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🎐 五 ⠘ ⁵ 🎐

El médico de ojos rasgados y pliegues en las esquinas echas por la vejez la miro estupefacto. Dejando el pincel en la mesa y mirándola como si se hubiera vuelto loca.

—Kumiko, ¿por qué piensas eso?—su voz salió silenciosa, precavida incluso.

—Ayer encontré esa planta en la  cocina, estaba guardada de una forma diferente como si—se lamió los labios con ansiedad—c-como si no quisieran que la encontrarán...—se detuvo, sabía que sonaba alocado e incluso falso, pero, había una corazonada una que le advertía que su amigo estaba en bastante peligro—Él estaba bien, estoy de acuerdo de que tal vez heredó la misma enfermedad de su padre, pero, él ya estaba mejorando—lo señaló con su mano extendida y temblorosa—¡Usted lo vio, él estaba mejorando y de repente recayó, usted dijo que eso no era normal!

—Porque no lo es—la interrumpió con la voz más serena que podía darle a la asustada chica—Pero, tampoco es imposible.

—Tiene que creerme—lo miro con la desesperación en los ojos, su voz temblorosa—Algo malo le están haciendo y... —de repente su mente se aclaró, esa niña: Azami, ella se había ofrecido para llevar la comida a la emperatriz y así sus sirvientas no tuvieran que bajar y dejarlo solo—Creo... creo quien pudo haber sido.

—Kumiko, creo que estás siendo un tanto paranoica, no podemos culpar a alguien sin pruebas—el médico se tocó el puente de la nariz con cansancio.

—¡No!, escuché, creo que le están poniendo algo a la comida. La otra noche, ella y otras tres sirvientas tenían una conversación extraña y cuando entre callaron—la chica explico apresuradamente, juntando algunas palabras haciendo que no se entendiera—Por favor, ¿hay un antidoto contra ese veneno?

—Lo hay—dijo viéndola con pena.

—¿Puede revisarlo de nuevo?, pero, ¿buscando signos de envenenamiento?, se lo suplico—la castaña se pondría de rodillas si fuera necesario, necesitaba descartar aquella idea que la venía siguiendo desde hace días y que solo la alejaba de su mente, ¿por qué nadie puede ser así de ruin, cierto?

—Para que te sientas más tranquila, por supuesto—se levantó del pequeño cojín—Vayamos.

Ambos subieron a la habitación donde Gon se encontraba leyendo uno de los tantos libros que Tomoki solía traer para él, al menos eso ayudaba a despejar su mente. Las puertas se abrieron dejando ver a la castaña con una mirada preocupada y al doctor Yamamoto detrás de ella.

—Buenos días—se sento más recto en la cama, con una sonrisa leve.

—¿Cómo te sientes, Gon?—preguntó el médico acercándose más a la gran cama.

—Hoy, me siento mejor—dijo con calma—Pude descansar bien.

—Me alegro—sonrió—¿Haz tenido vómitos?, ¿mareos?

—Siempre, es una alegría que no me hayan dado hoy. Vienen después de la comida—explico con ambas manos entrelazadas en si—¿Por qué?

—¿Temperatura?, ¿vértigo?

—Cuando me levanto, el vértigo es insoportable, y temperaturas no me han dado—respondio confundido pasando su vista del anciano a la chica que se encontraba detrás de su médico con una mirada preocupada.

El médico asintio, mirándolo con detenimiento viendo las ojeras debajo de sus ojos al igual que el color de sus labios.

—Debemos hablar con el emperador y la institutriz—demando el médico mirando a Kumiko.

—¿Si lo están haciendo?—preguntó horrorizada.

—Kumiko es difícil saberlo así como así, podría ser que si—la miro con dureza—Así como también puede ser la enfermedad—Gon los miraba confundido.

—¿Pasa algo malo?—preguntó con una ceja alzada y algo de inquietud.

—Kumiko... cree que te están envenenando—solto aquella oración de poco a poco, tratando de no alterar al chico que al escucharlo los miro con si se tratarán de la obra de arte más extraña que haya visto, tan desconcertado y asustado a su vez.

No dijo nada, miro a la ventana de la habitación, los colores azules que se mezclaban con los naranjas que apenas comenzaban a pintar el cielo.

Envenenamiento, tenía sentido si ahora lo pensaba así. Se estaban deshaciendo de él, tal y como lo había predicho.

Cuando Killua salió de su despacho con miles de cosas en su cabeza no pudo evitar pensar que estaría mejor en alguna otra parte del mundo, en un lugar donde no tendría que manejar un país sin la constante supervisión de personas que no lo querían ver gobernando.

