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13

El aire frío se colaba por los pliegues de su chaqueta mientras Sunghoon avanzaba, casi sin prestar atención a los pasos que daba. Su destino estaba claro: la pista de patinaje de hielo. El lugar que había elegido para ordenar sus pensamientos, un espacio donde el movimiento constante y el aire helado siempre le habían dado algo de paz. Pero, por dentro, sentía que el caos seguía latente. Era un remolino de emociones que no podía controlar del todo.

El dolor en los ojos de Yuqi aún lo perseguía, grabado en su memoria como un eco imposible de silenciar. A pesar de la decisión que acababa de tomar, una parte de él seguía atrapada en ese último momento que compartieron. "Lo hice por nosotros... lo hice por ella", repetía en su mente, como una especie de mantra que intentaba justificar la agonía que le había causado. Romperle el corazón había sido la cosa más difícil que había hecho en mucho tiempo, pero también sabía que era lo correcto. Después de años de amor sincero, ya no podía seguir sosteniendo algo que no sentía más.

"Si tengo que comparar esto con algo... es como una flor que floreció y luego se marchitó lentamente." Pensó en lo que significaba todo aquello, en cómo un amor que alguna vez fue vibrante, lleno de esperanza, se había desvanecido poco a poco hasta convertirse en algo seco y quebradizo. Cada intento de revivirlo había sido en vano, y ahora, después de tanto tiempo, solo quedaban los pétalos caídos de lo que fue.

Sus pasos resonaban en el pavimento, y a cada cruce de calle, el ruido del tráfico parecía volverse lejano, como si el mundo exterior no tuviera importancia. A medida que se acercaba a la pista de patinaje, su mente viajaba de nuevo a esos últimos momentos con Yuqi. Recordaba vívidamente cómo sus palabras, duras pero sinceras, habían comenzado a desmoronar el pequeño universo que habían construido juntos.

No puedo seguir mintiéndote... no sería justo para ninguno de los dos —había dicho él, con la voz quebrada, pero firme.

Las lágrimas de Yuqi habían comenzado a deslizarse por sus mejillas incluso antes de que él terminara la frase, y sus manos temblorosas intentaron aferrarse a algo, como si con un simple gesto pudiera detener lo inevitable. Él había intentado explicarse, pero nada parecía suficiente para aliviar el dolor que ella sentía. Y entonces ocurrió lo inesperado.

Con un impulso desesperado, Yuqi lo había besado. Sus labios se encontraron en un choque de emociones, pero no había calidez en ese gesto, no para él. Fue un beso breve, casi violento, lleno de súplica y negación. Yuqi quería aferrarse a lo que alguna vez habían sido, como si ese último acto pudiera revertir lo que ya estaba decidido. Pero Sunghoon no podía corresponderle. Apenas sintió sus labios, la apartó suavemente, con manos temblorosas. La culpa lo carcomía, pero la verdad estaba ahí, implacable.

Lo siento... lo siento tanto —fue todo lo que pudo decir, mientras la apartaba con delicadeza. Sus ojos se encontraron brevemente, y vio cómo el corazón de Yuqi se rompía, desgarrado por una realidad que no quería aceptar.

Los sollozos de ella llenaron el aire, y en un último intento por no derrumbarse del todo, Yuqi había salido corriendo, ahogada en sus lágrimas. Sunghoon la vio alejarse, sintiendo un vacío indescriptible en su pecho. Aunque sabía que había hecho lo correcto, la imagen de ella destrozada seguía doliéndole como si fuera su propio corazón el que se hubiera partido.

De vuelta en el presente, Sunghoon se pasó una mano por el rostro, tratando de alejar el recuerdo que seguía fresco en su mente. El frío lo envolvía, pero no le molestaba. De alguna manera, el viento helado lo ayudaba a despejarse, a no quedarse estancado en el dolor. Había sido una despedida difícil, sí, pero también una que lo liberaba.

Mientras avanzaba por las calles silenciosas, su mente inevitablemente regresaba a Sunoo, esa presencia en su vida que había despertado un nuevo e inesperado sentimiento, uno que no se atrevía a pronunciar en voz alta por miedo a perderlo todo. Aunque había hecho lo correcto con Yuqi, aún no sabía cómo enfrentaría lo que venía después. ¿Sería capaz de decirle a Sunoo todo lo que llevaba en su corazón? ¿O debía resignarse a guardarlo en silencio?

Pensó en la charla con Hwon más temprano, en sus palabras de ánimo, en cómo le había ofrecido una pizca de esperanza al decirle que no todo estaba perdido. Aquel apoyo le había dado fuerzas, pero sus dudas y temores seguían ahí, pesando en cada paso que daba. ¿Qué pasaría con Sunoo ahora? ¿Y cómo reaccionaría él cuando Sunghoon le contara lo que había sucedido con Yuqi? Se lo había prometido y, por lo tanto, debía ser honesto... pero el resultado de esa conversación podría decidirlo todo.

Dependiendo de lo que sucediera, quizás se atrevería a dar un paso adelante, o bien, aceptaría que esos sentimientos jamás verían la luz. Sabía que, si tenía que elegir, preferiría sufrir en silencio, llevando en su pecho el amor no correspondido, que arriesgarse a perder a Sunoo por completo.

Cruzó la calle principal, sintiendo la presión del pavimento bajo sus pies. Estaba cerca, ya casi podía ver el edificio de la pista de patinaje en la distancia. La claridad que buscaba parecía más cercana con cada paso que daba, pero también sabía que habría más confusión cuando llegara el momento de enfrentar a Sunoo. Aún no tenía todas las respuestas, pero al menos había comenzado a desenredar esa maraña de emociones que lo había mantenido atrapado durante tanto tiempo.

Llegó a la mitad del camino, respirando profundamente el aire frío que lo rodeaba. Sentía el corazón un poco más ligero, pero no del todo. Había terminado una etapa, pero otra estaba a punto de comenzar. 

Cuando Sunghoon llegó a la pista de patinaje, lo primero que notó fueron los autos estacionados en la entrada: el sedán negro de Jimin, su entrenador, y el auto familiar de su madre, ambos uno junto al otro. Sintió el estómago tensarse un poco al saber lo que le esperaba. Probablemente, un regaño de al menos media hora, y tal vez incluso un golpe en la mejilla si su madre estaba especialmente molesta. Sin embargo, después de la intensa carga emocional de aquel día, cualquier reprimenda parecía un pequeño precio a pagar. Se dirigió hacia la entrada con una calma inusual, sintiéndose casi anestesiado ante la posible escena.

Ni bien cruzó la puerta, lo vio: Jimin caminaba de un lado al otro cerca de las gradas, con el teléfono en la mano, lanzando miradas nerviosas a la entrada y tecleando mensajes a toda velocidad. Cuando Sunghoon finalmente entró, la expresión de ansiedad en el rostro de su entrenador se transformó en un evidente alivio. Sin decir palabra, Jimin corrió hacia él, y en un gesto completamente espontáneo, lo envolvió en un abrazo fuerte, casi protector. A Sunghoon le sorprendió la intensidad del gesto, y por un instante, sintió cómo una calidez inesperada comenzaba a calmar su propia tensión interna.

—¡Dios, Sunghoon! —exclamó cuando finalmente se separaron un poco—. Nos tenías a todos preocupados, ¿Dónde estabas? No vuelvas a hacer algo así, ¿me oíste? —Jimin lo miraba con el ceño fruncido, visiblemente afectado—. Tienes que prometer que no vas a desaparecer sin avisar nunca más. ¡Casi me da un infarto!

El tono serio y la sincera preocupación en sus palabras hicieron que Sunghoon sintiera una punzada de culpa. Sabía que había causado una angustia real en quienes lo rodeaban, y aunque la situación con Yuqi pesaba más en su mente, ver la expresión preocupada de Jimin le recordaba que aún había personas que realmente se preocupaban por él.

—Lo siento, Jimin Hyung —dijo con voz suave, bajando un poco la cabeza—. Sé que no debí desaparecerme así, y de verdad... No volverá a pasar, lo prometo.

Jimin pareció calmarse un poco, pero aún mantenía una mano en el hombro del joven patinador, como si temiera que en cualquier momento él pudiera salir corriendo de nuevo. Poe otro lado Sunghoon le devolvió el abrazo con una sonrisa débil, transmitiéndole, en ese breve contacto, cuánto apreciaba su apoyo.

Al separarse, sintió un par de ojos fijos en él. Al levantar la vista, allí estaba su madre, de pie a unos metros de distancia, mirándolo en silencio. Su rostro reflejaba una mezcla compleja de emociones: alivio, preocupación y algo que no lograba descifrar por completo. Había una tensión en su expresión, como si hubiera estado conteniendo su propio temor durante todo el tiempo que había estado ausente.

Sintió su corazón encogerse un poco al ver esa expresión en ella. Su madre rara vez mostraba su lado vulnerable, pero aquella tarde, parecía que su dureza habitual había sido reemplazada por una mirada sincera y cargada de emoción.

Su madre se acercó a él con el rostro tenso y, al ver la expresión en sus ojos mas de cerca, sintió una punzada de anticipación. Intentaba recomponer su semblante serio, pero no podía ocultar el malestar acumulado en la mirada. Lanzó una última mirada a Jimin y, con un tono seco pero firme, le pidió que los dejara a solas.

—Déjanos un momento, Jimin —ordenó ella, sin apartar la vista de su hijo.

Jimin, aunque visiblemente incómodo, asintió con cierto reticente y, después de lanzar una última mirada a Sunghoon, salió al pasillo, dejando a ambos en un tenso silencio. Sunghoon suspiró, preparándose para lo que sabía sería una reprimenda agotadora. Sin embargo, esta vez algo parecía distinto en su madre. Tan pronto como Jimin salió por la puerta, ella comenzó a hablar, dejando caer sus palabras con una urgencia que le resultó inesperada.

—¿Dónde demonios estabas? —espetó, alzando la voz más de lo normal—. ¿Tienes idea de la preocupación que causaste? ¿De lo asustada que estuve cuando me levanté y vi que no estabas en tu cama?

Sunghoon la miraba, tratando de encontrar una respuesta, pero su madre no le daba oportunidad. Cada palabra que soltaba, cargada de reproche, apenas le dejaba espacio para respirar.

—Intenté llamarte, mandarte mensajes. Ni una sola respuesta. ¡Nada! —soltó, llevándose una mano a la frente, como si revivir el momento la exasperara aún más—. ¿Tienes alguna idea de lo que se siente despertar y no saber si tu hijo está bien o si está en peligro?

Sunghoon no supo qué decir. La seriedad y dureza de su madre rara vez dejaban espacio para que sus emociones afloraran de una forma tan cruda. Ella solía ser rígida, con una postura fuerte y casi infranqueable, pero ahora sus palabras no eran meramente un regaño; parecían un desahogo de genuina preocupación. Por primera vez en mucho tiempo, la veía con otra perspectiva, con una faceta de vulnerabilidad que no sabía que ella tenía.

—¡Eres mi hijo, Sunghoon! —continuó ella, y en su tono se mezclaba una mezcla de ira, miedo y desespero—. ¿Cómo crees que me sentí, sin saber dónde estabas, sin saber si te había pasado algo? Nunca me vuelvas a hacer esto... ¿entiendes? Nunca más.

