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XIX

Le di veinticuatro horas.

Conocía a SeMi; necesitaba tiempo y espacio para pensar en lo sucedido. Me mató dárselo, pero lo permití. Solo por un día. Sabía que no sería capaz de entrar en su clase el jueves y verla enseñar sin desmoronarme, así que el miércoles por la tarde, muy agradecido por no tener que trabajar esa noche ya que había reorganizado los horarios, fui hasta su casa tan pronto como pensé que ella estaría allí.

Respondió a su puerta y me miró con sus grandes y adorables ojos. Cuando abrió la boca, di un paso hacia adelante. Tuvo que retroceder la puerta para así dejarme entrar, y lo hizo, sin algún tipo de pelea. La sorpresa pudo haberle impedido tratar de bloquearme el camino.

Cerrando la puerta tras de mí, sostuve su mirada sorprendida. —¿Aún no has terminado de volverte loca?

—No.

—Bueno, ya no voy a esperar más. —Tomando su rostro entre mis manos, dije—: Lo que estamos haciendo está mal. Que sea algo de una sola vez está mal. Tratar de convencernos de que fue algo sobre lo cual avergonzarse, está mal. Fue el mejor sexo de mi vida, SeMi. Me sentí conectado contigo, como... no lo sé. No se trataba solo de sexo con una chica cualquiera; sino que compartí algo profundo y significativo contigo.

—Namjoon.

—Escúchame. No me importa cuántas políticas escolares nos digan que no. Yo digo que sí.

Inhaló y sacudió la cabeza. —¿Por qué haces que me resulte tan difícil oponer resistencia?

Maldición, estaba ganando. Mis labios se curvaron en un lado. —Porque quieres decir que sí tanto como yo quiero que lo hagas.

Un gemido, diciéndome que su voluntad se desmoronaba, salió de sus pulmones.

—Esto va a terminar muy mal. —Se inclinó hacia delante y posó su frente contra mi pecho.

—Quizás —Puse mis brazos a su alrededor—. Puede que no — Entonces le besé el cabello—. Espero que no.

Mirándome, me mostró toda la fe que tenía en mí. —Yo también.

Por fin la besé en la boca. Sus labios temblaron bajo los míos, así que aflojé la presión hasta que fue ella la que se lanzó a por más.

Sus dedos se fijaron en mi pelo. La llevé hacia atrás hasta su sofá y la recosté allí. Había tantas cosas que quería hacer, tocar, ver. El armario no había sido más que una broma gigante. No fui capaz de desnudarla por completo ni saborear sus curvas, ni mucho menos besar la parte interior de su muslo. Planeaba rectificar todo eso en estos momentos. Pero tan pronto como estuvimos en posición horizontal y le sacaba lentamente la camisa sobre la cabeza, un timbre sonó en algún lugar de la parte trasera de su casa.

Alcé la cabeza con confusión y miré a mi alrededor. —¿Qué demonios?

Debajo de mí, SeMi se rio y se arregló el pelo con los dedos, como para suavizarlos. —El temporizador del horno. —Se movió para hacerme saber que tenía que levantarme.

Me senté parpadeando con la idea de un temporizador de horno. En mi apartamento, nunca se preparó nada en el horno, y desde luego, tampoco en casa. Tuve comidas caseras un par de veces cuando la vecina a tres casas se había apiadado de nosotros y nos invitó. Pero pensar en SeMi preparando una comida casera era... irreal.

—Comida —dije en voz baja cuando mi estómago rugió alegremente con la idea. Diablos. ¿También cocinaba? Era demasiado bueno para ser verdad—. ¿Qué vamos a comer?

—¿Vamos? —Se Mi arqueó su ceja estricta de profesora mientras se levantaba y alisaba la camisa— No recuerdo invitarte a cenar.

—Oh, vamos —Salté detrás de ella y la seguí hasta la cocina como un cachorro mendigando—. Soy un pobre chico universitario. ¿De verdad vas a rechazar esta cara? —Señalé mi labio fruncido y pestañeé un par de veces.

