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🎐 四 : ⁴ 🎐

—¿Cómo está?—preguntó Tomoki preocupado, viendo el rostro sin color de Gon.

—Parece que bien, ¿la emperatriz ha descansado bien?, ¿a comido a sus horas?—preguntó.

Las sirvientas que acompañaban a la joven todo el tiempo asintieron.

—No lo parece, recuerden que la joven Sayuri puede sufrir más enfermedades y estrés por su condición—el anciano hablaba de manera profesional viendo a los presentes con seriedad—No pueden darle al joven más estrés, les recomiendo que lo dejen descansar y que tome reposo los siguientes días, también mandaré una dieta diferente.

—Perfecto—la institutriz aceptó—Gracias.

—Para servirle, excelencia—el anciano camino a la puerta para dejarlos a solas, sin embargo, la elegante dama se acercó a él.

—¿Podemos hablar?—preguntó la mujer con una mirada llena de seriedad—viendo de reojo a Tomoki que veía al cuerpo de Gon—A solas.

—Por supuesto—ambos salieron, dejando a las dos sirvientas y a Tomoki en la habitación.

—Estaremos afuera, por si necesita algo, excelencia—hablo la mayor recibiendo una sonrisa del chico junto a un asentimiento.

Tomoki tomo una silla sentandose a un costado de la cama, pensando. A pesar de ser un poco paranoico ahora de verdad esperaba que lo que estuviera pensando solo sea una paranoia suya.

Cuando Killua entro a la habitación con la castaña siguiéndolo por detrás, sus ojos pararon inmediatamente en Gon, en su rostro pálido, estaba más delgado, la preocupación lo invadió su vista termino después en el joven que se encontraba ya parado.

—Mi señor, es una alegría que haya llegado con bien—Watanabe hizo una reverencia.

—¿Cómo está?—preguntó sin dejar de mirar a Gon.

—Estable, el médico dijo que solo necesitaba reposo—contesto mirando también al cuerpo que dormía en la cama.

—Muchas gracias, Tomoki—sonrió el albino—He escuchado que este tiempo que no estuve usted y mi esposa han pasado mucho rato juntos. Me alegro que ella pueda tener alguien con quién hablar.

—El gustó es mío, para mí no hay más honor que ser de utilidad para mis señores—Killua sonrió aún más, tener gente fiel en toda esta mierda era lo mínimo que podía pedir, tener a alguien que cuidara a Gon mientras no estaba era de las otras cosas que también le agradecía a los dioses.

—¿La excelencia Aneko, dónde está?

—Salio para hablar con él médico—contesto.

—Kumiko, encárgate de decirle a la institutriz que me tomé la libertad de llevarme a la emperatriz a sus aposentos—la castaña asintio—Tomoki, puede ir a descansar. De nuevo muchas gracias.

—Para servirle, mi señor—con una reverencia salió de la habitación dándole un último vistazo al cuerpo que se encontraba descansando en aquella cama.

Killua suspiro, había algo que no le gustaba del todo, que le hacía sentir inseguro. Miro a Gon que poco a poco se empezaba a remover entre las sábanas de la cama. Con destreza lo cargo, haciendo que su cabeza descansará en su pecho, con los los brazos detrás de las rodillas y espalda.

Los sirvientes que quedaban en los pasillos veían de manera maravillada una de las pocas muestras de cariño entre sus emperadores. Lo que hace mucho tiempo desde la boda no habían podido ver.

Minutos después y de que Gon poco a poco abriera sus ojos, ya se encontraban en la habitación de la emperatriz. La que supuestamente debía ser para ambos. Con delicadeza lo acostó en la cama, esperando a que el chico despertara de forma correcta sentándose a un lado de él, viéndolo con preocupación.

El moreno abrió sus ojos miel, acostumbrándose a la luz de las velas, paso su mirada a Killua al inicio no hubo una reacción, después de unos segundos sus sentidos regresaron, se sorprendió de estar con él, ¿por qué estaba con él?

—¿Killua?, ¿qué haces aquí?—pregungó casi inaudible queriendo incorporarse.

—No hagas eso, deja que te ayude—lo reincorporo poniendo algunas almohadas detrás de él para que su espalda no doliera—La campaña termino.

—Oh—asintio—¿Cómo fue?

—Interesante—respondió, la mirada de Gon aún se veía adormilada—¿De verdad te sientes bien?

