
- 03
El primer rayo de sol se cuela por la ventana de mi habitación, iluminando las paredes decoradas con tanto cariño. Todavía algo adormilada, me estiro y miro el reloj de la mesita de noche. Apenas son las ocho de la mañana. Mientras pienso en meterme unos minutos más bajo las sábanas, el sonido de mi teléfono interrumpe mis pensamientos.
- ¿Quién me llama a estas horas? - murmuro, buscando el móvil en la mesita. Al ver el nombre de Sergio en la pantalla, suspiro y deslizó para contestar.
- Buenos días, dormilona - dice con voz animada mi hermano desde el otro lado.
- Buenos días a ti también. ¿Qué haces despierto tan pronto? - pregunto, sentándome en la cama con una sonrisa.
- Aquí siempre se madruga, hermanita. Escucha, vente a Valdebebas. Vamos a desayunar todos juntos antes del entrenamiento, y así estás un rato por aquí.
- ¿Valdebebas? ¿De verdad? - pregunto.
- Claro. No todos los días tienes acceso VIP al Real Madrid. Pilar ya está en camino con los niños. Así que venga, muévete, que te esperamos aquí.
Suelto una risa suave.
- Vale, señorito, dame unos minutos. Me cambio y voy para allá.
- Perfecto. No tardes, aquí el desayuno es sagrado - añade mi hermano antes de colgar.
Dejo el móvil a un lado, todavía con una sonrisa en mi cara. Apenas llevo un día en Madrid, y ya me siento muy cómoda. Me visto rápidamente, optando por algo cómodo pero elegante, y salgo al pasillo, donde mi maleta aún espera a que la deshaga.
Salgo de casa todavía con la energía mañana a medio arrancar, pero con una sonrisa. Subo al coche que Sergio me había dejado preparado por la noche, un modelo cómodo y moderno, no es un regalo sino un préstamo temporal.
Me acomodo en el asiento, conecto mi móvil al bluetooth del coche, y sin pensarlo mucho, abro mi lista de reproducción favorita: música flamenca. La voz de Niña Pastori llena el coche, y no puedo evitar tararear mientras ajusto los espejos.
- Esto sí que es empezar el día con arte - murmuro mientras giro el volante y salgo del barrio hacia la carretera.
El trayecto hacia Valdebebas es tranquilo. El sol empieza a iluminar la ciudad. Disfruto de cada momento del paisaje que se encuentra frente a mí. Con las palmas discretas acompañando el ritmo en el volante, me siento como en una escena de película.
Mientras suena Cai, recuerdo las tardes en Sevilla cuando me reunía con mis amigas en alguna terraza. Ahora estoy en Madrid, viviendo un sueño que ni siquiera había planeado.
Al entrar en la zona de Valdebebas, la ciudad deportiva del Real Madrid aparece a lo lejos, con sus modernas instalaciones destacando contra el cielo azul. Apago la música y aparco el coche, todavía com el eco del flamenco retumbando en mi cabeza.
Entro en la cafetería de Valdebebas con una sonrisa. Varios jugadores me saludan al instante. Karin Benzema levanta la mano desde su mesa, con un café en la otra.
- Mira quién ha llegado. La hermana favorita de Ramos - bromea, mientras se levanta para saludarme.
- Espero que sigas siendo tan humilde como siempre - respondo con una sonrisa, mientras chocamos nuestras manos.
- Sheila, ¿por qué has tardado tanto en mudarte? - pregunta Nacho, fingiendo estar ofendido. - Llevamos años diciéndote que Madrid te necesita.
- Lo sé, lo sé - respondo. - Pero os advierto, ahora que estoy aquí, que no os vais a librar tan fácilmente de mí.
- Perfecto, porque alguien tiene que controlarnos cuando Sergio se pone en modo capitán autoritario - añade Vini con una carcajada, haciendo que todos rían.
- Sheila, ¿sigues siendo la única que puede poner a tu hermano en su sitio o ya no? - me pregunta Luka Modrić.
Sonrío mirando a Sergio, que está a mi lado intentando no reír.
- Siempre puedo con él. ¿No es así, Sergio?
- No le hagáis caso, es una exagerada - responde mi hermano con un tono entre divertido y resignado. - Pero sí, es cierto que Sheila siempre encuentra una manera para salirse con la suya.
- Eso es porque soy la pequeña y la lista de la familia - añado, guiñando un ojo mientras los demás ríen.
- Bueno, entonces, ¿te quedas para el entrenamiento? - pregunta Dani Carvajal.
- Claro que sí - respondo, sentándome junto a ellos. - Pero os aviso, si veo que alguien no corre lo suficiente, se lo voy a decir a Zidane.
- Cuidado - bromea Asensio. - Ahora tenemos doble vigilancia Ramos.
Las risas llenan la cafetería mientras me acomodo entre los jugadores. Aunque mi hermano es la principal razón de la conexión con el equipo, ellos siempre me han acogido como parte de esta gran familia.
Estoy sentada en las gradas junto a Maca, Sara, Maria y Pilar. Es una mañana soleada y los jugadores corren por el campo mientras el mister le da instrucciones. Observo con interés todo.
- Es impresionante verlo todo de cerca - comentó girándome hacia Maca, la pareja de Lucas Vázquez.
- Sí, pero en unos días te acostumbrarás a todo esto - responde ella con una sonrisa.
Mientras charlamos, la mujer de Nacho, María, que está al otro lado de mí, me mira con una sonrisa pícara y luego señala discretamente hacia el campo.
- Sheila, ¿te has dado cuenta? - pregunta María, apoyando su barbilla en su mano.
- ¿De qué? - respondo, levantando las cejas.
María hace un gesto sutil hacia Marco Asensio, que está en medio del entrenamiento, pero parece algo distraído. Cada pocos minutos, levanta la cabeza mirando hacia algún lugar.
- Creo que Marco no está muy concentrado hoy. No deja de mirar hacia aquí - dice ella, disimulando una risa.
Frunzo el ceño, confundida y luego al entiendo. Mi mirada se cruza brevemente con la de Marco, que rápidamente gira la cabeza hacia el entrenador.
- ¿Qué dices? Seguro que está viendo si los conos están bien colocados - bromeo, intentando restarle importancia.
– Ah, ¿sí? - dice Sara, uniéndose a la conversación. - Pues ese "cono" tiene nombre y apellido, y creo que eres tú.
Dejo escapar una risa, mientras ellas se ríen.
- Venga, dejad de inventar cosas. Seguro que solo está distraído por otro motivo - respondo, cruzándome de brazos.
- Claro, claro. Si no fuera porque lleva mirando cada vez que tú hablas o te ríes - habla mi cuñada.
Niego con la cabeza, divertida, mientras trato de cambiar de tema. Pero cada vez que miro al campo, Marco parece estar cerca de donde yo tengo la vista puesta.
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