XX
Así fue como empecé un romance ilícito con mi profesora de literatura. Excepto que no se sentía ilícito. Para mí no era sucio, ni malo, ni vergonzoso de ninguna forma; era la relación más pura que jamás tuve con alguien.
Odiaba que tuviéramos que mantenerlo en secreto, pero supongo que se compensaba con el hecho de que me mostró partes de ella que nadie más lograba ver. Se abrió conmigo, y a cambio, también le hablé.
Las noches juntos siempre eran breves y nunca duraban lo suficiente. Por lo general tenía que esperar hasta tarde, luego del trabajo, para poder ir a verla. Y me despertaba antes del amanecer para el entrenamiento. Odiaba dejar su cama mientras ella seguía cálida, acurrucada y hermosa bajo las sábanas. Solo quería quedarme allí, a su lado, todo el día. Para toda la vida.
No voy a mentir; era más difícil de lo que pude haber imaginado pasar junto a la mujer con la que acababa de pasar la noche sin siquiera poder mirarla de soslayo. También odiaba escuchar a las personas atacarla porque calificaba de forma estricta. No podía defenderla porque todos seguían asumiendo que nos detestábamos mutuamente.
Lo peor era ser incapaz de decirles a las otras chicas que coqueteaban conmigo que ya no me encontraba disponible. Me despreciaba por ello. Era extraño. Ni siquiera había considerado ser el tipo de chico de una sola mujer. Pero ahora estaba tan obsesionado por SeMi que ni siquiera podía pensar en alguien más. Por lo que cuando Sung JiYeon empezó a coquetear conmigo un día en la explanada justo en el momento en que SeMi pasaba en su anticuado traje de poder y maletín negro, mi cuerpo se encendió al instante. No pude evitar buscar por encima de la cabeza de Jimin para ver pasar a mi novia. Pero cuando miró brevemente hacia atrás, pude descifrar que le molestó la groupie junto a mí.
Pude rechazar a JiYeon sin demasiado drama; intenté convencerla de que ella debía darle algo de atención a mi amigo Hoseok, tal vez acabar con la virginidad del pobre chico. Pero solo para asegurarme de que SeMi todavía supiera que pensaba en ella, y en nadie más, hice un movimiento arriesgado y dejé otra cita en su maletín cuando pasé por su escritorio más tarde esa mañana al entrar a clases. Mi plan funcionó; ella no podía dejar de sonreír cuando comenzó la clase.
Cuando me llamó esa noche, me encontraba seguro de que iba a mencionar a la chica Sung Ji, no obstante, se limitó a decir mi nombre y sorbió por la nariz haciéndome saber que estaba llorando.
Mi corazón saltó a mi garganta al instante y me levanté del sofá donde había estado escribiendo mi último ensayo de literatura.
—¿SeMi? ¿Qué pasa?
—Mi... ¿estás...? ...necesito verte. ¿Puedo subir?
—¿Subir? —Espera, ¿qué?— ¿Estás aquí? ¿Afuera? ¿Ahora?
—Sí. —Silencio— Es un mal momento, ¿no? Me iré.
—¡No! No te vayas. Mi compañero acaba de irse. Sube.
Corrí a la puerta sin molestarme en terminar la llamada. Nunca vino a mi casa, por lo tanto, lo que le molestara debía ser algo importante. En cuanto asomé mi cabeza al pasillo, la vi salir de las escaleras. Lucía pálida, con los ojos hinchados y enrojecidos, y su cabello era un desastre.
—¿Qué pasa? —La atraje a mis brazos besando sus mechones despeinados— ¿Te encuentras bien? ¿Estás herida?
Cuando se acurrucó en mí y hundió su rostro en mi pecho, mi corazón se retorció con dolor.
—Es mi papá —dijo con voz ronca al final.
Cerré los ojos. Me contó todo acerca de su situación. Parecía que el tipo podía morir cualquier día. —Él está...