El menor asintió, sin poder romper el contacto visual. Había asumido que sería una reprimenda fuerte, pero no esperaba que su madre se abriera de esta manera. Y aunque las palabras que ella decía eran duras, lo que más le impactaba era el tono tembloroso en su voz, como si, al alzarla, intentara cubrir el miedo que todavía la rondaba.

Justo cuando pensaba que el regaño seguiría y se preparaba para recibir más reprimendas, su madre avanzó un paso y, de un momento a otro, extendió los brazos y lo abrazó. Sintió cómo ella lo envolvía en un abrazo firme y, aunque el gesto fue tan repentino que lo dejó rígido, el calor de sus brazos lo envolvió como un refugio inesperado. Era la primera vez en mucho tiempo que su madre lo abrazaba de esa forma, sin razón pública, sin una cámara frente a ellos, sin la imagen de familia perfecta que mostraban al mundo.

Él se quedó quieto, aún procesando lo que estaba ocurriendo. Notaba el ligero temblor en el cuerpo de su madre y, en silencio, absorbió ese momento, recordando que, por muy estricta y extremista que ella fuera, seguía siendo su madre. A pesar de las apariencias, ella también temía perderlo, temía que algo le pasara.

—No sabes cuánto... —su madre murmuró, con la voz quebrada y mucho más baja de lo que él estaba acostumbrado a escuchar—. No sabes cuánto me asustaste, Sunghoon. Pensé... pensé lo peor.

Esas palabras, tan suaves y honestas, resonaron más profundamente que cualquier regaño. Sunghoon tragó saliva, sintiendo cómo su pecho se apretaba. Levantó una mano y, lentamente, la colocó sobre la espalda de su madre, devolviéndole el abrazo con cierta torpeza. Sus ojos comenzaron a empañarse, pero él los mantuvo fijos en un punto lejano, resistiendo el impulso de dejar que las lágrimas cayeran. Simplemente se dejó llevar por el abrazo, por esa calidez que había olvidado, una calidez que no era la de su entrenador ni la de sus amigos, sino la de la persona que, por mas daño que le causara, seguía siendo su madre y nunca dejaría de quererla, de buscarla, de intentar complacerla... Porque a pesar de todo, la quería.

Cuando el abrazo terminó luego de unos segundos, Sunghoon notó cómo su madre ajustaba su postura, volviendo a esa firmeza habitual que siempre lo había intimidado un poco. Su mirada pasó de ser casi vulnerable a la habitual dureza, y no tardó en formular su pregunta con esa voz controlada que él conocía bien.

—¿Dónde estabas? —preguntó ella, cruzándose de brazos—. Me desperté y no estabas en la casa. 

Sunghoon ya tenía pensada su respuesta, una mentira cuidadosamente tejida para encubrir la realidad. Sunoo se había quedado la noche anterior y, aunque él no hizo nada malo y que el hecho que de hubiera quedado haya sido como un bálsamo para su corazón deshecho en ese momento, sabía que a su madre no le parecería aceptable; lo último que quería era crear más problemas.

—Lo siento, mamá —respondió, sin perder la compostura y tratando de que su voz sonara relajada—. Necesitaba... despejarme. Salí temprano a caminar, para aclarar mis pensamientos antes de venir. No quería causar un escándalo en la mañana, y pensé que al estar solo, podría prepararme mejor para el día de hoy.

Mientras hablaba, notaba la atención de su madre en cada palabra, como si analizara la veracidad de cada sílaba. Los ojos de ella pasaban de la preocupación a la severidad, evaluándolo como solo ella sabía hacerlo, intentando decidir si esa excusa era suficiente.  

Sabía que estaba arriesgándose, pero no veía otra opción.

—¿Así que crees que esa es la mejor forma de empezar el día? —replicó ella finalmente, mirándolo con un dejo de escepticismo, aunque algo en su expresión sugería que comenzaba a creerle—. Si necesitabas tanto tiempo para despejarte, podrías habérmelo dicho. Podrías al menos habernos avisado a mi y a tu hermana.

Sunghoon asintió, sosteniendo su mirada sin vacilar y esperando que la excusa fuera suficiente para calmarla.

—Lo siento de verdad, mamá —repitió—. Prometo no volver a salir así. Sé que te preocupé, pero no volverá a pasar.

Su madre, tras otro instante de silenciosa evaluación, dejó escapar un largo suspiro.

—Está bien, pero solo porque no tienes tiempo para explicaciones ahora. Prepárate, y espero que estés listo. Practicaremos la rutina completa hoy. No quiero excusas ni distracciones.

Sunghoon asintió, aliviado de que su madre no indagara más, aunque algo en sus ojos reflejaba que el regaño no había terminado del todo.

Sin más palabras, caminó hacia los vestidores, donde encontró el uniforme de práctica que Jimin había dejado listo para él. A solas finalmente, dejó escapar el aliento que llevaba conteniendo.

Mientras se cambiaba, agradeció en silencio que su madre no hubiera hecho preguntas adicionales porque la verdad su mentira no hubiera tardado mucho en venirse abajo si aquello hubiese sucedido. Lo último que quería era darle más razones para sospechar o cuestionarlo. Aunque se sentía culpable por haber tenido que mentirle, estaba aliviado de poder guardar para sí ese secreto, uno que, de alguna manera, era también un reflejo de lo que estaba comenzando a aceptar en su propia vida... Este había sido su primer acto de rebeldía.

Cuando termino de cambiarse y salió al hielo, donde Jimin lo esperaba con una sonrisa mas relajada, que parecía dejar atrás la tensión inicial. Con voz tranquila, el entrenador le indicó:

—Primero, algunos estiramientos. Luego, quiero que hagas cinco vueltas a la pista para entrar en calor antes de que empecemos en serio, ¿sí?

Sunghoon asintió sin dudar con una suave sonrisa mas que dispuesto a cumplir  el pedido. Mientras comenzaba con los estiramientos, Jimin lo observaba en silencio, cruzado de brazos, con una expresión que mezclaba curiosidad, debido a que quería saber detalles sobre que había llevado al perfecto Park Sunghoon a hacer algo que haría un adolescente en etapa de rebeldía. Luego, lanzando una mirada rápida hacia la madre de Sunghoon, que estaba ocupada con el teléfono al otro lado de la pista, se inclinó hacia él.

—¿Así que quieres contarme a qué se debe el primer acto de rebeldía de tu vida? —le susurró con un tono algo divertido

Sunghoon se detuvo un instante, sopesando la pregunta. Podía mentirle al mayor como había hecho con su madre, claro, pero Jimin no era solo su entrenador. Con los años, se había convertido en la figura que más confiaba, alguien que nunca lo había juzgado y que lo apoyaba en las buenas y en las malas. Es mas, si se ponía a pensar un poco  mas Jimin era lo mas cercano que tenia en la actualidad a una figura paterna. Por lo que decidió ser sincero, sabiendo que el rubio no iba a delatarlo.

 Respirando hondo y esbozando una sonrisa algo cómplice, decidió darle una parte de la verdad sin entrar en muchos detalles.

—Bueno, le mentí a mi mamá sobre por qué salí tan temprano. Sí, discutimos anoche, pero eso no fue realmente lo que me hizo escapar de la casa —dijo en voz baja, asegurándose de que nadie más pudiera oírlo.

Jimin levantó una ceja, genuinamente intrigado.

—¿Entonces qué fue? No me digas que te escapaste por algo peor —preguntó en tono ligeramente preocupado otra vez.

Sunghoon, todavía estirándose, soltó una risa baja y negó con la cabeza.

—Digamos que... no quería que mi mamá viera a alguien esta mañana —confesó, casi susurrando, mientras sus mejillas se sonrojaban apenas.

Jimin lo miró con sorpresa y luego asintió, como comprendiendo más de lo que Sunghoon había dicho. Le dio una pequeña palmada en el hombro, lanzando una sonrisa cómplice que dejaba claro que no haría más preguntas.

—Ah, ya entiendo, tranquilo. —Le guiñó un ojo—. Supongo que debe haber sido importante para que te animaras a salir así. Solo espero que haya valido la pena, porque ya viste cómo se puso tu madre.

"Claro que valió la pena", pensó mientras recordaba la sonrisa de Sunoo y su risa mientras corrían por la calle tomados de las manos, " Lo valió cada segundo de ese momento". 

Sunghoon soltó una risa suave y continuó con su rutina de calentamiento, sintiéndose más liviano después de compartir ese pequeño secreto. Jimin, satisfecho de verlo más tranquilo, le dio una última palmadita en el hombro.

—Anda, termina esas vueltas y prepárate para lo que sigue. Pero no quiero otro intento de escape en medio de la práctica, ¿de acuerdo?

— De acuerdo hyung.— sonrió y, sin perder tiempo, comenzó a deslizarse sobre el hielo, sintiendo cómo sus pensamientos y su cuerpo se aligeraban con cada vuelta que daba.

La práctica de Sunghoon transcurrió sin contratiempos, y él se sentía más libre que nunca. Parecía increíble cómo lo sucedido con Yuqi le había quitado un peso del corazón, liberándolo de las tensiones y ansiedades que habían nublado sus pensamientos durante la última semana. En días recientes, hasta los errores más básicos lo hacían tropezar en el hielo, pero esta noche todo fue diferente. Su mente estaba despejada, y cada giro y salto fluía con naturalidad, como si su cuerpo recordara lo que era moverse sin el peso de las preocupaciones.

Al finalizar, Jimin lo felicitó con una palmada en la espalda, visiblemente complacido con el desempeño de Sunghoon, mientras su madre, Jin-hye, observaba en silencio desde las gradas. Aunque su expresión permanecía estoica, Sunghoon pudo notar un leve gesto de conformidad en su rostro, lo que ya era todo un logro. Cuando el reloj marcó las nueve, Jin-hye lo guio al auto para regresar a casa. El trayecto transcurrió en completo silencio, pero Sunghoon sintió que por una vez ese silencio no estaba cargado de expectativas ni reproches, sino de una paz inusual, una calma nueva que no recordaba haber sentido en mucho tiempo.

Al llegar a casa, Sunghoon apenas tuvo tiempo de quitarse los zapatos antes de que su hermana Jisoo, se lanzara hacia él. Lo envolvió en un abrazo apretado, que rápidamente se transformó en un golpe en el hombro.

—¿En qué estabas pensando, Sunghoon? —le espetó con el ceño fruncido, aunque el tono no disimulaba el alivio. Parecía haber estado esperando este momento todo el día, entre la preocupación y el enojo—. ¡No sabes el susto que nos diste! Mamá estaba a punto de llamar a la policía.

Sunghoon hizo una mueca, sobándose el hombro donde había recibido el golpe, pero esbozó una sonrisa.

—Ya, ya, lo siento. No quise preocuparlos tanto... Me escapé por la mañana, pero no fue por maldad. Solo quería... un poco de tiempo para mí.

Jisoo lo miró con una mezcla de exasperación y comprensión, cruzándose de brazos y sacudiendo la cabeza. 

