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Cap 2

Observe el lugar, lucía desértico y abandonado. Podría ser fácilmente así si no hubiera una multitud de personas arreglando la carpa qué se encontraba frente a mi.
Los rayos del sol golpeaban de manera insistente mi mejilla, obligándome a sacar apresuradamente mi gorra del bolso.

Podía sentir, producto de la sensación de calor nauseabundo, como la temperatura de mi cuerpo aumentaba con cada segundo, sentía mis poros abrirse y mi piel sudar.

No comprendo como pueden trabajar en esta clase de lugar, con este clima tan insoportable.

La zona es increíblemente desértica como para estar, no muy lejos de un valle. Sumado a eso, los escasos árboles y plantas que hay no son lo suficientemente sanos o robustos como para brindar aire de calidad o una tenue sombra.

—Ni siquiera este viento me da un ligero respiro, es sofocante. —Resople cansado, sintiendo mis ropas hacer un peso mas innecesario de lo habitual.

Comenzaba a acercarme más hacia el objetivo de mi desventurado viaje, sintiendo los ojos irritados por la luz continuamente.

Con cada paso que daba hacia la entrada del circo, percibía mi garganta más seca y la mucosa desaparecer de a poco.

Que sensación mas cabrona..

Llegue al cabo de unos largos y apresurados pasos al frente del circo, a escasos metros de la entrada como tal.

Percibía los murmullos y el ajetreo dentro y al rededor de ella, aquella gente que lucia como parte del espectáculo, con ropas y accesorios extravagantes se movían con rapidez dando instrucciones y gritos de un lado a otro, una escena confusa y poco clara.

¿Porque están apurados?, es tan solo mediodía.

Ignorando aquello y volviendo en mi, a lo que he venido es a este lugar...
¿Esto es lo que esperaba con tantas ansias?.
No me siento preparado para entrar, incluso si la sombra de la recepción de la carpa es tenue y leve es algo que por momentos puedo soportar.

Tengo miedo, o más bien, no se que esperar, no se si me siento muy esperanzado y eso es aquello que más me asusta, no quiero sentir más mi Fé defraudarme.

Observe inseguro, cubriendo mis ojos de la luz de uno de los costados con mi antebrazo.

Todo es muy.. como decirlo, ¿típico?. En parte podría sentirme decepcionado pero siento el alivio asomarse, ¿que mas podría esperar?: Extensas líneas rojas y  blancas a lo largo de toda la carpa, aunque es de extrañar el buen estado en el cual se encuentra la tela, totalmente limpia. Y aún así eso no es lo que mas me ha llamado la atención en un principio.
Lo que ha capturado mi atención es.. su tamaño...

Podría abarcar toda una cancha de fútbol, de hecho sobrepasandose de los límites, debían de poder entrar casi 500 personas.

Y aún así, con todo lo lindo y grande que es, no es un lugar al qué iría nunca por gusto, es tan famoso y no entiendo porqué.
Tiene una ubicación nefasta, teniendo la reputación y dinero que seguramente poseen, podrían trasladarse.
Simplemente no comprendo.
Incluso pareciera que ganan el suficiente dinero como para mantenerlo en buen estado.

Una fuerte brisa golpeó mi espalda repentinamente. Gire asustado la cabeza para fijarme en los árboles de atrás, qué ni se movieron por aquel fuerte viento de hace un momento.
Se siente como, si fuera un empujón.

Yo...
Realmente. ¿Realmente podré encontrar a esa Chamán?¿En un circo.?

No sabre si no entro si su recomendación fue equivoca o no, espero que no.

Un amigo borracho que oye historias por donde pasa..

—Dicen que hay una chaman ahí.. Jajaja, loco ¿no? debe de verse como esas viejas ancianas de películas..con verrugas y cara de pasa ya sabes, que te lee las cartas como infaltable. Oh! Y obvio que como tradición cree en los santos.. —Soltó vagamente las últimas palabras y dejo de prestarle atención a la revista para mirarme de reojo con expresión incrédula.

Lo miraba fijamente

—No pensarás ir. No, ¿es en serio?.”

Bueno en realidad no fue una recomendación pero por lo que investigue ha ayudado a muchas personas. Algunas con males de ojo pero la mayoría con problemas algo serios. Y aunque no tengo idea de que tan buena sea, si lo que hace es real o que tipo de casos realiza e incluso si todo lo que hace no es mas que una farsa..
Estoy totalmente desesperado, es una maldita oportunidad y no quiero cagarla por incrédulo, si es necesario daré mi vida a sus servicios.