—Van a amputarle la pierna. Pero su circulación se encuentra tan mal que no saben si eso ayudará.
—Lo siento. —Cerrando la puerta de una patada, la llevé dentro del apartamento y me senté en el sofá donde ella se enroscó en mi regazo.
—Lo peor es que mi madre ni siquiera llamó para decirme. Fue su ama de llaves. Ella creyó que yo debía saberlo. Ahora no puedo ir a verlo porque entonces sabrán que mi nana me da la información, y no quiero meterla en problemas ya que siempre ha sido tan amable conmigo, pero por qué... ¿por qué mi propia madre no me lo contaría? ¿Cómo es posible que pensara que no merecía saberlo?
Tal vez porque ella era una bruja fría y egoísta que nunca consideró los sentimientos de su hija, quise decir, pero me mordí la lengua.
—No lo sé.
—No creo que alguna vez los escuche decir que me quieren.
No me costó trabajo empatizar con su corazón roto. Mi mamá tampoco decía esas palabras, pero siempre tuve a Yeonwoo, WooJin y Gunwoo. Y extrañamente me alegraba haber terminado con los padres que tuve. Por lo menos había tenido la libertad para hacer lo que sea que quisiera. Nunca fui controlado ni me lavaron el cerebro como le ocurrió a SeMi. Nunca me sentí solo o reprimido a pesar de que fui abandonado. No como le pasó a ella.
Aborreciendo a sus padres con una pasión ardiente, entrelacé nuestros dedos, palma con palma, y presioné mi frente en la suya. —No decírtelo es su pérdida.
Me estudió con sus pestañas húmedas por las lágrimas y su nariz roja. Pero aun así se veía lo suficientemente hermosa para dejarme sin aliento. Cualquier persona que no le dijera como se sentía por ella era un estúpido.
Abrí la boca para decirle...bueno, no sé, lo que sea. Ella había alterado por completo mi mundo en las últimas semanas, y deseaba que supiera lo increíble que era. Sin embargo, SeMi puso los dedos sobre mis labios para mantenerme callado, entonces sonrió suavemente y se inclinó, dejando caer su mano de mi boca para besarme. Gemí contra sus labios y deslicé mis manos en su pelo. La parte inferior de su cuerpo se movió hasta que su calor cubrió mi regazo. Luego se frotó contra mí, y demonios, tuve que devolvérselo. Mis dedos se dirigieron bajo su camiseta y a la parte trasera de su sostén, donde abrí el broche.
Justo cuando empecé a avanzar a la parte delantera, se abrió la puerta de mi apartamento.
SeMi lanzó un grito y se pegó a mí ocultando su rostro en mi pecho. Me apresuré a sentarme sacando mis manos de su camiseta.
Jimin entró.
—Olvidé mi bille... —Se detuvo de golpe— Uy, mierda. Lo siento.
Comenzó a retirarse del apartamento, pero SeMi levantó la cabeza y le echó un vistazo. Deteniéndose, él la miró fijamente.
—¡Vete! —grité, agarrando un cojín del sofá para lanzárselo. Pero rebotó en su desapercibida cabeza.
Ladeando su rostro, la estudió desde un ángulo diferente.
—¿Por qué te pareces a...? —Entonces se dio cuenta, y sus ojos se desorbitaron— ¡No me jodas!
—¡Fuera!
El imbécil seguía sin moverse. —Nam. Ella es...
Lo empujé hacia el pasillo y cerré la puerta detrás de nosotros. Fue entonces cuando se descontroló.
—¿Te estás follando a la maestra? No me jodas. ¿Estás loco? ¡Nam, te estás follando a Lim! ¿Qué pasa contigo? —dentro de su vómito incoherente no dejó de reí. —Eres el hombre, Kim Namjoon. ¡El hombre!
Golpeando mi mano sobre su boca, apreté los dientes y le di una mirada de advertencia antes de mirar con preocupación hacia la puerta cerrada.
— Cállate.
