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Después de unos minutos había logrado recuperar la consciencia antes de que llegáramos al Coliseo. Cuando llegamos, los otros caballeros se habían dispersado por todo el lugar y habían encendido algunas luces. ¿En serio ya tenían planeado todo? Parece que conocen este lugar.
—Está abandonado, por lo menos nadie querrá venir aquí. —Dócrates nos deja en medio de lo que parece ser un área de pelea. —Amárrenlos y vigílenlos. —ordena a sus secuaces. —Seiya y los demás están por llegar y tendremos el casco de una vez.
Los caballeros nos rodean y nos amarran para evitar que pudiéramos movernos, luego nos colocan en una esquina.
—Estás muy confiado si crees que ellos vendrán Dócrates. —le digo al caballero que se encontraba cerca.
—¿Por qué estás tan segura de eso? —pregunta poniéndose a nuestra altura. —¿Crees que no vendrán por ti y ese muchacho que está a tu lado? He visto la preocupación en el rostro de Seiya y los otros, estoy muy seguro que no dudarán ni un segundo en rescatarte.
—Ellos pelean por proteger este mundo, son los caballeros de esta nueva era que salvarán al mundo y no arriesgarán la paz del mundo para salvarnos, ellos son conscientes de que proteger el casco dorado es lo más importante para evitar que ustedes traigan la guerra. —digo firme.
—Ya veremos eso... —se gira y se dirige a los otros caballeros. —Rodeen todo el lugar y que nadie los encuentre solo yo daré la señal cuando tengan que atacar.
—Parece que conocen este lugar a la perfección ¿acaso han estado planeando todo esto desde hace mucho tiempo? —pregunto.
—Gracias a Fénix y a los caballeros pudimos averiguar muchos lugares abandonados. Pero quién diría que en este lugar se iba a realizar un torneo y como premio estaría la armadura dorada, tu familia nos hubiera ahorrado todo esta búsqueda si hubieran realizado el torneo. —responde y yo solo lo miraba sin temor.
Dócrates se aleja de nosotros y unos caballeros nos rodean para vigilarnos.
—¿Estás bien Akiyama? —pregunto, había estado pensando en otra cosa que no me había percatado de que si él estaba bien. Él asiente. —Debiste quedarte callado, ahora tú estás en peligro.
—Es la primera vez que pareces mi hermana mayor, te preocupes por mí sabiendo que yo soy mayor que tú. —responde riendo.
—Te recuerdo que por tu apariencia pareces alguien menor que yo, pero tu edad dice lo contrario. —digo. —Ahora espero que Seiya y los demás no vengan, si traen el casco existe la posibilidad que la obtengan con facilidad, estamos totalmente rodeados de caballeros que parecen de un rango mayor.
—Confía en ellos, vendrán sea como sea. No dejarán que te pase algo...
—¡Dócrates aquí estoy! —grita Seiya.
—Parece que te equivocaste. —se burla Dócrates. —Ellos están aquí. Ahora ustedes. —señala a los caballeros que nos vigiaban. —Llévenlos arriba para que puedan ver el espectáculo.
Los caballeros nos llevan, a empujones, a una especie de balcón donde se podía ver todo, tal y como dijo Dócrates.
—Te esperaba Seiya, ahora dame ese casco.
—¡No lo hagas Seiya! ¡Si lo haces todo nuestro esfuerzo habrá sido en vano!
—Solo logro ver dos caballeros. —murmura Akiyama a mi lado.
—¡No te daré el casco mientras no sueltes a mis amigos! —Seiya se niega a entregar el casco que tenía en sus manos.
—¡Tonto! ¿Acaso olvidaste la misión que se te encomendó? no solo a ti, también a los demás. ¡Todos ustedes saben lo que está en juego! —exclamo intentando hacerle entrar en razón.
—No hemos olvidado la misión que se nos ha encomendado, ¿pero cómo podemos salvar al mundo? ¿Cómo puedo salvar el mundo si no puedo salvar una vida? No arriesgaré la vida de personas inocentes, mucho menos la tuya. Te salvaremos.
—Seiya...
—Muy conmovedor todo esto, pero dame el casco inmediatamente.
—De acuerdo. —responde. —Pero no lo olvides, es un cambio, te entregaré el casco y dejas ir a mis amigos.
—No lo olvido. —voltea hacia nosotros y da una señal a los caballeros. —Tráiganlos.
Cuando los caballeros nos llevan junto a Seiya, este entrega el casco a Dócrates. Akiyama es liberado y cuando creía que iba a ser mi turno, avanzo unos pasos, pero uno de los caballeros me toma del brazo nuevamente con fuerza.