Tome una gran bocanada de aire y cruce la entrada, observé a mis alrededores.

Incluso si no se si puedo entrar tan intrusivamente no es algo que me importe en este momento.

Wah

Una vista maravillosa cruzó al instante por mis ojos, qué incluso en la entrada no se habían apresurado a observar.
Totalmente inmenso, con líneas extensas y limpias apareciendo en cada horizonte y extremo de la larga tela colorida.
Gire sobre mi mismo, ensimismado en las sensaciones que me producía aquel lugar.
Desde las inmensas escaleras hacia el techo hasta las diferentes atracciones, las jaulas, las bambalinas y las propias bancas del público.

¿Como es que todo puede conservar ese brillo tan raro?

Cuando pequeño visitaba circos pero ninguno se veía fuera de lo común, las bancas eran bancas, y las escaleras, escaleras tanto como la simple luz que entraba.
Pero aquí, todo se siente distinto, raro, mágico...

El bullicio me sacó de mis pensamientos, hasta darme cuenta de que había estado contemplando todo lenta y pausadamente. Pestañee rápidamente topandome con la mirada de un viejo hombre observandome.

—¿Joven se encuentra bien? ¿me puede oír?. —Entonó con una expresión preocupada.

Parecía uno de los personajes que participaban en el escenario del circo, vestido muy simple, de a rayas una camisa roja y blanca, pantalones y un pequeño sombrero, ambos cafés y desgastados.

—Ah. —Solté en un suspiro, inseguro y en un tono alto. Sin entender, no faltaron mas segundos para caer en cuenta de que me estuvo hablando desde hace ya un rato.

— Perdón, perdón de verdad. Estaba absorto. —Agache mi cabeza, ligeramente apenado.

Río cálidamente. Abrí los ojos aun mas, sorprendido levante mi cabeza hasta verle a los ojos.
No estoy acostumbrado a respuestas o acciones que no sean o brutas o quisquillosas.

—Le preguntaba algo mientras estaba absorto jovencito — Hizo un corto ademán con las manos. —Pero no tiene mucha importancia, veo que te has quedado maravillado con el circo o ¿no es así?. —Entonó orgulloso.

Asentí rápidamente avergonzado, me preguntaba por cuanto tiempo pudo haberme estado hablando, y es que siempre que estoy absorto el tiempo es algo que no distingo. Me dispuse a disculparme de nuevo.

—En serio lo sien-

No terminé de formular.

—Es normal, no es igual a ningún otro. —Me observó luego de hablar, levanto una ceja y con una sonrisa pícara concluyó. — Es mágico. En fin, vienes por la Chamán ¿no?.

Eché mi cabeza ligeramente hacia atrás confundido, ¿como puede saber eso?.

Arthur. No, el no tiene nada que ver no tendría porque haberles dicho y como.

Inconscientemente mordí mis uñas, nervioso. Dio una vuelta rápida y comenzó a paso largo a caminar a un apartado del circo, no era muy grande.

Lo seguí con paso apurado, y me percate en ese corto trayecto qué extrañamente parecía yo ser el único cansado con aquel clima, el resto no bebía nada, no andaban descubiertos ni parecían quejarse.
Ellos son raros, o quizás soy muy sensible a este sol...

Volví a mi cuando me percate de que habíamos detenido el paso.

—Es aquí. —Señaló una cortina frente a él, parecía dar a una especie de habitación qué consistía en una extensión del circo.

—Eh... allí. —Hable confundido. —Oh!, entiendo si perdón.
El hombre se dispuso a darse vuelta y marcharse.

—Eh, perdón, muchas gracias.

Sonrió amablemente.

—Ya basta de tanto lo siento, no se preocupe por eso. —Agachó la cabeza cortésmente.

—Oh no, no es eso, ¿puedo entrar así sin más? ¿Debo tocar? ¿No debía de tener cita?, no espere ¿se puede pedir cita o saco número?. —Pregunte torpemente.

Río en una grande carcajada qué resonó por segundos.

—¿Qué es tan gracioso?... —Mascullé sintiendo algo similar al desconcierto.

Retomo su respiración y se me acercó para palmar uno de mis hombros y empujarme a centímetros de la cortina qué me llevaría hacia la chaman.

