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01. ⛤ the yule tree


˚ ༘ 𝓦𝖎𝖈𝐤𝖊𝖉 🔥
꒰‧⁺ ⇢ ❝ 𝒞APÍTULO 𝒰NO ¡! ❞ ˊˎ
- ̗̀ ๑❪( ◌⁺ ˖˚ ಿ el árbol de yule.

DOS SEMANAS ANTES DE NAVIDAD

PERSONALMENTE, A SELENE LE ENCANTAN las fiestas. Siempre está de mejor humor durante este corto periodo de tiempo, porque le encanta ver a todos los mortales e inmortales tan alegres.

Y este año es un año especial, ya que es el primer Solsticio que pasará con su hermana pequeña, Leticia. Su madrastra, Constance, murió al dar a luz hace unas semanas a un par de gemelos, Leticia y su hermanito. El padre de Selene, Faustus, esperaba tener un par de gemelos varones, y no habría reaccionado bien a una niña y un niño. Así que Zelda y Prudence fingieron la muerte de Leticia, y desde entonces la bebé vive en casa de los Spellman.

Selene se habría sentido culpable por ocultar la existencia de la bebé a su padre, pero ve cómo este mira a su nuevo hijo como si fuera lo mejor que ha visto en su vida. Faustus siempre había querido que un varón fuera su heredero, y se sintió decepcionado cuando vio que Selene y Prudence eran chicas. Por eso cree que Zelda tomó la decisión correcta al esconder a Leticia. Los Spellman, Prudence y Selene son las únicas personas que conocen la verdad sobre la bebé.

Selene pasará el día anterior al solsticio con su padre y su hermano pequeño, pero dicho solsticio lo pasará con los Spellman. La mayoría de la gente pensaría que es extraño que no lo pase con su familia de sangre, pero los Spellman son como una segunda familia para Selene.

Pero lo que más ilusión le hace es pasar las vacaciones con su novio, Ambrose Spellman. Su otro novio, Nicholas, pasaría las vacaciones con ellos, pero está visitando a su familia. Selene y Ambrose se despidieron de él hace unos días.

El dúo y Hilda están decorando el salón de la casa de los Spellman cuando Sabrina entra en la habitación, sonriendo jovialmente.

—El árbol de Navidad está precioso, chicos.

—Sabrina, no me gusta que lo llames así —Zelda pone los ojos en blanco, de pie en un rincón de la habitación, sorbiendo una taza de té—. Es un árbol de Yule.

Sabrina se encoge de hombros, pero Hilda se ríe de su charla.

—La Navidad no está tan mal, Zelds. Además, para no creer en ella, te has agenciado bastantes regalos.

—Tiene mucha razón —admite Selene, colocando otro adorno en la base del árbol de Navidad. Está sentada en el suelo de madera, con una caja de adornos viejos a su lado. Lleva su pelo pelirrojo recogido en un moño desordenado en la nuca. Lleva un jersey rojo, unos leggings negros y unos calcetines peludos rojos; su atuendo habitual para el Solsticio de Invierno. Ambrose está al otro lado del árbol con otra caja.

—No son para mí, Hilda —Zelda sacude la cabeza y se acerca a Leticia, que está acurrucada en su moisés, mirándoles tranquila—. Sino para la pequeña Leticia. Quién lo iba a decir, un bebé en casa justo para las vacaciones de invierno. No podría pedir más.

—Qué pena que sea fruto de un secuestro —comenta Ambrose y Selene se lleva una mano a la cabeza.

—Otra vez no —se queja la chica a su novio—. Fue por su seguridad. No se sabe cómo habría reaccionado mi padre si hubiera nacido otra niña antes que su niño de oro.

—Vale, pero lo que no entiendo es cómo pretendéis mantener su existencia en secreto —comenta Ambrose, acercándose al sofá y tomando asiento. Selene coloca el último adorno en el árbol y se sienta a su lado, cruzando las piernas sobre el regazo de Ambrose. Él pone una mano en su muslo y, con la otra, coge un libro de la mesa que hay junto al sofá.

—¿En secreto? —repite Zelda, haciéndose la tonta—. No es ningún secreto. Leticia es una Spellman desaparecida que nos han mandado del viejo continente para criarla como a Sabrina.

Selene sonríe a Zelda, antes de que Sabrina se acerque a Hilda y le enseñe a su tía una vieja foto de sus difuntos padres. Hilda sonríe al ver la foto y se la quita de las manos.

—Oh, oins, cómo me acuerdo de aquél día. Oh, ya sé que en este tiempo se echa más de menos a la familia 

—Ojalá hubiera pasado un solsticio con ellos —Sabrina frunce el ceño con tristeza, echando de menos a sus padres más de lo habitual.

—Brina, no voy a dejar que llores tan cerca del solsticio —declara Selene, girándose para poder ver a su mejor amiga—. ¿Sabes qué? Tú y yo vamos a hacer un maratón de películas navideñas y comeremos galletas de Navidad. Podemos ver Qué bello es vivir y Solo en casa.

—Me encanta el plan —responde Sabrina, acercándose a Selene y dándole un abrazo de lado.

—Antes de que desaparezcáis, deberíamos leer Cuento de Navidad —dice Ambrose, abriendo el libro—. Hasta a la tía Zel le gusta esa historia.

—Porque hay fantasmas —Zelda sonríe y apaga las luces para que Leticia pueda dormir.

—La Navidad es la mejor época para las historias de fantasmas.

—Vale, chicos, voy a encender el tronco de Yule —Selene se levanta del sofá y coge una caja de cerillas del único escritorio que hay en la habitación.

Zelda se une a ella junto a la chimenea, observando cómo Selene enciende la cerilla.

—Y recordad, el tronco de Yule no es decorativo, sino una protección. Debe arder de forma continua desde ahora, el día más corto y la noche más larga, hasta el alba. Si no, Satán sabe qué fuerzas malignas podrían bajar por la chimenea. Criaturas, tal vez, con intenciones mortales.

—Entonces, que arda —Selene sonríe, dejando caer la cerilla en la chimenea. En cuanto la cerilla toca el tronco, se enciende un pequeño fuego, y tan pronto como Selene alarga la mano y la coloca sobre el fuego, este se convierte en una llama constante—. No sé vosotros, pero yo no quiero que se repita lo del año pasado. Nada de visitas demoníacas, por favor.

—Estoy de acuerdo —Zelda asiente a la pelirroja, antes de ponerse en pie, ofreciendo sus manos a Ambrose y Hilda—. Y ahora, la bendición del solsticio.

Selene toma las manos de Ambrose y Sabrina antes de que el grupo cierre los ojos, recitando la bendición del solsticio.

Que el tronco prenda, que gire la rueda, que el mal se desvanezca, que el sol vuelva.


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