—No puede ser—volvió a reír. — Eres patético.

—Y estoy muy, muy hambriento.

—De acuerdo. Puedes quedarte a cenar.

Después de apagar el temporizador, agarró un par de manoplas para el horno, pero se las arrebaté. —Estás herida. Yo lo haré.

Frunció el ceño. —¿Herida? ¿De qué hablas?

—Tu brazo —le recordé al abrir el horno—. La caja de libros cayéndose. Hombro lastimado. Quince puntos de sutura. ¿Te suena?

—Ya ni siquiera los noto. Han dejado de tirar cuando me muevo.

—Eso es bueno. Pero espera hasta que empiece la picazón. Después de que unos amigos de mi madre me dejaran en el hospital una vez, yo... oh, asombroso, lasaña. ¿Hiciste lasaña?

Ella parpadeó. —Yo... —Sacudiendo la cabeza, miró el refractario antes de volverse hacia mí— Sí, hice lasaña. ¿Qué decías de haber estado en un hospital? ¿Qué edad tenías?

Me gustaba la expresión feroz en su rostro, como si quisiera ir a defender a mi yo del pasado.

Sacudí una mano. —Oh, diez o algo parecido. Lo importante es que terminé con puntos de sutura, era muy molesto cuando estaban listos para salir porque me picaba mucho. Esto se ve delicioso.

—¡Oye! —Palmeó mi hombro cuando saqué la lengua para intentar robar un poco de salsa.

—¿Qué? Nadie salvo nosotros se la va a comer —La saqué y la puse en el plato que ella ya había puesto en la encimera—. ¿Sabes? Creo que tu subconsciente sabía que iba a venir y te dijo que me hicieras esto.

Cruzando los brazos sobre el pecho, apoyó la cadera contra el mostrador y me miró. —Y yo creo que estás siendo ridículo. Cuando te vi por primera vez no imaginé que fueras tan... juguetón.

La atrapé por la cintura y la atraje hacia mí, incliné mi cara para así pasar mi nariz por su cuello.

—Yo no tenía ni idea acerca de un montón de cosas sobre ti, así que diría que estamos a mano en ese aspecto. No eres para nada como creí. Eres mejor. Mucho, mucho mejor.

Cuando agarré el dobladillo de su camisa y tiré hacia arriba por encima de su cabeza, gritó con sorpresa. —¡Namjoon!

—¿Qué? —Intentó cubrirse su sujetador blanco liso, pero atrapé sus muñecas—No lo hagas —Mi voz era suave. Suplicante—. Quiero verte.

La oí tragar. Su cuerpo tembló contra el mío. Luego alzó sus brillantes ojos y confesó con voz tímida—: Yo también quiero verte.

Respiré más fácil. —Hecho. —Me quité la camisa medio segundo más tarde.

Con los ojos abiertos, SeMi me recorrió con una mirada de completo asombro.

Deslicé los dedos sobre los puntos de sutura negros y feos en su hombro. Se estremeció, pero como cerró los párpados, seguí adelante moviendo mi mano hasta que agarré el tirante de su sostén. Lo aparté y besé la parte de piel que había estado escondiendo. Creé un camino de besos hasta su pecho que ya no tenía sujetador. Allí, me llené la boca haciéndola gemir hasta que por fin me tocó. Enroscó su mano alrededor de mi nuca, y se aferró a mí al tiempo que yo tiraba de su seno.

Mientras mi lengua se movía sobre el pico duro, ella pasaba sus manos por mi espalda. Cuando llegó a la cintura de mis pantalones, se movió hacia el frente, acariciando tentativamente mi torso y luego abrió el primer botón. Ahí fue cuando no pude soportarlo más.

—Creo que deberíamos esperar a que la lasaña se enfríe antes de comerla.

—Cierto —concordó y me besó a la altura de los pectorales, justo sobre mi corazón.