Amaría estar en un lugar lleno de paz, dónde la imagen de Gon inconsciente no lo molestará por la noches y en vez de ello... Verlo feliz, ocurrente y con toda esa energía con la que lo conoció.

Suspiro con fuerza, caminando a la habitación donde sabía que lo encontraría durmiendo y llorando. Odiaba verlo tan decaído, a veces trataba de ayudarlo a caminar pero el hecho de que dijera que el solo levantarse le daba asco, era horrible.

Lo único que podía hacer era verlo con la esperanza de que las medicinas funcionarán y que lo Dioses escucharán sus plegarias. Al llegar a la habitación noto a Raito y a Takeshi de una forma algo seria, deslizó la puerta entrando.

Lo primero que vio fue a Gon despierto sentando sobre la cama con la espalda recargada en el respaldo, Kumiko, el médico Yamamoto y la señorita Aneko se encontraban tomando el té en la mesa de la habitación, había una extraña sensación en todo el lugar... Una tensión fría y cortante.

—¿Pasa algo?—preguntó inquieto.  Cerro la puerta, caminando al centro de la habitación, paso su mirada a Gon que lo veía con tristeza—¿Cómo te sientes?

—Bien, supongo—sonrió sin muchas ganas.

—Emperador, hay algo de lo que tenemos que hablar—la voz seria y fría de la mujer elegante de cabellos azabaches peinados en un exelente chongo alto sonó por la habitación lo suficientemente fuerte para que solo ellos lo escucharán.

—Soy todo oídos, señora—contesto educado, sentandose en uno de los sillones.

—Creemos que están envenenando a Gon—solto el médico de repente con el semblante intranquilo, Killua los miro perplejo, sin poder creer lo que estaba escuchando.

—Por favor permítame a mi explicarle—esta vez la voz pequeña de Kumiko fue escuchada, Killua escucho atentamente todo lo que la chica decía, desde sus sospechas, hasta el frasco que había encontrado.

—Si es un envenenamiento ha sido de forma esporádica—añadio el médico haciendo que las miradas pasaran a él—Para que no nos demos cuenta, puede venir del agua o de la comida. Podemos comenzar un tratamiento, aunque será difícil si esto ha sido desde el inicio puede que se crea una intoxicación mayor.

—Haga lo que sea necesario—hablo con voz ronca—Kumiko quiero que estés al pendiente de la comida de Gon, todo lo que pase a esta habitación deberá ser preparada por ti o por las sirvientas imperiales, el agua, absolutamente todo deberá ser traído y supervisado solo por ustedes.

Aneko asentía delicadamente a cada uno de los mandamientos del joven emperador.

—Si estamos en lo cierto, las personas que están haciendo esto tienen órdenes de los concejales, si ellos se llegan a enterar de que lo sabemos intentarán de otras formas—odiaba solo imaginarlo, odiaba imaginar que de verdad estuvieran tratando de matarlo—Den la excusa de que yo y la emperatriz queremos comer comida del sur, dejen que las ayuden pero no les quiten la mirada de encima. A partir de mañana, desayunaré, comeré y cenaré con Gon; eso las hará dudar más para tratar de envenenar la comida.

—Como ordene, emperador—Kumiko asintio.

—Doctor, comience con el tratamiento sin dejar sus investigaciones, no podemos confirmar nada aún, ¿está bien?—miro al anciano que asintio de forma amable—Que esto quede entre nosotros, yo me encargaré de lo demás.

Cuando todos se fueron de la habitación, Gon no dejaba de ver la ventana que aún estaba abierta.

—¿La cierro?—preguntó el albino, Gon nego la cabeza sin mirarlo.

—La luna está preciosa hoy—hablo casi como un susurro—Me encantaría poder pintarla.

—Lo harás—hablo Killua acercándose a la cama y sentandose en una orilla, viendo al moreno—Podras pintarla.

Está vez el moreno suspiro, por fin quitó su mirada de aquel astro para pasarla al chico que lo veía con preocupación:—Hoy es de las pocas veces que me siento mejor.

—Eso es bueno—sonrió el albino—Me alegro de escucharlo.

—Killua, ¿si yo muriera que pasaría dentro del castillo?

—Eso no pasará Gon—el solo imaginarlo hacía que su corazón se encogiera y que sus ojos se pusieran rojos—Tu no morirás.

—¿Y si lo hago?, ¿tu... Te casarías de nuevo?—a pesar de que Gon parecía fuerte ante tal pregunta sus ojos se habían puesto rojos y sus manos apretaban la sábana con fuerza.