—¡Oye suéltame! —intento liberarme de su agarre. —No es correcto tocar a una mujer sin permiso, sobre todo usar ese tipo de fuerza. ¡Suéltame!
—¡_________! —Shun aparece y se coloca al lado de Seiya. —¡Dócrates ese no era el trato!
—Ahora que tengo la armadura completa es momento de que tome tu vida. —le da el casco a uno de sus secuaces. —Llévenla arriba otra vez, que vea como acabo con todos sus amigos.
—¡No _________!
—¡Seiya! ¡Shun! —intento soltarme. —¡Suéltame!
—Muy bien Seiya, tú y yo tenemos un enfrentamiento pendiente.
—¿Cómo? —pregunta Seiya. —¿De qué hablas?
—¿No te suena el nombre Casio? Te enfrentaste a él en Grecia para conseguir la armadura de Pegaso.
—Sí, lo recuerdo. —responde. —Lo derroté y gracias a ello pude ganar la sagrada armadura de Pegaso. —responde y puedo notar que Dócrates se enfurece con su respuesta.
—Casio era mi hermano. —responde.
¿En serio? ¿Casio era hermano de este hombre? Seiya me había contado que Casio era más grande que él y eso le trajo algunas dificultades en su enfrentamiento para poder conseguir la armadura, casi estuvo a punto de perder, pero logró vencer cortándole una oreja. Seiya no volvió a saber de Casio.
—¿Tu hermano? —pregunta sorprendido. —No lo sabía.
—Por tu culpa no pudo convertirse en caballero, fue humillado frente a todos. Luego de ese combate perdió la razón, no volvió a ser el mismo de antes... Ahora yo lo vengaré.
—¡Se suponía que tu misión solo era recuperar el casco! —grito. —¡Imagino que tu venganza no estaba entre la lista de las órdenes del Santuario!
¿Qué estaba diciendo? No importa, en este momento tenía que evitar que peleen, ese tal Dócrates era un monstruo cuando peleaba.
—Tú no intervengas. —el caballero que me sostenía apretó mi brazo.
—¡Si Seiya fue el responsable de la locura de tu hermano, tú eres el responsable de la muerte del mío! —reclama Shun, se estaba refiriendo a Ikki. —¡Estamos iguales!
De pronto otra pelea había comenzado. Seiya golpeaba a Dócrates varias veces con sus meteoros de Pegaso. Shun intentaba acabar con todos los caballeros que rodeaban el lugar. Dócrates utiliza un ataque diferente al meteoro de Heracles, pero también resulta ser muy poderoso y provoca un derrumbe en una parte del techo. Seiya casi es aplastado por los escombros.
—¡Seiya! —ya fue suficiente.
No soportaba quedarme aquí mientras veía a dos de mis amigos sufrir a manos de los caballeros. Como no tenía atadas las piernas logré soltarme un poco del agarre del caballero y le doy una patada que logra alejarlo más. Aprovechando su descuido le doy otro golpe.
—Esto es por destruir mi casa. —otro golpe. —Esto es por mis amigos. —es el último golpe que le doy en el rostro y luego este cae al suelo algo desorientado. —Ahora tengo que buscar una forma de quitarme estas cuerdas. —busco alrededor algo cortante y para mi buena suerte logro encontrar un trozo de vidrio. Lo malo es que tenía que agarrarlo sin que me corte yo misma.
Mientras me libero de las cuerdas veo a Seiya y Shun atacar juntos y lograr que otra parte del techo caiga sobre Dócrates. Cuando ya no tengo alguna cuerda corro hacia mis amigos que habían logrado vencer a Dócrates.
—Lo lograste Shun. —Seiya ayuda a Shun a ponerse de pie. —_________ ¿estás bien? —pregunta Seiya cuando me acerco a los dos.
—Sí. —respondo. —¿Dónde está Akiyama?
—Logré sacarlo de aquí a tiempo. —responde Shun. —Está a salvo, no te preocupes.
—Gracias chicos...
Dejo de hablar cuando un aura extraña comienza a emanar de los escombros y de ella sale Dócrates sin ningún rasguño como si la pelea de antes no hubiera pasado.
—No es posible. Es un monstruo. —murmura Shun.
—Shun ¿puedes encargarte de él? —Shun asiente ante la pregunta de Seiya. —Tengo que sacar a __________ de aquí, Dócrates parece ser indestructible.
—Váyanse de aquí, yo me encargaré de él.
