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XIV

—Estás aquí. —Las palabras resonaron en mi cabeza. Regresó. Mierda.

SeMi había vuelto a Bangtan.

Me devolvió la hoja de papel. —Sí, yo... yo...

—¿Quisieras...no sé, probar las nuevas mezclas de fruta de la pasión? —sugerí, asegurándome de que mis dedos tocaran los suyos cuando recuperé la nota.

Se ruborizó y me lanzó una mirada horrorizada. Pero aún cuando negó con la cabeza, sus dedos parecieron deslizarse deliberadamente por la parte externa de mi pulgar cuando retiró su mano. Santo Dios. Me encogí por la obscena cantidad de placer que me causó.

—No creo que pueda volver a beber ese veneno en un tiempo. Solo tomaré una soda. —Cuando se sentó, diciéndome que planeaba quedarse un rato, mi corazón casi se agrietó al golpear con tanta fuerza contra mi pecho.

Asentí y lancé la nota de trabajo a un lado antes de poner mis manos en el mostrador entre nosotros. —¿Sabes que hacen unas sodas de infusiones deliciosas justo cruzando la calle, en ese restaurant sin alcohol de ahí? También es más barato.

Frunció los labios y se deslizó de su taburete levantándose. —Tienes razón. No sé lo que hago aquí. Debería irme.

Oh, demonios, no. Atrapé su mano cuando tocó la barra para alejarse. Cernido contra el mostrador, esperé hasta que levantó la vista sorprendida.

—No te vayas. Lo siento. No debí haber bromeado. Solo quería escucharte admitir que te encontrabas aquí por mí.

—¿Es que te gusta torturarme?

—No —Sacudí la cabeza, sintiéndome lo bastante torturado por ambos—. Porque eso me habría alegrado todo el día.

Alejó la mirada. Cuando se perdió completamente y buscó su celular en el bolso, la decepción casi me comió vivo. Probablemente le decía a su cita que se apresurara porque no quería estar atrapada conmigo un segundo más de lo debido.

Si hubiera accedido a darle otra oportunidad al Dr. Min, aún cuando él ya se encontraba comprometido, maldición, no sabía cómo lo tomaría. Creo que muy mal.

Pero tan pronto como alejó su teléfono, mi trasero vibró. Confundido, lo saqué de mi bolsillo y fruncí el ceño ante el número desconocido. Curioso por ver quién me enviaba un mensaje, lo abrí y mi boca se desencajó cuando leí lo que estaba escrito.

Desconocido: Estoy aquí POR TI.

El aire se liberó de mis pulmones. Vaya. El placer, el anhelo y la ansiedad que rugieron en mí eran mucho más intensos de lo que quería. La miré. Se mordió el labio y esa abrumadora sensación cobró vida dentro de mí.

—De acuerdo. Entonces...ya sabes, me estaba preparado mentalmente para dejarte en paz. Me convenciste de que era mala idea. No iba a arriesgar toda tu carrera solo por mi propio placer. Pero que vengas esta noche... —Exhalé y sacudí la cabeza—. Es demasiado tentador para resistirlo.

Sus ojos se llenaron de pánico. Levantando su barbilla con elegancia, dijo—: No hay nada malo en ir a un bar a tomar un trago.

Me incliné hasta que pude sentir su aroma a lavanda. Luego ladeé la cabeza y sonreí. —No, no hay nada de malo en ello, para nada.

Se sentó lentamente, con la mirada desconfiada, como si sospechara de mis motivos ocultos. Le di una sonrisa inocente, pero simplemente estrechó más la mirada. Mujer paranoica. Amaba lo fácil que era hacerla sospechar.

—Ya regreso con tu... refresco.

Alejándome, tarareé para mí mismo mientras agarraba un vaso y abría el contenedor del hielo.

—Pensé que habías dicho que no te acostabas con tu profesora.

Levanté la vista para encontrar a Jungkook lanzándome una mirada curiosa al tiempo que metíamos hielo en los vasos.

—¿Disculpa?

Él alzó las cejas. —No es que sea de mi incumbencia ni que esté juzgando —añadió rápidamente—. Pero parecías muy inflexible la otra noche al decir que no lo hacías.

—¿Qué te hace pensar que es mi profesora? —Lo evadí, curioso por saber cómo llegó a tal conclusión. Echando un vistazo sobre mi hombro, la miré. Con pantalones de mezclilla, suéter de cachemir y el cabello suelto, parecía una universitaria. Ni una sola vibra de profesora la recorría.

