
01
"Min YoonGi, el líder narco más peligroso de la red coreana, se encuentra fugitivo y las autoridades han pedido su cooperación para..."
YoonGi soltó el humo del cigarro que tenía entre sus finos labios y apagó la radio con una media sonrisa, para cuando la policía viene se podría decir que él ya se había ido. Esto último era literal, ya ni siquiera se encontraba en la ciudad como ellos se suponían, dejó su mando a gente de confianza, como hacía cada cierto tiempo para poder viajar a su ranchito.
Siempre había sido un hombre bastante tranquilo a pesar de las malas lenguas, bueno, sí que había matado y hecho muchas cosas ilegales, pero le gustaba la paz que un lugar rural le proporciona. Debido a eso, desde hace años se compró un terreno a las afueras de Daegu, que solo tenía un pueblito, en el cual apenas había gente y tenían solamente lo esencial.
¿Qué si lo conocen? Algunos sí y otros no, pero nadie lo delataba porque sabían bien que jamás les haría daño y que tampoco les convendría meterse con él. A cambio de su silencio, les había proporcionado dinero y trataba de darles una mejor vida, ayudándolos con trabajo y ciertos recursos que no poseían.
Casi todos se habían beneficiado y no atentaban contra su tranquilidad, por lo que iba y venía a su gana. Además, si alguien quisiera delatarlo, dar su ubicación o algo parecido, tenía gente dentro del gobierno que le cubría las espaldas.
YoonGi consideraba agradable irse lejos de la ciudad y aspirar el aire limpio, sobre todo, ahora que los cateos estaban haciéndose con más regularidad. No quería estresarse y su hermano mayor, SeokJin, junto a su mano derecha NamJoon, le recomendaron que se fuera un periodo más largo por su bien.
Obviamente, no se negó a tal oportunidad y tomó ropa, dinero y un coche para irse lo más pronto posible. Tenía camionetas de marca, cosas muy lujosas y llamativas, pero prefirió llevarse su grandeur azera del 86 y pasar inadvertido.
Eso había hecho, ahora estaba en camino a su pasatiempo favorito y decidió llegar al pueblo por algunas provisiones que consideraba esenciales: cigarros y alcohol. Estacionó su auto fuera de la única tienda de conveniencia que había y terminó de fumar para poder entrar, ya que no pretendía ser maleducado con el viejo que atendía.
El señor JaeSang, quien había apodado como PSY, lo conocía muy bien y no le temía, así que llegaba a tenerle mucha confianza y ser un dolor de culo cada vez que lo veía. Normalmente, primero lo regañaba por su profesión, también por llevar armas a la vista o entrar fumando, por eso prefirió ahorrarse esa mierda.
Cuando tiró la colilla en su cenicero, abrió la puerta del coche y se detuvo unos instantes al ver hacia el negocio, ya que había un chico saliendo con una revista antigua en las manos. No recordaba haberlo visto antes y eso que conocía muy bien a todos, pero de verdad no tenía idea de quién era y era demasiado sexy.
Se quedó recargado en su auto y estaba mudo por la belleza que veía, el chico tenía el cabello castaño, rasgos marcados, mejillas abultadas y labios gruesos. Llevaba ropa vaquera y le quedaba perfecta, aunque más bien dicho era un traje ajustado, completamente negro y con detalles blancos. También portaba un sombrero vaquero color hueso y sumándole el hecho de que se detuvo frente a un caballo pinto para montarlo fácilmente de un brinco, lo dejó boquiabierto.
YoonGi era gay, bastante homosexual y nunca lo ocultaba, solía ser un hombre coqueto, directo y muy narcisista, así que era lanzado con quienes le atraían. No obstante, frente a ese chico parecía que no podía hacerlo, sus piernas no le respondian en absoluto y su boca estaba más seca que un jodido desierto.
JaeSang salió de la tienda con una bolsa en sus manos —¡JiMin!— grito hacia el chico y este se detuvo, pues estaba a punto de marcharse.
El caballo resopló al ser detenido con el bozal y JiMin sonrió amablemente hacia JaeSang, estaba diciendo algo, pero YoonGi no podía escuchar por la distancia. Luego, ambos hombres se despidieron y el chico se marchó montando, mientras el viejo PSY se quedaba en la puerta con los brazos cruzados.
YoonGi observó cómo el chico se alejaba y se maldijo por no haberse movido antes, salió de su trance y no se dio cuenta de que JaeSang ya estaba a su lado. El viejo se acercó en algún momento y ni lo escucho de lo embobado que estaba, pero nadie podía culparlo con tremenda tentación.
—¿Cigarros y whisky?— dudó JaeSang, mirándolo con los ojos entrecerrados.
YoonGi asintió —Lo de siempre.
—Vamos.— ordenó JaeSang —Te agregaré bastante comida en la compra o si morirás de hambre en tu rancho y deja de estar tan ido con JiMin.— reprochó.
—¿Es nuevo? Nunca lo había visto.— respondió YoonGi, ignorando lo dicho y siguiéndolo hacía su tienda.
—No, ha vivido aquí desde que era un mocoso.— comentó JaeSang, tomando una bolsa de cartón para ir metiendo los productos y marcándolos —JiMin es alguien muy cerrado, no suele hablar mucho y menos salir de su granja.
—Es bastante guapo.— señaló YoonGi, alzando sus hombros y rascando nerviosamente detrás de su oreja —¿Sabe dónde vive?— preguntó con pena.
JaeSang se rió y negó —Es un pueblo chico, pero hay muchos terrenos en los alrededores y sabes que todos tienen una separación de kilómetros o hectáreas.
YoonGi no insistió porque parecía decirle la verdad, sacó un fajo de dinero y se lo entregó al viejo, pero este lo rechazó. No le dijo absolutamente nada, prefirió tomar su compra y dejar el montón de billetes en el mostrador antes de salir.
JaeSang rápidamente los tomó para intentar alcanzarlo y dárselos, ya había recibido mucho dinero del joven y no quería verse como un aprovechado. Le tenía aprecio y hasta cierto cariño a YoonGi, como si fuese su nieto o un hijo, sin importar que fuera un buscado narco y alguien considerado peligroso.
—No seas obstinado, PSY, sabes que me sobra.— alardeo YoonGi, subiéndose a su auto y encendiéndolo.
—Te he dicho muchas veces que me digas JaeSang, maldito escuincle.— regaño JaeSang con el ceño fruncido, pero una sonrisa adornaba su rostro.
YoonGi solamente le sonrió como respuesta y se despidió con un movimiento de cabeza, manejando finalmente con dirección a su terreno. Su mente estaba divagando en la imagen de JiMin y gruño frustrado por no haberle hablado cuando tuvo la oportunidad.
Esperaba poder verlo en estos meses que se quedaría, aunque fuera por lo menos una vez.
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