Apartó mi mano. —¿Callarme? ¿Es broma? Oficialmente te brincaste la barda. Lo estás haciendo por la calificación, ¿no? ¿Así puedes mantener tu beca? ¡Maldición, eres brillante! Oye, sabía que podías encantar a las damas, pero ¿conseguir que la estricta Lim deje caer sus bragas? ¡Eso es épico! Espera que los chicos se enteren...
—¡No! —Agarré un puñado de su camiseta y lo acerqué— Nadie puede saberlo, Jimin. Hablo enserio, si le dices a alguien... —bufé—¡Olvídalo! No hay nada que contar, ¿estamos? No viste nada. No está pasando nada. E-Esto no es un tema. ¿Lo entiendes?
—Al demonio con eso. Te estás follando a la jodida profesora —repitió con su chillón tono de burla. —. Vas a pasar a la historia como...
—¿No escuchaste al entrenador después del escándalo con los de atletismo? Si nos atrapan con cualquier miembro de la facultad estamos fuera del equipo. Perderé mi beca. Ella perderá su trabajo. Todo se irá al infierno, Jimin. Por favor.
—No me jodas, Namjoon.
—Tú no viste nada. —Le rogué con mi expresión, y por fin gruñó algo.
—Ah, maldición. Sabes cómo quitarle la diversión a todo.
—¿Qué haces? —me quejé cuando irrumpió más allá de mí y abrió la puerta del apartamento antes de que pudiera detenerlo.
—Diría hola —le dijo a SeMi cuando entró—, pero al parecer no veo nada.
Ella se paseaba frente al sofá, con el rostro pálido, los brazos cruzados sobre su pecho y las manos metidas en las mangas de su camiseta como si tuviera frío. Sin hablarle, lo miró marchar por el pasillo y desaparecer en su habitación. Él regresó segundos después sacudiendo en el aire su billetera evitando mirar a SeMi o a mí antes de salir del apartamento nuevamente.
Solté una respiración al tiempo que me apoyé contra la pared frotándome la cara con las manos.
—Namjoon...
—Por favor, SeMi. No enloquezcas.
—Tengo que irme. —Corrió hacia la salida con su mirada en el suelo. Pero agarré su hombro y la acerqué para poder presionar mi boca en su mejilla. Permaneció rígida en mis brazos.
—Puedo confiar en él —susurré.
Levantó la barbilla, con ojos húmedos y asustados. —Me alegro que tú puedas.
—No dirá nada. Lo prometo. —Lo mataría si lo hiciera, y estaba seguro de que él lo sabía.
—No debí haber venido. Estaba... ¿en qué pensaba?
—Me alegra que lo hicieras. Soy tu novio, SeMi. Quiero estar allí para ti cuando pases por cosas difíciles.
—¿Mi novio? —dijo con voz ahogada e incrédula— ¿Cómo puedes ser mi novio cuando no puedo decirle ni a un alma sobre ti?
—Soy tu novio porque soy tu novio. No necesitamos más explicación que eso. Es así. Punto. Soy el que estará ahí cuando estés feliz, cuando estés triste, y cuando sientas que te desmoronas. Esto... —Golpeé su cuerpo contra el mío así podría sentir lo que me hacía—, me hace tu novio.
—Me gustaría tener tu confianza.
—No la necesitas. Tengo suficiente para ambos.
Solo así pude hacerla cambiar de opinión. Dejó de resistirse y se inclinó cuando la besé. Luego la llevé de vuelta a mi habitación.
No fue sino hasta que se durmió más tarde esa noche y se acurrucó a mi alrededor en la cama que aumentaron mis propias dudas. El hecho de que Park Jimin lo supiera hizo que el riesgo se duplicara exponencialmente. Era egoísta de mi parte continuar haciendo esto con ella porque podría terminar fácilmente lastimándola; a ella y a mi familia. Pero luego me di cuenta de que los "¿qué pasaría si?" todavía no me importaban lo suficiente. Mi determinación de seguir a su lado también se había duplicado.
