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🎐 四 : ⁴ 🎐

Estaba realmente confundido, las palabras que Gon había dicho en aquel desayuno martillaban su mente de forma constante. Algo iba mal, demasiado mal.

La posada¹ a la que habían llegado era grande además que serviría exclusivamente por ahora al emperador y su séquito, por lo que se encontraba en la habitación más grande, revisando algunos papeles que le habían llegado hoy. Estaba demasiado estresado y ansioso; las cosas que tenía que hacer lo estaban acabando.

Y aunque no lo aceptará del todo, estar tan lejos de Gon no lo hacía más llevadero. La puerta se abrió dejando entrar a su hermano de cabellos blancos sujetados en una coleta alta.

—Haruto—su voz era ronca por el cansancio—¿Todo bien?

—Por supuesto, hermanito—dijo con ironía—Hay algo que me está molestando desde hace meses.

—A mi también—concordó el mayor.

Sinceramente sentían como si de marionetas de tratarán, Haruto sentía que los estúpidos del concejo estaban planeando algo que ellos no estaban enterados, la sangre le hervía de solo imaginar que Gon fuera el que empezará a pagar por aquello.

—Durante estos tres meses acepte la ayuda del concejo—el albino menor hablo, Haruto que se había sentado frente a él lo escucho—Sin embargo, ahora creo que más que ayudarme estan dándome órdenes.

—El señor Satō y el general Watanabe, siento lo mismo—aceptó el mayor, se inclino sobre si mismo en la mesa con los brazos cruzados—Cuando me dijeron que la revisión de capital se adelantaría no creí que aceptarás—Haruto llevaba bolsas negras de bajo de sus ojos, sus músculos estaban tensos por el cansancio—¿Por qué lo hiciste?

—Creí que sería lo mejor—contesto sin más—Su urgencia me sorprendió, incluso estoy seguro que está revisión era solo un pretexto para sacarnos del castillo.

—¿Por qué motivo?—habían muchos y todos ellos le aterraban.

—No lo sé, hermano—Killua estaba preocupado y al igual que su hermano ya había pensado en mil opciones.

Las cosas que el concejo empezo a hacer fueron bastante sospechosas, desde separarlo de Gon, hasta mentirle en su cara. Él era un idiota, por no ir y preguntarle al moreno de forma directa, era solo que tenía la cabeza llena de cosas que hasta de dormir se había olvidado lo único que lograba tenerlo de pie eran las infusiones que solía hacerle Retz.

—Haruto, debemos saber que demonios están tramando y detenerlos—el albino cerro los ojos y con sus dedos comenzó a masajearlos.

—Primero deberias de descansar, está revisión dura una semana; algo se los ocurrirá. Descansa—su hermano salió de la habitación, el albino hizo caso y se fue a la cama que sus dos sirvientas ya habían preparado para él.

Aquella era de verdad enorme, se sentía solitaria, se sentía como si algo faltará, como si alguien lo hiciera.

La suave brisa golpeaba su rostro pálido, Killua iba liderando su séquito que se hacía paso por sus habitantes que sonreían emocionados y que buscaban con la mirada a la emperatriz. Después de unos minutos llegaron a la casa principal donde tendría una reunión con el representante de la capital, así como con los habitantes que se les había sido permitida la entrada.

—Nos honra poder ver a nuestro emperador—hablo el anciano, su rostro tenía arrugas por la edad y una gran barba blanca.

—Es una alegría presentarnos aquí—lo dijo con un tono amable sentandose en la silla que ya se le había asignado.

—Enntonces por favor mi emperador, escuché nuestras peticiones—con aquellas palabras dichas, la reunión empezó.

Retz había decidido esperar afuera, tenía guardias cuidandola mientras ella veía los árboles moverse de un lado a otro, habían algunos niños jugando con juguetes de madera mientras las niñas hacían coronas de flores. Sonrió, recordando su niñez aquella que guardaba con gran cariño en su corazón.

Estaba preocupada, cuando el concejal Satō llegó a decirle que debía acompañar al emperador a la revisión sintió que algo iba mal, quiso ir a hablar con Gon, quiso preguntarle ella misma... No la dejaron, con una excusa barata la dejaron alejada de él, e incluso le asignaron una institutriz que le enseñaría las 7 artes. ¿Para que?, entendía que como princesa debía tener cierta clase y porte pero, esas enseñanzas ya las había aprendido en su hogar.

Entonces, ¿por qué?

Además recordaba la mirada desanimada del moreno, aquella que buscaba una explicación y no podía sentir más que culpabilidad. Ella no debería estar aquí, ella no era la esposa de Killua, ella no era la emperatriz. Ella solo era una amiga que amaba con locura a los Ashikaga.