—¿Tiempo para ti? Sabes que podrías haberme avisado, ¿verdad? ¿O a mamá? —Se interrumpió un momento, como si lo analizara con una seriedad poco común—. Si te pasa algo, no quiero que te lo guardes, Sunghoon. Para eso estamos aquí.

El joven patinador asintió, intentando mitigar la culpa que empezaba a instalarse en su pecho. Sabía que Jisoo siempre había sido protectora, y lo entendía mejor que nadie, pero últimamente parecía que sus vidas habían tomado caminos separados. Aun así, sentía un alivio enorme al ver que ella seguía allí, sin importar lo que pasara.

—Lo sé, y prometo que te avisaré la próxima vez —respondió, intentando que su tono fuera sincero.

Jisoo suspiró, dándole una última palmadita en el brazo antes de sonreír con más suavidad.

—Más te vale, o la próxima vez no será solo un golpe en el hombro —dijo, aunque no podía ocultar una sonrisa divertida mientras le revolvía el cabello—. Además, ¿qué es eso de dejar a mamá con un ataque de nervios? Es un récord hasta para ti, hermanito.

Sunghoon se encogió de hombros, pero antes de que pudiera contestar, su madre, Jin-hye, que estaba a unos pasos detrás de ellos, los observaba en silencio. Los recuerdos de sus pequeños inundaban su mente, aquellos días en que sus preocupaciones eran cosas pequeñas y cotidianas, cuando aún cabían en su abrazo. Sin decir una palabra, se giró y caminó lentamente hacia la cocina, aunque hizo una pausa, observando de reojo a sus hijos desde la puerta, como si intentara atrapar algún momento escondido de lo que habían sido.

Desde allí, vio a Jisoo darle un leve empujón a Sunghoon, quien fingía dolor, y los escuchó intercambiar unas risas que a ella misma le arrancaron una sonrisa breve y nostálgica. Aunque hacía tiempo que no recordaba esas risas.

Ya en la cocina, Jin-hye empezó a sacar ingredientes de la alacena, sin mucha idea de lo que prepararía. Solo quería concentrarse en algo. Su mente volvía a aquellos días difíciles de criar a dos hijos, con la presión de ser fuerte para todos, de no dejar que sus emociones la dominaran, de no permitir que nada se le escapara de las manos. Sabía que había sido dura, y a veces incluso temía haber sido demasiado estricta. Desde que el padre de Sunghoon y Jisoo los dejó, había sentido que tenía que ser una fortaleza impenetrable para protegerlos, pero ¿a qué costo?

"Quizá en mi afán de mantenerlos a salvo, también los alejé", pensó, con una especie de pesar que no solía admitir ni ante sí misma.

Sunghoon y Jisoo, sin saberlo, se acercaron hasta la entrada de la cocina. Jisoo observó a su madre en silencio un momento, percibiendo algo en ella que no había notado en años, mientras Sunghoon, todavía con una sonrisa tímida en los labios, se le acercó y se disculpó otra vez.

—Siento mucho haberlos preocupado —dijo con voz baja, casi en un susurro—. De verdad no quería que fuera así.

Jin-hye exhaló, sin girarse aún, y finalmente respondió.

—Lo sé, Sunghoon. —Su tono era algo rígido, pero suave, y luego de unos instantes se giró y los miró a ambos con una expresión enigmática, apenas una sombra de una sonrisa en los labios—. Solo... no vuelvas a hacerlo.

Sunghoon asintió a las palabras de su madre, notando el peso del agotamiento acumulado tras la larga práctica.

—Voy a darme un baño rápido. Bajo cuando la cena esté lista —dijo con voz tranquila antes de subir las escaleras hacia su habitación.

Entró con la mochila sobre el hombro, dejándola en el suelo junto a su cama. Su mente aún seguía algo dispersa después del día, y el suave sonido de la ducha parecía una promesa de alivio. Al abrir el grifo, el vapor comenzó a llenar el baño, envolviéndolo en una cálida neblina que ayudaba a despejar los últimos rastros de tensión.

Durante los primeros momentos bajo el agua, Sunghoon cerró los ojos y dejó que el cansancio se escurriera. Sabía que esa calma era temporal, que no podía evadir todas las preguntas, especialmente de Jake, pero por el momento simplemente disfrutaba del momento.

Diez minutos después, salió de la ducha, se secó rápidamente y se vistió con ropa ligera y abrigada. Estaba a punto de bajar para ver si su madre o Jisoo necesitaban ayuda en algo cuando escuchó el sonido insistente de su teléfono vibrando en la mochila. Fue a abrir y al sacarlo para revisar la pantalla  notó varios mensajes de Jake y un mensaje de Sunoo, el cual estaba a punto de contestar primero, pero justo entonces vio que Jake estaba llamando. Sunghoon soltó una pequeña risa mientras rodaba los ojos, pensando en la probable curiosidad de su amigo. Finalmente deslizó el dedo para responder la llamada, preparándose para la conversación que estaba seguro de que se avecinaba.

—¡Sunghoon! —La voz entusiasta de Jake lo saludó de inmediato, con una energía que hizo que  riera.

— Hola Jake ¿Qué pasa? —dijo, tratando de no sonar como si supiera que venía algo más detrás del saludo.

—Nada, nada, solo... — hizo una pausa, buscando palabras—. ¿Todo bien? Digo, tu práctica y eso... ¿Cómo estuvo?

Sunghoon sonrió, reconociendo el tono contenido en la voz de su amigo. Jake estaba haciendo tiempo, claramente evitando ir directo al punto.

—Fue bien —respondió en tono casual—. De hecho, mucho mejor que los últimos días. No tuve tantos errores y me sentí más concentrado.

— Wow eso definitivamente es genial Hoonie, te felicito, te dije que pronto lo lograrías ...

— Gracias Jake lo aprecio mucho ...

Luego de eso su mejor amigo hizo una pausa prolongada, como si estuviera esperando algo más o como si buscara la forma de preguntar sin quedar como un chismoso de primera, por lo que decidió ser el quien diera el primer paso.

—  Oye Jake, se que no me llamaste para hablar de mi práctica —agregó, lanzando una pequeña risa para suavizar el momento.

Del otro lado de la línea, Jake suspiró, y luego rio también.

—¡Ahg lo se fue demasiado obvio! pero no puedo evitarlo me esta matando la ansiedad desde hace unas cuantas horas.— dijo algo frustrado para luego suspirar. — Pero bueno ahora que ya sabes porque llamo ... ¿Me dirás un poquito de lo que paso con Yuqi? ¿ya son novios o que?

Sunghoon sintió un peso en el pecho por un instante, pero decidió que era mejor decirle la verdad a Jake. Después de todo, él era uno de los pocos que sabía lo importante que había sido esto para él.

—Jake... —empezó, sintiendo cómo sus palabras caían lentamente—. La rechacé.

Hubo un silencio absoluto por un segundo antes de que el mayor soltara un pequeño grito de sorpresa.

—¡¿Qué?! —Jake sonaba completamente atónito—. ¿Cómo que la rechazaste? Espera, Sunghoon, ¿Qué me perdí?

—Sí, lo sé, te debe sonar como una locura. Pero, al final... no sentía lo mismo que ella. No me parecía justo mentirle o hacerle pensar que sí cuando yo... —Se detuvo, tomando aire antes de seguir—. Cuando yo estaba confundido y pensaba en otra persona.

Jake se quedó en silencio por un momento, claramente procesando lo que acababa de escuchar.

—¿Otra persona? ¿Park Sunghoon desde cuando dejaste de contarme las cosas? — pregunto un con incredulidad en su voz

—Es un poco complicado de explicar por teléfono. —Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Yuqi y yo... ella es genial, de verdad, pero no sentía lo mismo que ella. No es justo para ella si le hago creer que sí... prometo que te lo contare todo mañana.

Jake permaneció en silencio por un momento, intentando procesar lo que Sunghoon le había dicho.

— Okey esta bien me quedare tranquilo con eso  ¿Pero y ahora? —preguntó Jake, finalmente—. ¿Qué se supone que vas a hacer con todo eso? 

Sunghoon suspiró, mirando el techo de su habitación.

—No lo sé, pero siento que fue lo correcto.

Hubo un pequeño silencio y se escucho un suspiro al otro lado de la llamada 

— También creo que hiciste lo correcto... Sabes que estoy aquí para lo que necesites, ¿verdad? —dijo Jake con un tono genuino y lleno de calidez—. No importa lo que pase, te apoyaré. Así que no te preocupes tanto.

El corazón de Sunghoon se llenó de gratitud, y no pudo evitar sonreír, aunque su amigo no pudiera verlo.

—Gracias, Jake, de verdad. Eres el mejor —respondió con sinceridad—. Prometo que mañana en la mañana te contaré todo, ¿vale?

—¡Más te vale hacerlo! —bromeó Jake con un tono divertido, sacándole otra risa—. Ya sabes que soy pésimo para esperar, así que no me hagas sufrir. A primera hora me confiesas todo.

Mientras ambos reían y estaban a punto de despedirse, Jake cambió su tono a uno más serio, aunque seguía siendo cálido.

—Oye, una cosa más. Cuando la gente se entere y comience a cuestionarte sobre por qué tomaste esta decisión o te juzgue, no dejes que eso te afecte, ¿ok? Hiciste lo que sentiste que era correcto, y eso es lo único que importa. No le debes nada a nadie en ese sentido.

Sunghoon se quedó en silencio unos segundos, asimilando las palabras de su amigo. Luego, con un tono suave pero lleno de emoción, respondió:

—Gracias, Jake. De verdad, gracias por todo.

—Siempre, amigo. Descansa, ¿sí? Nos vemos mañana.

—Nos vemos, Jake. Buenas noches.

Sunghoon soltó un largo suspiro después de colgar la llamada con Jake. Hablar con su mejor amigo había despejado gran parte del peso que cargaba desde hace días. Saber que Jake estaría allí, apoyándolo sin importar lo que sucediera, lo hacía sentir menos solo y más confiado en sus decisiones. Por primera vez en semanas, sintió que podía relajarse.

La cena transcurrió tranquila, algo que agradeció profundamente. Su madre había preparado un guiso sencillo, y aunque no hubo muchas palabras entre ellos, el silencio no fue incómodo. Sunghoon sintió que su hermana Jisoo lo observaba de reojo un par de veces, pero no dijo nada. Él tampoco quiso romper la paz que se había formado. Había sido un día largo, y todos parecían preferir la calma.

Cuando terminó de cenar y lavar los platos, Sunghoon se despidió de su madre y hermana, y subió a su habitación. Cerró la puerta detrás de sí y dejó escapar un suspiro, sintiendo cómo el cansancio del día lo alcanzaba finalmente. Sin siquiera encender la luz principal, se dejó caer sobre su cama, permitiendo que su cuerpo se hundiera en el colchón. Sus músculos estaban tensos tras la práctica, pero al mismo tiempo, había algo de satisfacción en el dolor; todo había salido mejor de lo esperado.

Mientras se acomodaba, su mirada se dirigió al teléfono sobre su escritorio que brillaba entre la oscuridad debido a que le había llegado un mensaje. Por un momento, lo ignoró, prefiriendo disfrutar de la sensación de estar tumbado en silencio. Sin embargo, su mente no tardó en recordar el mensaje que había recibido de Sunoo horas atrás. Un pequeño nudo de nerviosismo se formó en su estómago mientras alcanzaba el dispositivo y lo desbloqueaba rápidamente.

