matan lentamente al igual que las rosas piraña, pero veo que aún sigues vivo Andrómeda, lo siento, pero debo usar esta rosa blanca. —mostró la rosa totalmente blanca que pronto se convertiría en una roja como el color de la sangre. —Esta es una rosa sangrienta que tan pronto salga de mi mano golpeará tu corazón y nadie podrá evitarlo sin importar quien sea. Cuando se vuelva roja, tú morirás. Eres el primer hombre con el que he usado esta rosa blanca para matar, puedes estar orgulloso Andrómeda.

Ambos atacan al mismo tiempo, pero el torrente de Shun se hacía cada vez más fuerte haciendo que el caballero de Piscis no pueda moverse fácilmente.

—El torrente nebular se hace más fuerte, ¿acaso esto es posible? —dijo con desesperación. No podía perder frente a un caballero de bronce, él era más fuerte.

—El torrente nebular puede aumentar infinitamente si yo lo deseo, así que antes de que sea tan poderoso...

—¿Quieres que me reforme? —pregunta y mira furioso a Shun. —¿En serio quieres que haga eso?

—¡Así es, debes luchar contra el mal del Santuario y ese es el Patriarca!

—Te diré algo antes que mueras: El poder es justicia, el Patriarca es lo suficientemente fuerte para poner el Santuario bajo su control. La paz ha estado con nosotros gracias al maestro. ¡Nunca lo entenderás con tu pequeño cerebro! ¡Ahora toma esta rosa blanca!

—Como te lo dije antes, este torrente será capaz de matarte.

—Inténtalo, ¡quién de nosotros morirá primero! Tú con esta rosa blanca o yo con tu torrente, ya no puedes detener mis ataques. ¡Muere Andrómeda! —Afrodita lanza la rosa blanca y va directo a Shun.

—¡Explota cadena nebular! —la cadena nebular de Shun se hace más fuerte, pero la rosa se incrusta en su pecho, sin embargo, es no le impidió continuar con su ataque. —¡Cadena nebular!

Afrodita cae gravemente herido.

—No puedo creer que tuviera tanto cosmo... tanto poder... Bien hecho Andrómeda, pero sé que muy pronto morirás tú también... —su cuerpo deja de moverse y varias rosas aparecieron en su cuerpo sin vida.

Shun aún se mantenía en pie, pero de pronto la rosa comenzó a ponerse roja.

—Perdónenme amigos... —cae junto al cuerpo de Afrodita.

El Patriarca, que había estado atento a todo lo sucedido, estaba viendo con satisfacción caer a los caballeros de bronce, a pesar de que haya uno en pie, no se encontraba en estado de pelear, moriría en un instante si se enfrentaba a algún caballero.

Atenea estaba a punto de morir en pocos minutos y todo se había adelantado gracias a que ella había usado su cosmo para sanar a los caballeros. No había alguna duda para el Patriarca que Atenea no estaba apta para tener el poder del Santuario.

Solo los más fuertes podrán gobernar y traer justicia y paz. Yél sabía que era el único capaz de controlar el Santuario y controlar a losdemás dioses que quieran oponerse a él.

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Publicado: 22/12/19

Editado: 14/06/21

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