Jungkook simplemente sonrió. —Mi novia y yo tomamos historia de la literatura con la Dra. Lim. Y Jimin dijo su nombre la primera noche que estuve aquí, así que... —Me dejó entender solo el resto de su razonamiento.

Bueno, mierda. Si un chico podía averiguarlo sin esfuerzo, entonces ¿qué tan fácil sería para alguien más? ¿Qué tan peligroso sería para su trabajo que siquiera le hablara?

Sintiéndome fieramente protector, le fruncí el ceño al nuevo.

—Creo que estás interpretando demasiado en algo que no está ahí. —La mirada en mis ojos y el tono en mi voz le dijeron que retrocediera de inmediato.

—Oye, no tienes que preocuparte por mí —Alzó las manos, intentando decirme que todo se encontraba bien entre nosotros—. Nunca diría nada; además, solo te provocaba.

No. Jimin me provocaba al pensar que no me interesaba en ella. Jungkook, por su parte, parecía saber que en realidad sí me interesaba. El chico vio algo en mí que ni siquiera mi mejor amigo pudo.

Miré en dirección de la mujer en cuestión, cada músculo de mi cuerpo se tensó. No quería causarle problemas. No quería que un sujeto que apenas conocía y en quién no podía confiar todavía la metiera en problemas. Pero luego ella dirigió su atención en nuestra dirección como si pudiera sentir mi mirada e hizo contacto visual. ¿Qué se supone que debía hacer? Tampoco es que pudiera mantenerme alejado de ella. La atracción que sentía hacia esta mujer era una locura, y sabía que debería luchar en su contra, pero seguía olvidando por qué.

Cuando las puntas de sus mejillas se sonrojaron alejando la mirada, moví mi codo hacia Jungkook. —No parece reconocerte. No debe tener idea de que cursas una de sus clases.

Y entonces me di cuenta; SeMi no lo reconoció. De hecho, ni siquiera parecía ser consciente de que él trabajaba a mi lado.

Desde que el "cara bonita" comenzó, cada mujer me ignoraba para mirarlo primero. Sin excepción. Todas salvo SeMi. No se dio cuenta de que él existía porque se encontraba ocupada robando otra mirada en mi dirección.

El calor se apoderó de mí. Quería ir hacia ella, y agarrarla, y solo... reclamarla como mía. Tal bárbaras urgencias de hombre de las cavernas nunca antes me habían afligido, hasta ahora. Ella me prefería antes que a Jeon Jungkook. Maldita sea. Me hizo querer preferirla sobre cualquier mujer que hubiese conocido jamás.

O tal vez en realidad no lo había visto. Un ceño fruncido estropeó mi frente al examinarla. No me gustaba la inseguridad que me causaban esas ideas. No había experimentado nada parecido desde que llegué aquí. En Yongsan, me trataban como la realeza. Los desconocidos me amaban por mis habilidades en el futbol. Las mujeres me amaban por mi apariencia. Y los chicos, por mi actitud genial. Nunca tuve que preguntarme quién pensaba que era un pedazo de escoria, porque ellos me decían que era asombroso. Hasta que llegó Lim Se Mi. Y ahora la incertidumbre encontró su camino bajo mi piel y exigía respuestas.

Sus dedos golpearon ociosamente el mostrador al ritmo de la música como si esperara algo. O a mí.

Pero no fui hacia ella.

—Oye, encárgate de ella por un momento —le dije a Jungkook, tomando la bebida de su mano y dándole la mía para intercambiar lugares.

Me miró sorprendido. No le di la oportunidad de negarse, porque ya me encontraba entregando la orden a su cliente. Apenas noté al tipo de mediana edad mientras veía cada movimiento que hacía Jungkook. Se acercó a SeMi y puso la soda en el mostrador. Se giró hacia él con una sonrisa que titubeó cuando descubrió quién le servía. Luego miró en mi dirección y me apresuré a parecer ocupado.

Jungkook se quedó cerca por unos minutos, diciendo algo que no podía escuchar desde mi esquina. Ella respondió con un asentimiento y una vaga sonrisa. La postura de él se volvió más coqueta de lo que nunca había visto, y tuve que fruncir el ceño, listo para patear su trasero. ¿Qué demonios pensaba que hacía?

En lugar de pestañear un par de veces, o ruborizarse, o incluso -Dios, ayúdame- sonreír, SeMi deslizó su mirada hacia mí. Lo juro. Ella se encontraba sentada frente al "Deseable" Jungkook y sus ojos seguían yendo en mi dirección. No sabía cómo lidiar con esto. El conocimiento me invadió. Quería reclamar a mi mujer; tanto, que puse mis manos en puños para pelear contra la urgencia. Dándole de nuevo su atención a él como si necesitara todo de sí para enfocarse en lo que decía, asintió y respondió a lo que le preguntó.

