XXVII
Cerca de la media noche abrí la puerta del apartamento, cansado y derrotado. El lugar se hallaba tranquilo, lo cual me hizo sentir extraordinariamente solitario.
La prima de SiYeon, Im Nayeon, pasó por una cesárea de emergencia en el hospital dando a luz seis semanas antes de la fecha a una bebé de dos con ochocientos kilos. Jungkook se apareció minutos antes para informar que él y el papá de la bebé hicieron un trato: no entregaríamos a Seo Hyun por lo que le hizo a la chica si él no denunciaba a Jin por lo que éste le hizo a él.
Al parecer, eso funcionó para el papito, porque Jungkook dijo que iba en camino de regreso a Busan.
Cuando una enfermera salió para decirle a SiYeon que podía regresar y ver a la nueva mamá o a la nueva bebé a través de la ventana en la incubadora donde la pusieron, decidí que era tiempo de que me dirigiera a casa. Ya que Jin no parecía estar dispuesto a moverse del hospital, hice el viaje a pie.
Caminar ayudó a aclarar mi cabeza. La noche entera había aclarado mi cabeza. Cuando una catástrofe como ésta ocurría, hacía que una persona se diera cuenta de lo que era verdaderamente importante. Abriendo mi teléfono, le envié otra cita a Se Mi. Era una que tuve por un tiempo, pero que guardaba para el momento adecuado. Bueno, ese momento podría nunca llegar si no hacía que sucediera.
Después de presionar enviar, solté un suspiro y me desplomé en el sofá. Quería llamarla y dejarle un mensaje de voz, solo para contarle toda la mierda loca que pasé. Necesitaba a alguien con quien compartir mi día, aun así, decidí esperar hasta que pudiera verla de nuevo. Así que comencé a marcar el número de la casa para saber de mis hermanos. Pero me detuve. Era tarde, no quería despertarlos sin motivo.
Acostado allí, me quedé mirando el techo manchado con humedad de mi destartalado apartamento preguntándome qué demonios hacía. Mi familia se encontraba a cientos de kilómetros de distancia. La mujer que amaba se hallaba en Dios sabía dónde. Me sentía desperdigado. Y atrapado. Mis metas para un diploma universitario y el reclutamiento de la AFC ya no parecían relevantes. Pero no me podía ir. No a menos que quisiera destruir la reputación de SeMi.
Frotando mi cara con la mano, me sentí décadas mucho más mayor de lo que era.
Cuando la puerta se abrió, una chispa dio una sacudida en mi pecho con la esperanza de que pudiera ser ella. Pero solo era Jimin. Se detuvo cuando me vio. Con la mirada incierta y recelosa.
—¿Qué hay de nuevo? —dijo de manera evasiva— ¿Jin ya se fue?
—Sí. ¿Cómo estuvo el trabajo?
—Bien. —Permaneció inmóvil en la entrada observándome con cautela—. Oye... te traje algo.
Relajé mi expresión y miré en su dirección preguntándome por qué actuaba tan raro. Pero entonces dio un paso dentro de la habitación dejando que alguien más entrara con él tomado de su mano.
Mi mirada siguió una mano femenina a un brazo femenino, y la esperanza se despertó en mi pecho. Pero una masa de cabello rojo la mató tan rápido como comenzó.
—Hola, Namjoon —dijo Seulgi dándome una sonrisa tímida aún con la mano agarrada a la de Jimin.
Le rodé los ojos a mi compañero de cuarto, muy poco impresionado, impasible y completamente desinteresado. —No, gracias.
Él gruñó. —¿Enserio? Maldita sea. Esto tiene que parar, estás comenzado a asustarme.
—¿Por qué no dejas que me cuide yo solo? Y de aquí en adelante, también mantén lejos a las niñeras. Una noche fuera con Jin no es mi estímulo exactamente.
—Bueno, quizás yo podría ser tu estímulo. —Seulgi finalmente se separó de Jimin y se dirigió hacia el sofá contoneándose con demasiado entusiasmo.
—No — gemí—. No, no, no. Lamento haberte hecho pensar que quería algo contigo en marzo. Pero he cambio de opinión y ya no estoy interesado.
Discordante, se detuvo sorprendida y colocó las manos en sus caderas. —Esto ya no se trata de esa perra, ¿verdad?
Mi boca se abrió. —¿Disculpa?
—La maldita profesora.
—Oh... mierda —murmuró Jimin detrás de ella—. ¡Tú eres la chantajista, ¿no es así?! Sabía que era una chica, pero... maldición.
Fui lento en comprenderlo porque mi cerebro no quería admitirlo. Pero si Seulgi fue la que chantajeó y luego hizo que despidieran a SeMi, entonces era por mi culpa. Fue mi culpa que esto pasara. Yo había sido el que alejó a Seulgi y la hizo tomar represalias.
—¿Tú hiciste que la despidieran? —Trepando por la mesa de centro, me dirigí hacia ella.
Leyendo mi expresión, los ojos de la pequeña rata se desorbitaron. Dio un paso hacia atrás y chocó con Jimin quien la tomó del brazo y empujó hacia la puerta.
—Vete —le ordenó.
Pero ella no se movió lo suficientemente rápido. Salté.
Lo único que evitó que agarrara un puñado de bastante cabello rojo y se los arrancara de raíz fue mi amigo, el cual saltó entre nosotros. Ella me miró sorprendida con la boca abierta.
—¡Mocosa malcriada de mierda! —La señalé con un dedo acusador por encima del hombro de Jimin—. Si no fueras una chica te daría una paliza ahora mismo. ¿Comprendes? No me vuelvas a hablar, ni a mirar, ni a pensar en mí nunca más. No quiero nada que ver contigo.
—Pero... —Lágrimas llenaron sus ojos mientras presionaba una mano contra su pecho—. Te protegí, Nam. No les di una foto con tu rostro. No le dije a nadie que eras tú. Te liberé de ella.
—¡Como si importara una mierda! —rugí—¡Ellos saben que soy yo, Seulgi! ¡Les dije que era yo!
—Tú qu... ¿qué? ¿Por qué harías eso?
—¡Lastimaste a la mujer que amo! ¡Nunca te perdonaré por eso!
Comencé a temblar cuando me dijo que era un bastardo y corrió fuera del apartamento llorando a gritos. Me alejé del chico que me miraba absorto por mi más reciente confesión y pasé las manos por mi cabello tentado a perseguir a Seulgi, así podía envolver mis dedos alrededor de su cuello y apretarlo.
Detrás de mí, Jimin soltó un suspiro. —Hombre, lo juro. No sabía...
—Cállate —le espeté. Luego maldije cuando sonó mi teléfono.
Por supuesto, SeMi escogería este momento para por fin devolverme las llamadas, ¿verdad? Justo cuando me enteré de cuanta participación tuve en que fuera despedida. Justo cuando me sentía tan lleno de mierda y tan culpable que quería enrollarme en una bola y morir.
Pero cuando miré a la pantalla y vi que era de casa, no ella, cerré los ojos sin estar listo para soportar más malas noticias de Yeonwoo. Pero diablos, como fuera. No podía ser peor de lo que ya estaba lidiando, así que adelante.
—Hola —respondí esperando la voz de mi hermana.
En cambio, mi hermano menor del medio, Gunwoo, sollozó en mi oído con la voz temblándole como loco.
—Hyung. Algo le pasa a noona. Te necesitamos.
Puta madre.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro