-01-
Para cuando el amanecer iluminó sus ventanas e invadió su recámara él ya había terminado de cubrir con la gruesa alfombra los tablones de madera que coloco sobre el cuerpo de su anteriormente prometido.
Desapareció todo tipo de evidencia debajo de la cama que compartían... Cuando durmiera en esa cama otra vez sabría que Ranpo estaba ahí.
Sabía que los restos de su pecado le acompañarían hasta el día que sus carnes putrefactas al fin llegarán a las profundidades del infierno para rendir cuentas a Lucifer.
Necesitaba limpiar su desastre, necesitaba limpiar la sala donde aún yacia el charco de sangre donde Ranpo había perecido, necesitaba limpiar su habitación que quedó manchada cuando retiraba la alfombra, cuando transportaba al pelinegro.
Se sentía extremadamente mareado y desorientado, en esos momentos se desconocía, ¿Era Edgar Allan Poe? ¿O era un asesino que entró por la puerta principal fingiendo ser Edgar? ¿Quién era? Si era Edgar sería capaz de recordar a la perfección a su prometido, sus ojos verdes casi siempre se mantenían entrecerrados hasta que algo captaba su atención.
Siempre hacia ese tierno gesto cuando acomodaba sus anteojos.
Siempre le exigía comida dulce y sonreía cuando probaba los caramelos.
Ese era Ranpo... Su prometido, el chico que despertaba a su lado desde hacía un año.
Tenía la seguridad de que si era un asesino que entró sin un motivo aparente sabría por qué mato a Ranpo...
¿Por qué lo mato?
¿Por qué lo mato?
¿Por qué lo mato?
¿Por qué lo hizo?
¿Que fue lo que Ranpo le dijo antes de morir?
¿Por qué ese gato no dejaba de sonreír?
¿Por qué lamia su mano ensangrentada como si estuviera lamiendo un caramelo?
Lo tomo enredandolo entre sus dedos y lo sacó por la ventana, no sabía cómo ese gato había entrado. Solo sabía que era el único testigo de su crímen y que no dejaba de restregarselo en la cara.
No dejaba de mofarse, y contoneaba su figura felina moviéndose de un lado a otro fuera de su ventana, mirándolo con sus ojos verdes.
Sabía lo que había hecho...
¿Y si se lo contaba a alguien más?
¿Que haría si le decía a alguien más?
No podía permitir que ese gato le dijera a nadie, lo retendría en la casa el tiempo necesario hasta que el gato olvidará lo que vio.
Ese gato era su cómplice. No sé puede dejar escapar a un cómplice.
Pero tampoco podía asesinarlo.
Hasta antes de Ranpo él no era un asesino...
Y si mataba al gato cargaría con dos muertes en la conciencia, prefería pensar que él y el gato compartían la culpa.
Él y el gato eran compañeros, compartían el pecado.
Él por incrustar el cuchillo.
El gato por ser un simple espectador.
Sin embargo algo de ese gato no le agradaba aún, algo había en esa mirada verde que le asustaba y le consumía.
Tenía suerte de haber dejado a su mapache con la compañera detective de Ranpo.
No podría soportar que Karl compartiera su culpa. Eso era un trato entre él y el felino.
Cuando termino de limpiar el desastre seguramente la tarde ya había asentado, no había dormido o comido nada, seguramente Ranpo ya había cumplido el medio día posterior a su deceso y no había golpeado las tablas bajo el suelo, la esperanza vil se había muerto y había sido enterrada bajo una placa de concreto que anteriormente solo estorbaba en su garaje, y ahora cubría el cuerpo inerte de su prometido.
Lo reconsidero...
Si Ranpo estaba vivo no podría tocar las maderas gracias a esa placa de concreto, ahora estaba muerto, en serio estaba muerto... ¿Pero si movía la cama de tamaño matrimonial y retiraba la alfombra, la placa, y las sábanas manchadas de sangre... ¿Vería a Ranpo vivo?
Podía imaginar ya la expresión de pánico que tenía al haber sido enterrado vivo.
Si tendría un recuerdo de su prometido muerto sería esa de su cara impacible y totalmente congelada en la tranquilidad de un sueño profundo.
Se quitó la ropa y la envolvió toda en una bola de tela mal acomodada, luego de ponerse ropa limpia bajo y encendió la caldera de su casa. No sería sospechoso ya que estaban en pleno invierno... Así que sin pensarlo una vez más echo toda esa ropa manchada a las flamas que la reclamaron y la redujeron a cenizas, junto a la cordura del intérprete criminal que quemó la evidencia.
Subió las escaleras, dispuesto a dormir con la esperanza de que al despertar todo estuviera arreglado, que Ranpo estuviera a su lado dormido tranquilamente, y ese gato negro nunca se hubiera aparecido.
Pero alguien llamo a la puerta, ¿El gato lo delató tan rápido? No podía ser, el gato lo estuvo siguiendo a todos lados...
Decidió abrir la puerta, para descubrir rápidamente que sorpresa le tenía el destino.
Eran dos compañeros detectives de Ranpo...
Nakajima Atsushi e Izumi Kyouka...
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