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🎐 四 : ⁴ 🎐

La noche era cálida, las hojas de los árboles de cerezo bailaban con gracia y elegancia junto al aire que soplaba de forma tranquila. Gon había estado pintando toda la tarde, mañana acabaría su reclusión de días por lo que quería aprovechar todo el tiempo que tenía para terminar aquella pintura.

Llevaba un kimono masculino sencillo, ni una pizca de maquillaje tocaba su rostro y su cabello caía cuál cascada sobre sus hombros hasta llegar a la cintura.

Su única compañía era el sonido del agua al caer en el pequeño estanque, tal vez los peces que nadaban en el  mismo estanque eran parte de ella también. Afuera en la puerta se encontraban dos guardias Raito y Takeshi cuidaban el jardín de la "emperatriz" día y noche hasta que la misma decidiera salir de este.

Killua había estado ocupado haciendo varias juntas con los concejales del reino así como también con el líder del ejército. Habían tenido un par de problemas con los rebeldes o como Haruto los había llamado; personas que desconocían el reinado de Killua y Sayuri, personas de las que según Haruto y el comandante Watanabe no debían preocuparse.

La guerra había generado mucha pobreza y escasez; según Killua y Haruto esos eran los temas en los que se debían de preocupar como emperadores. Gon no sabía si debían subestimar a ese grupo de personas que aunque no eran un grupo grande la idea de subestimar no dejaba de rondar en su cabeza.

Suspiro dejando el pincel aún lado de su cuerpo, cerro los ojos y sintió el aire fresco en sus rostro. Al abrir de nuevo ojos, miro la pintura que estaba realizando; era masoquista, no había otra explicación para lo que estaba pintando.

En el lienzo, la figura esbelta de la princesa Retz se posaba con elegancia y gentileza, mientras frente a ella la figura imponente y seria de su marido se erguía. Era una imagen que no podía sacarse de la cabeza, no cuando los vio hace casi una semana hablando en el jardín de lotos frente a frente susurrando palabras que no escucho aunque su sentir egoísta y maleducado quería escuchar. La imagen quebró su sentir, ya habían pasado 3 meses desde su coronación ante los cielos y ante el pueblo y aún no podía dejar de pensar en los sentimientos que su marido tenía por la joven princesa; se había planteado que cosas como esas no deberían de importarle, pues, al final de cuenta él era su esposa ante los cielos es así y eso no dejaban de punzar su frágil corazón de forma triste. Si está guerra no hubiera seguido Killua hubiera tomado en matrimonio a Retz, eso estaba seguro, ellos jamás se hubieran conocido y le dolía tanto pensar que tal vez hubiera sido lo mejor.

Quiso llorar, últimamente sus emociones estaban subiendo y bajando tal vez por la presión de no ser descubiertos, tal vez por pensar en mil tonterías que esperaba no pasaran. Incluso había dejado de dormir abrazado a Killua, porque ahora ni siquiera residían en la misma habitación; en verdad se empezaba a sentir mal.

Vio la pintura, ya estaba más o menos terminada aunque sinceramente ganas de hacerlo ya no le quedaban, aún con las piernas cruzadas comenzó a guardar sus pinturas y pinceles en aquel baúl de madera que había pertenecido a su institutriz y que de forma sorprendente está le regaló.

Con una sensación agria, tocó la puerta, era un toque especial que le haría a Takeshi entender que saldría y que llamara a su amiga. Unos 10 minutos después la puerta fue abierta dejando ver a la castaña que llevaba una sonrisa.

—¿Ya saldrás?, aún faltan un par de horas—hablo la mujer viendo de reojo la pintura tirada en el suelo.

—Ire con la señorita Aneko—con simpleza respondió, tomo el velo que llevaba en sus manos la sirviente y se lo colocó de mala forma.

—Como órdenes, limpiare esto después de cambiarte—ambos salieron, escoltados solamente por Takeshi, el pasillo que daba a su habitación estaba pensado estrictamente para que en el solo pudieran pasar personas estrictamente escogidos por el matrimonio imperial.

Al llegar a la habitación, Gon se encontraba tan callado que Kumiko se sintió incómoda. Si había notado un cambio en su amigo, pero jamás lo había visto como hoy. Tan mal, no era él.