Allí estaba, el mensaje de Sunoo:

"Hola, hyung! Seguro que debes estar practicando, pero quería avisarte que llegué bien a casa."

Al leer esas palabras, Sunghoon no pudo evitar sonreír. Había algo en la forma despreocupada pero atenta en que Sunoo siempre escribía que lo hacía sentir cálido. Era un contraste refrescante con todo lo que había enfrentado ese día. Sin embargo, el nudo en su estómago persistía. Sabía que Sunoo probablemente esperaba que le contara lo que había sucedido con Yuqi. Sunghoon lo sabía porque podía imaginar perfectamente al menor, revisando su teléfono de vez en cuando, curioso pero también respetando su espacio.

Mantuvo el teléfono en su mano mientras sus pensamientos se arremolinaban. Quería responder, pero al mismo tiempo no sabía exactamente qué decir. Contarle lo ocurrido no sería fácil, pero también sabía que debía hacerlo, se lo había prometido y Sunoo merecía escuchar todo de su propia boca.

Finalmente, con un poco de valor, escribió el mensaje:

"Me alegro que hayas llegado bien a casa, Sunnie. Estabas en lo correcto, estaba practicando. Por suerte, todo salió muy bien, porque luego de hablar con Yuqi me siento más tranquilo. La verdad es que quiero contarte todo lo que pasó y también charlar un poco sobre las clases. ¿Podemos hablar mañana temprano?"

Leyó el mensaje una, dos, incluso tres veces antes de enviarlo. Quería asegurarse de que sus palabras fueran claras, pero también de que no sonaran demasiado nerviosas. Cuando finalmente presionó el botón de enviar sintió algo de alivio, pero la verdad era que algo dentro de él seguía inquieto; por lo que en un gesto impulsivo, tomó el teléfono y lo lanzó hacia el pie de la cama, como si con ese movimiento pudiera alejar cualquier ansiedad restante. Cerró los ojos y se acomodó bajo las mantas, buscando dejar que el cansancio lo venciera.

Mientras el sueño comenzaba a envolverlo, no pudo evitar que su mente volviera a Sunoo. ¿Cómo reaccionaría? ¿Qué pensaría de todo lo que había pasado con Yuqi? A pesar de sus dudas, se sentía seguro de algo: enfrentar la conversación cara a cara con Sunoo sería lo correcto. Era tiempo de dejar de huir.

Con esa determinación como su último pensamiento, el cansancio finalmente lo venció, llevándolo a un sueño tranquilo, con la ligera expectativa de lo que el nuevo día traería consigo.

⋆.˚❄️💋⋆.˚

Sunoo no leyó el mensaje de Sunghoon hasta la mañana siguiente, cuando se encontraba en la mesa del comedor desayunando. Había preparado una taza de té para acompañar su avena, como solía hacer todas las mañanas. Estaba absorto en sus pensamientos, removiendo el azúcar en la taza con la cuchara, cuando decidió revisar su teléfono.

Al desbloquear la pantalla, notó la notificación del mensaje. Su corazón dio un pequeño brinco al ver el remitente, pero lo abrió con calma aparente. Sin embargo, a medida que leía las palabras de Sunghoon, algo dentro de él se agitó.

"Me alegro que hayas llegado bien a casa, Sunnie. Estabas en lo correcto, estaba practicando. Por suerte, todo salió muy bien, porque luego de hablar con Yuqi me siento más tranquilo. La verdad es que quiero contarte todo lo que pasó y también charlar un poco sobre las clases. ¿Podemos hablar mañana temprano?"

Sus ojos repasaron el mensaje una y otra vez, como si intentara descifrar más de lo que estaba escrito. Fue entonces cuando, sin darse cuenta, dejó caer la cuchara con la que estaba endulzando el té. El leve ruido metálico resonó en la mesa, llamando la atención de su primo, quien estaba sentado frente a él.

—¿Qué pasó? —preguntó Mujin, mirándolo con curiosidad mientras tomaba un sorbo de su café.

Sunoo levantó rápidamente la cuchara del suelo, tratando de no parecer demasiado nervioso. Con una sonrisa ligera, respondió:

—Nada, se me resbaló. No pasa nada.

Aunque su tono fue casual, Mujin lo observó con una mezcla de escepticismo y preocupación. Sunoo evitó su mirada directa, concentrándose en su taza de té como si fuera lo más interesante del mundo. Finalmente, Mujin pareció dejar el tema de lado, aunque no del todo convencido.

—Si tú lo dices... Bueno, apresúrate, ¿sí? Si quieres que te acompañe hasta la escuela, no te tardes tanto.

—Claro, ya casi termino —respondió Sunoo, asintiendo rápidamente.

Una vez que Mujin volvió a concentrarse en su desayuno, Sunoo dejó escapar un suspiro discreto y volvió a mirar su teléfono. Su pulso se aceleró al responder al mensaje de Sunghoon, esforzándose por sonar lo más tranquilo posible:

"Sip, no hay problema, Honnie. Sabes que podemos charlar de lo que quieras. Te veo en la escuela."

Presionó enviar y dejó el teléfono a un lado, aunque su mente estaba lejos de calmarse. La sonrisa que había mantenido para Mujin ahora desaparecía mientras sentía una pequeña mezcla de emociones revolviendo su estómago. Una ligera ansiedad lo invadía. ¿Qué le contaría Sunghoon? ¿Qué significaba realmente todo aquello?

Sunoo trató de enfocarse en terminar su desayuno, pero su mente no dejaba de divagar. Incluso mientras caminaba al lado de Mujin hacia la escuela, su mirada parecía ausente, perdida en los pensamientos que se acumulaban como una nube pesada. Mujin intentó iniciar una conversación ligera sobre los planes del día, pero Sunoo solo respondía con asentimientos cortos y murmullos distraídos.

En su cabeza, la única pregunta que resonaba una y otra vez era: ¿Qué habrá pasado con Yuqi?

Quería mantenerse positivo, de verdad lo intentaba, pero su lado optimista con respecto a la conversación entre Sunghoon y Yuqi era tan egoísta que lo hacía sentir horrible. Su "visión positiva" no consistía en que las cosas hubieran salido bien para ellos, sino en que no se hubieran confesado, en que no fueran novios, en que simplemente se alejaran. Pensar así lo hacía sentir una persona terrible.

"No debería desear eso. Mis pensamientos deberían ser otros", se decía a sí mismo, apretando con fuerza la correa de su mochila. "Debería pensar que quizás Sunghoon se confesó a Yuqi y que ahora son novios, y que él solo quiere que terminemos las clases como amigos. Eso sería lo mejor, ¿verdad?"

Pero no, por más que intentara convencerse, esa idea que debería ser el mejor escenario para todos era, para él, el peor de todos. Sus sentimientos hacia Sunghoon no se lo permitían. Solo imaginar a Sunghoon y Yuqi juntos hacía que su pecho se encogiera y que una amarga sensación subiera desde su estómago.

Mujin, que caminaba a su lado, no tardó en notar el malestar reflejado en la mirada de su primo. Lo observó de reojo unos momentos, evaluando si debía intervenir o no, hasta que finalmente preguntó:

—¿Qué te pasa? Tienes una cara como si te hubieras comido algo en mal estado.

El menor al escuchar la pregunta maldijo interiormente al tener un rostro tan expresivo y luego vaciló unos segundos, debatiéndose entre confesar lo que sentía o fingir que todo estaba bien. Finalmente, dejó escapar un suspiro y decidió aprovechar la oportunidad para desahogarse.

—Es sobre Hoonie... —admitió, mirando al suelo mientras caminaban.

El rubio asintió levemente, comprendiendo de inmediato. Estaba al tanto de la complicada situación que envolvía a Sunoo y Sunghoon, así que no necesitó preguntar demasiado para saber a qué se refería.

—¿Qué pasó ahora? ¿Te dijo algo?

—Me escribió anoche —respondió jugueteando nerviosamente con las mangas de su suéter. Su voz reflejaba toda la tensión que lo invadía—. Quiere hablar conmigo hoy sobre lo que pasó ayer con Yuqi... y también sobre las clases.

Mujin frunció el ceño ligeramente, sintiendo la inseguridad y el nerviosismo de Sunoo.

—¿Y eso te pone así de mal?

Sunoo asintió, deteniéndose por un momento en medio del camino.

—No quiero escuchar que ahora están juntos —confesó en voz baja, como si decirlo en voz alta lo hiciera más real. Luego negó con la cabeza, luchando contra las emociones que amenazaban con desbordarse—. Sé que si le gusta Yuqi, no puedo hacer nada para cambiarlo. No soy nadie para impedirlo, pero no quiero aceptarlo. No quiero que él sea solo mi amigo.

Un nudo se formó en su garganta mientras hablaba. Mujin, al ver la honestidad y el sufrimiento de su primo, dejó de caminar también. Sin decir nada al principio, se acercó y envolvió a Sunoo en un abrazo cálido, como solo él sabía hacerlo y luego, le plantó un beso en la coronilla de su cabeza, como cuando eran niños.

—No seas tan tonto, Sunoo. Aún no sabes qué pasó —dijo con una voz firme pero suave. Separándose un poco, lo miró directamente a los ojos—. Y sí, entiendo que estés nervioso. Esto es un cincuenta-cincuenta. Pero no puedes ser tan pesimista.

Sunoo se mordió el labio inferior, tratando de mantener el contacto visual, aunque era difícil.

—¿Y si todo sale mal? —murmuró.

Mujin negó con la cabeza, sonriendo con ternura.

—Mira, está bien que te guste Sunghoon. Eso no te hace una mala persona. A veces estas cosas pasan, y en tu caso fue algo natural. La química entre ustedes no la inventaste tú, simplemente surgió. Y déjame decirte algo: cuando él te mira, hay algo en su expresión, algo especial... No parece solo amistad y para que sepas que no estoy loco, Hwon también lo noto.

Sunoo sintió que sus mejillas se encendían al escuchar eso mientras la esperanza crecía tímidamente en su corazón.

—¿De verdad crees eso?

—Claro que si, tonto. Pero incluso si las cosas salen como esperas, no te culpes ni te sientas mal por Yuqi. No hiciste nada malo. No te metiste en una relación ni manipulaste a Sunghoon. Si algo pasa, será porque los dos lo sienten.

Las palabras de Mujin lograron calmar un poco el torbellino de emociones que lo consumía. Sunoo le dedicó una pequeña sonrisa, llena de gratitud.

—Gracias, Mujin. No sé qué haría sin ti.

—Yo lo sé: seguirías siendo un manojo de nervios —respondió el mayor en tono burlón, dándole un ligero golpe en la frente.

Ambos rieron suavemente antes de retomar el camino. Aunque la ansiedad todavía flotaba en el aire, el ambiente era mucho más tranquilo ahora. Sunoo, por lo menos, sentía que podía enfrentar lo que viniera. Quizás las cosas no serían tan terribles como imaginaba... 