Agarrando sus caderas, la levanté. —Tengo la idea perfecta de lo que podríamos hacer mientras esperamos.

Sus dientes mordieron el lóbulo de mi oreja antes de susurrar—: Llévame a la cama.

Namjoon me acostó casi con reverencia en el colchón. Luego dio un paso atrás y abrió los botones de sus vaqueros. Me senté totalmente cautivada. Mientras se deslizaba los pantalones sobre sus caderas y por sus piernas, juro que mi boca se hizo agua. Tragué saliva y dejé que mi mirada bajara por cada bendito centímetro suyo, y luego volví a sus bóxers abultados.

—Me gusta cómo me miras. —Hizo un espectáculo incluso de enganchar los pulgares en la cintura de su ropa interior.

Conteniendo el aliento, esperé y luego... Wow. Todo él era hermoso.

Se rio por mi expresión antes me meterse a la cama, haciendo una pausa al golpearse la rodilla con el libro que había estado leyendo anoche antes de irme a dormir. Con el ceño fruncido, lo cogió y lo tiró por encima del hombro.

Jadeé con indignación. —¡Oye! Mi libro.

—Me disculparé con él más tarde, lo juro. —Entonces se lanzó sobre mí y se quedó mirándome a los ojos. Sin preguntar, abrió el cierre de mi falda. Luego la deslizó por mis piernas. —Maldita sea —murmuró una vez que estuve totalmente desnuda—. Eres tan hermosa...

Acto seguido, procedió a meter su cara entre mis piernas.

Me arqueé y gemí agarrando un puñado de sábanas mientras mi cuerpo se impulsaba hacia el toque de su boca. Al momento en que su lengua sin piedad zigzagueó sobre mi piel ansiosa y dolorida, jadeé sin sofoco y empuñé su pelo.

—SeMi —El eco de su voz era inestable y frenética—, jamás podré tener suficiente de ti.

Sus manos ampliaron más mis muslos a medida que su lengua lamía más profundo. Clavé los talones en el colchón, sintiendo su tacto desde los dedos de los pies hasta la raíz del pelo. Luego empujó un dedo dentro de mí, y grité. La ola de placer era abrumadora. Traté de luchar contra ella y abrazarla al mismo tiempo; no podía dejar de retorcerme cuando Namjoon me llevó a un nuevo nivel de delirio.

Hundiéndome en las colchas cuando los músculos de mi cuerpo entraron en coma post-orgásmica, me quedé mirando a Namjoon asombrada y aturdida al tiempo que saltó de la cama, levantó el pantalón y buscó en los bolsillos hasta que sacó una tira plegada de condones.

—Mira, lo recordé esta vez. —Se veía tan adorable cuando me envió una sonrisa de orgullo que me hizo sonreírle. De hecho, tuve la sensación de que resplandecía de pies a cabeza.

Arrancó un paquete de la tira y me miró, sonriendo mientras negaba con la cabeza. —Te ves como si acabaras de ser follada.

En ese momento no pude haberme sentido insultada ni aunque quisiera.

Sonreí apenas. —¿No fue así?

—Todavía no. —Un nuevo brillo determinado iluminó sus ojos al tiempo que se arrastraba sobre mí y se inclinaba para besar mis labios. Con manos hábiles se colocó el condón, entonces su cálida palma agarró mi rodilla presionando para abrirla un poco más.

Cuando se impulsó dentro, tiré la cabeza hacia atrás y respiré a través de mis dientes. Namjoon estaba tan... allí. Profundo, real y abundante; como si quisiera llenar todo el espacio disponible y luego exigir más.

Agarrando mis muslos, envolvió las piernas alrededor de su cintura y me rodeó con sus brazos. Uniéndonos hasta que no supe dónde terminaba él y comenzaba yo, hicimos el amor.

