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vii┆atom ୭˚. ᵎᵎ

𝐭𝐲𝐩𝐞: oneshot
𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐫𝐞𝐬𝐭: stanford pines
𝐜𝐚𝐭𝐞𝐠𝐨𝐫𝐲: fluff
𝐰𝐚𝐫𝐧𝐢𝐧𝐠𝐬: -
𝐫𝐞𝐪𝐮𝐞𝐬𝐭𝐞𝐝 𝐛𝐲: AnyJaramillo22
𝐬𝐢𝐥𝐯𝐢𝐚'𝐬 𝐧𝐨𝐭𝐞: hola luvv, espero que te guste, es básicamente lo que pediste pero me tomé la libertad creativa de escribirlo como una página del Diario^^

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DIARIO 3

31 de agosto, 1982.

El viento de la noche en Gravity Falls se cuela por las rendijas de las ventanas, agitándose suavemente entre las hojas del bosque que rodea la cabaña. Aunque estamos en primavera, la brisa trae consigo un frescor que, inexplicablemente, me recuerda a la soledad que ha definido gran parte de mi existencia.

Y allí está ella, dormida en el sofá, ajena al caos que es mi mente. Una figura tan tranquila que contrasta violentamente con mi agitado interior. La he cubierto con mi bata de laboratorio; aunque no soy dado a gestos de este tipo, la idea de que pudiera pasar frío me resultaba intolerable. Es curioso, esa incomodidad no surge de una obligación profesional, sino de algo... más.

Pero no. Basta. Estoy aquí para anotar observaciones, no para perderme en divagaciones.

Comenzaré por lo básico, un repaso a mi propia condición. Al lector de este diario (quienquiera que lo sea), quiero que entienda algo sobre mí: Soy un hombre cuya vida ha sido definida por defectos y anomalías. Uno de esos defectos, tan evidente, es la existencia de un sexto dedo en cada mano, un error genético que se convirtió en una marca que me apartó desde niño. Durante toda mi infancia, aquello me distanció de los demás, me convirtió en el blanco de miradas incómodas y comentarios que, aunque nunca fueron demasiado explícitos, resonaron en mi mente como dagas. Por mucho tiempo, creí que ese dedo adicional sería el motivo por el cual nunca encontraría verdadera compañía.

Bueno, salvo por... No importa. Ese capítulo pertenece al pasado.

Cuando finalmente escapé de ese hogar, sentí un alivio tan grande que, por un instante, creí que sería capaz de dejar todo atrás. Mi padre, sin embargo, no lo hizo fácil. Sus palabras de despedida aún resuenan en mi mente: "Haz que valga la pena tenerte en esta familia". Mentiría si dijera que no dolió. Por supuesto que lo hizo.

Fue en la universidad donde conocí a F. Un joven brillante, aunque bastante excéntrico, obsesionado con la computación y la mecánica. Nuestro encuentro fue casual, pero rápidamente forjamos una conexión basada en una curiosa complementariedad intelectual. Aún me pregunto cómo su mente puede trabajar tan rápido con circuitos y engranajes.

Y también la conocí a ella.

"Átomo."

No por ninguna razón personal o significativa, solo un nombre al azar, un simple artificio para no comprometer mi identidad ni la de ella. Pero el hecho de que yo, un hombre de ciencia y de razón, me haya detenido a inventar un nombre en lugar de usar un término neutro y profesional ya debería ser indicativo de lo desviado que están mis pensamientos esta noche.

Átomo fue la primera mujer en acercarse a mí por su cuenta. No parecía incómoda con mi presencia ni con mi, digamos, peculiaridad genética. No poseía una inteligencia especializada en un campo concreto, pero su mente estaba llena de pequeñas piezas de información que, aunque intrascendentes para muchos, me resultaban fascinantes. No solo por el contenido, sino por la forma en que ella las relataba.

Recuerdo el día en que estábamos almorzando y, sin previo aviso, soltó:

"¿Sabías que los delfines son necroflilos?" He de admitir que, desde entonces, mi percepción de esos animales ha cambiado por completo.

Lo que me atraía —no, corrijo— lo que encuentro interesante de ella es su capacidad para fluir con el mundo. Es alguien que parece dispersa en muchas direcciones, pero que de alguna forma converge en un solo punto. Tiene una habilidad innata para ver las conexiones en el caos, para descubrir el orden donde los demás solo ven desorden.

Mi mirada se desvío hacia ella de nuevo. Su rostro luce tranquilo, completamente relajado. Se me hace imposible ignorar la calidez que me invade al observarla. Es un sentimiento extraño, incómodo. No está alineado con la racionalidad científica que siempre ha regido mi vida.

Siempre disfruta escuchar a F tocar el banjo, lo cual me parece curioso, considerando que su gusto musical es… ecléctico, por decirlo suavemente. Puede pasar de escuchar hip-hop a Mozart de un día para otro, sin ningún motivo aparente. Y también tiene una relación extraña con los espejos. A veces se pasa mucho tiempo frente a ellos, y en otras ocasiones parece evitarlos por completo.

No logro comprender por qué alguien como ella querría evitar verse reflejada. Es un misterio que aún no he resuelto.

Sin embargo, cada vez que está cerca, cada comentario irreverente, cada sonrisa, incluso sus bromas sobre mis seis dedos, me arrancan de mi frialdad habitual. A ella le gusta hacer chistes malos sobre mis seis dedos, algo que siempre me incomodaba en el pasado, pero que en su voz suena... diferente. Hasta me tejió un par de guantes especializados, una consideración que no esperaba y que, de alguna manera, logró traspasar todas mis barreras emocionales. Sabe organizar mis cosas, me obliga a salir al exterior cuando me sumerjo demasiado en mi trabajo, y, lo más molesto de todo, insiste en que duerma ocho horas completas. Quería resistirme, por supuesto, pero cuando ella lo dice, es imposible no obedecer.

¿Qué es esta emoción? A pesar de mis intentos de mantener una distancia objetiva, me doy cuenta de que no puedo evitar sonreír como un tonto al escribir sobre ella. Un dolor familiar en mi estómago me advierte algo que he intentado reprimir durante semanas. ¿Por qué estoy dibujándola al margen de la página, esbozando con detalle el contorno de su rostro mientras duerme? ¿Por qué llamarla "mi átomo"? No, no es correcto. Ella no es mía.

Ford se detiene unos segundos. Sus manos tiemblan sobre la pluma.

¡Por Albert Einstein! Esto no es profesional, esto es... algo más. Algo que debería evitar. F siempre me lanzaba miradas extrañas cuando mencionaba a Átomo, como si él ya hubiera entendido lo que yo me negaba a aceptar. ¿Es esto lo que significa? ¿He cruzado una línea sin darme cuenta?

No, no puede ser. Mi única misión es mi investigación, el progreso científico, la búsqueda del conocimiento que nadie más se atreve a explorar. No hay espacio en mi vida para distracciones, para sentimientos que me alejen de mi verdadero propósito. Estoy aquí para mi trabajo, para hacer descubrimientos que cambiarán la historia. No para... esto.

Ella solo complicaría las cosas, pero no la voy a echar. ¿Por qué lo haría?

Sin embargo, no puedo negar lo que me parece innegable: ella es una parte fundamental de este lugar. De mi mundo. Los átomos componen todo lo que existe, y ahora me encuentro ante la paradójica realidad de que ella se ha convertido en el núcleo de todo lo que me importa, aunque mi lógica rechace ese hecho.

Ford cierra el diario con un suspiro.

No es como si fuera a pasar toda la noche pensando en ti... ¿verdad?

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