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Ignacio fue despertado por el timbre de su celular. A regañadientes, levantó la cabeza y agarró su teléfono, notando que la notificación mostraba el nombre de su chofer.

—Despierta a la chica y vámonos, que ya es tarde

Pensó mientras se percató de la hora. Eran las 00:14. Giró para ver a Lu, quien estaba profundamente dormida en su quinto sueño. Ignacio se vistió rápidamente y tomó el vestido que había llevado.

—Lu voy a necesitar tu ayuda—La morena abre un poco los ojos pero aún muy dormida, Ignacio la levantó e como si de una niña pequeña se tratase le puso el vestido que era muy ligero y fácil de poner.

—Tengo sueño déjame dormir—Lucrecia se volvio a acostar en la cama.

Ignacio recogió todas sus pertenencias y las colocó en dos bolsas: una para la ropa de Lu y otra para la suya. Luego, tomó a Lu en brazos, sorprendido por la forma en que dormía, como una roca. Llegó al auto y la colocó en la parte trasera, acostándola. Luego, se sentó y puso la cabeza de Lu sobre sus muslos.

—¿Cómo pasaron la tarde?—preguntó el chofer.

—De maravilla—respondió Ignacio, sonriendo con satisfacción.

—A dónde los llevo ahora?—cuestionó el chofer.

—A su casa, por supuesto—dijo Ignacio.

—¿Tu crees que su padre acepte que su hija llegue a estas horas?—preguntó el chofer.

—Valerio está en una fiesta que me envió un mensaje para invitarme, y su padre está de viaje y regresará en una semana—respondió Ignacio con seguridad.

Llegaron a la mansión Montesinos y Lu aún seguía dormida.

—Mi amor despierta el cuento a acabado–Lu abre los ojos poco a poco hasta que se reubica

—Que lástima que esta noche allá acabado—Dice con una sonrisa

—Te prometo que te recompensaré pero ahora debes llegar a tu cama a dormir es tarde

—Te quiero—dice Lucrecia con una sonrisa

—Yo también—Lucrecia baja del coche y Ignacio espera hasta que ella entra a su casa

Ignacio llegó a su departamento y se dirigió directamente a su habitación. Sin más preámbulos, se acostó en su cama y durmió como un bebé.

Al día siguiente, se despertó temprano y preparó el desayuno para su hermana. Isabella se despertó y al ver a su hermano cocinando, se sorprendió.

—Al parecer, alguien se levantó de buenas para hacerme el desayuno—comentó Isabella, sentándose

—Es la mejor mañana de mi vida

—Parece que anoche te dieron duro—dice Isabella riendo

—Ya déjate de bobada y apurate que vamos a llegar tarde

El camino se le hizo eterno a Ignacio estaba ansioso por ver a Lucrecia por decirle que la amaba que no podía estar sin ella.

Al llegar ve a Lu sentada en uno de los bancos de afuera en el campus viendo su teléfono, Ignacio se le queda mirando por un segundo embobado apreciando la belleza de Lu, hasta que su hermana le choca el hombro

—Debes de contarle la verdad

—¿De que hablas?-dice Ignacio saliendo de su transe

—De que ella merece la verdad y no que la sigas engañando como a los demas

—No le puedo decir

—Ya es hora que sueltes a Marina y constituyas un futuro con alguien mas, y si quieres que ese alguien sea Lu tienes que decirle.

Isabella se aleja de su hermano, este respira profundo y camina hacia Lu, ella al momento de verlo se abalanza a sus brazos.

—Creí que nunca llegarías—dice ella y se separa poco a poco de Ignacio e le da un beso en los labios—¿Que pasa?

—Nada, no pasa nada

—Sabes que de cualquier persona esperaría cualquier cosa: una mentira, una traición. Pero no sé por qué, contigo no espero nada de eso. Es como si fueras mi lugar seguro.—ella lo mira a los ojos—Todos los que quiero me han mentido, pero sé que tú eres diferente y nunca me haz hecho eso.

—Hoy en la noche te voy a recoger a tu casa te tengo que mostrar algo

—Esta bien ¿como me tengo que vestir?

—Casual no es ningún lugar en el que te vallan a ver personas, es un lugar más intimo

—Mmm, ya veo por donde va esto y me encanta.—ella le da un beso suave a Ignacio y el se lo disfruta como si supiera que ese podría ser uno de los últimos.

—Paso por ti a las ocho en punto

En ese momento suena el timbre de arrimar a clases.

El día pasó muy rápido para el cubano ya que se la pasaba pensando en el discurso que le daría a Lucrecia contándole la verdad. En la tarde en la casa ignoraba a Isabella no tenia cabeza para lidiar con su hermana.

En la noche Ignacio salió a recoger a Lucrecia a su casa como le había dicho, eran las ocho en punto y el estaba afuera de su casa, cuando ve a Lucrecia salir, esta con unos pantalón y un abrigo tan grueso que no se podía distinguir lo qué traía abajo del abrigo, la verdad es que esa noche hacía frío por algo la vestimenta poco común en Lucrecia .

Ella corre hacia Ignacio y le planta un beso, el la agarra de la cintura y la pega a el.

—Te quiero Lucrecia, mas que mi propia vida

—Te quiero Ignacio.

El viaje fue muy callado, Ignacio estaba muy nervioso no sabia como decirle todo. Como decirle a la mujer que quieres que la as estado engañando desde el principio, que no eres lo que ella cree. ¿Existen palabras para explicar eso?

Lucrecia estaba ansiosa no sabia a donde iba pero confiaba en Ignacio, tanto como para no hacer preguntas al respecto.

Al llegar al destino se ve una mansión en tonos blancos y dorados con un portón enorme que se abre cuando entra el coche.

—¿Donde estamos?—Ignacio no responde y el coche se detiene en la entrada de la gran mansión. Los dos se bajan y Lucrecia se detiene frente a las escaleras para subir a l puerta

—Ve te quiero contar algo—Ignacio abre la puertas enormes de madera y los dos entran, e se ve que hacia mucho tiempo que nadie vivía en esa mansión ya que todo estaba tapado con sabanas.

—¿Que es esto?¿Donde estamos?

—Esto Lucrecia es mi verdad—En ese momento Ignacio tumba la sabana de uno de los cuadros enormes que habia al lado de las escaleras, se un señor sentado en una silla de cuero, una mujer parada a su lado y dos niños al otro lado del cuadro

—¿Quienes son?—Ella no entendía nada, o mas bien no quería entender

—Ellos son mis padres, esa es Isabella y ese soy yo.—Señala a cada uno de los integrantes—Permíteme presentarme señorita Montesinos, me llamo Leonardo Ignacio Montenegro, y nos soy quien crees que soy