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Los minutos pasaban y la lucha entre el caballero dorado de Escorpio y el caballero del Cisne continuaba. Al principio ambos estaban parejos y se podría decir que Hyoga tenía las de ganar gracias a su determinación y cosmo, pero de un momento a otro, Milo de Escorpio estaba atacando a Hyoga con la aguja escarlata ocasionándole muchas heridas graves y por más que Hyoga quisiera seguir peleando, no podría resistir más los ataques de Milo.

—Ya deja de pelear Hyoga. —Milo se acercó a Hyoga y lo tomó por el hombro para detenerlo. —¿Acaso no entiendes los sentimientos de tu maestro Camus?

—¿Cómo dices? —pregunta sorprendido y se apartó rápido de Milo. —No digas mentiras Milo.

—No es mentira. —respondió. —Te lo contaré antes de que pierdas la cabeza Hyoga y sigas insistiendo en seguir en esta lucha inútil. Pregúntate esto: ¿Por qué Camus corrió hasta la casa de Libra para luchar contra ti y te inmovilizó en el hielo?

Ante la pregunta de Milo, Hyoga comenzó a pensar respecto a ello y no pudo encontrar alguna respuesta lógica para él. Que su maestro Camus lo haya detenido en la casa de Libra abandonando su lugar en la casa de Acuario. Pero en ese momento recordó la pelea con su maestro y pudo entender a lo que se refería Milo.

Hyoga no quería pelear contra su maestro, no podía matar al hombre al que le tenía mucho respeto.

Las actitudes de Hyoga enfurecían a Camus, aún era débil. Tenía otras cosas en la mente y tenía que destruirlas para que Hyoga pueda despertar el séptimo sentido, de lo contrario, no podría salir vivo de esta lucha.

—Observa esto Hyoga. —el caballero dorado de Acuario comenzó a elevar su cosmo y Hyoga pudo ver un lugar que conocía muy bien: el barco donde se encontraba su madre.

El barco, que se encontraba debajo del hielo, comenzó a hundirse debido a que el hielo que los sostenía se desmoronaba y llegó a un punto en el cual nadie podría llegar. Se perdía en la oscuridad de las profundidades del mar hasta que el barco desapareció de la vista de Hyoga.

—E-ese es el barco de mi madre. —murmuró asustado. —Se está hundiendo. —tomó su cabeza entre sus manos y comenzó a negar desesperado creyendo que así podría alejar esas imágenes de su mente. —¿Por qué la alejas de mi lado? Eso nunca... nunca te lo perdonaré... los venceré a todos. —Hyoga comenzó a atacar con el polvo de diamante, pero el caballero de Acuario disolvía el ataque antes de que este llegara a tocarlo.

—Soy el maestro de maestros y tú me atacas con un ataque tan simple. ¿Todavía no lo entiendes Hyoga? —otro polvo de diamante es disuelto y Camus ataca a Hyoga dejándolo herido. —Tienes sentimientos hacia tu madre y hacia el caballero de cristal y tienes odio hacia mí por haberte alejado de tu madre para siempre. Así que hablando de esos sentimientos triviales, todo eso te está alejando del verdadero cosmo que los caballeros deben tener.

—¿Estás diciendo que Camus hizo todo eso a propósito?

—Sí. —afirma Milo. —Todo lo hizo para que lograras despertar el sétimo sentido... ¡Pero no lo hiciste!

Hyoga pudo entender las acciones de Camus. El objetivo del caballero dorado era hacer que su alumno despertara el sétimo sentido, alejándolo de los sentimientos que impedían que alcanzara el cosmo necesario.

—No puedo perder lo único que me quedaba. —Hyoga estaba herido, pero en lo que pensaba en ese momento, era en su madre. Lloraba en el suelo al saber que no volvería a ver a su madre como antes y tampoco podría rescatarla como se había prometido. —No volveré a ver a mi madre... ¡Mamá, mamá! —lloraba ante la atenta mirada de Camus.

