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𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝐼𝑋 : 𝐴𝑙𝑖𝑠𝑡𝑎𝑖𝑟, 𝑒𝑙 𝑛𝑖𝑛̃𝑜 𝑠𝑎𝑏𝑖𝑜

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˗ˏˋ ♞ 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝑁𝐼𝑁𝐸  ˎˊ˗ ━━━━━ ♛
𝔒𝔫𝔠𝔢 𝔲𝔭𝔬𝔫 𝔞 𝔱𝔦𝔪𝔢... ❛ 𝔄𝔩𝔦𝔰𝔱𝔞𝔦𝔯, 𝔱𝔥𝔢 𝔴𝔦𝔰𝔢 𝔟𝔬𝔶 ❜
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✠ ⎯⎯ 𝖂𝖗𝖎𝖙𝖙𝖊𝖓 𝖇𝖞 𝕭𝖗𝖎𝖓𝖆 ⎯⎯ ✠


—𝕴𝖃—

—¿𝑯𝑨𝑺 𝑪𝑨𝑴𝑩𝑰𝑨𝑫𝑶 𝑫𝑬 𝑶𝑷𝑰𝑵𝑰𝑶́𝑵 𝑹𝑬𝑺𝑷𝑬𝑪𝑻𝑶 𝑨 𝑬𝑳𝑳𝑶? —le dijo el príncipe mientras se iluminaba una pequeña mueca de simpatía en su cara— ¿O acaso te agrado?

—¡Obvio que no! Os dejaré porque me gustaría molestaros unas cuantas veces más.

—¡Vaya! Entre Merlín y tú no sé quien es peor pero te diré una cosa —le adujo ínterin se acercaba a ella—, eres algo necia, pero hay algo en ti que me intriga, Gadea y luchas bien, ¿de dónde vienes?

—Provengo de Eal...—hizo una breve pausa al recordar que le había dicho a la gente su ubicación falsa para poder encontrar a Merlín y pasar desapercibida—, de la ciudad de Camarthen en Gales.

Arturo arqueó una ceja, pensativo.

—¿De verás? ¿Y quién te ha enseñado a manejar la espada? —le preguntó con sospecha.

No podía contarle sus sueños ni sus visiones sobre el anciano que le enseñaba en medio del bosque por lo que buscó otra respuesta, algo más práctica.

—Yo misma, desde siempre me ha gustado mucho entrenar en el arte de la espada así como la del arco, aunque este último no mucho, pero me encantaría.

—Gadea, no sé si me dices la verdad respecto a tu pasado, pero sin duda, sé que tu entusiasmo por mejorar en el combate son sinceros, ¿te gustaría que te enseñara?

—Os he puesto la espada dos veces en la garganta y aún así me dais el entusiasmo de mejorar mis habilidades —hizo una pausa para apaciblemente preguntarle— ¿Y si algún día vuestros consejos los uso  para estar en vuestra contra?

Arturo se rió por aquella pregunta, admirado por la valentía y osadía de la chica.

—¿Sabes por qué me enfrente a ti? Porque desde que te vi sabía que había algo en tu ser que me atraía, no sé el que, pero por alguna extraña razón sabía que luchabas bien, en cuanto a lo otro, lo averiguaré pero antes de que encestes el golpe final yo habré ganado antes de que caigas en mi trampa.

—¿Se puede saber que trampa, Principito?

—No sería una trampa si te lo dijera —prosiguió el joven mientras se acercaba a Gadea—, ¿te he dicho que odio que me llames así?

—No lo recuerdo, en todo caso, me encanta decíroslo. Estaré encantada de ver vuestra trampa, ...Arturito.

Esté por su parte se rio y tras esto cogió el filo de la espada y la empujó hacia adelante mientras que esquivaba su propio movimiento, hecho que hizo que Gadea se lanzará hacia enfrente con la empuñadura de la espada en sus manos y perdiera en ese mismo momento parte del equilibrio pero pudo recobrarse, por otra parte, Arturo obtuvo su espada y la tiró a un lado; para asegurarse que estuviera fuera del alcance de la chica, mientras atrapaba el cuerpo de la contrincante y la condujo hacia él y le susurró al oído -Se te da bien el ataque pero no la defensa, siempre te atrapo y admito que me dejo cuando haces alguna travesura conmigo y me quitas el arma, así demuestras tu coraje- le afirmó y acto seguido, la condujo hacia la puerta, aferrada a él-. No me vuelvas a llamar tampoco Arturito, Gadeita.

