
𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝐼 : 𝐿𝑎 𝑙𝑙𝑒𝑔𝑎𝑑𝑎 𝑎 𝐶𝑎𝑚𝑒𝑙𝑜𝑡
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˗ˏˋ ♞ 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝑂𝑁𝐸 ˎˊ˗ ━━━━━ ♛
𝔒𝔫𝔠𝔢 𝔲𝔭𝔬𝔫 𝔞 𝔱𝔦𝔪𝔢... ❛𝔗𝔥𝔢 𝔞𝔯𝔯𝔦𝔳𝔞𝔩 𝔱𝔬 ℭ𝔞𝔪𝔢𝔩𝔬𝔱❜
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✠ ⎯⎯ 𝖂𝖗𝖎𝖙𝖙𝖊𝖓 𝖇𝖞 𝕭𝖗𝖎𝖓𝖆 ⎯⎯ ✠
━ 📜 «𝄞» ¡Cuando veáis el símbolo de la
Clave de Sol
poned la música del vídeo!
—𝕴—
«𝄞» 𝑬𝑵 𝑷𝑳𝑬𝑵𝑶 𝑺𝑰𝑮𝑳𝑶 𝑽 𝑫.𝑪, en un reino muy lejano y en lo más profundo de la Madre Tierra se alzaba en lo más alto de las colinas, el feudo de Logres cuyo castillo iluminaba toda la ciudad, sean nobles y plebeyos, todos alababan tal obra hecha por los mismísimos dioses, su arquitectura iluminaba todas las partes del territorio a la luz de sol, una luz celestial que armonizaba cada rincón y cada posada de la hermosa Camelot, pero un día el mal uso y el abuso de poderes oscuros atormentó a muchos de los ciudadanos allí presentes, tal era el temor que Uther Pendragon dispuso normas severas, como la prohibición de todo tipo de magia, ya sean curativas, milagrosas o, por supuesto, malignas. Cualquier desobediencia de dichas órdenes se llevaría a cabo un castigo que le costaría la cabeza a todo aquel que se enfrentara a las disputas del rey.
Pero Gadea quería aprender a mejorar el uso de la magia, sabía que los poderes arcanos eran demasiado poderosos y bien conocía que al igual de benigna podía ser un dominio extremadamente oscuro, aun así su corazón era más grande que cualquier sentimiento de temor que pudiera tener, necesitaba conocer más sobre sus poderes para ayudar a las personas y a la naturaleza a futuras calamidades por lo que la muchacha no se rendirá tan fácilmente así pues acude a los saberes del joven Merlín, cuyo nombre lo había oído multitud de veces en sus sueños, una voz grave pero al mismo tiempo armoniosa le guiaba en cada sopor, tenía intriga por todo y deseaba conocer a alguien como ella, desde luego, estaba dispuesta a que todas sus preguntas tengan sus merecidas respuestas tras la larga caminata desde Ealdor y a posteriori, su llegada a Camelot.
𝔐𝔦𝔢𝔫𝔱𝔯𝔞𝔰 observaba el mítico castillo; que formaba una bonita obra de arte a la luz del alba y de aquel sol tan brillante en la inmensa cima, a través de las hojillas del viejo bosque se le llenaba de esperanzas el corazón y la mente, sabía que por fin iba a conocer a alguien como ella, ese sentimiento tan ilusionador le llenó tanto por dentro que lo transmitió en toda la naturaleza que le rodeaba, los árboles se movían al son del aleteo de los pequeñitos pajaritos que embellecían aquel anciano pero hermoso lugar, Gadea daba brincos de alegría y los pequeños ángeles alados la seguían, en dicha felicidad se les unió también animales que abandonando y dejando sus hogares tras sí, caminaban con ella; ciervos, lobos, zorros, era como si del Arca de Noé se tratara, la chica al hacer un simple gesto con los ojos; que, inmediatamente le cambiaron a un precioso amarillo claro como un rayo de sol en un resplandeciente día de primavera hizo que las flores que estaban muriéndose o estando en sus últimos días de vida, pudieran volver a vegetar como el primer minuto de sus existencias y ellas como gesto de agradecimiento se volvieron hacia delante con una delicada brisa, al pasar por distintos páramos de aquel ancestral lugar, las diferentes criaturas saltaban de alegría por el dulce suelo verde, las ardillas y las liebres salían de los árboles y de sus madrigueras para estar con Gadea, dándole la bienvenida al reino, y como no, haciéndole saber que si los necesitaba allí estarían ellos para ayudarla.
Tras dejar el bosque un pequeño conejito se acercó a ella, y como muestra de gratitud por su dulce pasar y caminata por la floresta le dio un pequeño colgante con un amuleto color violeta en el centro y acto seguido Gadea se dispuso a colocárselo, preguntándose a sí misma si aquel regalo sería un amuleto de la protección de los ancianos druidas que a priori y en un tiempo ancestral habían habitado aquel mágico lugar; y sus espíritus siguen vigentes para cuidar de las pequeñas criaturas, que, allí y ahora habitaban, el conejito la miró y le abrazó con ternura, Gadea hizo lo mismo con mucho amor y se dio cuenta que todos los animales la estaban observando, ella les sonrió amablemente.
—Volveré pequeños míos, os lo prometo —les dijo para calmarlos—. Gracias por este regalo, lo guardaré y lo apreciaré siempre, por favor, cuidaos y quereos los unos a los otros.
Tras la dulce despedida, ya podía ver con total claridad las murallas, la gran puerta, y el enorme castillo, que ahora se había duplicado de extensión por la corta distancia, Gadea quedó impresionada por dicha obra y espléndido monumento.
Entonces cogió valor y fuerza de su interior, y apretando su pequeña maleta que le había vendido un joven mercader durante su travesía, se dispuso a dar el primer paso en aquella larga y verdosa cima, rumbo a nuevas amistades, saberes y..., peligros.
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