—Con sueño—se tallo sus ojos.

—Dime la verdad, ¿estos últimos meses te has sentido así?—preguntó levantándose para cerrar las ventanas que aún estaban abiertas además de uno de los baúles saco una manta color café con bellos bordados de grullas y flores de loto; tapando a Gon que dió las gracias con una tímida sonrisa.

—El último mes me sentí mal, no tanto como hoy. Solo eran mareos y vómitos, luego empezaron los dolores de cabeza, jamás me había desmayado lo juro—Killua lo miraba con atención.

—¿Temperatura?—preguntó.

—Nunca—mintió—aunque ahora sí te soy sincero creo que me voy a enfermar—el chico se tocó su cuello para después tocar su frente—Mis manos están frías, hazlo tu.

Killua sintió con el dorso de su mano la frente de Gon, para luego pasar a su cuello y sentirse a si mismo. Suspiro.

—Tienes temperatura—fruncio el ceño.

—Oh—se tapó un poco más. Killua tomo sus manos que sujetaban la manta. Por un momento tenso su cuerpo sin saber que hacer viendo cómo el labio tallaba sus manos cálidas con las suyas frías dándole calor.

—Ire por el médico—solto las manos que ya estaban tibias parándose de la cama, Gon lo miro con los labios apretados no fue hasta que vio que Killua estaba por deslizar la puerta que hablo.

—Killua, ¿puedes quedarte y mandar a una de las sirvientas?—preguntó, dejando que la poca dignidad que tenía cayera por los suelos. Sabía lo que pasaría él diría que no puede hacerlo y se iría de la habitación dejando que alguien más lo cuidara. Su mente trabajaba rápido y lo hacía con cosas que sinceramente no quería pensar, no cuando ya caía en un pozo sin querer agarrarse de las paredes y tratar de subir a la luz.

No podía pensar con claridad, no cuando lo único que pudo pensar en esta semana era en lo patético que se había vuelto su "matrimonio", que su marido estaba con el amor de su vida en un viaje y él tenía que esperar aquí a que lo peor tuviera que pasarle.

No cuando sabía que él sería asesinado para luego ser remplazado por la princesa, por una mujer. Al parecer ese era su destino y aún así se encontraba esperando tan siquiera migajas del cariño que creía merecer como un amigo porque aquellas que su corazón comenzaba a pedir a gritos no eran suyas y jamás lo serían.

—Si, está bien—se sorprendió al escucharlo, lo vio salir escucho algunas palabras desde afuera de la habitación para después ver el cuerpo de Killua acercándose a la cama.

—Deberiamos quitarte ese kimono incómodo—señalo a su cuerpo con un movimiento de cabeza—-Llamare a Kumiko para que te ayude.

—No—nego el moreno quitando la manta de su cuerpo y sentandose en la orilla de la cama comenzando a quitar el obi¹ con destreza—¿Puedes ayudarme?

Killua asintio acercándose a él, Gon le pasó la tela haciendo que poco a poco el kimono se aflojara, el albino vio como aquella tela de colores verdes y azules caía sobre sus hombros, el moreno parecía estar pensando ni siquiera ponía atención a las telas que caían fuera de su cuerpo. Killua se levantó yendo al armario de la habitación y trayendo consigo una túnica interior con la que solía dormir el moreno además de una capa para mantenerlo caliente.

—¿La faja no es incómoda?—preguntó señalando aquella tela apretada que tenía en la cintura, Gon se miro a sí mismo suspirando.

—La verdad si, cuando estaba en mi hogar podía usar lo que quisiera, ahora es mucho más difícil hacerlo. El concejo cada vez es más estricto con mi vestimenta—dijo deshaciendo los nudos quedando con el pecho al descubierto y aceptando la ropa que Killua le daba, este se dió la espalda para darle privacidad haciendo sonreír al pelinegro.

—Dejalo de hacer, con el kimono estás bien—dijo mirando a una esquina de la habitación—Además tu cuerpo da una perfecta silueta, la faja solo hará que tú cuerpo se lastime.

Gon sonrió al escuchar esas palabras se levantó para hacer que el kimono  cayera al suelo y el pudiera ponerse esa túnica interior junto a la capa que era de una tela gruesa y cálida.

