
𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑋𝐼𝐼 : 𝐿𝑎 ℎ𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑟𝑎𝑔𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝐷𝑖𝑛𝑎𝑠 𝐸𝑚𝑟𝑦𝑠
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˗ˏˋ ♞ 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝑇𝑊𝐸𝐿𝑉𝐸 ˎˊ˗ ━━━━━ ♛
𝔒𝔫𝔠𝔢 𝔲𝔭𝔬𝔫 𝔞 𝔱𝔦𝔪𝔢... ❛ 𝔗𝔥𝔢 𝔰𝔱𝔬𝔯𝔶 𝔬𝔣 𝔱𝔥𝔢 𝔡𝔯𝔞𝔤𝔬𝔫𝔰 𝔬𝔣 𝔇𝔦𝔫𝔞𝔰 𝔈𝔪𝔯𝔶𝔰 ❜
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✠ ⎯⎯ 𝖂𝖗𝖎𝖙𝖙𝖊𝖓 𝖇𝖞 𝕭𝖗𝖎𝖓𝖆 ⎯⎯ ✠
—𝖃𝕴𝕴—
𝑳𝑨 𝑻𝑨𝑹𝑫𝑬 𝑫𝑬 𝑳𝑨𝑺 𝑫𝑶𝑺 𝑴𝑼𝑪𝑯𝑨𝑪𝑯𝑨𝑺 transcurrió con total normalidad, Arturo y Theobald no habían vuelto, seguramente seguirían buscándola pero estaba protegida y nadie osaría a entrar en los aposentos de Lady Morgana sin ningún aparente motivo.
Al hacerse de noche, Alistair regresó pues muchas veces le gustaba estar con Morgana, adoraba sus cuentos por no decir que era como una madre para él, ahora con la presencia de Gadea sentía más emoción.
—¡Hola! —dijo el niño mientras cerraba la puerta y se dirigía a la cama que estaba al lado de la de Morgana—, hoy me he divertido bastante, he salvado a Gadea del cepo, he estado con Merlín y Gaius haciendo nuevas pociones, he molestado a Arturo,... —Inevitablemente la chica rubia no pudo evitar una sonrisa al oír la última frase, eran iguales—. Así que no me puedo quejar, ¿hoy que cuento tocará? —preguntó mirando a las dos muchachas.
—Pues...por haberme salvado, te contaré uno especial, sé que la magia está prohibida, pero...—hizo una pausa, agachándose para ponerse a la altura de Alistair y elevando la vista para mirar a Morgana, pudo comprobar que ambos estaban interesados y se les podía ver un atisbo de emoción en sus ojos al oír aquella palabra, impronunciable a oídos de Uther Pendragón, alabada por los más curiosos—, creo que esta historia llena de ella os gustará, tratará sobre los dragones.
—¡Dragones! —exclamó Alistair—, son criaturas fantásticas, desgraciadamente desaparecieron todos...
—Eso no es del todo cierto. —Gadea pausó mientras le ponía la mano en el hombro izquierdo—. Algún día volverán, tan solo túmbate y déjame contarte una historia, no pierdas las esperanzas.
El chico obedeció y se acostó en la cama, Morgana le puso la manta con cariño por encima y se sentó a su lado, Gadea la imitó y empezó a contar la historia.
»Hace mucho tiempo cuando la magia estaba permitida, todos los días y a cada instante la gente alzaba la mirada al cielo, se podía ver un empíreo lleno de criaturas celestiales aladas como grandes ángeles que danzaban y jugueteaban con las pequeñas nubes que se formaban. Los llamaron dragones, esos mismos seres mágicos, no eran malignos, todo lo contrario pero el ser humano siempre ha sido la razón del odio incluso en las cosas meramente buenas y puras, mataron a muchísimos de ellos pues cuando llegaron las leyes modernas no solo prohibieron el uso de la magia sino también toda presencia de cualquier criatura mágica. —Alistair y Morgana observaban con admiración a Gadea pero en ellos se podía ver una mirada apenada por la última frase, la muchacha continúo—. Pero lo que no saben todos, es que si hay un dragones todavía vivos en Camelot hay muchos más en toda Inglaterra, que aguardan el regreso de un rey que admita la paz, que proclame la esperanza, el amor venidero en todos los reinos —hizo una parada, intrigada—, que acepte la magia. Y sé que algún día llegará, ahora bien, recuerdo la siguiente historia porque me la llegaron a contar de pequeña, varias veces y no sé que tan real es, pero tengo fe en ello. Había una vez una torre en ruinas que bajo la dirección de un malvado rey, se enviaron los mejores arquitectos de la isla para reconstruirla, debía de ser una gran torre que le permitiera crecer y hacerse más poderoso pues era un buen refugio como una admirada fortaleza. Pero lo que no contaron es que en esa misma zona y en lo más profundo de la tierra descansaban dos grandes dragones, bajo las colosales piedras, uno era blanco y el otro, el más aterrador, rojo. Ellos y su presencia hacían que las construcciones y las mejoras que imponía aquel rey para gobernar desde lo más alto de esa zona fuera imposible, muchos de los que estaban allí presentes pensaba que la zona estaba maldita o bien que por los pecados del mismo líder que imponía las normas hacía que la edificación no llegará a su fin, otros pensaban que eran los mismos fantasmas que no querían que interrumpieran en su hogar. Lo que estaba claro es que esos mismos dragones algún día volverán, se despertarán del todo y se alzarán, brillarán en lo más profundo de nuestro cielo como lo hicieron en el primer instante de sus existencias, todos y cada uno de ellos. Porque no solo hay tres, hay más, están escondidos, tienen miedo pero cuando llegué la hora —Gadea volvió a pausar mientras acariciaba el cabello de Alistair—, cuando llegué el momento, volverán.
