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Tal y como habíamos acordado, salimos de la mansión lo más temprano posible y ahora estábamos en camino al Valle de la Muerte. Tatsumi estaba al lado del piloto y antes de subir había verificado el clima para evitar turbulencias o algún posible accidente.

—¿Todavía están seguros de querer hacer esto? —miro a Seiya, Hyoga y Shun. —Aún hay posibilidad de arrepentirse.

Los tres se miran y Seiya responde: —Nunca hemos estado más seguros. —responde tranquilo y se cruza de brazos. —Además anoche armaste un buen plan, no podíamos desperdiciarlo.

—Tienen razón y agradezco no tener que asistir a clases hoy. —susurro. Miro el mapa nuevamente así como las coordenadas y miro por la ventana. Estábamos cerca. —Creo que ya estamos llegando, este lugar es horrible, no solo por el aspecto, las alturas de sus montañas y también los gases que hay en algunas zonas.

—Es impresionante la fama que tiene este lugar. —dice Tatsumi. —Dicen que ningún ser vivo ha logrado salir vivo de aquí.

—Creo ahora entender por qué. —por la ventana señalo los cráteres de los cuales salían humo con un color medio extraño. —Ni muerta vendría de vacaciones aquí, soy muy joven para morir.

—Tranquilos todos, siempre hay una excepción que rompe la regla.

—Hablas como si fuera algo fácil Seiya. —hablo y dejo el mapa a un lado.

—Oye __________, te quiero hacer una pregunta.

—¿Cuál es Seiya? —pregunto y lo miro con los ojos entrecerrados esperado su pregunta. —Solo diré que tengas cuidado con la pregunta que harás.

—¿Qué es lo que te preocupa más? ¿Qué regresemos con las piezas de la armadura dorada o nosotros? —pregunta y lo miro con una ceja alzada.

—¿Qué clase de pregunta es esa? —pregunto riendo. —¿Te has golpeado la cabeza Seiya? O ya olvidaste todo lo que ha pasado en estos días.

—Lo que cuenta aquí, es recuperar la armadura. —responde Tatsumi con un tono molesto e insistente. —Eso es lo más importante en este momento.

—No es verdad. —le corto mirándolo seria. Cierro los ojos unos instantes. —Ustedes son más importantes que eso. Si no recuperamos las piezas, regresamos con una o no traemos nada, el mundo no se va a acabar. Si salimos sanos y salvos de esta, podremos tener una nueva oportunidad.

El helicóptero comienza a girar y noto que nos estamos acercando a una colina llena de nieve. Estamos siguiendo el plan, ahora nos tocaba saltar.

—Prepárense muchachos. —habla el piloto. —No podré mantenerme por mucho tiempo aquí, la zona no ayuda mucho.

—Es tiempo suficiente señor. Gracias por haber aceptado. —agradezco.

—No hay problema señorita Kido.

Tatsumi saca las piezas de la armadura dorada y se la entrega a cada uno de nosotros. Seiya es el primero en saltar, luego Shun, después Hyoga y al final llegó mi turno.

—Tenga cuidado señorita _________. —notaba la preocupación en la voz de Tatsumi.

—De acuerdo, lo más importante son nuestras vidas. —digo. —No se alejen demasiado, podríamos necesitarlos en cualquier momento, calculen una distancia para que los caballeros negros no los puedan atacar. —es lo último que digo antes de saltar.

Caí en la nieva y ahora me estaba deslizando por la gran colina. A mi lado estaban Shun, Seiya y Hyoga sosteniendo con fuerza cada parte de la armadura dorada. Alzo la vista unos instantes, el helicóptero se estaba alejando. Nos deslizábamos sin perder el equilibrio ya que un solo tropiezo podríamos terminar cayendo con fuerza y lastimarnos.

—Hyoga, tú has estado muchos años rodeado de hielo y nieve, podrías darnos un consejo para poder deslizarnos sin lastimarnos ya que no podremos llevar equipos porque nos traería desventaja. —Hyoga asiente y yo vuelvo a mi asiento.