—¿Crees que tengo buen cuerpo?—se burló un poco, hace tiempo que no podía hacerlo porque ni siquiera hablaba con él.

—¿Tal vez?—su voz sonaba nerviosa Gon nego con la cabeza rodando los ojos sin dejar de lado la pequeña sonrisa que surcaba sus labios al ver las orejas de Killua tornarse rojas.

—¿Mi marido está feliz con el cuerpo de su esposa?—se agachó para levantar el kimono y dejarlo en la cama—Ya puedes voltear.

—¿Esposa?, creo que ambos sabemos que me case con un hombre—se volteo viendo al chico ya vestido y con una sonrisa de oreja a oreja—Volteate te quitaré las horquillas.

—¿Me llamaras esposo?—obediente se volteo dejando que las manos grandes del albino quitarán cada una de esas horquillas grandes que sostenían su cabello dejando caer los mechones largos y negros.

—¿Me dejarías?—preguntó de vuelta quitando las horquillas pequeñas en forma de flores.

—Si—asintio—Es incómodo ser tratado como una mujer.

—Lo sé—quito la última, el cabello negro cayó totalmente. Era una silueta hermosa, sus cabellos tinta llegando a la espalda con esa figura natural y androgina aunque había notado que Gon adelgazo—Ya está. Ahora acuéstate y espera a que llegue el médico, ¿okey?

—¿Te irás?—removio las sábanas para acostarse dentro de ellas.

—Ire a tomar un baño caliente y después vendré a verte—contesto recogiendo las horquillas y dejándolas en el tocador.

—¿Vas a dormir aquí?, porque puedes hacerlo, la cama es grande y hace frío además me sentiría más seguro si estás conmigo—quería parar de hablar, estaba quedando como alguien urgido de atención, no quería esto, no quería sentirse así. Dios, le diría a Kumiko que lo golpeara hasta que su personalidad fuerte se dignase a salir.

—Claro, además tengo que preguntarte varias cosas—respondio con una sonrisa—Dejare que Kumiko entre.

Sin embargo, antes de que pudiera salir la puerta fue tocada una voz elegante hablo:—Majestades, soy la institutriz imperial junto al médico pedimos permiso para entrar.

—Concedido—Killua vio como ambos entraron a la habitación, Aneko con una mirada preocupada y seria. El albino dejo que Kumiko entrara para que recogiera el pequeño desastre que ambos habían hecho, para luego salir y ver a Takeshi y Raito fuera de la habitación—Necesito que vigilen la entrada, no quiero que nadie pase del pasillo.

—A sus órdenes, mi señor—hablaron ambos recibiendo un asentimiento de Killua.

—Joven Gon, ¿cómo se siente?—el médico se acercó a él sentandose a lado de su cuerpo.

—Con mucho sueño—respondio viendo a su tía para luego ver a Killua.
El hombre asintio acercando el dorso de su mano a la frente sintiéndola caliente.

—Tiene fiebre, ¿con anterioridad la había tenido?—miro a Aneko que a su vez miro a la sirviente que se preparaba para salir de la habitación.

—Kumiko quédate por favor—hablo la mujer, la joven asintio—Tu pasas las 24 horas con Gon, sabes de algo que él no nos ha dicho.

Kumiko miro a Gon quien con la mirada le pedía que hablara, su secreto debía ser revelado por su bien.

—Tuvo dos más durante este mes, no fueron graves. La emperatriz me pidió que no dijera nada—hablo bajando la mirada un tanto avergonzada.

—No me llames así, dime por mi nombre, estamos a salvo—dijo el chico sonriendo.

—¿Por qué no lo dijiste Gon?—regaño la mujer.

—No fueron graves, creí que era un simple resfriado tome un remedio que me preparaba mi padre y se fueron—se excuso.

—Por muy leves que fueran debiste de hablarlo—sentencio su tía—No seas igual que Akane.

—Mi padre no tiene nada que ver aquí, tía—sus miradas chocaron.

—Claro que lo tiene, por no querer preocuparnos se callo y su enfermedad avanzo más. No quiero que te pase eso Gon—Killua podía sentir la tensión entre ambos familiares incluso el médico tenía los labios apretados en una fina línea incómodo.

—Gon los síntomas que has tenido son los mismos que tu padre tuvo—el moreno lo miro sin expresión alguna, dejándolo hablar—Yo me ocupe de él desde que su enfermedad ocurrió, lo estudie para poder darle un antídoto.

