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02| Don't say, "Goodbye, smell you later"

⁰⁰ Don't get green skin (green skin), keep contact (keep contact)
Don't say, "Goodbye, smell you later". ✩ ﹐

──⛓️‍💥. are we still friends? tyler the creator

HAY ALGO MAL CONMIGO había pensado Rhea, no era como que fuera un pensamiento nuevo, no, para nada, al menos no desde de la muerte de mamá, pero si era la primera vez que lo expresaba en voz alta. —Hay algo mal conmigo, no soy una buena persona – confeso, las palabras que salían de su garganta era extrañas pues cuando mamá todavía vivía Rhea no hubiera ni siquiera pensado que ella fuera una mala persona, que hubiera algo mal en ella. Golpe a golpe sangraba mamá, Rhea se volvió una persona en el momento en el que se quedó helada y no ayudó a su moribunda madre. —Tienes razón no eres una buena persona – respondió Simón, esa no era exactamente la respuesta que Rhea había esperado. —Nadie aquí lo es, ni siquiera yo, mucho menos yo –prosiguió Simón. —No eres la única que se siente así, créeme. – Rhea le creyó, pues era verdad, ¿quién era bueno aquí, realmente bueno? Si mamá hubiera estado viva Rhea hubiera respondido que ella pero ella estaba muerta, en el piso golpeada, ensangrentada, no quedaba ya nada bueno en ella, ni siquiera ella había sobrevivido, ni siquiera ella se había mantenido buena. Rhea asintió pues no le encontraba falla a las palabras de Simón. No queda alma pura en el mundo ¿porque debo yo ser la primera?

La puerta de la casa se abrió y esa fue la señal de Rhea para irse, había aprendido gracias a Simón que su familia era igual de horrible que la suya, su padre era abusivo con su madre, con el y con su hermano mayor Tommy. Simón no lo decía pero el había encontrado en Rhea el mismo escape que ella había encontrado en el, la única diferencia era que el si entendía bien que el no escaparía de esta constante tortura, al menos no a través de Rhea pues ella estaba igual de estancada que el. Manchester era una mancha en el gigantesco mundo y el ya tenía muy claro que era lo que quería hacer, a los 18 se enlistaría en la milicia y nunca más volvería a este lugar abandonado por Dios, si es que existía alguno en el cielo, aunque Simón lo dudaba. Todavía no le había contado a Rhea, tampoco lo haría, la pobre pasaba por mucho a tan solo diez y el no la pondría en una lenta tortura mientras pasaban los años, lo más probable sería que el se iría sin decir adiós ni mirar atrás, ¿cruel? Tal vez pero ¿que más podía el hacer? Esa era su única oportunidad de escapar.

Mamá una vez le había dicho a Rhea que el regreso siempre era la parte más difícil del viaje, probablemente por que ya no existía la emoción de llegar a un lugar nuevo o querido si no volver a la normalidad tan enfermiza, tal vez por eso el regreso a casa era siempre tan tenso, porque Rhea sabía que cuando llegara a casa ella volvía a ser una pieza que no encajaba en el puzzle de una vida que no estaba hecha para ella, hacía ya un tiempo que ella se había dado cuenta que esto no era para ella, Manchester, esta vida, simplemente nada de esto iba con quien ella era, o con quien ella se estaba convirtiendo en. Ella sabía muy bien que Simón se sentía exactamente igual sobre su propia vida de hay había nacido el sueño de salir de aquí con el, ir a Londres tal vez, no importaba en realidad, ella solo deseaba escapar y sabía que Simón también. Sabía que Simón no se tomaría en serio nada de lo que le ella le dijera en este momento, por aquello mismo decidió tragarse sus palabras y esperar, cosa que se le daba muy bien, el esperar, el planificar con paciencia cada uno de sus movimientos y palabras, aquello si que era lo suyo, aunque Rhea debía de admitir que poco a poco la paciencia se le acababa y eso que solo llevaba diez años de vida.

De vez en cuando le gustaba imaginarse viviendo en Londres en un apartamento en el centro, tendría dos perros y los llamaría Kiddo y Kira, trabajaría como enfermera en algún hospital del centro, no volvería a Manchester jamás, esa era la mejor parte, no tendría que volver a ver a su padre ni a esta casa, le gustaría llevarse a Merelyn con ella y a Simón también.

Diciembre para muchos niños, y adultos también, era un tiempo de festividad y familia, dos palabras desconocidas para Rhea, para ella diciembre significaba frío y no tener con que esconderse de la cruel nieve que caía sobre el techo de zinc y que luego se filtraba hacia la casa. A mamá no le gustaba la navidad y Rhea creció para odiarla, tal vez porque el licor era más barato en estas fechas y era más constantes las golpizas que Rhea debía de sobrellevar. De vez en cuando envidiaba a Merelyn, por lo menos ella no debía de soportar a papá todos los días.

Rhea se había escapado por la puerta de atrás hacia el pequeño bosque en el cual muy de vez en cuando Simón visitaba, aunque solía ser ella la que entraba de contrabando a su casa. Sin embargo aveces disfrutaba de ser la que, aún fatigada y golpeada continuaba buscando a Simón. Era como si el ya hubiera perfeccionado su apatía contra la vida y ella seguía suave, comida para los lobos, ella quemaba y la gente sin siquiera levantar una ceja veían, y entre el montón se encontraba Simón. Ella sabía que en alguna parte debía de existir la bondad, la misericordia, solo que no para ella. No aquí.

Tenía muchas cosas que decir, las palabras iban y venían como olas de esperanza y tristeza pero ella se mantenía en silencio, sentada firme contra un árbol, temblando contra el frío pero no entrando de vuelta a casa.

La nostalgia no es un sentimiento que una niña de diez años conoce, pero Rhea estaba llena de nostalgia por abrazos dulces que nunca habían sucedido.

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