Lim SeMi se había colado tan profundo en mi sangre que me hallaba más que dispuesto a tomar cualquier oportunidad -o riesgo- que tuviera solo para estar a su lado. Aunque fuera por otro día más.
—Salgamos esta noche. —Dijo Jimin al siguiente viernes cuando ni él ni yo teníamos que trabajar.
—No puedo —respondí de inmediato dándome prisa en terminar la tarea que tenía para historia—. Tengo planes.
—¿Qué? ¿Vas a ir a la casa de la Dra. Lim para ganar tu siguiente sobresaliente?
Dejando caer de golpe mi bolígrafo sobre la mesa, me puse de pie. —Basta de esa mierda. No vuelvas a hablar de ella de esa manera. Es más, ni siquiera pienses en ella. Tú y yo no vamos a hablar de esto.
—Oye —con una risa nerviosa, Jimin dio un paso hacia atrás y levantó las manos—, sabes que solo estoy jugando contigo.
—Pues no es gracioso.
—Hermano —De repente serio, mi amigo se puso la mano sobre el corazón—. Cuando, y digo cuando -no si-, lo que hay entre ustedes dos se eche a perder, vas a poder contar conmigo. Te proporcionaré todas las cervezas de autocompasión que necesites y te encontraré a la próxima chica rebote. Pero hasta entonces, es mi derecho divino como tu mejor amigo hostigarte con amor tan a menudo como sea posible.
Dejé escapar un suspiro largo y cansado. —Así que, básicamente, ¿no te callarás?
Él sonrió, amplio e intratable. —Oh, claaaaro que no —Luego se sentó en la silla junto a mí—. Así que, ¿qué le gusta? ¿Ella lo hace con las luces apagadas? ¿Arranca un trozo de sábana para adaptarse a tu bestialidad?
—Ni siquiera lo intentes. No vas a sacarme nada.
—Ay, por favor. Me estoy muriendo de curiosidad. Esto es grande. Enorme. Y si no puedo hablar al respecto con nadie, tengo que hacerlo contigo.
—Madura —Recogiendo mi bolígrafo otra vez, traté de volver a mi tarea. Pero mi compañero no se detendría.
—Ya la viste desnuda; tiene que decirme: ¿Tiene un cuerpo decente bajo toda esa ropa o qué?
—Q-qu...
—Podría entender eso, ya sabes, que ella oculte sus dotes. Apuesto a que se convierte en un maldito animal una vez que la desnudas. ¡Bam! —Golpeó sus palmas en la parte superior de la mesa— Tiene aros en los pezones, ¿no?
—No tiene... —Al darme cuenta de que iba a confesar que, efectivamente, había visto sus pezones, rápidamente me corregí con—: ...un aro en el ombligo.
—¿Pero sus pezones? —insistió Jimin acercándose y emocionándose al tiempo que, de nuevo, golpeaba la mesa— Oh, mierda. Están perforados, ¿no es así? ¡Lo sabía! Maldita sea, eres el más afortunado hijo de...
—No he dicho que estuvieran perforados.
—Pero no lo negaste.
—No dije que no tenía un tatuaje y no has asumido automáticamente que tiene uno de esos, ¿verdad?
—Oh, diablos. ¿También tiene un tatuaje? Creo que estoy enamorado. ¿Dónde está? ¿En la espalda baja? Apuesto a que es una mariposa.
—Cierra la boca.
—Namjoon, dime.
—¡Estoy intentando acabar esto!
Él gimió. —Corta con eso. Verte estudiando me da urticaria. Ahora lleva tu culo a la habitación, ponte ropa decente y ven conmigo a tomar algo. —Cuando lo miré, sonrió—. No voy a dejar de hostigarte acerca de ella hasta que te comprometas a pasar conmigo esta noche.
Supongo que...sí, así fue como Park "mentalidad de puberto" Jimin me convenció de ir con él. Cuando llamé a SeMi para lamentar mi cambio de planes, se puso del lado del chico diciendo que necesitaba socializar como siempre o la gente podría llegar a sospechar. No quería ir, pero lo hice.