—¿Funcionó?—Killua preguntó preocupado.

—Si, esta enfermedad es hereditaria. Pude estudiarla gracias a Aneko—miro a la mujer que tenía los brazos cruzados—Sin embargo, debimos ser más cuidadosos aunque la medicina funcionaba no era perfecta. Faltaban algunos arreglos que no pude realizar antes de poder ayudar a Akane.

—Mi hermano murió meses antes de que el doctor Yamamoto terminará con la medicina—Aneko hablo con la mirada triste. Era increíble poder ver un sentimiento tan débil en alguien que siempre se mostró fuerte y digna.

—Estabamos seguros de que Gon podía empezar a tener algunos síntomas a temprana edad—aseguró el médico—Nos alegramos al pensar que nos habíamos equivocado, pero, hace un mes comenzó con los mareos, vómitos, dolores de cabeza, temperaturas leves y ahora desmayos.

—¿Qué recomienda?—indagó Killua, la joven castaña tenía un semblante preocupado incluso parecía que se echaría a llorar pronto.

—Reposo absoluto, comenzaremos a brindarle el tratamiento que le dimos a su padre. Solo queda esperar—el médico miro a Gon que asintio levemente—Mi emperador le recomiendo que esté al tanto de su esposo la enfermedad es algo grave y necesito que me digan cada uno de los síntomas que comience a tener.

—Por supuesto—hablo el joven.

—De mi parte será todo, comenzaré a trabajar con la medicina para que mañana puedas empezar a tomarla—de su maletín saco dos pequeños frascos de porcelana—Toma esto por ahora, te ayudará con la temperatura.

Lo dejo en la mesa de noche, levantándose:—Les daré a tus sirvientas el horario para tus medicinas mañana. Debes ser puntual con lo que te empezarás a tomar—miro al moreno que se limito a asentir—Es todo, que descansen.

—Señor Yamamoto—el albino lo miro con seriedad—No hablé de esto con nadie del concejo si le preguntan diga que aún no sabe que es lo que puede tener la emperatriz. Ninguna palabra que se habló aquí debe salir.

—Así será, mi señor—con esas palabras el anciano salió de la habitación dirigiéndose a su oficina.

—Killua puedo pedirte unos minutos a solas con mi sobrino—la mujer lo miro con dureza, el albino asintio saliendo.

—Vamos, regañame—el moreno dijo una vez que Killua salió de la gran habitación.

—Gon—el chico no alzó la mirada, la pelinegra chasqueo la lengua—Mírame, ¡Mírame!—el moreno alzó la mirada con el ceño fruncido y la quijada apretada—No quiero que te guardes nada, aún no sé que tanto puedas confiar en Killua pero por tu bien espero que puedas hacerlo, no quiero mentiras.

—Si—contesto.

—No quiero un si, quiero que lo jures. Sabes que esto es grave, no es un juego Gon—la mujer tenía los ojos inyectados en sangre, el pelinegro no sabía si estaba realmente enojada o tenía ganas de llorar.

—Sé que no es un juego. Vi morir a mi padre por esto—dijo con un nudo formándose en su garganta.

—Entonces con más razón debes entender que no quiero mentiras. No quiero que seas igual de idiota que él, no tú—la voz de la mujer era demasiado demandante. Gon se sintió mal por lo último dicho.

—No hables así de él, no sabes nada. ¡Ni siquiera de mi!—alzo un poco la voz, las miradas miel y marrón chocaron—Sé que no soy alguien del cual te puedas sentir orgullosa, pero, estoy haciendo todo lo posible por sobrellevar esto. Un poco de empatía no me vendría mal, tía.

La mujer se quedó callada, se tocó el puente de la nariz sus ojos cerrados. Gon comenzó a sentirse mal por lo dicho, hubo un silencio en la habitación uno que era pesado como si el solo sonido de la respiración pudiera desembocar una pelea que siendo sinceros el moreno perdería. Quiso hablar, dislculparse con ella; en cambio, lo único que de sus labios salía era su respiración agitada. Rogaba porque su tía le gritara, lo golpeara; necesitaba que ese silencio desapareciera.

Vio que la mujer arrastró una silla, sentándose en ella, con la mirada perdida en una de las paredes de la habitación.

—Lo siento—exclamo con voz casi silenciosa.