Apoyé las manos en la barra para recuperar mi aliento. Se sintió como si acabara de correr kilómetro y medio. Y mi piel seguía viva con la sensación ultra sensitiva. Esperaba que no me diera urticaria. No era la sensación más cómoda, era demasiado nuevo para ser acogedor, pero anhelaba más. Sólo quería mirarla de nuevo para acumular más del ímpetu que me causaba.

—Entonces, ¿pasó tu prueba? —preguntó Jungkook cuando apareció a mi lado.

Ni siquiera había notado que la probé hasta ese momento, pero diablos, pasó.

—Con honores —Lo miré necesitando ayuda. En serio—. ¿Qué demonios se supone que haga ahora? No debo... —¿Qué decía? No le podía confiar esto a Jungkook. Entre menos gente lo supiera, mejor. Pero seguía furioso porque me encontraba tan condenadamente desconcertado. Necesitaba algún tipo de guía. —No podemos...

Me palmeó la espalda melancólicamente. —Siempre es aquel al que uno no debería querer a quién termina queriendo más.

Con una elevación de mis cejas, esperé que lo explicara. Pero... no lo hizo. Solo me lanzó una sonrisa de complicidad y se me acercó confidencialmente cerca.

—Aunque si ella lo vale, nada más importa. Encontrarás la forma. Y sacrificarás lo que sea para llegar ahí.

Consciente de que hablaba de él y su novia, lo miré pensativo mientras se alejaba y tomaba un par de vasos sucios de una cubeta para lavarlos. Juro que acababa de darme su bendición para acostarme con mi maldita profesora.

"Si ella lo vale..."

Sus palabras resonaron en mi cabeza. Le di una mirada, y todo se fue de mi atención. Nadie nunca me había afectado de la forma en que lo hacía esta mujer. Me robaba el aliento de los pulmones con solo una mirada, y me hacía sentir más vivo y consciente de cada sentido más que cualquiera que haya conocido. Incluso podía hacerme enojar más que nunca. Tenía un poder sobre mí que debería asustarme hasta el punto de querer salir corriendo, pero solo me atrajo con más fuerza.

—¿En serio te gusta estar solo con una chica? —Agarré el brazo de Jungkook cuanto intentó pasarme— La monogamia, las relaciones y toda esa mierda, ¿de verdad lo vale?

Hizo una pausa y elevó una ceja. Después de estudiarme pensativamente por un momento, sonrió. —Si es la chica, entonces sí. Diablos, claro que sí.

Soltándose de mi agarre, se fue por el pasillo hacia la cocina. Y comencé a dirigirme hacia SeMi sin siquiera pensarlo. Me encontraba a medio camino antes de darme cuenta de lo que hacía. Iba tras ella, e iba a hacerla mía.

Pero algo en la pantalla del televisor sobre la barra atrapó su atención. Ladeó la cabeza y entrecerró la mirada como si intentara oír lo que decían. Cuando sus ojos se abrieron y sus labios se separaron, supe que era malo.

—¿Qué? —demandé, deteniéndome frente a ella e intentando girar mi cuello para ver la televisión.

Las palabras en la parte inferior de la pantalla hicieron que mi piel picara con temor. Escándalo Sexual en la Universidad Yonsei de Seúl.

Le di una mirada de reojo a SeMi. Cuando encontró mis ojos, su cara se puso pálida, así que busqué el control remoto bajo el mostrador. Cuando lo encontré, presioné el botón de subtítulos.

"—...El asistente del entrenador de atletismo de la UNIVERSIDAD YONSEI, Ha Do-kwon, fue despedido esta tarde por tener relaciones ilícitas con la corredora de primer año, Song Jihyo. De acuerdo con las declaraciones, la aventura entre ellos comenzó a principios de la temporada y duró hasta esta semana cuando la esposa del asistente Ha los encontró juntos. Pero cuando éste intentó terminar la relación, Song Jihyo fue con el jefe del departamento Deportivo para confesarlo todo. Los directivos de la Universidad lo despidieron inmediatamente y han rechazado hacer cualquier comentario hasta ahora, aunque se espera se lance un comunicado oficial alrededor de las próximas horas. Los internautas atacan al ex docente Do-kwon en los foros tildándolo de violador, abusador de menores y expresan su molestia al asegurar que se trató de un abuso de poder. Por otro lado, a la joven partícipe, pero también presunta víctima, se le rescindirá su matriculación como estudiante de esta universidad. Más de esto después..."

