¿Se puede asesinar a un ser amado?

¿Es ese alguien realmente tan amado como para ser asesinado a manos de quién le juro amor?

Miro sus manos ensangrentadas mientras en los ojos de su amado se teñía la confusión y el dolor.

¿Por qué lo hizo?
¿Por qué lo hizo?
¿Por qué lo hizo?

¡¿Por qué mierda lo hizo?!

Sus manos ensangrentadas comenzaron a temblar mientras la sangre manchaba su alfombra y las lágrimas salían de sus ojos, apresurandose a encontrarse en su barbilla y mezclarse con la sangre de Ranpo, que ya no podía mantenerse más en pie.

¿Por qué lo hizo?
¿Por qué lo hizo?
¿Por qué lo hizo?

Se preguntaba mientras sostenía el cuerpo de su amado sobre su regazo, una puñalada al bazo, ¿Que más necesitaba para saber que Ranpo iba a morir?

El brillo inocente de sus ojitos verdes se apagaba poco a poco, mientras la vida se fugaba por esa herida en su estómago.

Con sus últimas fuerzas estiró su mano hacia la mejilla del más alto, que se veía incapaz de contener sus lágrimas y los sollozos al tiempo que pedía perdón, Ranpo tocó su mejilla, la acarició con amor mientras susurraba algo que Edgar no pudo escuchar por el ruido de sus propios gritos asustados.

Y finalmente murió.

¿Por qué lo hizo?
¿Por qué lo hizo?
¿Por qué lo hizo?

No lo sabía.

Solo sabía que un gato negro había sido el único testigo de su crímen.

Ese gato negro.

Que lo miraba con sus brillantes ojos verdes.

Juzgandolo.

Culpandolo.

Odiandolo.

Leyendo en su interior.

Sonriéndole.

¿Los gatos sonríen?

¿Por qué lo hizo?

¿Por qué el gato sonrió?

¿Por qué él mato a Ranpo?