—¿Qué?—el moreno desconcertado preguntó, viendo a la mujer que ahora le sostenía la mirada.

—No debí gritarte, lo siento—tal vez hubiera hecho un comentario estúpido para dejar todo atrás como siempre hacía, era su manera de protegerse de ella y en sí de cualquier persona. Sin embargo, al ver la mirada de su tía llena de culpabilidad dejo que sus emociones fluyeran.

—Yo tampoco—susurro, bajando la mirada viendo sus manos que jugaban nerviosas entre ellas.

—Solo estoy preocupada por ti—la mujer se levantó de la silla—Quiero que lleves las instrucciones al pie de la letra, tal y como el médico Yamamoto te indique. Yo estaré viniendo a verte, ¿entendido?

—Si, tía—asintio.

—Descansa, Gon—la mujer salió de la habitación dejándolo con las emociones aún circulando su cuerpo y alma.

Aneko al salir notó que Killua estaba hablando con los soldados que cuidaban las puertas de la habitación un tanto alejados, suponía que era para no escuchar la conversación.

Camino hacia ellos con el porte elegante y frío que le caracterizaba.

—Que tengan una buena noche, señores—miro a los hombres que con una reverencia se despedían de ella, su mirada paso al emperador que parecía no saber que decir—¿Le robó unos minutos?

—Por supuesto—contesto, los soldados se alejaron de ellos regresando a sus posiciones sin mover un músculo.

—Preferiría que se quedará cerca de mi sobrino—hablo con voz fría, sin ningún atisbo de respeto.

—Lo haré, señora—hablo.

—Eso espero—su mirada marrón se torno más oscura dándole advertencia en ella. Sin más se despidió alejándose por el pasillo.

Killua puso suspirar, aún cuando ya había pasado un año conociendo a esa mujer de verdad que lo ponía nervioso. Era muy intimidante. Antes de poder entrar a la habitación Hekima y Hayami llegaron con algunas ropas del emperador.

—Todo listo mi señor, mañana nos encargamos de pasar lo demás—dijo la mujer mayor con una sonrisa.

—Si, es lo mejor, Gon debe dormir. Descansen—sosteniendo las prendas entro a la habitación, viendo al moreno ya acostado de lado con las cobijas tapando hasta su rostro.

Dejo la ropa en la silla y vistiendose con las prendas para dormir se metió debajo de las cobijas. Miro la espalda delgada de Gon para luego suspirar ya hacía tres meses que no dormía con él, con un brazo debajo de su cabeza y con la mirada clavada en el techo poco a poco sus ojos se cerraron.

Los rayos del sol iluminaban los jardines del palacio, Gon comenzaba a abrir los ojos tallando un poco sus ojos, quiso erguirse para salir de la cama, no pudo hacerlo al sentir que los fuertes brazos de Killua lo evitaban.

Estaba rojo, sentía sus mejillas arder porque aunque no era la primera vez que terminaban abrazados por la noche si que era la primera en esa posición. Con el rostro de Killua encajado en su hombro y sus brazos abrazandolo por la espalda.

¿Por qué los Dioses lo castigaban de esa forma?

Quiso despertarlo, apartarlo, dejarle bien en claro a su corazón que esto era nada. Cuando se armó de valor para hacerlo, la puerta fue tocada y la voz de Kumiko se escuchó.

—Mis señores, pedimos permiso para entrar—su voz fuerte y clara.

—¡No!, es decir, ¡esperen!—como pudo gritó, volteando para quedar cara a cara con el rostro adormilado de Killua. Se podría morir ahí por lo atractivo que era el emperador, era injusto que aún por la mañana se viera tan bien. Lo odiaba, maldito tonto y atractivo tipejo—Killua, es hora de despertar.

—Un poco más—susurro apegándose más a él.

—Killua debes ir a trabajar y yo tengo que tomar mis medicinas, ¿lo recuerdas?—pregunto alejándose de él.

—Eso puede esperar—suspiro aún con sus ojos cerrados.

—¡Claro que no!, ¿Acaso quieres que mi tía me mate?, vamos Killua—con esas palabras el albino lo soltó haciendo que Gon diera un suspiro aliviado y se levantará la cama con una rapidez sobrehumana—¡Ya pueden pasar!