—Nada de eso es necesario muchacho, ella supo que hoy vendría alguien necesitado y dejo libre parte de esta hora, ahora, si tiene más dudas hágaselas a la dama Chamán, tengo algo que atender, no se preocupe por nada, además recuerde que es una cortina, se escucha todo. —Río por última vez y se alejo con una amplia sonrisa.

Mierda...
¿Se escucha todo? ¿Supo que vendría? ¿Dama Chamán? ¿acaso es viuda y se refiere así de cortesía?

De manera abrupta sentí un escalofrío recorrerme la piel y el alma, un frío viento movió la cortina y finalmente entre.

—Al fin, entró, es usted ¿demasiado indeciso?. —Oi una voz femenina, joven y armoniosa al entrar.

Sentí el desespero de mirarle, conocer quien me hablaba, ver a esa chaman, cosa que no pude hacer cumplir inmediatamente, la cortina debido al viento se había enredado ligeramente en mi cabeza.

Mierda, ya quítate
De un manotazo me deshice de ella, mire frente a mi y divise su figura.

Una mujer alta, dada vuelta, con un aspecto joven y fino.

Me hacia sentir raro, quizás solo sentia fuertemente esa impresión repentina.

—Lo siento, Hola. —Solté para iniciar.

Giró.

Tenía el cabello recojido, unos ligeros mechones recorrían su frente, el cabello estaba tomado por una especie de Varillas delgadas, a cada lado, como si imitacen unos moños japoneses, todo el pelo, exceptuando unos dos largos cabellos al lado de sus ojos, estaban firmemente amarrados.

Justo delante de aquellos mechones se encontraban dos ligas qué formaban una x, ligas cruzadas qué estaban en la mitad de ambos mechones.

—Hola. —Respondió cortésmente.

Al oír su voz nuevamente resonar volví la mirada a sus ojos.
Pardos y grandes, pestañas largas y cejas pobladas, una tez clara y limpia de cualquier arruga, un pequeño lunar bajo su labio y un uniforme recto y peculiar qué acoplaba totalmente su cuerpo.

Llevaba un saco negro señido al cuerpo que terminaba abierto en distintos lados a la altura de la cintura, como si fuesen pétalos de alguna flor extraña, tenía una blusa con cuello semitranslucida blanca y un pequeño lazo en el cuello color negro.
Vestía unos pantalones largos qué no podía ver de que manera terminaban debido al escritorio qué se interponia entre nosotros. La blusa qué llevaba y que iba dentro del pantalón era adornada por un cinturón blanco de cuero, delgado pero ajustado.

—¿Es suficiente?. —Dijo sin una pizca de enojo. —¿Ah venido a comprobar mi trabajo o, es algo más?. Sentí que, era —Se traslado literalmente desde la silla a un costado del escritorio. — algo mucho más importante para usted.

Me hablaba de usted, la mire estupefacto, lucia tan joven, como de unos 21 a 23 años, sin embargo tenía una manera de hablar exquisita y delicada.
Trate de concentrarme al hablar mientras miraba sus pendientes largos qué se asemejaban a la forma de una cruz de cristal.

—Tiene razón. —Mi semblante cambio a uno centrado y serio. — Necesito que me ayude. —Seguí el juego de honoríficos.

—Hay cosas, que son más difíciles de desenfrascar, ¿estará usted informado de lo que conlleva recibir mi ayuda?. —Hablo con serenidad y sin apuro.

Asentí.

—Hablas del, voto sagrado.—

Olvide el honorífico...

—Exactamente. —Ladeo la cabeza en una expresión sería y abrió ligeramente sus rosados y delgados labios. —Harás lo que yo te pida a cambio de tu deseo.

Sonreí incrédulo.

—Si le soy sincero, no estoy para ninguna clase de juego y espero que si esto es serio, pueda responderme todas mis dudas. —Resople un poco al finalizar.

Me miró sin respuesta alguna.
Parece que no gusta hablar más de lo necesario.

—¿Como es que tiene validez ese voto?, e tratado de averiguar más sobre sus servicios pero no es algo fácil, mucho más cuando se trata del voto. ¿Como puedo asegurarme de que usted lo cumplirá o como, si quiera usted sabrá si yo lo haré?. —

Pensé haber percibido una sonrisa salir de sus labios, no lo sé, al momento agachó ligeramente su rostro y se acercó a una pequeña estantería qué se encontraba a su lado.
Saco un libro y lo ojeo con interés.

Da miedo.
Parece, imperturbable. Puedo, percibir un aura extraña, muy ligera, casi oculta, y me cuesta bastante siquiera poder sentirla un poco, es porque quiero saber más de ella, con quien estoy tratando.