Seiya me toma en brazos y me lleva lejos de la zona donde se encontraban Shun y Dócrates. Seiya me deja en un lugar donde estaban los asientos del coliseo.
—Quédate aquí ________. —me dice Seiya, pero antes de que se vaya lo tomo de la mano.
—Por favor, tengan cuidado. —pido. —Conoces el poder de ese hombre, no se confíen.
Seiya va a ayudar a Shun, que estaba a punto de ser electrocutado por el poder de Dócrates. De repente Hyoga aparece con el casco en sus manos. Dócrates deja de pelear y fija la mirada en el caballero Cisne.
—¡Hyoga! —exclamo. —¡Estás aquí!
—¡Miren lo que conseguí! —muestra el casco dorado.
—¡Lo has conseguido Hyoga! —exclama Seiya alegre.
—¡__________ atrápalo! —Hyoga me lanza el casco dorado, luego mira a Dócrates. —Seré tu oponente ahora.
Me aparto un poco con el casco dorado y lo único que me queda por hacer es mirar a mis amigos confiando en que podrán derrotar a Dócrates, mientras ellos peleaban yo debía proteger el casco, era lo mínimo que podía hacer.
Hyoga corre hacia Dócrates y congela el suelo y también sus piernas haciendo que el caballero no pueda moverse o realizar algún movimiento. Pero sus manos estaban libres, así que no dudó en comenzar a golpear a Hyoga como si quisiera aplastarlo.
—¡Hyoga! —exclamo asustada.
Pese a que Dócrates no paraba de golpearlo Hyoga aún permanecía ahí y pude notar que quería congelar su cuerpo por completo. Tenía casi la mitad de su cuerpo totalmente congelado.
—¡Ahora! —grita Hyoga.
Ante esa señal Seiya y Shun atacan a Dócrates a la vez y debido a que su cuerpo estaba congelado, ambos logran derrotarlo. Hyoga se levanta con dificultad con la ayuda de Seiya.
No pierdo ni un minuto más y me reúno con mis amigos.
—¿Estas bien Hyoga? —pregunto y él asiente, pero puedo notar algo de sangre por su espalda. —Hyoga... estás sangrando. Tenemos que sacarlo de aquí, también ustedes dos. —señalo a Seiya y Shun.
—Solo son unas cuantas heridas. —responde Seiya. —Logramos conseguir el casco.
—Es cierto. —concuerdo. —Ahora salgamos de aquí.
Los tres salimos del coliseo y por suerte Tatsumi estaba con el auto.
—¿Están bien? —pregunta Akiyama cuando nos acercamos.
—Sí, por fortuna sí, pero Hyoga fue el más afectado. —señalo a Hyoga que estaba casi inconsciente. —Quiero que lo atiendan lo más rápido posible.
—Como usted diga. —responde Tatsumi. —¿Lograron recuperar el casco? —pregunta mirando a Seiya.
—Aquí está. —se lo entrega Seiya. —Ocasionamos algunos desastres en el coliseo, lo siento _________.
—No se disculpen, ese lugar estaba abandonado. Será mejor que nos vayamos de aquí, tenemos que hablar de lo sucedido. Tatsumi encárgate de mantener todo lo sucedido aquí en secreto, lejos de la prensa y asegúrate de sacar el cuerpo de Dócrates.
Todos entramos al auto. Durante el trayecto al hospital no podía evitar voltear para mirar a Hyoga. Lo que había hecho fue demasiado peligroso, pudo haber muerto en ese momento, no me imagino como puede estar su cuerpo debido a los grandes golpes por parte de Dócrates. Gracias a Hyoga pudieron vencer a Dócrates y recuperar el casco dorado.
El Santuario es mucho más poderoso de lo que imaginaba y están muy desesperados por conseguir la armadura dorada de vuelta. Por fortuna logramos detener sus planes por ahora, mientras el casco dorado esté en nuestro poder ellos no podrán usar la armadura.
El casco dorado me mostró el futuro si el casco llegara a caer en manos enemigas, aquella sombra imponente que vi sería el causante de esas guerras y cabe la posibilidad de que aquel ser esté detrás de todo esto y los caballeros son unos simple peones.
¿Podremos enfrentar lo que se viene?
Tenemos que hacerlo, pase lo que pase tenemos que proteger este mundo. Mi familia confió en mis amigos para llevar a cabo esta misión también confiaron en que sería la persona indicada para liderar a los caballeros que estaban de nuestro lado. Aunque a veces siento miedo de cumplir dicho papel, sé que mis amigos me apoyarán y también sé que confían en mí.
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Publicado: 23/08/18
Editado: 11/04/21
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