Luego de una semana comenzaba a acostumbrarse a la presencia del gato, a lo que no se acostumbraba era a ver cómo ese animal se transformaba en su amado prometido y le echaba en cara haberlo asesinado...

Atsushi estaba en su casa nuevamente, está vez estaba el solo, había ido sin Kyouka y eso era un poco más tranquilizante, él sabía que ambos conocían su secreto, sin embargo Atsushi se esforzaba en disimularlo.

-Extraño mucho a Ranpo-san, también Fukuzawa-san lo extraña, y me ha dicho que usted es uno de los más afectados con su desaparición, me preguntó cuándo volveremos a ver a Ranpo-san otra vez...

-¡Díselo Edgar! Gracias a ti, nunca más.

Ranpo puso una sonrisa enorme en su rostro, mientras se abría espacio sentándose en su regazo y restregandose contra su pecho, por puro instinto el escritor se aferró a los respaldos de su silla, enterrando en la madera sus uñas.

-¡Ran-chan es un gatito realmente cariñoso! Seguro que Ranpo-san lo amaría, aunque espero que cuando vuelva no le moleste que Kyouka-chan y yo le pusiéramos Ran...

El escritor se vio imposibilitado de la respuesta, la clara forma de Ranpo sentado encima suyo le oprimía la respiración, cerro los ojos con fuerza, mordiéndose los labios con desesperación, hasta que al abrirlos vio únicamente al gato dormido sobre sus piernas.

Suspiro pesado, mientras el detective albino le miraba de forma extrañada, ¿Con lástima? ¿Con enojo?

¿Debía confesar ya?

¿Debía confesar ya?

¿Debía confesar ya?

Debía confesar, ya.

Debía confesar ya...