El resto del camino hacia la escuela fue mucho más liviano gracias a Mujin, quien se encargó de distraerlo jugando a no pisar las líneas del suelo. De vez en cuando lo empujaba suavemente y luego salía corriendo, retándolo a alcanzarlo. Y el, entre risas y protestas, lo perseguía, y cuando lograba atraparlo, no dudaba en darle pequeños golpes amistosos en el brazo, reclamando su victoria. Esta dinámica lúdica logró hacer que los pensamientos tensos en la cabeza de Sunoo se disiparan, al menos temporalmente.

Sin darse cuenta, llegaron a la entrada de la escuela y entonces Mujin se detuvo, le sonrió con complicidad y colocó una mano sobre su hombro. 

— Buena suerte, Sunoo. Tú puedes con esto. Recuerda que todo estará bien, pase lo que pase.— dijo con firmeza, intentando transmitirle toda la seguridad posible. Sunoo asintió, devolviéndole una sonrisa agradecida antes de despedirse. Mientras caminaba hacia su salón, el Mujin lo observó por unos segundos, esperando que su primo realmente se sintiera mejor y que en serio todo saliera a su favor, desde su punto vista Sunoo era un chico sumamente dulce y se merecía todo lo bueno del mundo.

Como aún era temprano, y el salón de Sunoo estaba medio vacío cuando llegó. Se sentó en su lugar habitual, dejando su mochila a un lado, y sacó su teléfono para enviarle un mensaje a Sunghoon: "Ya llegué a la escuela. Avísame cuando estés aquí". Tras enviar el mensaje, sintió un cosquilleo en el estómago que no podía ignorar. Los nervios habían vuelto, pero se obligó a mantener la calma mientras observaba cómo, poco a poco, más estudiantes llenaban el salón.

Pasaron diez minutos antes de que el teléfono de Sunoo vibrara con una nueva notificación, otro mensaje de Sunghoon el cual decía: "Estoy llegando pronto". Sunoo lo leyó rápidamente y, tras un momento de duda, le respondió: "Ve al salón de química. Te esperaré allí". Decidido a evitar cualquier interrupción o distracción, recogió su mochila y salió del salón, caminando con tranquilidad por los pasillos que poco a poco se llenaban de gente.

El salón de química estaba desierto cuando Sunoo llegó, por lo que sentó en el escritorio del profesor, dejando su mochila en el suelo y comenzó a balancear sus pies con impaciencia. El silencio del lugar amplificaba el eco de cada paso que resonaba en el pasillo, haciéndolo tensarse cada vez que pensaba que podría ser Sunghoon. Finalmente, la puerta se abrió y el corazón de Sunoo pareció detenerse por un instante, por fin el había llegado...

Sunghoon entró al salón con una expresión algo nerviosa, pero con una pequeña y tímida sonrisa en los labios. Al verlo, trató de mantener la calma, aunque su corazón latía con fuerza. Ambos se saludaron con suavidad, casi como si temieran romper la tensión del momento

— Hola Sunnie 

— Hola — respondió sonriendo tímidamente mientras Sunghoon se acercaba haciendo que las mariposas en su estomago se alborotaran.

Siempre, por mas cansado que estuviera, Sunghoon le parecía atractivo.

— ¿Puedo sentarme a tu lado? — pregunto el joven patinador con cierta duda en su mirada y el menor asintió rápidamente, haciéndole espacio en el escritorio.

Sunghoon se subió al escritorio con cuidado, sentándose junto a Sunoo. El ligero roce de sus hombros y el aroma de la colonia de Sunghoon hicieron que el estómago de Sunoo se revolviera de nervios aun mas que antes. Ambos estaban evidentemente nerviosos, por lo ninguno de los dos habló durante unos segundos que parecieron eternos; hasta que finalmente, Sunghoon tomó aire y rompió el silencio, intentando romper un poco el hielo primero.

— Lo siento por responder tan tarde anoche—, dijo, con su voz cargada de sinceridad mirando al pequeño azabache con una expresión que mezclaba nerviosismo y arrepentimiento. Sunoo sacudió la cabeza rápidamente y sonrió.

—No pasa nada. De hecho, no vi tu mensaje hasta el desayuno—, respondió, intentando restarle importancia. Sin embargo, el ambiente volvió a llenarse de silencio, y los nervios regresaron con más fuerza.

Sunghoon bajó la mirada, jugueteando con sus manos mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas, mientras Sunoo lo observaba atentamente, su corazón latiendo con fuerza expectante por lo que el mayor tenía que decir. Los nervios los estaban matando a ambos, pero aun así Sunghoon volvió a levantar la vista, encontrando los ojos de Sunoo con una mezcla de determinación y vulnerabilidad.

—Quiero contarte lo que pasó ayer con Yuqi...—, comenzó, su voz temblando ligeramente. Sunoo sintió que el aire se volvía más pesado mientras esperó en silencio, preparándose para cualquier cosa que pudiera escuchar. Sunghoon tomó otro respiro profundo, dispuesto a abrirse y confiar en Sunoo como nunca antes lo había hecho.

Sunghoon suspiró profundamente, como si intentara reunir todo el valor que le quedaba. Con la mirada fija al frente, comenzó a hablar, su voz cargada de una mezcla de nervios y alivio:

—Ayer finalmente fui sincero con Yuqi. Le dije lo que sentía.

Las palabras cayeron como un martillo sobre el corazón de Sunoo. Sintió un nudo formándose en su garganta, tan apretado que apenas podía respirar. Su mirada se perdió por un momento, incapaz de responder. El dolor lo paralizó, pero antes de que pudiera procesarlo del todo, Sunghoon continuó hablando, sin percatarse del impacto que habían tenido sus palabras.

—Ya no la veo de forma romántica —confesó con un tono asustado pero decidido—. Le tengo mucho cariño, sí, pero es un cariño de amistad. Por eso le dije que no podía seguir fingiendo.

Sunoo, quien hasta ese momento había estado sumido en el desconcierto, parpadeó sorprendido. Sus emociones se mezclaron como si las hubieran metido dentro de una licuadora: incredulidad, alivio y, lo más peligroso de todo, mas esperanza. Mientras su corazón comenzaba a latir con renovada fuerza, se atrevió a mirar de reojo a Sunghoon, que seguía mirando al frente, como si temiera enfrentarlo..

—¿Rechazaste sus sentimientos? —preguntó Sunoo, su voz apenas un murmullo.

Sunghoon asintió, dejando escapar una leve risa, aunque cargada de nerviosismo.

—Sí. Ya no podía seguir engañándola ni engañándome a mí mismo. Intenté negarlo durante varias semanas, pero... no era justo para ninguno de los dos. Me di cuenta de que nuestros sentimientos iban en direcciones opuestas, y no quería lastimarla más.

Sunoo se quedó en silencio, absorbiendo cada palabra. Sentía cómo el peso en su pecho comenzaba a disiparse, como si una pequeña luz hubiera comenzado a brillar en la oscuridad de sus pensamientos. La sonrisa nerviosa de Sunghoon no hizo más que encender una chispa de ilusiones en su corazón.

—Supongo que eso te sorprende —dijo el joven patinador rascándose la nuca con torpeza.

—Un poco —admitió  con una sonrisa tímida que intentaba ocultar el remolino de emociones dentro de él.

—A mí también me sorprendió —confesó Sunghoon, dejando escapar otra risa—. Durante mucho tiempo intenté convencerme de que todo estaba bien, pero... simplemente no podía seguir. Cuando finalmente lo admití, sentí que me quitaba un peso enorme de encima. Aunque ahora —continuó, frunciendo ligeramente el ceño—, estoy seguro de que todos empezarán a hablar de esto, y no me emociona ser el centro de atención.

Sunoo, dejando de lado su timidez por un momento, colocó suavemente su mano sobre la de Sunghoon. El gesto fue torpe, pero genuino.

—No te preocupes —dijo, con una voz suave pero firme—. No estás solo. Me tienes a mí, y si alguna vez necesitas hablar o desahogarte, estaré aquí.

Sunghoon bajó la mirada hacia la mano de Sunoo sobre la suya. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios, y en un pequeño arrebato de valentía, giró su mano para entrelazar sus dedos con los de Sunoo.

—Gracias —murmuró, sinceramente agradecido dándole un pequeño apretón a la mano contraria.—. Pero estoy seguro de que no les debo explicaciones a nadie. Hice lo que creí correcto, y eso es suficiente.

Sunoo le dio la razón, mientras sentía que un rubor invadía sus mejillas en lo que observaba las manos de ambos unidas. Su corazón latía con fuerza, y por un momento, todo su nerviosismo se desvaneció, reemplazado por una dulce sensación de esperanza.

Ambos se miraron un momento, sus manos aún juntas. Ninguno parecía dispuesto a romper ese contacto que, de alguna manera, se sentía tan correcto, tan natural... tan necesario.

—Estuve muy nervioso por contarte lo que pasó ayer — confeso el mayor luego de un silencio.

Sunoo ladeó ligeramente la cabeza, curioso y un poco más cómodo después de escuchar todo lo que Sunghoon le había dicho. —¿Por qué estabas nervioso?— preguntó, con un tono dulce que hizo que Sunghoon se sintiera a la vez vulnerable y tranquilizado.

Sin pensarlo demasiado, Sunoo se inclinó hacia él, apoyando la cabeza en su hombro. Fue un gesto simple, pero su cercanía hizo que el corazón de Sunghoon comenzara a latir rápidamente. Intentó pensar en algo para decir sin parecer demasiado obvio, ya que había decidido arriesgarse, como le había aconsejado Hwon, pero quería hacerlo de forma lenta y cuidadosa.

—Pensé que podía parecerte raro... mi deseo de seguir con las clases —admitió con una sonrisa tímida. —Sé que tú no enseñas a besar dos veces a la misma persona, y... no quería perder la oportunidad de seguir recolectando ese valioso conocimiento que me falta.

Sunoo levantó la cabeza de su hombro con una mezcla de sorpresa y timidez, parpadeando un par de veces mientras procesaba sus palabras. —¿El conocimiento que te falta? ... ¿T-Tu quieres continuar?—repitió, sintiendo el calor en sus mejillas aumentar.

Sunghoon asintió, rascándose la nuca con nerviosismo. —Bueno... ya no esta la razón por la que empecé las clases, pero aún quiero terminarlas. Me he dado cuenta de que hay mucho más que aprender. —Su sonrisa nerviosa se amplió, dejando entrever un atisbo de travesura en sus ojos.

Sunoo sintió que su corazón latía con fuerza. Sabía que aquella no era solo una excusa, que había algo más tras las palabras de Sunghoon, aunque él mismo no se atreviera a decirlo directamente. Con un leve carraspeo, asintó y respondió, —No veo problema. Si quieres seguir aprendiendo, podemos continuar con las clases.

Por dentro, una chispa de alegría floreció en el corazón de Sunoo. Aunque trató de mantener la calma, la idea de poder pasar más tiempo con Sunghoon, bajo la excusa de las lecciones, lo hacía inmensamente feliz. Tal vez aún era pronto para confesarse mutuamente, pero este era un comienzo. Un paso hacia adelante en la dirección que ambos deseaban, aunque no lo dijeran en voz alta.

Por un instante, el silencio entre ellos se llenó de algo cálido, algo que prometía más. Sunghoon miró sus manos unidas y luego a Sunoo, como si quisiera decir algo más, pero se limitó a sonreír. La química entre ellos estaba allí, creciendo poco a poco, lista para salir a la luz cuando ambos estuvieran preparados.