—El voto, se hace con sangre. Es un pacto qué se puede pagar con tu vida si no lo cumples. —Sin inmutar su lectura en el libro saco un pequeño papel que, extendió hacia mi en un rápido movimiento, y aún sin levantar la vista, continuo hablando, por lo que rápidamente lo tomé. — Eduardo Tembri, 35 años, dos hijos de su casa estaban siendo atormentados por una presencia demoníaca, hago exorcismos y limpias sin ningún bien a cambio, aun así cree una condición, aquella consistía en que él debía encerrar el muñeco autor de aquellas traje días y ser si vigilante mientras viviera.

Sentí su mirada por el rabillo del ojo, mientras comenzaba a leer lo que aquella resumía en una especie de periódico de la ciudad, de hace unos... casi 6 años.

—Puede que no sepas de lo que hablo pero debe haber alguien que mantenga vigilado a un objeto demoníaco, debe haber alguien que se encargue de llevar a un cura, de bendecirlo semanalmente... —

Decidí interrumpir.

—Lo sé, sin embargo no harás gratis mi petición, porque sabes que no tengo ningún demonio dentro. —Le mire estupefacto, porque ella, lo sabia desde antes.

Ignorando mi comentario siguió.

—El hombre, Eduardo, aquel joven hombre era una cosa, un ser cobarde. Tenía mi apoyo, tenía mi ayuda y mis instrucciones, pero el miedo le ganó. Decidió que si podía deshacerse de las vidas qué el demonio buscaba, podría deshacerse también de cualquier tormento futuro, vendió el muñeco y se encargo cuidadosamente de no dejar huella en los cadáveres de sus hijas.

—Segado.— Solté estupefacto mirando a la nada.

—Segado por el miedo. Lo mate, porque quien debía proteger a los demás era él, era la única misión qué tenía que obedecer, no contaba con mi permiso como para hacer algo como eso. —

Logre divisar en unos segundos apenas de manera perceptible como dirigía una de sus manos a su saco y apretaba el final de este con rabia.

—Solo, ¿lo asesinaste?. —Hable sin dejar de estar estupefacto.

Me miró por unos segundos inexpresiva y fría para volver al libro.

—No fui exactamente yo. —Tomo una fuerte inhalación.— ¿Entiendes a lo que quiero llegar con todo esto?.

Jugué ligeramente con mis dedos al volverlos hacia mi espalda.

Me puede ayudar, si el pacto resulta ser real, yo, también puedo ser salvado.

Sonreí ampliamente de oreja a oreja.
Hace mucho, no sonreía.

Abrió los ojos atónita, ante aquella reacción pregunte preocupado.

—¿Sucede algo?. —Di un paso hacia al frente— ¿Se siente bien?.

Frunció ligeramente el ceño para apartar la mirada.
Entonces giro y le oí exhalar fuertemente.

Giró.

—Tu aura es débil, no sonríes mucho... ¿como te llamas?. —Enunció y volvió su vista a mi rostro.

Es, una sensación extraña la qué me provoca, cuando me mira a los ojos, me siento, lleno, quizás vacío, desnudo o incluso en otro lugar.

—Me llamo Robbin señorita, usted... —¿Debería? —Quizás le acomode qué la llamé Chamán.

Desfijo su mirada y con ligereza dejo el libro nuevamente en el estante.

—Es un nombre vulgar, así suelen llamar a la gente que práctica brujería.— Volvió su vista al suelo, daba una impresión melancólica qué se extendía rápidamente. —Tengo ciertos dones, facilidad. No tengo ninguna relación con nada oscuro y te pido por favor, no vuelvas a mencionar nada similar a brujería o chamanteria, pensando que yo practico eso.

Sin darme cuenta seguía mirando sus ojos y con aprecio podía notar que brillaban más de lo normal, se sentía triste quizás. Decidí cambiar de tema.

—¿Como le llamo?, ¿Me refiero a usted con honoríficos?. —Pause y sonreí. —¿Podemos comenzar hoy?, ¿qué tipo de trabajo quiere que haga por usted? ¿Tienen agua?.

Lucía aun más seria que antes, e incluso podría decirse que se veía ligeramente enojada.

—Perdon, suelo eh, ser algo descontrolado con las preg-

—Jaja.. —Su risa se escucho suavemente.

Y por primera vez en mi vida, tuve el honor de contemplar algo tan honesto.
Como una de las sonrisa más bellas en el mundo...

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