Morgana, ilusionada no podía apartar la mirada de la chica, puede que sea la protegida de Uther pero en ella no había nada de rechazo en la magia, todo lo contrario, la admiraba.
—Esa torre se llamaba Dinas Emrys y realmente no recuerdo cual es el nombre del rey, ni siquiera sé en que lugar está o de donde salió el origen de dicha historia lo que tengo claro es que si de verdad hay dragones y existe ese sitio aún siguen dormitando pues sino las noticias hubieran llegado hasta aquí pero os diré una cosa, todos se enterarán de su regreso.
—Y ahora pequeño, descansa, ha sido un gran día —continúo la chica con una sonrisa—, aunque ahora que lo vuelvo a pensar, ¡¿cómo me quitaste tan rápido las esposas?!
—¡Vos misma lo habéis dicho, la magia aún existe! —le insinúo con tono burlón.
—Bonita respuesta —comentó Morgana—, pero más vale no decírselo a Uther.
—¡Eso es cierto! Si se llegará a enterar te encerraría con el dragón —bromeó Gadea.
—¡Qué ganas! —exclamó Alistair.
—¡No! ¡No, en absoluto, ni se te ocurra decírselo!
—¡Era broma! —El chico no paraba de reírse, había bromeado acerca de sus intenciones para asustar a Morgana y a Gadea—. ¡Era solo una broma!
—Que gracioso....—dijeron las dos a la vez y luego al intercambiar las mismas palabras se rieron los tres seguidamente.
—Bueno, creo que ya es tarde, me voy a dormir —dijo Gadea, pero luego al levantarse se quedó perpleja pues solo había dos camas, Lady Morgana le había ofrecido su cama pero no quería molestarla entonces se tumbó en el suelo—, ¡qué tengáis una buena noche!
—Puedes dormir en mi cama —dijeron Alistair y Morgana al mismo tiempo.
—¿¡Tienen telepatía!? —continúo Gadea.
—¡Sí! —respondió el niño
—¡Eso parece! —continuó la joven de pelo negro.
Volvieron a reírse.
—Oh, venga Gadea, no nos hagáis esto, nos sentiremos mal si cogéis un resfriado, las dos camas son grandes y no nos importaría compartirla —siguió el chico.
—Está bien, entonces...¿Con quién duermo?
—¡Conmigo! —volvieron a decir los dos a la vez.
—Esto se va a volver como una costumbre.
Al final optó por dormir con Lady Morgana y al día siguiente con el pequeño Alistair. Tras taparse con las primorosas mantas y acostando su cuerpo con un sutil gesto en la cama, sus párpados se cerraron rápidamente y una delicada brisa entró por la ventana entreabierta y protegida por unas finas telas que cuestionaban en su interior, haciendo que con el delicado aire bailarán al son de una sonata, un pequeño y suave roce de esa misma brisa relajó por completo a los tres jóvenes hasta tal punto de dejarles dormidos y en un estado muy profundo.
𝔈𝔰𝔞 𝔫𝔬𝔠𝔥𝔢 fue muy especial pues fue la segunda que pasó Gadea tras su llegada a Camelot y parecía que todo mejoraba, la primera la pasó en un calabozo, frío y oscuro, pero nunca imaginó que un niño y un joven hechicero la ayudarían a escapar de aquel posterior castigo, pero no solo por eso fue inolvidable, la joven tuvo un sueño aunque más que un sueño fue una comunicación con alguien que no conocía y que nunca había visto, pero sus sentimientos estaban entrelazados, los dos y sea quien sea el otro individuo, observaron en ese momento el yo del pasado de cada uno.
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