—Ya que nos deslizaremos cerca de una zona llena de acantilados debemos tener cuidado en la velocidad que tomaremos y en la forma en que nos deslizaremos. El truco está en mantener el equilibrio y no llevar todo el peso de cuerpo hacia adelante ya que podríamos chocar con alguna roca o caer hacia adelante y alguno de nosotros podría salir lastimado.

Los consejos de Hyoga habían funcionado ya que metros más abajo habíamos llegado sanos y salvos sin ninguna herida. El lugar estaba lleno de piedras gigantes que bastara con que una cayera para aplastar a una persona por completo. Pero había algo más... un olor medio raro y nauseabundo.

—Que olor más nauseabundo. —dice Seiya con asco.

—Tienes razón. —tapo mi nariz y agito mi mano.

—Es el sulfuro. —responde Hyoga.

—Ahora entiendo, algunos volcanes están llenos de sulfuro, por eso es que por aquí no hay ningún animal o rastro de vegetación, cualquiera que esté expuesto al sulfuro por mucho tiempo podría morir asfixiado. —comento. —Será mejor que sigamos con el plan, si quieren les puedo dar otra clase de ciencia para otra ocasión.

Caminamos un poco y no había alguna señal de vida cerca de nosotros.

—Parece que no hay nadie aquí. —dice Seiya.

—Es mejor así, por ahora no hay que separarnos. Podrían atacar en cualquier momento.

—Esperemos que Shiryu haya tenido éxito en la reparación de mi armadura y pueda traerla a tiempo.

A lo lejos logro escuchar sonidos de pisadas.

—Alguien se acerca. —aviso.

Los tres se ponen alerta a mí alrededor y cerca de un acantilado aparece Ikki.

—¡Bienvenidos caballeros del zodiaco! —desaparece de repente.

—¡Hermano!

—Como veo que han, eso demuestra que son valientes, aunque poco les valdrá porque les espera la muerte. —la risa de Ikki se escucha a nuestro alrededor.

—¡¿Dónde estás?!

—Te espero sobre el monte del Diablo, Seiya.

—¿Dónde está ese lugar? —pregunta Seiya.

—Según el mapa. —hablo recordando los lugares que habían en el valle de la Muerte. —Parece que en el monte hay una piedra con forma de cabeza de león, no creo que sea difícil encontrarlo.

—¿Cómo sabes eso? —pregunta Hyoga.

—Anoche me aprendí los lugares del valle por completo, digamos que no pude dormir y lo aproveché para estudiar el lugar. —respondo. —Sigamos con la siguiente parte del plan. —de mi bolsillo saco los cascabeles y se las doy a cada uno de los chicos. —Cuando alguno de nosotros necesite ayuda, podemos acudir a la ayuda del otro por el sonido de los cascabeles, como esto es un espacio totalmente abierto, el eco del sonido puede escucharse a una gran distancia.

—Romperá el silencio que reina aquí. —Hyoga se enrolla el cascabel en la muñeca.

—Cumpliremos nuestra misión, venceremos cualquier cosa.

Miro alrededor y alzo la vista hacia las piedras grandes que estaban encima de algunas montañas y oculta entre algunas, se encontraba la piedra con forma de cabeza de león.

—¡Miren! Allá está la piedra que tiene forma de cabeza de león. —señalo la piedra que apenas podía notarse.

—Esa es la roca. —la cadena de Shun comienza a moverse. —Están aquí.

La cadena apunta hacia arriba y encima de una roca se ven varias figuras negras que vienen hacia nosotros.

—¡Separémonos!

—__________, vienes conmigo. —sin poder reaccionar Seiya me toma de la mano y comenzamos a correr.

—¡Tengan cuidado chicos, Seiya es presa fácil! —grita Shun mientras nos alejamos.

Corremos lejos de los caballeros negros que ya habían empezado a pelear contra Shun y Hyoga.

—¿Qué pasa si nos topamos con alguien? —pregunto.

—Yo me encargaré de ellos, te apartarás de la pelea. —responde.

—Pero en caso de que necesites ayuda...

—Confía en mí.

No Seiya, no los dejaré solos. Solo espero que mis cinco años de artes marciales y haber quedado entre los mejores de mi clase en todo ese tiempo hayan valido la pena. Nos detenemos cuando vemos aparecer la silueta de Shiryu al frente.

—Es Shiryu... —Seiya comienza a correr hacia él. —¡Sabía que lo conseguirías!

El que parecía ser Shiryu no dice nada, se transforma en un dragón y desapareció. La armadura de Pegaso sale de la caja como nueva y automáticamente se coloca en el cuerpo de Seiya. Me acerco a Seiya que miraba fijamente la caja vacía.

—¿Qué fue todo eso Seiya? Juro que vi hace unos instantes a Shiryu.

—Algo grave debió haberle pasado para que no haya podido llegar aquí.

—Por favor que no sea cierto... —susurro, rogando mentalmente que Shiryu se encuentre bien.

La caja de la armadura comienza a flotar, pero Seiya le da un golpe que la hace caer. Me sorprendo mucho al ver a un niño de pelo naranja en el suelo.

—¿Qué haces aquí? —pregunta Seiya, aún estaba alerta.

—Al parecer veo que tienes poca imaginación. —el niño se pone de pie. —He venido a traerte tu armadura y no te das cuenta.

—Ya lo vemos. —digo obvia. —¿Quién eres tú?

—Ahora te lo diré. —carraspea un poco. —Me llamo Kiki y me envió mi maestro Mu porque tu amigo Shiryu no está en condiciones de viajar.

—¿Qué? ¿Qué le pasó a Shiryu? —pregunto con preocupación. Al no recibir respuesta Seiya se acerca al niño y comienza a zarandearlo. —¡Seiya suéltalo, así no conseguiremos nada!

—Contesta. —exige.

—¡Suéltame que me haces daño!

—Basta Seiya. —Seiya deja de lastimarlo. —Oye, ¿estás loco o qué? Déjalo hablar. —miro al niño y le permito que hable.

—Cuando su amigo Shiryu vino a ver a mi maestro, este le dijo que solo su muerte podía restaurar tu armadura.

—No... no puede ser verdad.

—Shiryu ha muerto, ha ofrecido su vida por mí. —murmura Seiya.

—No creo Seiya. —los dos me miran. —Shiryu no es el tipo de persona que se rinde, tal vez haya logrado la misión que aceptó, pero no está muerto.

—Les voy a contar exactamente lo que pasó.

Kiki nos cuenta cuando Shiryu llegó fue a ver al maestro de Kiki. Este le dice que para reparar las armaduras tanto de Seiya como la de él mismo tenía que usar su propia sangre. Shiryu se hizo un corte en las muñecas y su sangre cayó sobre ambas armaduras hasta el punto que quedó inconsciente. De ahí el maestro de Kiki al ver la valentía de Shiryu termina de reparar las armaduras con algo llamado: "Polvo de estrella"

—¿Y recuperó la conciencia? —pregunta Seiya, tenía sus manos hechas puño.

—No lo sé, mi maestro me pidió que entregara las armaduras.

—Dime por lo menos si está vivo.

—Sí, pero está muy grave.

Nos quedamos en silencio. Sabía que Shiryu estaba vivo, pero me pregunto por cuántas cosas debió haber pasado para terminar en ese estado.

—Perdóname. Te has portado como todo un valiente al venir hasta aquí y yo... solo te he tratado mal, me alegra poder ofrecerte mi amistad, si quieres claro. En cuanto a ti Shiryu, combatiré en tu honor.

—Sé que Shiryu vendrá pronto. Toma esto. —le entrego a Kiki el cascabel que tenía enrollado en mi muñeca. —Dáselo a Shiryu cuando esté listo para venir. —Kiki asiente.

—Adiós amigo. —Seiya se despide.

—Adiós Kiki. —hago lo mismo.

Kiki desaparece dejándonos a Seiya y a mí solos.

—__________, ¿no faltará un cascabel para ti? —pregunta Seiya. —Le diste el último cascabel a Kiki.

—No Seiya. —saco el otro cascabel que tenía guardad y lo muestro. —Les dije que teníamos que confiar en que Shiryu volvería.

—Tú nunca perdiste la esperanza en nosotros.

—Nunca lo haré. —amarro el cascabel.

Caminamos por un largo rato con las piezas de la armadura, los pies ya comenzaban a dolerme. No estoy acostumbrada a caminar por este tipo de lugares. De repente aparece un caballero negro, la versión maligna de Seiya.

—¡Al fín apareces!

—¿Quién eres tú?

—Soy tu doble —responde con arrogancia. —Es extraño que lo notaras. Hola __________ hace días que no te veía ¿no? Desde aquella noche en la que casi te atropellan.

—¿Por qué me salvaste esa noche? Es extraño que alguien que sirve a un hombre que tiene serios problemas con mi familia, me haya salvado.

—Fénix quería encargarse de eso, además... las órdenes de arriba no eran matarte aún.

—¿Las órdenes de arriba? —pregunto en susurro. —¿A qué se...? ¡Seiya cuidado!

El caballero negro nos había tomado por sorpresa, aprovechando nuestra distracción. Pero Seiya logró reaccionar a tiempo, me aparté a un lado rápidamente tomando las piezas de la armadura dorada que estaban expuestas. El caballero negro y Seiya comienzan a pelear de una manera sorprendente, Seiya logra esquivar los ataques en un principio, de repente uno de los golpes del caballero negro hace caer a Seiya, pero él logra levantarse.

—¿Cómo es que sigues vivo? —pregunta el caballero negro que tenía unas heridas gracias a los golpes de Seiya.

—Es gracias a mi armadura, el sacrificio ha valido la pena. Ya basta de plática, no mereces saber nada más. Ahora prepárate para recibir mi ataque.

Seiya se prepara para atacar, detrás de él puedo ver al Pegaso y al dragón, gracias a la sangre de Shiryu, parte de su cosmo quedó en la armadura de Seiya. Con su ataque preparado, tanto él como el caballero negro atacan a la vez y al final el que cae es el caballero negro. Al final de la pelea me acerco con las piezas.

—De modo que traías una de las piezas de la armadura, cada vez nos quedan menos por recuperar. —Seiya le quita la pieza que el caballero negro traía.

—Crees que has ganado, pero te equivocas...

—¿De qué hablas? Seiya ha logrado vencerte.

—Si un meteoro negro lo ha tocado... va a sufrir por el fuego de la muerte. —dice agonizante.

—¿Qué quieres decir? —Seiya mira al caballero queriendo más respuestas.

—Ya no hay nada... que... decir...

—No, no es verdad, aún tienes que responderme algo. ¿Por qué me salvaste esa noche? No creo que haya sido por pura orden de los de "arriba" Dime por qué lo hiciste. —el caballero negro no responde. —Oye... oye. —nada. —Está muerto. —miro a Seiya y le pido la pieza que llevaba antes. —Será mejor continuar.

—__________, ¿qué fue todo eso?

—Quería salir de dudas en algo... pero creo que ya no se podrá. Dame las piezas de la armadura, yo las llevaré, tú adelántate. —le digo, pero su mirada me dice que no quiere dejarme atrás. —Estaré bien, no te preocupes.

Seiya me mira por última vez antes de irse. Yo me quedo con las piezas de la armadura pensando en las palabras del caballero negro: "Las órdenes de arriba" No creo que se refiera a Ikki, debe ser alguien más, pero... ¿A qué nos estamos enfrentando?


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Publicado: 27/07/18

Editado: 03/04/21

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