Sería ridículo decir que me entraron ganas de llorar, porque así fue. La belleza del acto y lo desbordante de la emoción me hizo desear con todas mis fuerzas que mi corazón pudiera considerar esta experiencia con Namjoon como mi verdadera primera vez. Deseé un sin fin de cosas mientras lo escuchaba jadear y lo sentía adorar mi cuerpo. De nuevo, quise deshacerme en lágrimas. ¿Por qué el destino me lo enviaba hasta ahora? ¿Por qué no antes? ¿Acaso sabía el mundo todo el dolor que me hubiese ahorrado si la pequeña Lim SeMi de hace once años hubiese encontrado la bondad de Kim Namjoon en un momento en que pudimos haber sido el primer amor del otro?

Vaya...tan sólo pensarlo me rompe el corazón.

Un tanto cuanto después, incluso luego de que nuestros gemidos fueron apagados, nuestros cuerpos satisfechos y nuestras almas conectadas, la habitación permaneció tranquila. Sintiéndome demasiado soñolienta como para moverme, descansé de costado sobre el pecho de Namjoon, totalmente desnuda mientras él pasaba la mano por mi cálida y sensible espina dorsal.

Cerré los ojos y sonreí, incapaz de controlar el aturdimiento rugiendo a través de mí. Nunca había tenido una experiencia post-sexo como ésta. Los dos hombres que no me forzaron, se habían ido con excusas tan pronto como terminaron. En realidad, ya que el primero no se había molestado en concluir, creo que solo se había retirado tan pronto como hubo terminado su asunto, y luego siguió su camino.

Pero esto... esto era lindo. Me gustaban las caricias después del sexo.

Namjoon me movió sobre mi espalda para que pudiera besar mi ombligo. Suspiré y me estiré lánguidamente bajo él.

—De repente me alegra mucho que te pongas esa ropa desaliñada en la escuela. Creo que me volvería loco si otro chico en la escuela tuviese idea de lo que tienes debajo de ellas.

—¿Qué, no te gustan mis trajes de poder?

Soltó una risa. —¿Trajes de poder? ¿Es así como los llamas?

—¿Qué tiene?

—Sé que no es lo que usas generalmente —continuó Namjoon—. En el bar, usaste esa sexy cosa negra sin espalda, y para el carnaval, esos adorables pantaloncillos. Tengo la sensación de que usas tus trajes de poder solo en la universidad.

Sonreí con orgullo y le besé en la mejilla. —Y tendrías razón.

También sonrió, parecía un niño feliz, pero de la nada sus dedos encontraron un nódulo en mi cadera. Deteniéndose, frunció el ceño—. ¿Qué es esto?

Hielo se formó en mis venas. Cuando se inclinó para examinar la vieja marca de hebilla de cinturón e intentar besarla, me aparté.

—No.

El pánico en mi voz lo hizo levantar la vista y estudiarme, leyendo cada incomoda expresión cargada de recuerdos en mi cara.

—SeMi —dijo en voz baja.—. ¿Es un detonante?

—¿Un det...? —Parpadeé. ¿Por qué utilizó esa palabra? Mi terapeuta siempre había usado esa palabra. Sacudiendo la cabeza, traté de reírme de la preocupación en su mirada—. No sé lo que quieres decir.

Tragó saliva, tomó una respiración profunda y luego exhaló. Colocando los dedos sobre la cicatriz, preguntó—: ¿Recibiste esto de la violación?

Perdí el conocimiento. En serio, por una fracción de segundo no vi nada salvo una oscuridad absoluta. Pero seguí completa y horriblemente consciente.

—¿SeMi? —Dedos cálidos tomaron mis hombros. Parpadeando, vi una imagen borrosa del rostro de Namjoon llenar poco a poco mi vista— ¿Recuerdas decirme eso? —preguntó.

—No. No lo hice... —Oh, Dios, no le dije, ¿no? ¿Por qué iba a decirle acerca de eso?

—Lo hiciste. Estabas borracha. Hablamos mucho esa noche.

Apreté la mano sobre mi pecho. No era algo que quería que supiera... No quería que nadie lo supiera—¿Cómo?