—Debo irme —jadeó Se Mi, agarrando su bolso de la barra al tiempo que se levantaba del taburete—. No puedo...

Me giré hacia ella, ya sabiendo lo que vería y temiéndolo. Ni siquiera me miraría. —Oye...

Sus mejillas se sonrojaron con culpa y su garganta se movía mientras tragaba compulsivamente.

—Lo siento...¿Puedo pagar mi cuenta ahora?

—Se Mi —comencé, dispuesto a luchar por ella. ¿Pero qué demonios? Acababa de decidir que valía la pena; ¿por qué el universo nos fastidiaría todo así?

—No lo hagas. —suplicó con voz tensa y pestañas húmedas.

Me derrumbó. Aquí me hallaba, completamente preparado para discutir nuestro caso. No éramos como ellos. Ninguno de nosotros estaba casado; no íbamos a ser infieles. Y si recordaba correctamente, el entrenador Ha tenía casi cuarenta. Probablemente era veinte años mayor que Song Jihyo. Pero el sombrío y preocupado brillo de culpa en los ojos de SeMi me recordó que nuestra situación quizá sería peor. El atletismo no era ni de cerca tan importante en la escuela como el fútbol. Y SeMi era mi profesora, responsable de darme una calificación en literatura. Los medios harían del asunto algo mucho más grande de lo que hicieron por una pareja entrenador / corredora. Y todo recaería sobre ella. Tendría los problemas, se ensuciaría su nombre, arruinaría su futuro. Conseguiría todo mientras yo saldría impune. Quizá.

No importaba cuánto la quisiera, no importaba cuán sorprendente me hiciera sentir; no podía hacerle esto. Toda la parte del sacrificio era suyo, no mío. Odiaba eso.

Dando un paso atrás físicamente, asentí en entendimiento y renuncié a mi batalla por intentar mantenerla. Se sintió como un quebranto de huesos.

—Aquí está su cuenta, Dra. Lim. —Jungkook apareció detrás de mí de regreso de su viaje a la cocina.

Sabía que intentaba ser de ayuda porque había visto todo lo que acababa de pasar. Pero sus acciones me irritaron. No quería que nadie supiera lo que pasaba entre nosotros. Y todavía más, no quería que él notara cuanto me dolía. Me molestaba mostrar mis vulnerabilidades. Quería darle un puñetazo a Jungkook en la cara, de hecho, cualquier tipo de violencia para liberar esta sensación de mi pecho vendría bien. Y ya que él se hallaba cerca...

Parpadeando, SeMi balbuceó. —Sabes... ¿sabes quién soy?

—Mi novia y yo tomamos Historia de la literatura —explicó. Luego se encogió de hombros y le mostró una sonrisa tímida—. De hecho, usted es su profesora favorita.

Ella palideció, pero asintió e intentó sonreírle mientras le entregaba la tarjeta. Jungkook se giró hacia la caja registradora y al mismo tiempo, me echó un vistazo. Pero su mirada era ilegible, y me sentí abandonado cuando se alejó.

Aunque SeMi continuaba justo al otro lado de la barra, de repente era inalcanzable.

No hablamos mientras esperábamos que Jungkook regresara con su ticket. Y no nos miramos. La divisé por la esquina de mi ojo y la vi abrazando el bolso contra su pecho. Doblé los brazos sobre mi propio pecho en reflejo, frustrado porque no podía hacer nada al respecto.

Jungkook regresó demasiado pronto. SeMi se iría. Mi mente daba vueltas para llegar a la solución perfecta y así arreglar esto, pero no tenía nada.

Después de coger un par de servilletas, se giró y salió rápidamente. Sin siquiera decir adiós.

Apreté los dientes y miré a Jungkook. Éste dejó salir un largo suspiro. —Bueno... eso seguro fue horrible para ti.

Todavía queriendo golpear algo tensé la quijada, la punta de mi lengua empujando el interior de la mejilla.

—Necesito un trago. —Agarrando la primera botella de licor encontré, alcancé un vaso y vertí una cantidad generosa. Después de tragarlo siseé entre mis dientes, solo para descubrir que Krystal había salido de su oficina y me miraba con una expresión desafiante.

Señaló con su índice amenazante. —Pagarás eso, Namjoon.

Después de que se giró y se fue por la noche, miré detrás de ella.

—No. No lo haré. —Luegotomé el siguiente trago.

Llegamos a las 400 lecturas y eso me hace muy feliz. Gracias de verdad. 

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