—Jajaja, que gracioso sois, notad el sarcasmo principito, os dejaré pero acabemos con esto, si me soltáis prometo no decíroslo nunca más ¿Trato hecho?

—Está bien, te soltaré cuando vea que tu cara esté hecha una lechuga, ahí hablaremos —espetó— ¡Guardias! Es la hora, llevadla arriba y ponerla en el cepo, estará media hora y por cada insulto que me diga media hora más ¿está claro?

—Si, mi señor, así será.

—Aquí tienes, cuidadito con ella, además de fastidiosa es un poco aventurada.

—¡Oh! Qué cosas bonitas me decís, Príncipe, estaré en deuda con vos, sois un caballero puro, grato y plácido.

—No te voy a quitar la media hora con tus halagos.

—¿Admitís que os gusta más mis insultos que mis palabras más sinceras hacía vos?

—No, pero es más divertido cuando aumentan el tiempo de la punición -tras esto, le besa una mano—. Mucha suerte, mi lady, la necesitarás, iré más tarde a participar en el evento. —Con una sonrisa pícara y un guiño con el ojo derecho, se dispuso a marcharse del lugar, dejando a Gadea con los guardias y con su propia suerte. Tras dejar aquel lugar, resopló porque no soportaba la actitud de la muchacha aunque buena parte de él se divertía a su lado, sentimiento que fue compartido entre ambos.

—¡Ah! Y a la respuesta de antes, me da igual lo que me digas, te entrenaré, hacía tiempo que no venía ningún principiante a pedirme consejos.

—¿¡Acaso os lo he pedido!? —gritó Gadea, indignada.

—Inconscientemente pero tu orgullo no lo hace.

Será posible pensó ella, era mejor dejarlo ir sino iba a explotar como lo iban a hacer los tomates que le iban a lanzar en cuestión de minutos.

𝔜𝔞 𝔲𝔫𝔞 𝔳𝔢𝔷  fuera de las mazmorras, la mozuela respiraba aire esperanzador, puro y frescal, sabía perfectamente que lo peor estaba por llegar pero al ver el cielo despejado y unas cuantas nubes a lo lejos en el horizonte; que majestuosamente se alzaban por las colinas y decoraban el paisaje haciendo que aparezcan figuras por el cielo, se relajó por completo.

La mayoría de los que participaban para dar su merecido al rebelde, eran niños, se divertían lanzado tomates, lechugas, huevos, todo tipo de comida que se pudiera estallar en pequeñas cantidades en la cabeza del sentenciado pero esta vez Theobald y Arturo se iban a unir a ello, eso era lo que le preocupaba Gadea, seguro que como brutos que son, le tirarían una sandía entera si pudieran. Intentó volver a calmarse, hecho que fue en vano pues al ver el cepo se distanció más de sus buenos pensamientos. Era de un color marrón oscuro, por su tacto se podía ver que estaba hecho con madera, decorado con dos barrotes para poder abrirlo y cerrarlo cuando se tenía que internar a alguien, por otro lado, había tres círculos, los dos de los extremos eran más pequeños pues ahí se correspondían las manos y en el medio, mucho más grande, la cabeza, tan pronto como lo vio, los guardias le obligaron a agacharse, ella no desobedeció, "entre antes acabe esto, mucho mejor" pensó, por lo que metió la cabeza y las manos y le cerraron la tablilla de arriba, en cuestión de segundos ya sus extremidades posteriores asomaban por las rendijas circulares, asomadas ante cualquier cosa y a todo tipo de peligros.

Un grupo de niños se acercó tan pronto como el relámpago tarda en llegar a la deriva, con una sonrisa divertida, cogieron al lado del cepo unos cuantos tomates de la cesta y se distanciaron para tener mejor puntería.

—¡Allá va! —exclamó uno.

—Oh, vamos, ¡yo quiero ser el primero! —se enfadó el otro.

—¡Lo haremos los dos a la vez! —dijeron juntos.

—Oh, por favor, ¡lo que me faltaba!, discutiendo por mi cara, ¡Qué bonit...!

Ni siquiera pudo terminar la frase, los dos niños le lanzaron a la par dos tomates que estallaron con una velocidad vertiginosa en los cachetes de la joven, ahora tornándose a un rojo intenso.

—¡Jajaja! ¡Yo quiero probar!

Uno de los chicos que estaba en la otra esquina de la plaza se unió, este optó por una lechuga, dos tomates y y cuatro peras, repartiéndolas al resto del grupo, la joven al ver lo que le esperaba cerró los ojos para poder protegerlos, intentando mirar al suelo pero el desasosiego se lo impedía.