Era eso, una amiga.

Quería ganarse la confianza de Gon, incluso era un poco caprichosa al querer un poco de su amistad. Ahora con este malentendido tenía miedo de no poder lograrlo. Todo por culpa de ese concejo.

Tendría que hablar con Killua, tenía que conseguir información y ayudarlos. Un movimiento en falso y la guerra volvería a explotar.

[...]

Gon había estado encerrado en la grande biblioteca, leyendo y aprendiendo junto a Tomoki que aunque no tenía del todo su confianza sabía que era el mejor aliado que por ahora tenía.

—No sabía que había ocurrido tanta muerte-—Gon se sintió tal mal, él vivía protegido, en una burbuja de lujos en la que jamás pensó en el verdadero daño que la guerra había dado. Sabía que hubieron muertes, la guerra siempre se pintara de rojo; pero, jamás imagino que ambos lados hicieran daño a gente que no merecía una muerte así.

Jamás imagino que el sur también fuera un villano.

—Tanto el Norte como el Sur han hecho cosas inimaginables para obtener el control de todo el territorio. Los conocidos como rebeldes son solo un grupo pequeño que perdió todo y que cree que lo mejor que se debió hacer fue colocar un emperador que representará al pueblo y no al ejército—el castaño sirvió té en la taza, sin mirar a Gon.

—¿Killua participo...?—tenía miedo de la respuesta.

—¿En la guerra?, si—el muchacho se sentó frente a él—Killua fue uno de los soldados más importantes del ejército, comandado por su hermano que a su vez cumplía órdenes del general Watanabe.

—Tu padre—reconoció.

—El mismo, yo, como puedes ver mi fuerte es la lectura y enseñanza. Jamás me ha gustado la guerra, no quería ser parte de ello y mejor me propuse a leer, entender y estudiar el  ¿Por qué?—sonrio con desgana.

—¿Encontraste el por qué?—curioso lo miro.

Poder, Japón era gobernado por un emperador, sin embargo, dentro del concejal hubieron dos ideas una que hablaba del emperador como gobernante absoluto de la nación y otra en la que proponían la idea de un shogun² .La segunda idea ganó, y desde ese momento comenzó la era de los shogunatos, ellos gobernaron el territorio alado de un emperador que ya no tenía poder político, ni militar. Funcionaba más como algo simbólico, fue entonces que el actual emperador Go–Daigo peleó por el poder, aliándose con Ashikaga Takauiji que lo termino traicionando—Gon se sorprendió al escuchar el apellido —Una vez que lo traicionó termino convirtiéndose en el siguiente shogun. Sin embargo Go–Daigo no quiso quedarse de brazos cruzados y se dirigió al sur, creando alianzas con varios daymios³ creando así la dinastía del sur, mientras tanto el shogun gobernaba la dinastía del norte. Fue así, que la guerra comenzó.

—¿Los rebeldes, que pasó con ellos?—había muchas cosas que no sabía acerca de la historia que se supone el estudio.

—Los rebeldes no son nadie más que el pueblo, aquellos que sus vidas fueron arrancadas ya sea por el norte o el sur. Aquellos que lo perdieron todo por culpa de nosotros, son aquellos que no muestran fidelidad a nosotros como nación unificada—Tomoki suspiro—Escuche, emperatriz, ellos no nos quieren en el poder, pero, tampoco tienen recursos para pelear. Si ellos declararán la guerra terminarían perdiendo.

—¿Qué pasaría si los escuchamos?, ¿si tratamos de enmendar nuestros errores?—de forma apresurada comenzó a preguntar.

Tomoki sonrió, Gon era justo como lo imagino; Sayuri y Gon eran la misma persona. No importa cuanto quieras ocultar a alguien, no importa que vida falsa quieras vivir; tu esencia siempre estará ahí, la verdadera personalidad siempre sale a la luz.

Y Gon, es de esas personas que vale la pena seguir y escuchar.

—Eso sería una buena estrategia, que ustedes hagan lo que muchos gobernantes no hicieron por ellos. Será difícil, pero, no imposible—sonrio al ver que Gon suspiraba aliviado—Pero, primero debe de recuperar su dominio en el palacio.

—Es verdad—suspiro, tanta información era horrible de digerir.

—Recuerde que aunque ya tiene en tu poder el documento oficial dónde se le concede el mismo poder que al emperador, el concejal no le tomara en serio. Debe de infundir respeto y sobre todo no callarse—el chico lo miro con decisión en sus ojos.

—Dan miedo—suspiro, lo miro con inseguridad, para después seguir—Yo, siento que jamás podré ser escuchada, todos están en mi contra, cualquier cosa que diga o haga estará mal.