Los minutos pasaron en aquel salón, con Sunoo y Sunghoon sumidos en una burbuja de paz que se sentía tan frágil como irrompible. Permanecieron juntos, sus manos entrelazadas y apoyados uno contra el otro, compartiendo silencios que hablaban más que las palabras. Era como si el tiempo se hubiera detenido solo para ellos. Pero, como toda burbuja, esta también estaba destinada a estallar.

El timbre de inicio de clases se escuchó en la distancia, recordándoles que la realidad esperaba. Sunghoon suspiró, claramente fastidiado, mientras se movía con desgano. 

—Debo irme si quiero llegar a tiempo a matemáticas — dijo finalmente, levantando la vista para mirar a Sunoo con un deje de pesar, quien le sonrió con comprensión.

—El profesor Min, ¿cierto? — dijo, adivinando la razón de su preocupación. Sunghoon asintió, dejando caer la mochila sobre su hombro. 

—No puedo saltarme esta clase. Si el profesor se entera, probablemente llamará a mi madre, y no creo que sobreviva para contarlo.— Ambos rieron, pero la urgencia de la situación quedó clara.

—Está bien — dijo Sunoo, acomodándose en el escritorio y sonriendo traviesamente.— Te veo aquí durante el receso para una clase rápida.— Sunghoon asintió con firmeza, como si fuera una promesa solemne.

Mientras Sunghoon tomaba sus cosas y se dirigía hacia la puerta, Sunoo lo detuvo con un llamado suave.— Espera un segundo... 

Sunghoon se giró, curioso, y vio cómo Sunoo se deslizaba del escritorio y caminaba hacia él. Antes de que pudiera reaccionar, el menor se puso de puntillas y depositó un breve y dulce beso en sus labios. Dejándolo paralizado por un segundo, con los ojos ligeramente abiertos, pero al instante sintió cómo su corazón se desarmaba.

—Es un pequeño beso de despedida —explicó Sunoo con una sonrisa traviesa.— eso es lo que haces cuando quieres que alguien sepa que esperas verlo pronto."

Sunghoon parpadeó, y una sonrisa suave curvó sus labios. Esta vez fue él quien, en un segundo e inesperado arranque de valentía, se inclinó y devolvió el beso, un gesto breve y dulce que logró sorprender al contrario.

—Espero que te vaya bien en tus clases — dijo Sunghoon, con las mejillas ligeramente sonrojadas— yo también espero verte pronto.

Sunoo, sorprendido pero encantado, soltó una pequeña risa. —Así se hace— dijo con una mirada brillante.— ¡Te salió perfecto! — le felicito, antes de compartir con el mayor una sonrisa cómplice. — Ya vete llegaras tarde ...

Sunghoon asintió y se despidió rápidamente con la mano antes de salir apresurado del salón. Ya iba tarde, y el reloj marcaba dos minutos para el inicio de las clases. Corrió por los pasillos, esquivando estudiantes, mientras sentía que una extraña calidez lo acompañaba.

Por su parte, Sunoo se quedó en el salón, mirando la puerta por donde Sunghoon había salido. Aún con el corazón latiendo con fuerza, sacó su teléfono y, con una sonrisa que no podía ocultar, abrió el chat con su primo Mujin para contarle todo lo que acababa de pasar.

⋆.˚❄️💋⋆.˚

Sunghoon irrumpió en el salón de clases con la respiración entrecortada, esforzándose por recuperar el aliento mientras se apoyaba en el marco de la puerta un par de segundos. Echó un vistazo rápido al interior y, para su alivio, notó que el profesor Min aún no había llegado, cosa que definitivamente era extraña, pero vamos no iba a quejarse. Sin embargo, algo más capturó su atención de inmediato: la ausencia de Yuqi y solo eso si no que también, las amigas de ella lo miraban con una mezcla de desprecio y murmuraban entre ellas, mientras otros compañeros lo observaban brevemente antes de volver a cuchichear.

Permaneció inmóvil unos segundos, hasta que Jake, desde su asiento, comenzó a hacerle señas exageradas con las manos. Por lo que dejó escapar una pequeña sonrisa al verlo, y con pasos apresurados, se dirigió hacia él. Tan pronto como se sentó a su lado, el mayor se inclinó hacia él con una expresión de preocupación evidente.

—¿Estás bien? —preguntó en un susurro, bajando un poco la voz para que nadie más escuchara.

—Sí, estoy bien —respondió, acomodándose en su silla y sacando sus cuadernos como si nada estuviera fuera de lo normal—. Sabía que esto pasaría... Que la noticia se esparciría rápido. Me mentalicé para esto... Pero aun así es incomodo.

—Bueno, al menos sabes que estoy aquí, ¿verdad? —dijo Jake con una sonrisa amistosa palmeándole un poco el brazo—. Aunque, siendo sincero, esas miradas son bastante intensas. ¿Qué pasó exactamente? No pude dormir bien por tu culpa, aprovechemos que por primera vez en la vida el profesor llega tarde ... Dame todos los detalles.

—Está bien, pero baja la voz, ¿Si? —murmuró mientras se inclinaba hacia su amigo—. Ayer hablé con Yuqi y le dije que no podía seguir fingiendo que sentía lo mismo por ella.

—¿Y como fue? ¿Cómo reaccionó?

—No fue fácil... —Sunghoon desvió la mirada hacia su cuaderno, jugueteando con un lápiz—. Me escuchó y creo que entendió mi punto. Aunque estaba triste, no me odió, pero obviamente esta herida y entiendo que tal vez por eso no vino. Pero aun así, sabía que esto iba a ser complicado con todo el grupo de sus amigas.

Jake asintió lentamente, observando a las chicas al otro lado del aula que seguían mirando de reojo.

—Ya, complicado es poco... Pero, oye, me alegra que hayas sido sincero con ella. Aunque... ¿por qué lo hiciste? Siempre pensé que Yuqi era perfecta para ti... Y de la nada ...

Sunghoon se removió en su asiento, claramente incómodo. Miró hacia la ventana por un momento antes de volver la vista hacia su amigo con una expresión seria, aunque ligeramente nerviosa.

—Porque... ya no sentía lo mismo por ella —confesó en voz baja, inclinándose aún más hacia su amigo—. Y no quería seguir engañándola ni engañándome a mí mismo.

—¿Entonces... llegamos a la parte donde ... te gusta alguien más? —preguntó, bajando aún más la voz.

Sunghoon asintió con la cabeza, aunque su rostro comenzó a teñirse de rojo.

—Sí... pero es complicado, Jake. Muy complicado.

—¡¿Complicado cómo?! — el mayor  no pudo contenerse, y aunque su voz no fue muy alta, algunos compañeros cercanos giraron la cabeza hacia ellos por lo ambos se quedaron mudos unos minutos hasta que Jake se apresuró a inclinarse más cerca—. ¿Complicado cómo? ¿Es alguien que conozco?

Sunghoon asintió de nuevo, mordiéndose el labio inferior.

—Sí, lo conoces... Es un conocido en común —admitió, sintiendo cómo su corazón se aceleraba.

Jake abrió mucho los ojos, intentando procesar lo que escuchaba. Si conocía a mucha gente, pero ahora que fuera un conocido cercano de ambos reducía la lista inmensamente y entonces solo queda ...

—No me digas que... —Jake se detuvo, poniendo las manos en alto como si intentara calmar su propia mente—. ¿Es Sunoo?

Sunghoon no respondió de inmediato, pero el leve rubor en sus mejillas fue todo lo que Jake necesitó como confirmación.

—Oh, Dios mío ... Si es Sunoo —Jake susurró con emoción contenida, mientras lo miraba como si acabara de resolver un misterio—. ¡Esto es increíble!

—Jake, baja la voz... —pidió Sunghoon, mirando nerviosamente a su alrededor para asegurarse de que nadie más los escuchara.

Jake se rió entre dientes y lo miró con una sonrisa traviesa.

—Pero, ¿qué pasó con las clases de besos? ¿No se supone que eso era solo para Yuqi? ¿Cómo terminaste sintiendo algo por Sunoo?

Sunghoon soltó un profundo suspiro, apoyando la cabeza sobre sus manos.

—No lo sé... O bueno, sí lo sé, pero es difícil explicarlo. Es algo que empezó a pasar sin que me diera cuenta. Al principio eran solo las clases, pero luego... no sé, empecé a notar lo lindo que es cuando se pone nervioso, o cuando sonríe después de decir algo tonto. Y ayer, cuando lo vi, me di cuenta de que ya no podía negarlo.

Su mejor amigo lo miró con los ojos brillantes, claramente encantado con la historia. —Hoon, hermano, esto es enorme. Tienes que decírselo.

—. ¿Estás loco? Apenas estoy procesando esto yo mismo. Además, no sé cómo se siente él.— le dijo en un susurro estando un poquito alterado.

Jake rodó los ojos, pero sonrió.

— Mira desde mi punto de vista no parece que a Sunoo le desagrades precisamente. Solo digo que quizás deberías intentarlo.

Sunghoon negó con la cabeza, aunque una pequeña sonrisa apareció en sus labios.

—Paso a paso, Jake. Paso a paso. 

— Y ese es el problema ... Tus pasos son mas lentos que los de un caracol

Ambos amigos rieron en voz baja, y justo en ese momento, el profesor Min entró al salón con su característico ceño fruncido, poniendo fin a la conversación. Nadie hizo ni media pregunta de porque el profesor llego tarde, simplemente cada quien tomo sus cosas para comenzar a tomar nota luego de que el profesor tomara la asistencia. 

Sin embargo, Jake apenas podía contener la emoción que lo embargaba. Su primer instinto fue querer contarle todo a su novio, Heeseung. Después de todo, ya estaba al tanto de toda la situación en secreto. Cuando ocurrió el problema entre Sunoo y Sunghoon hace dos semanas, Jake, incapaz de quedarse callado, decidió confiárselo a él y su amado novio le aconsejó no intervenir, al menos no directamente, y Jake había intentado seguir ese consejo religiosamente... hasta ahora.

La parte de no intervenir  definitivamente ahora iba a convertirse en una tortura. Desde el principio, Jake sabía que alguien saldría herido en esta historia: si no era Yuqi, sería Sunoo. Pero, sorprendentemente, los acontecimientos habían favorecido a Sunoo. Aunque sentía pena por Yuqi —porque, en el fondo, no era una mala persona—, no podía evitar sentirse feliz por Sunoo. Era reconfortante saber que los sentimientos que Sunoo guardaba en secreto hacia Sunghoon tenían una oportunidad de ser correspondidos.

Sin embargo, aquí radicaba el nuevo problema: ¿Cómo podría Jake mantenerse al margen ahora? Especialmente cuando era evidente que ambos estaban dudando en confesarse por temor al rechazo. Quizás Sunoo ahora tenía más esperanza, pero conocía a Sunghoon lo suficiente como para saber que no daría el primer paso fácilmente por algo haba tardado años en decirle a Yuqi lo que sentía. Jake suspiró, mordiéndose el labio mientras pensaba en las posibles opciones.

