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02. ⛤ charmed


˚ ༘ 𝓦𝖎𝖈𝐤𝖊𝖉 🔥
꒰‧⁺ ⇢ ❝ 𝒞APÍTULO 𝒟OS ¡! ❞ ˊˎ
- ̗̀ ๑❪( ◌⁺ ˖˚ ಿ encantado.

AL DÍA SIGUIENTE, Selene y Sabrina localizan a Susie y Roz en la biblioteca del instituto Baxter para pedirles ayuda. Sabrina ha estado pensando mucho en su madre últimamente, porque la vio cuando se fue al limbo mortal. Al parecer, su madre estaba actuando muy desorientada, y Sabrina quiere saber por qué. Anoche, Sabrina le dijo a Selene que quería hacer una sesión de espiritismo para ponerse en contacto con su madre. Selene dudó al principio, pero de ningún maldito modo iba a dejar que Sabrina realizara una sesión de espiritismo ella sola.

Hablaron con Roz y Susie para ver si querían ayudarlas con la sesión, pero ambas pensaron que era demasiado pronto para ayudarlas con cualquier tipo de brujería. Además, los primos de Roz vienen a pasar la Navidad con ella y su familia, y Susie estará ocupada haciendo de Jingles, el Elfo de la Navidad, en Santa's Play Land.

Después de que las dos chicas se despidieran de Selene y Sabrina, Selene se dirige a su siguiente clase, pero se detiene en seco cuando siente que se le pone la piel de gallina. Mira con curiosidad a su alrededor, preguntándose por qué le ha pasado eso, porque en la biblioteca no hace frío.

Entonces mira al suelo y se da cuenta de que hay un libro tirado en el suelo, abierto en una página cualquiera. Curiosa, la chica recoge el libro del suelo y ve que es una copia del Libro de los Muertos, la misma copia del libro que le había robado a su padre para resucitar a Tommy. Sabe que no es de su padre, ya que él nunca se lo prestaría a nadie, así que le da la vuelta y ve las iniciales S.W. grabadas en el lomo del libro.

Señorita Wardwell─Selene se da cuenta de que el libro pertenece a uno de los profesores de Sabrina.

—Selene —oye que saluda Harvey detrás de ella. La pelirroja murmura una serie de maldiciones antes de meterse el libro en el bolso, tomando nota mental de devolverlo cuando tenga ocasión—. ¿Puedo hablar contigo?

—Eh... claro —contesta Selene, dándose la vuelta para mirar a su viejo amigo. Lo ha estado evitando en secreto, porque no está del todo segura de lo que pasó entre él y Sabrina cuando él decidió que quería estar con ella y ella lo rechazó. Sabrina todavía quiere a Harvey, pero tiene miedo de que pueda salir herido o algo peor si vuelven a estar juntos—. Siento no haber estado mucho por aquí últimamente, pero Brina quería darte tu espacio. Así que yo─

—Te lo agradezco, Selene —insiste Harvey mientras Selene se mueve incómodamente, odiando lo embarazosa que es esta conversación. Antes podía hablar con Harvey sin problemas, pero ahora es como si fueran extraños—. De verdad.

—Sabrina no me ha contado mucho sobre todo lo que está pasando entre vosotros —admite Selene—. Pero me ha dicho que cada vez que nos miras a ella y a mí, lo único que ves es a Tommy. ¿Sigue siendo así? Cuando me miras, ¿me ves a mí o ves todo lo que le pasó a él?

Ante esto, Harvey palidece, y Selene sabe al instante que no ha mejorado mucho. Él aparta los ojos de ella, pero está claro que está haciendo un esfuerzo. Asiente, pero casi parece apenado por ello.

—Em... Bueno. Pe-pero va mejorando. Creo.

—Eso es comprensible —Selene deja escapar un suspiro, contenta de que no le haya mentido. Permanecen en silencio un momento antes de que a ella se le ilumine la cara cuando se acuerda del regalo de Navidad que le había comprado. Saca rápidamente la cajita del bolso y se la entrega a Harvey—. Te he traído un regalo de Navidad. Lo encontré en una tiendecita de Riverdale y en la primera persona en la que pensé fue en ti.

Observa cómo Harvey desenvuelve la caja en papel de regalo y encuentra un reloj Cartier. Normalmente, costarían al menos diez de los grandes, pero Selene conoce a una bruja que tiene más de mil años. Se llama Penélope y colecciona objetos antiguos. El reloj que le compró era un reloj marrón con correa de cuero de los años veinte. Penélope le hizo un buen precio a Selene por el reloj, ya que le debía un par de favores.

Después de conseguir el reloj, Selene le puso un hechizo de protección.

—Mientras lo lleves puesto, estarás protegido de cualquier persona o cosa que pueda querer hacerte daño.

A Harvey se le cae la cara de emoción en cuanto se da cuenta de lo que está hablando.

—¿Es mágico?

—Eh... no realmente —Selene se encoge de hombros—. Está encantado. —Pero su actitud alegre se convierte en preocupación cuando se da cuenta de que está mirando el reloj con el ceño fruncido— ¿No te parece bien? Puedo desencantarlo─

—No, no, eh —Harvey echa un último vistazo al reloj antes de sonreír—. Es genial. Gracias, Selene. Gracias por esto. Yo, eh, nos-nos vemos a la vuelta.

—Hasta entonces —Selene asiente, viendo cómo él se da la vuelta para irse—. Felices fiestas, Harvey.

Él le devuelve la sonrisa antes de que ella suelte un suspiro de alivio, apoyándose contra la estantería. Al cabo de un momento, recibe un mensaje de Sabrina.

De Brina:
¿Crees que las hermanas Fatídicas querrán ayudarnos con la sesión de espiritismo? Y, ¿puedes pedirle a tu padre el libro de los muertos?

Para Brina:

Voy a ir a la academia en mi hora libre. Les preguntaré, y ya tengo el libro.

Entonces se mete el teléfono en el bolsillo y se dirige a la Academia de Artes Ocultas. No le sorprende encontrar a las hermanas Fatídicas en el salón, y una vez que se acerca a ellas, sonríe alegremente.

—Feliz Solsticio, hermanas.

—Feliz Solsticio, Selene —saluda Prudence a su hermanastra—. Si buscas a tus novios, Ambrose no da clase hoy y Nicholas se fue hace un par de días.

—Pues no, la verdad es que os buscaba a vosotras —Selene sonríe, cruzándose de brazos—. ¿Qué hacéis esta noche?

—Nada especial. Todos se van a casa a pasar las fiestas con la familia —señala Agatha, haciendo que Selene se sienta triste por ella, Dorcas y Prudence—. ¿Por qué lo preguntas?

—Bueno, Brina y yo queremos hacer una sesión de espiritismo esta noche —declara Selene, captando al instante su atención—. Supusimos que las tres querríais ayudarnos.

—¿Con quién queréis contactar? —exige Prudence con escepticismo.

—Sabrina quiere hablar con su madre —comenta Selene—. Pero no podéis contárselo a nadie. Nuestras tías y mi padre no deben enterarse.

Dorcas se vuelve entonces hacia Prudence emocionada.

—¡Oh! ¿Podemos, Prudence? Me encantan esas sesiones.

—Y yo he estado formándome como espiritista —añade Agatha, esperanzada de que Prudence las deje.

—Y las tres sabemos lo que es no tener madre —Prudence le guiña un ojo a su hermanastra—. Es la época.

—Estupendo —Selene les sonríe—. Dejaré mi ventana abierta. Estad allí a la hora de las brujas.

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