— ¿Pasa algo Gon? —preguntó con miedo.

— Nada, solo estoy cansado —respondio sin más, no había quejas del Kimono ajustado o del maquillaje que ya había empezado a decorar su tersa y morena piel.

— Sabes que puedes hablar conmigo cuando lo necesites, ¿verdad? —la mujer le miro con una sonrisa casi maternal enterneciendo su corazón.

— Lo sé —sonrió, dió un suspiro y siguió hablando —. Gracias Kumiko

Cuando terminó de vestirse, salió alado de Kumiko y Katsumi quien ya esperaba afuera de la habitación. Bajaron las escaleras para irse a la despacho que le habían dado a su tía. Al llegar a la gran puerta que era decorada por grullas y flores sakura trazadas en la fina madera; exhaló aire para después soltarlo, preparándose mentalmente. Siempre fue difícil hablar con su tía, lo fue desde que era un niño y lo era ahora que ya se había convertido en un adulto.

Entro cerrando los puños con fuerza, dejando a ambas sirvientas afuera, la estancia olía a sándalo, típico olor de ella y de su madre en el centro del lugar había una mesa baja, la mujer de cabellos negros estaba sentada detrás de ella escribiendo con precisión en una de las hojas blancas. Siempre había admirado la preciosa caligrafía de su tía, incluso podía jurar que era mucho mejor que la de su... Padre.

Borro ese nombre en su cabeza, nunca le permitieron dirigirse de forma correcta a su padre, se llevó muchos regaños de niño cuando por equivocacion se le salía llamar a su madre... Padre; su tía incluso era una de las principales que siempre la regañaba.

— ¿A qué has venido Sayuri? —la voz seria y elegante hizo que se alejara de sus pensamientos y pusiera atención en la mujer frente a él.

— Buenas tardes, institutriz —hizo una reverencia perfecta que hizo sonreír de satisfacción a la mujer de facciones duras pero elegantes.

— Levántate, no es propio de una emperatriz reverencie a una pobre anciana, ¿no es así, majestad? —dejo el gran pincel en el tintero mirándolo con una ceja alzada.

— No se diga así, usted aún es joven —el chico hablo de forma quedita, temiendo que la mujer explotará —. Además aunque sea la emperatriz yo le guardo mucho respeto a usted.

Una leve sonrisa surco los labios de la mujer, que no era más que un fantasma de la apariencia de su padre. Tal vez por eso Gon la estimaba mucho a pesar de su trato fuerte.

— Es bueno saber que la emperatriz no me guarda ningún rencor —

— Jamás lo haría, no por quien me crío y educó —

— Dime, Gon —se sorprendió al escuchar su nombre de forma casi silenciosa —. ¿A qué se debe tu visita?

— Quiero ir a la revisión de la capital —

— Eso está muy bien, una buena emperatriz debe hablar con su pueblo, debe conocerlo —la expresión de la mujer era seria y de forma curiosa hasta cierto punto suave.

— Lo sé, sin embargo, el emperador cree que puede ser peligroso —en meses jamás habían peleado, está había sido la primer riña que tuvieron.

— ¿Y?, ¿el concejal que opina? —sus manos blancas comenzaron a guardar las hojas blancas en un pequeño rollo.

— Opina que esos asuntos no me deben importar, los que no saben de mi posición dicen que una mujer no debería importarle cosas exclusivas para el emperador —recito lo que había escuchado de algunos soldados a su espalda.

— ¿Y tú piensas así? —

— Por supuesto que no, tía —se lamento al decir ese sobrenombre. Jamás la había llamado así, siempre la llamo como Señorita Aneko o institutriz. Su descaro lo pagaría con sangre lo sabía, más sin embargo solo escucho el chasqueo de su lengua y las telas moviéndose.

La vio levantándose y sin acercarse a él hablo —. Escucha, yo estoy aquí no solo para seguir guiandote en tu camino ahora como emperatriz, si no también para cuidar que lo que se escribió en los tratados de la alianza del norte y sur sea respetado —con una mirada seria pero que tenía un ligero toque de diversión en ellos seguió hablando — Y en ellos indica que la emperatriz tiene el mismo poder que el emperador, dentro y fuera del palacio, tienes derecho a entrar y enterarte de todo lo que pase con el reino sea cultural, política o economía. Por lo que Gon, si tú quieres ir a esa revisión nadie te lo puede negar.