—No dijiste mucho. Sólo que tenías diecisiete años, que él era un jugador de fútbol y que tus padres se negaron a hacer nada al respecto.

Abriendo la boca para hablar, aparté el pelo de mi cara sorprendida de lo fríos que se sentían mis dedos. —Pero...

—Me alegro de saberlo —Tomó mi mano y besó mis nudillos—. Me alegro de entender por qué eras tan prejuiciosa conmigo al principio. Y siento alivio al ver lo fuerte que eres. Has sobrevivido a esto y lo superaste. Yo no... Mierda. No sé cuánto piensas en ello cuando estamos juntos, pero el hecho de que todavía puedes encontrar placer conmigo es... —Negó con la cabeza. Con los ojos brillantes de emoción, sonrió—. Me impresionas muchísimo, eso es todo.

Me acurruqué contra él y metí mi cara en el hueco entre su cuello y el hombro.

—No pienso en ello o en él. No cuando estamos juntos

—Me alegro. Pero si alguna vez toco un detonante, o hago cualquier cosa que te recuerde... me dirás, ¿verdad?

Asentí, y por extraño que parezca no era mentira. No tenía idea como nos movimos tan rápido de profesora y estudiante que se despreciaban el uno al otro a confidentes personales. Pero estaría agradecida por siempre. No solo gané un amante, también parecía como si hubiera hecho un amigo. Así qué, confié en él.

—Era mi primer año de universidad —Reposando mi mejilla sobre su corazón, pasé mis dedos cruzados sobre su pecho—. Me faltaban un par de meses para cumplir los dieciocho. Jong Dae estaba en penúltimo año.

—Jong Dae. —Namjoon gruñó las palabras como si quisiera guardar en su memoria el nombre de su próxima víctima.

—Él tenía casi veintitrés y era "el" chico. En ese entonces yo no era muy buena ocultando mis emociones. Todos sabían que tenía un flechazo con él. La primera vez que me sonrió y dijo hola¸ creo que literalmente suspiré en voz alta. Cuando me pidió una cita, me hallé en la luna. No tenía idea de que había una apuesta dando vueltas sobre quien tomaría la virginidad de la niña rara.

Maldiciendo fluidamente, Namjoon puso su cara junto a la mía y presionó nuestras mejillas. Siseó una respiración como si necesitara dejar salir algo de la ira que hacía presión dentro de él.

—Fue un completo caballero la mayor parte de la noche. Vimos una película; él pagó y me compró palomitas de maíz y una bebida. Estaba bastante enamorada cuando aparecieron los créditos finales. Pensaba en cómo él me prestó más atención durante aquella película de acción, que mis padres en toda mi vida. Me dejó escoger la película y puso las palomitas en mi regazo para que tuviera acceso a ella. Incluso rellenó mi soda a la mitad de la proyección. Luego de eso, habría huido de casa y unido a una banda de gitanos solo para estar con él. Lo que sea que quisiera. Entonces cuando me preguntó si me gustaría ir al lugar conocido de besuqueo antes de llevarme a casa, estuve de acuerdo. Pero no había tenido mi primer beso hasta entonces. Como que pensé que estaría de acuerdo en ir de a poco, un paso a la vez, tú sabes.

—Por supuesto —Namjoon concordó conmigo, su voz suave y tranquila—. Así es como se hace usualmente.

—Los besos estuvieron bien —continué, preguntándome por qué no se sentía extraño hablar sobre besar a otro chico mientras estaba en los brazos de mi actual amante. Pero confesarle todo a Namjoon se sentía natural—. Me asustó y tomó desprevenida el cambio abrupto de la intensidad del beso, pero quería hacerlo feliz, así que lo intenté y no me opuse. Fue cuando subió mi camisa y comencé a sentirme incomoda. Yo solo...

—Aún no estabas lista —terminó por mí.

—Exacto. No estaba lista. Cuando traté de detenerlo... —Negué con la cabeza y apreté los ojos.

Enterrando su nariz en mi pelo, Namjoon murmuró—: No tienes que decir el

resto.

—Él cambió completamente. Si hubiese continuado siendo amable, si hubiese tratado de hablarme bonito un poco más, tal vez lo hubiese hecho de buena gana. Pero al primer signo de mi resistencia, se volvió brutal. Agarró mi cara con una mano, me llamó rarita frígida, y cuando quise salir corriendo, me tomó por el cabello, me tiró al suelo y me golpeó con la hebilla de su cinturón al ver que no me apresuraba a quitarme la falda.

—Maldito bastardo. —Los brazos se envolvieron a mi alrededor incluso más fuerte.

—Creo que escucharme llorar por golpearme lo encendía más porque fui rígida y obediente después de eso, pero continuó azotándola en mi cadera mientras arrancaba mi ropa y se forzó dentro de mí. Como brinqué del dolor, el metal terminó abriendo mi piel.

—De acuerdo, no más. —Respiró pesadamente contra mi cabello mientras me sostenía contra él antes de decir con voz áspera—: Lo siento, pero no puedo. Supongo que no me di cuenta que escuchar por lo que pasaste sería tan... —Negó con la cabeza.

Tal vez soy retorcida, pero amé saber lo difícil que era para él escuchar esto. Porque significaba que se preocupaba. Kim Namjoon se preocupaba por lo que me pasó. Ni siquiera mis padres se preocuparon así.

—Está bien. —Giré en sus brazos para estar acostados estómago contra estómago. Necesitando confortarlo, le toqué la mejilla. Cuando encontró mi mirada, sus ojos rasgados se llenaron con tormento.

—¿Cómo diablos sobreviviste a eso?

—Ha pasado mucho tiempo —dije—. Justo después me escondí dentro de mi caparazón sin siquiera importarme que Jong Dae se jactara frente a toda la escuela sobre ganar la apuesta. No me importaba casi nada. Pero el tiempo y la terapia ayudan más de lo que crees.

Namjoon asintió. —Todavía no entiendo, ¿por qué tus padres no hicieron nada al respecto?

Me encogí de hombros. —El padre de Jong Dae era uno de los colegas de mi madre en la asociación de directivos médicos.

—Idiotas —bufando, Namjoon agitó la cabeza—. Por favor dime que terminó muriendo de forma lenta y dolorosa.

—No. Se convirtió en un abogado corporativo, y lo está haciendo muy bien; eso escuché.

—El maldito. Probablemente presume todos los días de cómo se burló de la niña rara.

Tuve que sonreír por el ácido en su tono. Me encantó lo enojado que se puso por lo que me pasó.

—Ojalá hubiera crecido en tu ciudad. Y hubieses sido tú el jugador estrella del cual hubiese tenido un enamoramiento.

Sus labios capturaron la esquina de mi boca. —Yo también. Excepto por el hecho de que hubiese seguido estando en secundaria y en ese entonces no era ninguna estrella. Aún era rechazado y flaco, me pateaban el trasero cada dos días.

—No me habría importado, incluso así te hubiese preferido sobre él todos los días.

—Vamos, no digas cosas como esas.

—¿Por qué no?

—Porque me haces desear. Pertenecer. Y soñar.

—Nam.

—Soy todo tuyo, Lim SeMi; en cuerpo y alma. Y si el abogado corporativo Jong Dae alguna vez se te acerca, lo mataré. Literalmente voy a romperle el cuello.

Riendo, besé sus labios esta vez. Tenía en la punta de la lengua decirle "te amo" en un suave susurro, pero me di cuenta de lo que iba a dejar escapar. Tragándome las palabras, puse los brazos alrededor de su cuello y nos giré hasta que quedó encima de mí, clavándome a la cama.

—Hazme el amor — demandé a cambio.

Su sonrisa fue engreída y satisfecha.

—Sí, señora —respondió alegre mientras su boca bajaba a la mía.

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