Fui bombardeado tan pronto como entré al karaoke-bar. Supongo que pasó un tiempo desde que estuve de fiesta. Los compañeros de fútbol me golpearon en la espalda y me detuvieron para charlar. Las chicas me lanzaron miradas de soslayo. Y la gente seguía rellenando mi vaso tan pronto como éste casi se vaciaba.
Todo era muy típico, no obstante, ahora parecía mal. Aquí nada había cambiado, pero me sentí como si yo lo hubiera hecho. Anhelaba una noche tranquila con SeMi viendo una película en su sofá o experimentando en la cocina y mi nula habilidad para cortar la cebolla.
Habríamos cocinado juntos. Nos habríamos duchado juntos. Comido y dormido juntos. Trabajado en la tarea juntos; ella calificando y yo escribiendo. Todo era tan doméstico y tal vez incluso aburrido, pero nunca me aburría con ella. Y siempre quería regresar por más. Ahora, en esta concurrida cabina/salón de dos pisos, por cierto más grande que mi apartamento, y con la música resonando a todo volumen, yo sólo quería correr a sus brazos.
—Namjoon oppa.
Calientes dedos femeninos se deslizaron por mi brazo, haciéndome alejarme y girar hacia la teñida pelirroja que me sonreía. La amiga de JiYeon. Seulgi, si recordaba correctamente.
—Hola —grité por encima del ruido, inclinando la cabeza para saludarla de una manera vaga.
Ella se acercó de puntillas y se inclinó para hablar en mi oído—: ¿Listo para cobrar esa oferta?
Mierda. El trío. Me olvidé por completo de eso.
Al mirar los alrededores, vi a Ji Yeon acercándose a nosotros. Saludó con la mano, y mi estómago se arremolinó con inquietud.
Sintiéndome acorralado, pero queriendo dejar a la chica amablemente, le sonreí y sacudí la cabeza. —Mala noche.
—¿Y mañana?
—Lo lame...
Ella hizo un puchero envolviendo de inmediato los brazos alrededor de mi bíceps y gimoteó—: Por favor.
Genial. No iba a darse por vencida, ¿verdad? Hice una mueca.
—Mira, agradezco la oferta, pero...
Sus ojos se estrecharon ligeramente. —¿Quién es ella?
Vaya, lucía como si estuviera lista para golpear a alguien. Una señal de alarma corrió por mi espina dorsal, pero seguí actuando con normalidad.
Fruncí el ceño. —¿Quién es quién?
—¿La chica con la que te estás acostando? No te he visto con nadie en la universidad.
—Seulgi —dije entre dientes, comenzando a molestarme con esta conversación—, no quería ser un idiota y decir esto, pero no estoy interesado en ti.
—¿No estás interesado? —Soltó un bufido dando marcha atrás, extendió sus manos para abarcar su cuerpo— ¿En esto?
En realidad prefería más el aspecto de Se Mi. Pero no podía decir eso, aunque, podría hacer mella en el ego inflado de la chica.
—Mira, tu amiga me dijo lo obsesionada que estás conmigo. Y no busco nada de eso. No tengo relaciones, no me gustan las mujeres pegajosas ni las llamadas telefónicas a medianoche rogándome que les dé otra oportunidad, y tú tienes exactamente ese tipo de drama escrito en la frente.
Cuando abrió la boca, me di cuenta de que quizá había ido un poco lejos. Le envié otra mueca de disculpa y le di una palmada amistosa en el hombro. Entonces me di la vuelta y salí de allí lo más rápido posible sin parecer como si estuviera escapando. No me siguió, pero tuve la sensación de que eso no era lo último que escucharía de ella.
Sin embargo, me enfrenté a una nueva serie de problemas cuando en la habitación contigua, el pequeño grupo enardeció en una bulla excitada. Esta cabina se encontraba a un ochenta por ciento menos llena, tenía un par de sofás situados alrededor de una mesa dando de frente a un televisor.