"¿Debería incitar a Sunghoon a acercarse a Sunoo discretamente? ¿O intentar lo contrario, animar a Sunoo a ser más directo? ¿O sería mejor dejar que las cosas sucedieran por sí solas?"

 Golpeó suavemente el borde de su cuaderno con el lápiz mientras reflexionaba. Por un lado, darle un pequeño empujón a ambos no parecía algo malo. El ya sabia que los dos querían algo más, pero estaban atrapados en su propio miedo. Por otro lado, considerando que Sunghoon ahora era el centro de atención en la escuela tras haber rechazado a Yuqi, quizás era demasiado pronto para involucrarse...

Levantó la mirada hacia Sunghoon, quien estaba sentado junto a él, ahora garabateando algo en su cuaderno. Parecía tranquilo, pero conocía a su mejor amigo y podía notar que estaba nervioso bajo esa fachada. Era increíble cómo su mejor amigo podía ser tan valiente al confesarle la verdad a Yuqi, pero al mismo tiempo tan temeroso de enfrentar sus propios sentimientos hacia Sunoo... Pero esta bien, así era Honnie y así lo quería.

Jake suspiró otra vez. La situación era más complicada de lo que había anticipado así que se prometió hablar con Heeseung esa misma tarde para recibir consejo. Mientras tanto, decidió que observaría cómo se desenvolvían las cosas antes de actuar. Aunque... no podía evitar esbozar una sonrisa al imaginar a Sunghoon y Sunoo finalmente juntos. "Solo necesitan un empujoncito," pensó, "y si nadie más lo da... bueno, ya veremos."

La clase continuó con normalidad mientras el profesor Min llenaba el pizarrón con ecuaciones complejas, dictando a un ritmo tan meticuloso que parecía que podía quedarse ahí toda la tarde. Jake, intentando distraerse de sus propios pensamientos sobre Sunghoon y Sunoo, comenzó a copiar las fórmulas con un aire casi mecánico, dejando que el sonido constante de la tiza moviéndose sobre el pizarrón lo tranquilizara

Por su parte, Sunghoon garabateaba en su cuaderno sin ningún rumbo, perdiéndose entre sus pensamientos. Aunque intentaba aparentar tranquilidad, no podía ignorar las miradas ocasionales que recibía de algunos compañeros ni los susurros que llenaban el ambiente cada vez que alguien mencionaba su nombre. Se sentía atrapado en una burbuja de atención no deseada, deseando que el receso llegara rápido para tomar un respiro, aunque sabía que probablemente no sería mucho mejor.

Cuando finalmente sonó el timbre, ambos amigos recogieron sus cosas y salieron del aula rumbo a la cafetería. El trayecto estuvo marcado por la misma sensación incómoda: Sunghoon podía sentir los ojos de todos sobre él. Algunos compañeros parecían estar midiendo si debían acercarse, pero ninguno se atrevía, tal vez porque Jake, que caminaba junto a él con pasos firmes y una expresión protectora, parecía emitir una clara advertencia.

—Relájate, Hoon —le dijo Jake con un tono ligero mientras le daba un codazo suave en las costillas—. Si sigues tensando los hombros, vas a terminar con un calambre. Además, ¿Por qué miras tanto a los demás cuando ya me tienes a mí, la octava maravilla del mundo, a tu lado ? —añadió, señalándose dramáticamente a sí mismo y logrando arrancarle una sonrisa breve a Sunghoon.

—A veces me pregunto por qué somos amigos... —murmuró Sunghoon, aunque su tono era evidentemente agradecido.

— Porque me amas.—dijo Jake mientras entraban a la cafetería y aprovechaba la oportunidad para molestarlo un poco más.—Entonces, ¿Cuál es el plan? ¿Te vas a sentar con Sunoo y me abandonaras o me abandonaras después por una clase? ¿O prefieres que le pida que te dé otra clase práctica aquí mismo? —dijo, levantando las cejas de manera exagerada.

—Jake, te lo digo en serio, cállate... —respondió mientras sentía sus mejillas arder ligeramente.

Justo entonces, la puerta de la cafetería se abrió, y un grupo de estudiantes entró. Entre ellos estaba Sunoo, quien parecía distraído hablando con Jay, pero que al verlo esbozó una pequeña sonrisa. El corazón de Sunghoon dio un vuelco. No estaba seguro de si era producto de la tensión que aún lo acompañaba o por el hecho que nuevamente, sin mucho esfuerzo, Kim Sunoo lo volvía un desastre...

Sin embargo, antes de que pudiera procesar esa sensación, una figura avanzó rápidamente entre las mesas hacia él. Era Soyeon, una de las mejores amigas de Yuqi, quien se abrió paso con pasos firmes y una expresión que no dejaba lugar a dudas: estaba furiosa.

—¡Park Sunghoon! —exclamó, alzando la voz lo suficiente como para que varias conversaciones en la cafetería cesaran de inmediato.

Sunghoon se tensó, y Jake, sentado junto a él, frunció el ceño.

—¿Qué pasa contigo? —continuó Soyeon, cruzándose de brazos frente a él—. ¿Crees que puedes lastimar a Yuqi de esa manera y simplemente seguir como si nada? ¿Riéndote como si no la hubieras lastimado?

Sunghoon sintió cómo el calor subía a su rostro, no tanto por vergüenza, sino por la incomodidad de estar en el centro de atención una vez más. Intentó abrir la boca para responder, pero Soyeon no le dio oportunidad.

—¡Ella no merece esto! —dijo, alzando aún más la voz—. Yuqi te ha tratado con respeto desde el primer momento. Y tú... tú simplemente le haces esto. ¿Por qué, Sunghoon? ¿Por qué no puedes ser honesto?

Jake, siempre dispuesto a protegerlo, se puso de pie lentamente.—Soyeon, basta. Esto no es asunto tuyo.— dijo con voz suave intentando tranquilizarla.

—¿Qué no es asunto mío? —replicó ella, girándose hacia Jake con una mirada fulminante—. Yuqi es mi amiga. Si alguien tiene derecho a saber qué pasó, soy yo, porque ella no quiere decirme nada.

En ese momento, Sunoo, que había estado observando desde unos metros de distancia, decidió intervenir, metiéndose entre la gente despacio y avanzó hasta colocarse junto a Sunghoon, su rostro normalmente sereno ahora tenía una expresión más seria.
—Soyeon, ya fue suficiente. No estás ayudando a nadie.

—¿Y tú qué haces aquí? —preguntó Soyeon con una mezcla de sorpresa y desdén—. ¿Eres su abogado ahora?

Sunoo no respondió de inmediato, pero su mirada se mantuvo firme y luego Jake hablo nuevamente. —Déjalo en paz. Esto no es una conferencia de prensa, y Sunghoon no tiene que darte explicaciones.

Finalmente, Sunghoon, que había permanecido en silencio todo el tiempo, se puso de pie. Su voz, aunque tranquila, tenía un tono decidido.
—Soyeon, entiendo que quieras defender a Yuqi, pero no puedo darle algo que no siento. Lo siento por haberla lastimado, pero no voy a mentirle ni a fingir...  

La cafetería entera parecía contener el aliento. Soyeon lo miró por unos segundos, claramente furiosa, pero sin palabras para responder ahora, por lo que finalmente, con un bufido de frustración, se dio la vuelta y salió rápidamente, mientras los murmullos comenzaban a llenar el aire nuevamente.

Sunghoon dejó escapar un largo suspiro y miró brevemente a Jake y Sunoo. Este último le sonrió con suavidad.
—Lo hiciste bien.

Jake, por otro lado, no perdió el momento para bromear.
—Mira que eres valiente. Pero en serio, deberías contratarme como tu guardaespaldas oficial. No te saldrá barato, pero te aseguro que valdrá la pena.

Todos rieron, aliviando un poco la tensión. Mientras la cafetería volvía a su ritmo habitual, Sunoo se inclinó ligeramente hacia Sunghoon y le susurró:
—Te espero en el salón

Sunoo salió de la cafetería sin decir nada más y  Sunghoon lo observó desaparecer por la puerta, y aunque su expresión era serena, su interior era un torbellino de emociones. Las palabras de Soyeon aún resonaban en su mente, pero más que eso, había algo más fuerte, más persistente: ir con Sunoo.

 —Deberías ir tras él —dijo con una sonrisa cómplice, ya lo sabia todo—. Vamos, no me mires así ¿O a caso te molesta la culpa por tener que dejarme solito? 

Sunghoon rodó los ojos, pero no pudo evitar que una pequeña sonrisa se asomara en sus labios. Jake siempre parecía saberlo todo. Con un suspiro profundo, agarró su mochila y se dirigió hacia la salida de la cafetería, ignorando los murmullos que aún lo seguían.

Al entrar al pasillo, el eco de sus pasos lo acompañó hasta el salón de química. El aire parecía más frío de lo habitual, o tal vez era su ansiedad haciéndole sentir que todo a su alrededor se encogía. Sus pensamientos se arremolinaban en su cabeza: el enojo de Soyeon, las miradas inquisitivas de los demás, pero sobre todo, la idea constante de que necesitaba a Sunoo.

Cuando llegó al salón entro con sumo cuidado, Sunoo estaba sentado junto a la ventana, mirando hacia el patio exterior. La luz del sol se filtraba a través del cristal, iluminando suavemente su cabello y dándole un aire casi etéreo. Y nuevamente sintió que su corazón daba un vuelco, como si estuviera viendo algo que no debería, algo demasiado hermoso para ser real.

Por un momento, dudó en acercarse pero entonces, como si Sunoo pudiera sentir su presencia, giró la cabeza y sus ojos se encontraron. Había algo en su mirada, una mezcla de calma y calidez, que deshizo las dudas de Sunghoon en un instante.

Sunoo no dijo nada, pero con un leve movimiento de su cabeza, le indicó que se sentara a su lado. Sunghoon obedeció, dejándose caer en la silla junto a él, sintiendo de inmediato cómo su respiración se volvía más ligera.

—Lo hiciste bien, ¿sabes? —dijo con una voz suave, cargada de comprensión—. Fue valiente de tu parte enfrentarte a eso.

Sunghoon suspiró, recargando la cabeza en sus manos mientras negaba lentamente.
—No se sintió así. Todo fue un desastre... 

Sunoo inclinó la cabeza, observándolo con una mezcla de ternura y seriedad.
—A veces, para que las cosas mejoren, primero tienen que desmoronarse un poco.

La respuesta de Sunoo lo tomó por sorpresa. Había algo tan simple, pero al mismo tiempo tan cierto en sus palabras, que por un momento el peso sobre sus hombros pareció aligerarse. Sunghoon lo miró de reojo, sintiéndose agradecido por la serenidad que Sunoo siempre parecía ofrecer en estos momentos.

—Oye... —comenzó Sunoo, con un tono que dejaba entrever cierta timidez—. ¿Te acuerdas de lo que charlamos hoy?

Sunghoon parpadeó, algo confundido al principio, hasta que el recuerdo de su "clase de besos" le vino a la mente. Su rostro se calentó de inmediato, y Sunoo soltó una risa suave al notar su reacción.

—No tienes que hacerlo si no quieres. —añadió rápidamente, aunque había una pizca de esperanza en su voz—. Pero pensé que... tal vez podríamos intentarlo otra vez. Se que lo de la cafetería fue un momento bastante tenso pero ... Podría servir para relajarte

Sunghoon tragó saliva, su corazón latiendo con fuerza. Aunque estaba nervioso, había algo diferente esta vez. No era solo la expectativa del momento, sino la confianza que parecía fluir entre ellos. Finalmente, tomó una respiración profunda y asintió poniéndose de pie.

—Está bien...

La sonrisa de Sunoo fue inmediata, iluminando su rostro de una manera que hizo que el nerviosismo de Sunghoon disminuyera ligeramente. 

Sunoo también se levanto de su asiento y se coloco delante del mayor, alzando la mirada, sus ojos brillaban con un destello que Sunghoon no pudo ignorar. Sin darse cuenta, ambos comenzaron a inclinarse hacia el otro, lenta y naturalmente, como si fuera lo más lógico del mundo. Ni siquiera se detuvieron a pensar que faltaba la habitual explicación de Sunoo sobre el tipo de beso que practicarían. Ninguna palabra fue necesaria; simplemente estaban ahí, moviéndose al mismo compás.

Sus labios se encontraron en un toque suave, delicado, casi tímido al principio. El calor que compartieron fue inmediato, envolviéndolos como una burbuja. No había planes, ni instrucciones, ni pensamientos. Sólo estaban ellos, dejándose llevar por el momento. El beso fue como una caricia que decía todo lo que no se atrevían a poner en palabras y le quito a Sunghoon todas sus tensiones.

Cuando se separaron apenas un centímetro, Sunoo sonrió con dulzura, sus dedos rozando con cuidado la mejilla de Sunghoon. Este último lo miró, sin poder evitar reír suavemente, una mezcla de incredulidad y alegría pintando su rostro.

—¿Qué pasó con la clase? No me dijiste nada. —susurró Sunghoon, su voz un poco más baja de lo habitual, todavía afectado por el beso.

Sunoo soltó una risita.
—Creo que la clase se dio sola.

Ambos rieron suavemente, el sonido era íntimo, casi como un secreto compartido. Sunghoon levantó una mano para apartar un mechón de cabello que caía sobre la frente de Sunoo, y ese gesto hizo que el menor inclinara su cabeza ligeramente hacia su toque, como si lo disfrutara.

Sin decir nada más, volvieron a acercarse. Esta vez, el beso fue más profundo, más seguro. Sunoo se permitió ser un poco más cariñoso, deslizando una mano hasta la nuca de Sunghoon, mientras este colocaba sus manos en la cintura del menor, acercándolo un poco más hacia él.

Sus movimientos eran lentos, pero llenos de intención. El roce de sus labios transmitía una mezcla de ternura y deseo contenido, como si ambos supieran que no necesitaban apresurarse. Sunghoon deslizó sus dedos suavemente por los costados de Sunoo, sus toques apenas perceptibles pero lo suficientemente cercanos como para hacer que un escalofrío recorriera al menor.

Por un instante, se separaron nuevamente, respirando un poco más rápido. Ambos se miraron, y en esa mirada había algo diferente: una conexión tangible, una certeza de que lo que estaba pasando entre ellos era real y significativo.

—Eres muy bueno en esto —bromeó Sunoo, con una sonrisa juguetona, sus dedos ahora trazando pequeños círculos en el cuello de Sunghoon.

—Es porque tengo un gran maestro —respondió Sunghoon, devolviéndole la sonrisa, aunque su mirada todavía estaba fija en los labios de Sunoo.

Sin más preámbulos, se besaron otra vez, esta vez dejando que el momento los guiara. Había pequeños toques entre ellos, gestos sutiles pero llenos de cariño: las manos de Sunghoon sujetando con firmeza y delicadeza la cintura de Sunoo, y los dedos del menor acariciando con suavidad la mandíbula del mayor. Finalmente luego de un buen rato, se separaron lentamente, sus frentes apoyándose una contra la otra mientras sonreían.

—Sabes... creo que me gusto más de lo que debería.— expreso Sunoo con  sus ojos brillando con algo más que felicidad.

Sunghoon sintió un vuelco en el pecho, pero esta vez no hubo confusión ni miedo. En lugar de eso, tomó la mano de Sunoo entre las suyas, sosteniéndola con una delicadeza que decía más que cualquier palabra.

— A mi también.

El mundo alrededor parecía haberse desvanecido. Ni los rumores, ni las miradas curiosas, ni los conflictos anteriores tenían importancia en ese momento. Solo eran ellos dos, compartiendo un rincón de paz en medio del caos.

Cuando el timbre sonó, anunciando el fin del receso, ambos supieron que tendrían que regresar al bullicio del colegio. Pero esta vez, algo había cambiado. Había una certeza silenciosa entre ellos, un entendimiento mutuo de que, aunque el camino por delante no sería fácil, valdría la pena intentarlo juntos.

Cuando Sunghoon entró al salón de clases, sus pasos eran más lentos de lo habitual. Sentía un revoltijo en el estómago, pero no sabía si era por los nervios, por la intensidad del momento que acababa de compartir con Sunoo, o por la avalancha de rumores que sabía que seguían circulando.

Jake lo vio desde su asiento, apoyado despreocupadamente en su pupitre, y sonrió al instante al notar la timidez evidente en la forma en que Sunghoon evitaba mirarlo directamente. Sunghoon apenas se sentó a su lado, cuando Jake se inclinó hacia él con una expresión traviesa.

—¿Y? ¿Qué tal el resto de tu receso? —preguntó, alargando las palabras con un tono burlón que hizo que Sunghoon rodara los ojos.

—Nada especial, solo... tomé aire —respondió con una indiferencia fingida, pero el leve rubor en sus mejillas lo delató.

Jake soltó una carcajada y lo empujó suavemente con el codo.
—Claro, "tomaste aire". ¿Así le llaman ahora? Vamos, cuéntamelo todo.

Sunghoon frunció el ceño, pero no pudo evitar reír ante la insistencia de su amigo.
—No hay nada que contar, Jake.

—Por favor, yo te anime a ir tras el —replicó Jake con una sonrisa de suficiencia. Antes de que Sunghoon pudiera detenerlo, añadió—: Apostaría que finalmente te metieron la lengua hasta la garganta, ¿o me equivoco?

El golpe en el brazo llegó antes de que Jake pudiera prepararse, pero eso solo lo hizo reír más fuerte. Sunghoon se cruzó de brazos, intentando mantener una expresión seria, aunque el sonrojo en su rostro lo traicionaba.

—Eres un idiota, Jake.

—Tal vez, pero por lo hinchados que tienes los labios al menos se que lo disfrutaron—dijo Jake, recuperándose de la risa. Luego, con un tono más calmado, añadió—: Oye, hablando en serio. ¿Por qué no invitas a Sunoo a salir?

La pregunta hizo que Sunghoon lo mirara con los ojos bien abiertos, casi como si Jake le hubiera pedido algo imposible.
—¿Estás loco? Es demasiado pronto. Además, ya te dije que quiero tomarme las cosas con calma y la situación actual, tu lo viste, es complicada.

Jake levantó las manos en señal de rendición.
—Lo sé, lo sé. No estoy diciendo que lo lleves a una cena romántica bajo las estrellas o algo así. Solo digo que podrías pasar más tiempo con él. No tiene que ser nada especial, solo... no sé, algo sencillo.

Sunghoon se quedó en silencio, procesando las palabras de su amigo. Aunque todavía se sentía inseguro, había una pequeña parte de él que no podía ignorar el deseo de ver a Sunoo otra vez, de compartir algo más con él.

—No sé... —murmuró, mirando sus manos.

Jake, viendo su vacilación, decidió insistir.
—Vamos, Sunghoon. No te estoy diciendo que lo lleves a confesarte tus sentimientos de una vez. Solo... piensa en algo que les guste a los dos. Algo que puedas compartir con él y que no sea incómodo...Como mirar películas, esas cosas.

Sunghoon suspiró, pero poco a poco sus pensamientos comenzaron a vagar hacia una idea. Recordó la competencia de patinaje que se acercaba, el traje que había estado preparando con tanto cuidado y la coreografía que había practicado hasta la perfección. Pero lo que más recordaba era la admiración en los ojos de Sunoo la primera vez que lo vio patinar.

—Quiero mostrarle algo... —dijo finalmente, casi en un susurro.

Jake lo miró con curiosidad, inclinándose un poco hacia él.
—¿Mostrarle qué?

Sunghoon alzó la vista, con una leve sonrisa en los labios.
—Mi coreografía. Es para la competencia. He estado practicando mucho, y... creo que me gustaría que él la viera primero.

Jake sonrió ampliamente, dándole un golpe amistoso en el hombro.
—¡Eso es perfecto! Además, estoy seguro de que a Sunoo le encantará. Es más, probablemente se derretirá al verte en ese traje ajustado.

—¡Cállate! —exclamó Sunghoon, golpeándolo de nuevo, aunque esta vez con una sonrisa avergonzada.

Pero a pesar de la broma de Jake, la idea se quedó con Sunghoon. No podía negar que una parte de él quería ver esa expresión de asombro en el rostro de Sunoo, como la vez que lo invitó por primera vez a la pista de hielo. Recordaba cómo los ojos de Sunoo brillaron, llenos de admiración y curiosidad, mientras lo veía deslizarse con gracia sobre el hielo.

—Quiero que sea especial —admitió Sunghoon en voz baja, casi para sí mismo.

Jake asintió, dándole una palmada en la espalda.
—Y lo será, créeme. Solo no lo pienses demasiado, ¿de acuerdo? A veces, lo mejor que puedes hacer es dejarte llevar.

Sunghoon dejó escapar una pequeña risa nerviosa y miró hacia la ventana, donde el sol comenzaba a descender lentamente, tiñendo el cielo con tonos anaranjados. La idea seguía allí, instalada en su mente como una semilla que empezaba a germinar. Sabía que quería compartir ese momento con Sunoo, pero también sabía que necesitaba reunir un poco más de valor antes de dar el paso.

Por ahora, se permitiría planearlo con calma, imaginando cómo hacerlo especial, cómo transmitirle a Sunoo cuánto significaba para él sin que las palabras lo traicionaran.

Jake lo observó en silencio, satisfecho de ver a su amigo dar pequeños pasos hacia adelante. Sabía que, aunque Sunghoon parecía dudar ahora, había una chispa en sus ojos que no estaba allí antes, una que prometía momentos significativos por venir.

Sunghoon sonrió para sí mismo, decidido a guardar su plan por unos días más. Porque, aunque los nervios eran inevitables, algo en su interior le decía que valdría la pena esperar el momento adecuado para compartirlo con Sunoo.


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JAKAK VOLVI, perdón por desaparecerme otro par de meses, pero espero que el capitulo largo lo compense un poco. Este es el primer cap del 2025 y bueno mi propósito es terminar la historia si o si este año, así que me va tocar escribir mucho.

¿Qué les pareció el Capitulo? Por fin, las cosas van progresando (ame escribirlo, aunque me consto un poco, así que denle amor por fa)

Espero que este año les vaya bien gente, reciban todas cositas lindas y buenas <3 los amo mucho gracias por siempre esperarme 


Nos vemos en el próximo capitulo <3


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