—¿Y?—la comprensión se pudo leer en los ojos oscuros del joven—El primero paso para ser una buena emperatriz es creer en usted. Tiene a muchos que creen en usted. No se deje vencer por aquellos ignorantes.

—Es fácil decirlo—se lamento, apoyo su codo en la mesa y coloco su mejilla en la palma de su mano. Luciendo totalmente relajado.

—Esa no es la manera correcta de sentar, menos de una emperatriz—la voz grave y fuerte de su tía lo puso en alerta, sentándose de forma correcta.

—Buenas tardes, institutriz Aneko—el joven de cabellos castaños se levantó y dió una reverencia.

—Tía, buenas tardes—de manera torpe Gon también se levantó, sin embargo, con una mano la mujer elegante de cabellos negros le hizo que parará.

—Ya paso una semana, ¿cuándo volverá tu marido?—preguntó sentándose alado de Tomoki.

—Se estima que hoy llegué al palacio, pero ya ve, todo puede pasar—fingio desinterés tomando la taza de té.

—¿Y tú?, ¿cómo te sientes?—preguntó la mujer—¿Ya no hay mareos?

—Un poco, el cansancio desapareció y ya no hay vómitos—Gon realmente se sentía querido por su tía, pocas veces la mujer había presentado un poco de interés en él, sin embargo, ahora lo cuidaba mucho. Se sentía como una madre.

—Bien, no olvides en tomar las medicinas que el médico te receto—la mujer suspiro aliviada.

Delante de ellos Katsumi apareció con sus cabellos recogidos en un moño, ningún pelo se soltaba. Llevaba una sonrisa en su joven rostro y con una voz delicada, hablo.

—Esta le informa que el emperador Killua ha llegado a salvó al palacio, espera verla en la sala principal—la sirvienta salió de la habitación dejando a los tres a solas.

Gon estaba nervioso, había pasado una semana la misma en la que se prometió no pensar mucho en él, mucho menos en pensar en él solo con Retz. Tenía que armarse de valor para verlo.

Se levantó, tal vez lo hizo muy rápido o lo hizo de forma brusca porque todo a su alrededor empezó a girar, sus piernas se entumecieron y sus oídos dejaron de escuchar. Sintió las manos delgadas de su tía en su cuerpo sostendiendolo con fuerza.

—¡Sayuri!—la mujer se veía preocupada—¿Qué pasa?

—Estoy bien tía, estoy bien—el chico trato de alejarse de ella, sin embargo sus manos no tenían fuerza.

—Dios mío, Tomoki ayúdame a llevarla a la enfermería—Gon quería negar totalmente, pero, ni siquiera tenía fuerza para hablar de pronto comenzaba a sentirse muy cansado. El castaño colocó uno de sus brazos atrás de la espalda del moreno y la otra detrás de sus rodillas cargandolo—Ve, anda. ¡Kumiko!

La mencionada entro a la habitación preocupada antes el grito, se sorprendió al ver a Tomoki salir de la biblioteca con Gon en sus brazos.

—Ve a la sala principal, y dile al emperador que su mujer está en la enfermería—la castaña asintio y con pasos rápidos se dirigió a la sala.

—Es un gusto volver a verlo, emperador—el anciano Satō sonrió satisfecho.

—El gustó es mío—contestó falsamente—Si me disculpa, iré a ver porque la emperatriz no viene.

—De mal gusto que lo tenga esperando, mi señor—hablo de nuevo, haciendo una mueca desaprobatoria.

Killua casi rodaba los ojos ante tal comentario, no tenía nada de malo en que el lo fuera a buscar. De cualquier forma se verían, sin decir ninguna palabra camino a los pasillos que daban a las habitaciones imperiales, sin embargo, antes de dar más pasos una Kumiko sofocada lo paro.

—Buenas tardes. Kumiko—saludo con una sonrisa.

—La emperatriz, se encuentra en la enfermería. La institutriz Aneko me pidió que fuera a verla—Killua se sintió confundido al tal petición, comenzó a preocuparse cuando la mirada de la sirvienta y mejor amiga de Gon era seria.

Asintiendo se dirigieron a la enfermería dónde yacía el cuerpo inconsciente de la emperatriz.

Posada: Establecimiento modesto con habitaciones para alojar huéspedes de paso o forasteros.

Shogun: Persona que de forma totalitaria gobernaba Japón en nombre del emperador entre 1192 y 1867.

Daymios: Señor feudal.

La parte de historia que cuenta Tomoki es cierta, en parte, algunas cosas las cambie para que se adecuara a la trama. Pero, si fue cierto y es parte de la historia de Japón.

[ 🌈 ]

Holaaa ❤️

¿Cómo están?

Espero que bien :3, nos leemos la siguiente actualización bye bye ❤️🌈

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