Killua también se levanto de la cama, las sirvientas entraron comenzando su labor mientras Kumiko hablaba con Gon dándole sus medicinas y diciendo sus horarios, mientras el albino era preparado para irse a ver al concejal.

—Ire directamente con el concejal, si pasa algo Kumiko me lo hará saber—le dijo al moreno que asentía viendo las notas que el médico le había hecho—Desayunas.

—Como digas—hablo el chico sin mirarlo.

—Me voy—deslizo la puerta.

—¡Que te vaya bien!—con esas últimas palabras el albino se dirigió al concejal donde sabía que lo estarían esperando.

Al entrar a la gran sala, los viejos importantes se encontraban ya sentados con miradas molestas, listos para hablar; su hermano también estaba ahí dándole una sonrisa satisfactoria. Killua sabía que el "rumor" de que había dormido en la habitación de la emperatriz ya estaría rondando por todo el palacio.

Era perfecto, para el primer paso que haría.

—Mi señor espero que haya tenido una noche satisfactoria—hablo Tomoki con una sonrisa.

—Lo fue, gracias—no mentía, hace mucho que no dormía así de bien.

—Las sirvientas que le servían se preocuparon al ver que no estaba en su habitación—dijo Satō con un poco de diversión en su voz—Llegaron corriendo acá para decirnoslo.

—Ya veo, no tuvieron porque—dijo de forma calmada y con una sonrisa divertida—Simplemente quise pasar tiempo con mi mujer.

Ahí estaba, lo que quieran escuchar, los ceños fruncidos de algunos, mientras que de otros una sonrisa satisfactoria.

—Perdone, mi señor, ¿pero no cree que es mejor que estén separados?, sabemos que son una pareja joven que busca estar juntos, pero, también son gobernantes jóvenes que necesitan priorizar al país—ese estúpido Satō comenzaba a molestarlo con su palabrería tonta. Casi rodaba los ojos.

—Creo que estoy mejor así—dijo sonriendo.

—Creo que no me entiende—siguió el hombre.

—El que no entiende es usted—lo interrumpió—Si quiero dormir con mi esposa puedo hacerlo, no necesito pedirles permiso a ustedes acerca de mi vida personal.

La mesa quedó en silencio, él era el emperador y aunque en un inicio quería gobernar sin hacer mal uso de su "poder" ahora sabía que debía hacerlo. Porque estos viejos empezaban a cruzar una línea que ahora entendía lo mucho qu los perjudicaría.

—Agadezco sus consejos acerca de mi matrimonio, pero, creo poder llevar este de forma adecuada—hablo con una gran sonrisa—También quería anunciarles que desde ahora, algunas de las decisiones importantes comenzaré a tomarlas yo, aunque—miro a todos de forma seria—Espero sigan apoyándome, y dándome los mejores consejos para que está nación siga la gloria.

Comenzaba su plan. Debía tenerlos a gusto, que supieran que aún tenían un poder en sus decisiones, debía tenerlos con la guardia baja. La guerra por su poder y libertad comenzaba ya.

Este capítulo me agrado ajajajaja <3

¿Les gustó?

¿Cómo están?

El capítulo lo iba a subir ayer, perooo por falta de tiempo no pide terminarlo hasta ahora.

Además vengo con un "story time", ayer mi hermano me torturó poniéndome la despedida de Killua y Gon, también me puso la vez que Killua se quita la aguja y sabemos lo que en esa parte dice acerca de Gon y pues me puse a chillar JAJAJA.

Siendo sincera este anime me pone muy sentimental, no solo por ser uno de mis animes favoritos si no por lo mucho que me ayudó en un momento dónde mi depresión estaba en su punto máximo.

No saben lo mucho que le agradezco a mi hermano por obligarme a verlo, porque gracias a el pude avanzar en el momento en en que lo ví. Supongo que por eso mismo le tengo harto cariño y ayer que mi hermano me puso esas escenas recordé esos días y me puse algo nostálgica porque ya tiene casi más de dos años que lo ví, dos años desde que me animé a escribir.

Y no sé, solo quería contárselos porque de verdad siento una conexión linda con ustedes, con hxh y con los fanfics que he escrito de la ship :').

Y mi pregunta aquí es, ¿Hace cuánto vieron el anime y como fue su experiencia al verlo?, me encantaría leerlos :3.

Cómo sea, bye bye, nos leemos la siguiente actualización ❤️.

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