Mi compañero de cuarto, Park Jimin se hallaba en el centro de la acción bebiendo de un embudo y luciendo completamente desenfadado.
—¡Ah! ¡El hombre! ¡El hombre está aquí! —gritó al verme. Saltando sobre la mesa le arrebató el micrófono al portero ebrio que maullaba en vez de cantar y fingió rasguear una guitarra como un rockero:—Ow! Got it bad. Got it bad. Got it bad. I'm HOT for TEACHER!
Luego apretó los puños y movió las caderas hacia delante mientras continuaba cantando el viejo éxito de Van Halen.
—Voy a matarlo. De verdad voy a matarlo. —gruñí por lo bajo.
—Oye, Nam. —Ahuecó las manos alrededor de su boca y gritó—: Canta conmigo. Got it bad. Got it bad. I'm hot...
—¡Ya estás ebrio, imbécil! —le grité.
—No, ¿de verdad? ¿Cómo adivinaste? Oye, ¿le gusta jugar a la colegiala sucia? De esa forma tú podrías ser su profesor de vez en cuando.
Jung Hoseok apareció a mi lado sosteniendo un vaso con líquido transparente mientras escudriñaba a Jimin. —¿De qué está hablando?
—No tengo idea. —No podía dejar de mirar al enano sobre la mesa pensando en la forma más rápida para callarlo.
Muerte.
Sí, tendría que ser la muerte.
—¿Qué tipo de cosas te pide hacer por el crédito extra? ¿Escribir fóllame cincuenta veces seguidas? ¿La llamas Doctora Lim cuando estás dentro de ella?
—¡Cierra la maldita boca!
—¿Crees que subirá mi nota también si me ofrezco a lamer su...?
Con un rugido, me lancé a las piernas de Jimin. Cuando ambos nos caímos de la mesa, alguien gritó y cerca de cinco de jugadores corrieron a separarnos, pero pude darle un par de buenos puñetazos antes de que intervinieran
Hoseok fue el único con suficiente músculo para apartarme. Respirando con dificultad, lo empujé tan pronto como me sacó a un apenas iluminado pasillo y me metió al baño.
—¡Voy a matarlo! —Pateé la primera puerta que encontré. SeMi nunca me perdonaría por esto. Carajo. ¿Acabo de arruinar toda su vida?— No puedo creer que él... que él...
—Oye, amigo. Cálmate. —Hoseok tiró de mi brazo para que lo enfrentara—. Está borracho. Siempre dice cosas estúpidas cuando está ebrio.
Mi pecho se movía de la fuerza con que respiraba. —Pero él dijo...
Hoseok se rio sacudiendo la cabeza, viéndose totalmente despreocupado por cómo todo estaba por irse al demonio.
—De verdad no te preocupará que creamos algo de lo que dice, ¿no? Todos sabemos cuánto odias a la Doctora Lim.
—¿Qué? —Cuando hice una mueca, todo dentro de mí todavía se encontraba demasiado abierto y crudo.
—Porque...ella... no te agrada, ¿cierto?
—¿Qué?
Exhaló una risa. Una muy nerviosa. —Lim. Estoy hablando de Lim SeMI, la profesora. Ustedes se detestan.
—¿S-sí? —pregunté sintiéndome repentinamente abatido.
La verdad debió haberse reflejado en mi rostro porque sus ojos se ampliaron.
—Oh —susurró boquiabierto, como en un estado de conmoción.
Siseé—: Mierda. —Y cerré los ojos con fuerza.
Maldición. Hoseok no tenía que saber esto. Ya lo sabían demasiadas personas. Rayos, después del pequeño espectáculo de Jimin, me sorprendería si todo el mundo no lo supiera. Cuando me arriesgué a echarle un vistazo, el chico seguía mirándome.
—No es lo que crees.
Levantó las manos de inmediato y sacudió la cabeza.