Al ver que seguía pegado a aquellos sentimientos, Camus sabía que jamás lograría sobrevivir a la pelea contra los otros caballeros dorados. Lo mejor sería encerrarlo para siempre y así no corra ningún peligro. No dudó en atacarlo y llevarlo a lo que sería su muerte, encerrándolo en un ataúd de hielo.

—Camus prefirió encerrarte en el aquel ataúd con sus propias manos antes de que siguieras con tu desesperada lucha contra los caballeros dorados y termines siendo humillado con la muerte. —responde Milo. —Él esperaba que regresaras a la vida después de cientos de años cuando esta pelea haya terminado y los caballeros de bronce que traicionaron al Santuario hayan sido eliminados.

Se formó un silencio entre ambos y Hyoga comenzaba a molestarse. Camus lo había encerrado en el ataúd de hielo porque lo consideraba débil.

—Hyoga, te salvaré la vida por respeto a Camus. —se giró y le dio la espalda a Hyoga. —Tendrás tus sentidos de vuelta en cientos de años y podrás vivir tranquilamente. Vete de las doce casas, no, fuera del Santuario. Aléjate de aquí y no vuelvas a pelear contra el Santuario.

Hyoga se sintió humillado. Milo lo estaba dejando vivir con las heridas que tenía y tras haber perdido algunos de sus sentidos, para que abandonara la misión que había prometido cumplir solo porque no tenía el cosmo necesario para seguir adelante.

—No. —responde Hyoga y se puso de pie. —Métete en tus asuntos Milo y tú también Camus. Juré dar mi vida en esta batalla y continuar con mis amigos. —comenzó a recordar a sus amigos y los momentos que pasó con ellos. —Antes odiaba el haber nacido en este mundo, pero ahora agradezco tener grandes amigos que me apoyan y se preocupan por mí. Así que no me rendiré.

—Hyoga... —pronunció su nombre sorprendido. —¿Acaso tú...?

—No me importa si no estoy sin mis sentidos. Todos ustedes morirán de todas formas si se interponen en nuestro camino. —Hyoga corre hacia Milo e intenta atacarlo, pero este le dan un golpe que lo deja en peor estado.

—¡Camus de Acuario! —exclamó con una sonrisa. —¡Escuchaste lo que dijo! —miró hacia la salida de la casa de Escorpio. Podía sentir el cosmo del caballero dorado de Acuario a las afueras de la casa que protegía. —¡Tu alumno aún no ha despertado el séptimo sentido y quiere continuar! Sería una ofensa lo que planea hacer.

Camus estaba atento a lo que pasaba en la casa de Escorpio. Su alumno tomó una decisión y ya no quedaba otra que aceptar la pelea.

"Pelearé con él cara a cara, dar su vida es admitir que es un verdadero caballero".

—Acabaré con él ya que es un verdadero caballero. —Milo miró a Hyoga. —Muy bien Hyoga, tomaste tu decisión, pero no será fácil.

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La llama de la casa de Escorpio desapareció y la situación se ponía peor, cuando ocurrió aquello, _________ casi se desmaya debido a los grandes dolores en su pecho y también en su cabeza. Con cada minuto que pasaba, sentía que sus fuerzas se iban gastando de a pocos, pareciera una tortura.

—El fuego de Escorpio se ha apagado. —Tatsumi miraba con preocupación a ____________. —Ahora solo nos quedan cuatro horas, ¿qué estarás haciendo Seiya?

—Seiya, Shiryu, Hyoga y Shun están peleando ahora. —habló _________ débil. —Todos en estos momentos están arriesgando sus vidas para llegar con el Patriarca. Lo único que puedo hacer ahora es no rendirme ante los efectos de esta flecha. Confíen en ellos.

—Mejor no sigas hablando. —sugirió Akiyama que abrazaba a __________. —Tatsumi, ¿Qué le pediste a Geki que trajera?

—Algo que le pertenece a la señorita.

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Hyoga aumentaba su cosmo y atacaba a Milo, ya no repetiría los mismos errores de antes. En lo único que pensaría sería en su misión y en derrotar a los caballeros dorados que se interpongan en su camino, sin importar quienes fueran, no se rendiría. Dejaría sus sentimientos de lado.

"Hyoga, estamos contigo". Escuchó en su mente la voz de ___________. "Al igual que los demás, debes arriesgarte y despertar el séptimo sentido. Enciende tu cosmo".

—Escucha Milo, te atacaré con mi último poder. Si muero aquí, mis amigos cumplirán sus sueños de victoria.

—Bien Hyoga. —responde Milo. —Te atacaré con Antares como prometí.

Hyoga concentra todo su cosmo en lo que él consideraba su último polvo de diamante en esa pelea.

Ambos caballeros atacan al mismo tiempo, pero Milo fue más rápido y logró evadir el ataque de Hyoga y atacarle con Antares, ocasionándole una gran herida por el cual comenzó a perder sangre.

"Tranquilo Hyoga. Mantente fuerte, estaré apoyándote".

—Hyoga, has peleado como querías. —dijo Milo seguro de su victoria. Pero vio que gran parte de su armadura estaba congelada. —Imposible. ¿Cómo pudo dañarme? Esquivé tu ataque... —entonces comenzó a recordar el momento cuando ambos atacaron. El polvo de diamante había tocado parte de su armadura. —Hyoga logró afectar a los quince puntos débiles de mi armadura y está comenzando a congelarse, Hyoga finalmente despertó su séptimo sentido.

Hyoga estuvo a punto de caer, pero sintió el cosmo de __________ cerca de él. Sintió que se recuperaba de a pocos. Alzó la mirada y vio a __________ y al lado estaban Seiya, Shiryu y Shun.

—No puedo rendirme. —murmuró.

—Aún vive. —Milo estaba sorprendido al ver a Hyoga de pie después de haber recibido varios ataques de su parte que lo estaban desangrando. —Pero no durará por mucho tiempo. —pero sus sorpresa fue mayor al ver a Hyoga arrastrarse por el suelo lentamente dejando un rastro de sangre. —Hyoga, cómo es posible que puedas moverte.

Milo pudo notar algo extraño en Hyoga, su cuerpo estaba en capacidades de moverse apenas, pero aparte de eso pudo sentir el cosmo de alguien más junto a él, un cosmo muy poderoso que solo Atenea tendría. Pero ¿por qué? ¿Por qué Atenea salvaría a quienes intentan acabar con la paz del Santuario?

"Puede que _________ Kido sea la verdadera Atenea, a la que los caballeros de bronce juraron lealtad y protegen con sus vidas... ¡Eso significa que...!"

Milo se acercó rápidamente a Hyoga y en ese momento vio la imagen de Atenea en frente. El cosmo intenso y cálido intentaba darle fuerzas al caballero del cisne. Milo llegó a la conclusión que la verdadera Atenea estuvo protegiendo a Hyoga todo este tiempo y lo mismo ocurrió con los otros caballeros de bronce.

No lo dudó ni un segundo más y con un golpe detuvo la hemorragia.

—Detuve la hemorragia y pronto tendrás tus sentidos de vuelta.

—¿Por qué...? —pregunta Hyoga débil, apenas pudo mantenerse con vida gracias al cosmo de Atenea.

—Quería saber hasta dónde llegabas y como te enfrentabas a mí. —respondió y sonrió levemente. —Ahora que has despertado el séptimo sentido Hyoga, tienes que seguir superando tus límites.

Hyoga asintió y se puso de pie con dificultad para luego comenzar a caminar hacia la salida de la casa de Escorpio. Se había ganado el respeto del caballero dorado y ahora tenía que reunirse con sus amigos.


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Publicado: 12/12/19

Editado: 05/06/21

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