Gon se sorprendió, porque aunque sabía que tenía cierto poder dentro del palacio nadie dejo que leyera los tratados. Solo su padre fue quien los firmo y estuvo de acuerdo más jamás fueron mostrados ante él, tampoco lo discutió porque no le dijo a su padre pensó que una vez coronado ellos le darían aquellas hojas. Ya veía que no.

— ¿Cómo sabe eso?, yo no estaba enterado de ello —

— Gon, ¿por qué crees que durante tres meses no te busque? —la mujer saco de uno de los estantes un baúl que estaba sellado con una llave que había saco de su cabello, era una simulación de horquilla —. Sacar estos papeles de los concejales fue una tarea difícil pero, ese chiquillo Raito ayudó mucho.

— ¿Tía me explicas que está sucediendo? Y ¿Por qué Raito está metido en todo esto? —

— Gon, ¿de verdad creíste que los concejales te darían el poder así de la nada?, escucha, este tratado de paz solo fue una excusa barata de esos idiotas para llegar al trono —la mujer por fin mostró esas facciones frías y tétricas que siempre le asustaron —. Esos idiotas de verdad creyeron que yo dejaría que te usarán como trapo sucio. Fui muy sumisa para ganar tiempo, para ganarlo por ti.

— Tía, en verdad no estoy entendiendo nada —

— Lo sé, tal vez ni siquiera tu esposo sabe lo que de verdad está ocurriendo dentro del palacio —dejo el rollo en la mesa.

— ¿Killua? —

— Hay segundas personas dentro del palacio que harán de todo por ganar el título de emperador —su cuerpo se tenso al escucharlo —. Los concejales son parte de ello, no todos claramente pero si los suficientes con poder.

— ¿Qué tengo que hacer? —con miedo preguntó.

— Por ahora hacer todo lo que te diga, no confiar en nadie esto también va para Killua —Gon quería negarse a hacer eso —. Ahora solo puedes confiar en mí y en nuestra gente.

— Tía, no entiendo —

— Gon —la mujer se acercó a él lo tomo de los hombros y lo miro fijamente, rostro a rostro —. Aún hay una guerra por el poder, solamente que está vez es dentro del palacio y creeme que al primero que quieren sacar es a ti.

Gon la miro con preocupación. Sin saber que decir, mordió su labio, las piezas comenzaban a cobrar sentido en su cabeza, la forma tal cordial en que lo recibieron, el esconder aquellos tratados de sus ojos, el porque lo habían alejado de Killua alegando que era mejor que durmieran en camas separadas, ahora entendía porque no lo dejaban entrar a la sala de juntas con su marido y cuñado.

Todo empezaba a tener sentido, mientras él estuviera ahí significa una roca para sus planes. Justo una idea paso por su cabeza alzó su rostro viendo de forma horrorizada a su tía, está al intuir lo que su sobrino estaba pensando asintio seria y con un poco de preocupación en aquella mirada.

Tal vez era pronto para sacar conclusiones, pero ahora sentía que tenía sentido el porque la princesa del norte Retz estaba en el palacio.

Ahora todo comenzaba a tener sentido y eso solo hacía que Gon tuviera ganas de vomitar, necesitaba saber todo lo que su tía tenía que decir.

— Tía, por favor, ayúdeme —

Holaaaa ❤️

Antes que nada, ¿Cómo están?

Merri crismas babys, disfruten de la cena y que se la pasen muy bien con su familia o amigos ✨❤️.

Espero que de verdad se la vayan a pasar bien los quiero mucho, espero pasar más navidades con ustedes ❤️🖤

Ahora sí, ¿Les gustó?, fue corto pero eso era mi intención porque este capítulo es más de... Transición de una época a la otra y para plantear el conflicto que ahora se van a enfrentar.

¿Tienen teorías?, si es así les agradecería que me lo dijeran jiji.

Ahora sí, me vooyy nos leemos pronto ❤️🖤

De nuevo pásenla chido esta noche ❤️🖤

Bye bye

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