—No, por supuesto que no —concordó—. Sé que después de la orden del entrenador Chung y el escándalo con la estudiante, no arriesgarías su trabajo y tu propio futuro de esa forma solo para...
Exhalé derrotado. —No lo sé.
Jadeó.
—Capitán. Tú...—Lo juro, sus ojos estaban muy abiertos buscando respuestas —¿Lo harías? ¿Acaso...?
—Hoseok.
—Mierda. No sólo te gusta.
—Hoseok...
—La amas, ¿verdad?
Me llamó la atención cuán verdaderamente inocente era Jung Hoseok. Nunca había oído que el chico maldijera, o dijera algo despectivo de alguien más. Tenía en él ese algo puro de "chico de al lado" y pensaba lo mejor de todos. Siempre nos burlábamos de él por ser virgen, y mirándolo ahora mismo, tuve que preguntarme si seguía siéndolo.
Me miró fijamente con adoración. Yo era el líder de nuestro equipo, y él siempre me miraba como si yo no pudiera hacer algo mal. Si ahora decía algo equivocado, podría acabar con todo su sistema de creencias.
—Joder, sí, la amo —protesté. Y luego me di cuenta de lo que acababa de admitir; pero lo más sorprendente fue que no mentí. Todas las sensaciones huyeron de mis miembros y mi cara probablemente se puso blanca como el papel mientras retrocedía para sentarme en el asiento cerrado del inodoro preso del pánico—. Oh, mierda. La amo.
—No te preocupes —Hobi dio un salto y me palmeó el hombro para apoyarme cuando hundí la cara entre las manos—. No se lo diré a nadie. Lo juro. Digo, tú eres uno de los pocos amigos que tengo aquí, así que... —Se encogió de hombros y me ofreció una sonrisa patética—. No tengo a nadie a quien contárselo.
Dios, parecía tan... tan joven. No podía recordar haber sido así. El mundo me había envejecido desde que nací; siempre sintiéndome responsable de alguien, o evitando una pelea, o trabajando para no meterme en problemas. Nunca sentí tal devoción ciega por nadie en la forma que Jung Hoseok parecía tener por mí.
—¿De verdad tenemos la misma edad? —me pregunté en voz alta, encontrando difícil creer que alguien pudiera permanecer tan puro por tanto tiempo.
Él se ruborizó y se aclaró la garganta antes de rascarse la oreja. —¿Lo dices porque no estoy en tu año de clase? Es que me suspendieron en el bachillerato por un par de años.
Por alguna razón eso me recordó a SeMi quien había sido adelantada en la escuela. Debe arruinar la sociabilidad de una persona meterse con su cronología escolar.
Lo miré con ojos nuevos, listo para decir algo, cuando se abrió la puerta del baño.
Jimin entró tambaleándose. Un corte en su labio parecía haber terminado de sangrar recién. Sus ojos estaban inyectados en sangre, pero parecía haberse puesto un poco sobrio porque empezó a disculparse de inmediato.
—Nam, hombre, lo sien...
—Hijo de puta. —La rabia hirvió en mi torrente sanguíneo apenas lo divisé. Me puse de pie, y llevando el brazo hacia atrás, lo golpeé en el ojo.
Gimió y se agarró el rostro. —Mieeeerda.
Le apunté con el dedo y gruñí—: ¡Si ella recibe alguna sanción a causa de lo que acabas de hacer, nunca te lo perdonaré!
Empujándolo al pasar, abrí la puerta para irme, pero atrapé a un Hoseok con los ojos muy abiertos, mirándonos.
—Y tú— Lo señalé. Tragó y dio un paso hacia atrás. Todavía no podía creer que se me hubiese pasado el que él y yo teníamos la misma edad. Eso lo hacía perfectamente apto como para beber alcohol, o más importante, servirlo. —. ¿Necesitas un trabajo?
No puede ser! Yo estoy que quiero ahorcar a Jimin. Eso no se hace :(
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro