
𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑋𝑉 : 𝑈𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑛𝑜𝑟𝑚𝑎𝑙 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑡𝑎𝑏𝑒𝑟𝑛𝑎
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˗ˏˋ ♞ 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝐹𝐼𝐹𝑇𝐸𝐸𝑁 ˎˊ˗ ━━━━━ ♛
𝔒𝔫𝔠𝔢 𝔲𝔭𝔬𝔫 𝔞 𝔱𝔦𝔪𝔢... ❛ 𝔄 𝔫𝔬𝔯𝔪𝔞𝔩 𝔡𝔞𝔶 𝔞𝔱 𝔱𝔥𝔢 𝔱𝔞𝔳𝔢𝔯𝔫 ❜
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✠ ⎯⎯ 𝖂𝖗𝖎𝖙𝖙𝖊𝖓 𝖇𝖞 𝕭𝖗𝖎𝖓𝖆 ⎯⎯ ✠
━ 📜 «𝄞» ¡Cuando veáis el símbolo de la
Clave de Sol
poned la música del vídeo!
—𝖃𝖁—
«𝄞» ━¿𝑫𝑬 𝑽𝑬𝑹𝑨𝑺 𝑵𝑶 𝑨𝑪𝑬𝑷𝑻𝑨𝑺 𝑼𝑵 𝑫𝑰𝑮𝑵𝑶 𝑬𝑵𝑻𝑹𝑬𝑵𝑨𝑴𝑰𝑬𝑵𝑻𝑶 𝑪𝑶𝑵 𝑼𝑵 𝑮𝑹𝑨𝑵 𝑳𝑼𝑪𝑯𝑨𝑫𝑶𝑹? —bramó Arturo mientras se ponía en posición de defensa.
—¿Acaso lo sois? Creedme que no he olvidado lo que me dijisteis pero... ¿Por qué queréis hacerlo? —dijo Gadea simulando la acción.
Ambos estaban a 3 metros de distancia, encima de la mesa y con el garrote agarrado firmemente sobre las manos, protegiendo el rostro de cada uno, mientras, poco a poco, se acercaban.
—Porque como ya te dije, vi en ti fuerza, valentía y un fuerte don para proteger un reino si hiciera falta y créeme cuando te digo que cada vez me cuesta encontrar a más gente como tú —pausó—. Es raro ver a una mujer luchar pues nunca antes había visto alguna así más debo de decir que me gusta. Si algún día llegara a reinar me encantaría tener a personas como tú a mi lado. Puede que seas testaruda, bobalicona, algo estúpida, ¡insensata a veces!...
—¿Pero...? —le interrumpió Gadea mientras se acercaban cada vez más pues sabía perfectamente que se avecinaba una gran lista de insultos del joven príncipe.
—Pero eres una gran luchadora y no me cabe duda de ello, por eso quiero entrenarte, potenciar tus habilidades y ver de lo que eres capaz.
Los dos ya estaban a un metro de distancia y Arturo rompió el hielo, haciendo que el garrote bailara por los aires directo al brazo de Gadea, esta lo esquivó y volteó hacia atrás, Arturo cogió fuerzas para atacar nuevamente pero la chica fue rápida e hizo un contraataque que fue a parar al torso del joven, por suerte este tenía gran parte de su cuerpo cubierto con una armadura, muy difícil de dañar.
—¿Por qué confiáis en mí? Si bien os dije que podría usar esas mismas habilidades en vuestra contra —dijo ella mientras hacia pequeñas maniobras con el objeto y agachando el torso para la defensiva.
—Sé que no lo harás, ¡mi intuición nunca falla! —Tras esto, se abalanzó hacía ella y esta saltó a una silla, esquivando el cuerpo de Arturo y volviéndose otra vez a la mesa y estando tras él le dio una pequeña patada en el trasero.
—¡Eh! ¡Esa parte es delicada! —Después, saltó hacia ella, dejando de lado algunos platos que estaban en la mesa y con unos movimientos rápidos y certeros, propios de un gran caballero con una buena experiencia lanzó el palo y este se dirigió con absoluta fuerza en el vientre de la joven, haciendo que esta caiga sobre la fría madera de la mesa.
—¡Oh vamos! ¡Gadea! —gritó Alistair— ¡Tú puedes!
Los tres chicos no paraban de observarles, admirados, a unos cuantos metros de distancia de la mesa.
—¡Vamos! ¡Vamos! ¡Levanta! —bramaron Saith y Seith.
Gadea cogió fuerza y se levantó de aquel contacto frío que había sentido al caerse y de reojo vio como Merlín había llegado y estaba parado en la entrada de la taberna con las manos sobre la cabeza y los ojos como platos, asombrado a su parecer. No podía creerse lo que estaba sucediendo pero buena parte de sus pensamientos recalcaban que la chica era tal cual a él. Al ver a Merlín y a los chicos le dio más ganas de no darse por vencida y coger mucho más vigor y energía que antes.
—¿¡Pero qué hacéis peleando en lo alto de una mesa!? —gritó Merlín— ¿¡Os habéis vuelto locos!?
—¡Eso se llama tener fiereza! —exclamó Arturo, recuperando el arma.
Luego la muchacha al incorporarse y ver que Arturo volvía a acercarse a ella hizo un movimiento ligero pero eficaz dándole una patada que fue directa a la rodilla derecha de este, perdió el equilibrio y la chica aprovechó la ocasión y clavó el garrote en la mesa, justo en el hueco de la posición en la que estaba Arturo, al lado de la entrepierna. Tras esto, Arturo miró, estupefacto y asombrado adónde se había clavado para subir la vista hacía Gadea.
Tanto Merlín como los chicos hicieron una mueca de dolor al imaginarse lo inimaginable para ellos.
—¡Uh...! —exclamó Saith.
—¡Esta parte también es delicada! —gritó Arturo.
—¡Por supuesto que lo sé! Esa parte es mucho más noble que vos, obviamente no dejaría a Inglaterra sin heredero.
Arturo se rió con sarcasmo.
—Que graciosa.
—Os ayudo a levantaros, no vaya a ser que os tropezáis —le dijo mientras le daba la mano. Arturo la aceptó y la tiró hacía él, hasta que dio una pequeña vuelta y en cuestión de segundos la chica reposaba en la superficie de la mesa, nuevamente.
—¡Siempre fallas en lo mismo! ¡En la guardia! Jamás te des por aludida en la batalla, en cuestión de segundos una posible victoria se puede convertir en un gran fracaso si bajas la prudencia —le explicó mientras le ponía el garrote en la garganta—. Eres buena luchando, ya te lo he dicho, pero tienes que mejorar en cuestión de guarda y defensa.
—Está bien, ¿cómo buen caballero que sois me ayudaréis a levantarme?
Ambos se rieron pues el príncipe sabía su intención.
—Sería algo tonto darte la mano para que me hagas lo mismo, ¿no crees? —preguntó, señalando en derredor, que ya se había formado un grupo de admiradores, tanto por parte de Arturo como de Gadea, incluso se podía oír varios gritos para aludir a continuar con el combate— ¿Acaso quieres dejarme como un idiota?
—Por experiencia sé que no necesitáis ayuda para eso —bromeó Gadea, dedicándole una sonrisa.
—¿Y lo dice aquella que ahora está descansando sobre una mesa?
—Bueno, puede que seamos tal para cual.
Ambos compartieron una mirada y acto seguido dieron un choque amistoso a los garrotes con una sonrisa mientras Gadea se incorporaba pero justo en ese momento Arturo le dio una patada a un plato de madera que había y lo tiró justo en el espacio que había entre la superficie de la mesa y el nuevo paso de la chica, haciendo que resbalara aún más y diera varios pasos con la esperanza de no caerse pues estaba casi al filo, lista para chocar contra el suelo, en ese intervalo de tiempo, cuando vio que Arturo no paraba de reírse y de decir por lo alto :
—¿¡Quién está haciendo el ridículo ahora!?
Más al mismo tiempo veía que cada vez estaba más cerca del pavimento, notó como alguien la cogía en sus brazos mientras estaba por el aire, protegiéndola de aquella caída brusca haciendo que parara sus nervios de inmediato.
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