En unos cuantos segundos, todo estalló en la pálida cara de la misma, ahora coloreada de diferentes colores, se tornaba de rojo a naranja y con diferentes trozos, incluso pudo probar una tira de lechuga que se le cayó en el labio inferior al rebotar con su nariz.

—¡Está buena, chicos! ¡Gracias! —les felicitó pero justo en ese momento se fueron para reponer nuevos alimentos en la cesta; ya que se habían acabado, y en un momento de calma apareció un chico joven, de unos 9 o 10 años; su pelo castaño y ondulado con el contacto de la brisa matutina hacían movimientos hermosos como si del oleaje se tratará, se acercaba a ella para hacerle compañía.


—Siento mucho lo que os está pasando.

—¡Oh! No te preocupes, chico, si lo miras de otra forma te lo pasas bien.

—¿Otra forma? —preguntó él.

—¡Sí! Sus sonrisas, se divierten y ya por ello veo que no es tiempo perdido —le explicó Gadea y en cierto sentido era lo que verdaderamente sentía, no había sufrido daño, simplemente alguna que otra mancha en su cara y vestimenta.

—Veo que tenéis un corazón honorable, ojalá y más gente sea como vos, me recordáis mucho a Lady Morgana.

Es cierto lo que dicen de los niños, la edad no complementa la sabiduría sino la experiencia y ese chico era la viva imagen de ello.

—Veo que tu también lo tienes, pequeño, soy nueva aquí pero me gustaría saber quién es Lady Morgana, ¿la conoces bien?

—Es la protegida del rey Uther, está muchas veces en el castillo, ella me enseña a escribir y a leer, es muy buena persona.

—Me encantaría conocerla, aparte de Merlín no he conocido a nadie más que me trate bien, llegué ayer y bueno —hizo una pausa apretando los labios para limpiarse y poder hablar mejor, mientras alzaba mejor la cabeza y observaba al niño—, tengo la certeza de que tu también vas a formar parte de mi grupo de amigos, ¿cómo te llamas, pequeño?

—Me llamo Alistair, un placer, Mi Lady —se presentó y estiró la mano con un paño que había sacado del bolsillo para poder quitarle a la mozuela el líquido que le había dejado el tomate en los pómulos.

—Yo me llamo Gadea, Alistair, no soy Lady, pero gracias, me es un placer conocerte, debo ser sincera contigo, ¿por qué me tratas así, tan bien? Es decir...se supone que estoy aquí porque he hecho algo "malo" y de seguro que estarás enfadado por haber desobedecido las normas.

—La cuestión es simple si yo estuviera en vuestro lugar me encantaría que me ayudarán más estoy seguro que no hicisteis algo bellaco. En cuanto a lo de Lady me encanta decírselo a la gente afable como vos.

—¡Vaya! Agradezco ese gesto humilde de tu parte, jovencito, pero necesito saber la respuesta a otra pregunta, ¿viste lo que pasó entre Arturo y yo, verdad? —Impresionada por su actitud, no pudo evitar preguntarle.

—No, estaba leyendo un nuevo libro con Morgana pero me llegaron de que una foránea había retado al príncipe Arturo, hecho que me impactó pues pocos osan enfrentarse al gran dragón de Camelot.

—Arturo presume de ello pero no es más que un adolescente presumido, ojalá y las cosas cambien, tengo fe en ello.

—Yo tengo fe también supongo que con el tiempo todo se verá y también que seremos grandes amigos, Gadea.

—¡Por supuesto, Alistair! —Abrió en cuanto pudo su mano derecha en el cepo y el niño acepto la acepto con agrado, tras esto, ambos se miraron y rieron a la par.

«Parece que todo va mejorando», reflexionó la muchacha y quien lo diría, en las peores circunstancias ya que en ellas y si tenemos dogma, un hilo de esperanza puede brotar en cualquier abismo lleno de oscuridad, en cualquier atisbo de desesperación.

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❤️ ¡Hasta aquí el capítulo de hoy! Espero que lo hayan disfrutado.
Guardo mucho cariño a Alistair, no sé si lo habéis visto u os suena el personaje pero es de una de mis películas favoritas, "Dracula, la leyenda jamás contada" - "Dracula Untold", ¡se viene grandes aventuras con este personaje! ¡Gracias a él podremos conocer a Morgana en futuros episodios! ❤️

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