—No—nego con la cabeza, poniendo su mano sobre las manos que apretaban la cobija—No me casaría de nuevo, te prometí que serías el único matrimonio en mi vida y así lo haré.

—¿Pero y si te enamoras de alguna buena mujer?—se miraron—Yo no quisiera ser un ancla para tu felicidad.

—Creeme que no lo serías—sonrio levemente—Además, no me veo casado con otra persona que no seas tú.

El corazón de Gon latio con fuerza, como si hubiera estado corriendo por bastante tiempo, sabía que sus mejillas habían adquirido un poco de color.

—Estaras bien, estaremos bien. Ambos—Killua se acercó a Gon abrazándolo dejando que el chico se acurrucara en sus brazos y que de a poco dejara salir aquellas lágrimas que terminaba reteniendo. Se aferró al cuerpo contrario como si fuera su único pilar.

A los pocos minutos ambos se encontraban en la cama durmiendo, Killua sosteniendo el cuerpo que se aferraba a él con fuerza iluminados por la luz de la luna que podía entrar tras la ventana.

Cuando los primeros rayos del solo llegaron a su rostro, sus ojos comenzaron a abrirse. Algo fastidiado de despertar pues se sentía cómodo y cálido tras aquellos fuertes brazos que lo sostenían...

¿Brazos que lo sostenían? Abrió sus ojos de golpe encontrándose con la respiración pausada y tranquila del chico que albino que lo abrazaba como si soltarlo fuera el peor error que pudiera cometer. Gon observó su rostro sereno, quiso tocar los cabellos blancos y lisos que se esparcían por la almohada, paso a sus labios rosas con algunos tonos más rojos como si los hubiera mordido antes, inconscientemente lamió los suyos. Se acurrucó más hacia su cuerpo, atesorando ese momento, regañandose a su vez por ser tan masoquista.

Killua, era un tonto que no sabía cuánto daño y alegría le daba a su pobre e ilusionado corazón.

Pronto el chico que lo abrazaba se removió, tallando sus ojos con el dorso de su mano para luego bajar su mirada encontrándose con la atenta mirada del moreno.

—Buenos días—voz ronca pero suave.

—Buenos días, Killua—dijo sonriendo.

—Hace tiempo que no dormía así de bien—sonrió alejándose un poco del cuerpo delgado—¿Cómo te sientes?

—Bien—sin mentir sonrió—Me siento muy bien. ¿Tienes que ir al concejal?

—Por hoy no, me tomaré este día solo para firmar algunas cosas—sonrió—De hecho creo que es buen momento para ir por algunos papeles y terminar con el trabajo aquí.

—Esta bien—sonrió, sabía que en pocos minutos sus sirvientas estarían listas para comenzar el día. Killua lo soltó, sentandose en la cama para luego ir por la medicina que Gon se tomaba todas las mañanas.

Cuando terminó de tomarse aquel agrio líquido la puerta fue tocada, un "adelante" fue dicho por el joven emperador dejando ver a tras la puerta a las mujeres listas para comenzar con su trabajo.

—Ire a supervisar algunas cosas y traeré mi trabajo—dijo sonriendo, se acercó al moreno dejando un beso en los cabellos negros del chico que lo miro estupefacto alado de las miradas sonrientes de las sirvientas—Cuidenlo mientras regreso.

Gon miro a Killua salir de la habitación, sintiendo que el lugar donde depósito aquel beso hormigaba. Sintiéndose apenado comenzó a leer una lectura que llevaba rato leyendo, esperando a que el desayuno llegará. De pronto el moreno miro a Kumiko quien recogía y guardaba las prendas que se encontraban en la habitación.

—Kumiko—Gon había hablado haciendo que la chica lo mirara con atención—¿Tu crees en el amor?

—Claro—respondio—En todos los tipos de amores que haya.

—¿Y crees que todos estén destinados a ser amados?—cerro el libro que estaba leyendo dejando el marca páginas que utilizaba entre las hojas.

—Si, creo que todos estamos destinados a amar y a ser amados de cualquier forma. ¿Por qué Gon?—preguntó la chica siguiendo con su tarea viendo esporádicamente al chico.

—¿Está mal si me enamoro?—con duda la miro, Kumiko se sorprendió ante la pregunta y el nerviosismo que su amigo emanaba. La joven Katsumi que arreglaba algunas sábanas y cobijas en los baúles se sonrojo mirando con algo de emoción a su emperatriz.

—¿Gon, estás enamorado?—la castaña pregunto con tantas emociones en su ser, sobre todo porque está mañana Gon parecía estar mejor de repente decía que su cabeza dolía así como su espalda aunque a comparación de otros días se veía bien. Se veía feliz. Y ahora diciendo estas cosas, con todo lo que había estado pasando ni siquiera se imagino un momento así.

—¿Tal vez?—se preguntó—Creo que me he enamorado de mi marido.

—Creo que era cuestión de tiempo—la chica dijo, aunque esto era casi incorrecto. A pesar de que para la gente ambos estaban casados habían cosas que no sabían. La primera Gon no era una mujer y segunda Killua parecía estar enamorado de aquella princesa.

—En un inicio no me importaba si Killua pudiera estar engañandome—se rio con ironía ante la última palabra—Pero, ahora el solo pensarlo hace que duela.

—Aunque Killua este enamorado de esa princesa no faltaría a su palabra contigo—dijo sin dudarlo.

Katsumi escuchaba en silencio haciendo todo un esfuerzo por callar su boca y no soltar cualquier estupidez que pudiera molestar a su majestad.

—Al menos es un hombre de palabra—dijo con los ojos adormilados—¿Puedo dormir?

—Gon aún no has desayunado—dijo la chica mirándolo con reproche, cambiando su expresión al verlo con los ojos idos y el rostro pálido—¿T-te sientes bien?

Gon la miro, negando con la cabeza. Kumiko se acercó a él para recostarlo en la cama, viendo cómo el chico de a poco cerraba los ojos. La castaña sentía sus ojos arder, sintió su frente con el dorso de su mano sintiéndola caliente.

—Katsumi, trae los trapos húmedos—dijo tratando de calmar su voz temblorosa. La chica asintio corriendo al recipiente de cerámica blanca junto a la tela blanca que se encontraba dentro del mismo.

—Kumiko, ¿La emperatriz, pronto mejorará... Verdad?—la niña la miraba con miedo, pasando los trapos mojados a la mujer que los colocaba en su frente.

—Lo estará, él se pondrá bien.

[ ☄️ ]

En los jardines exteriores, las figuras de dos hombres caminaban de forma paciente observando las flores florecer y los árboles crecer. Raito miraba el semblante serio de su hermano, quijada apretada y frío en su mirar dirigido a un solo punto al fondo del pasillo.

—¿Crees de verdad que él esté detrás de todo esto?—preguntó de forma silenciosa, su hermano lo miro con seriedad.

—Debe estarlo.

Al final del pasillo, el general Watanabe los veía con dureza, los brazos cruzados tras su espalda y mirada fija.

—Me tengo que ir, tengo que hacer algunas cosas junto al concejo—dijo mirando con advertencia a su hermano—Suerte con tu entrenamiento.

Tomoki paso por última vez su mirada al final del pasillo donde aquel hombre de mirada fuerte y posición firme seguía viéndolos. Con una leve reverencia saludo a su padre haciendo que este solo diera un movimiento de cabeza, dando una última mirada a su hermano dió vuelta a la esquina internandose en otro pasillo.

Raito dió un gran suspiro para luego acercarse a su padre quien solo lo miro con frialdad comenzando a hablar sobre el entrenamiento que hoy harían.

El joven guerrero escuchaba la ronca y pastosa voz de su padre sin entender. Pensando una y mil veces, pidiendo a los Dioses que su padre no fuera aquel hombre del que se tenían que estar protegiendo, rogando porque las sospechas de Tomoki fueran inciertas.

Holaaaaa. Dios mío, cuánto tiempo que no escribía una nota para ustedes😭 ya extrañaba estás pequeñas platicas que tengo con ustedes en este apartado.

¿Cómo están?

Primero que nada quiero decir que la inspiración para esta y mis demás historias había llegado a su límite.

Sentía que a veces los capítulos no tenían sentido o si íbamos muy lentos o muy rápidos. No me sentía a gusto con lo que estaba escribiendo.

Creo que en mi tiempo escribiendo en wattpad solo a una persona le comenté sobre mi depresión y ansiedad diagnosticada, esto que les digo es importante porque a causa de muchos cambios turbulentos en mi vida durante estos meses me afectaron a tal punto de que hace poco estuve saliendo de un episodio depresivo.

El último que había tenido había sido en febrero-marzo. No saben lo mucho que me costaba encontrar las fuerzas para seguir escribiendo y que me gustará como quedará.

Y bueno, pude salir de aquel episodio, me empecé a sentir mejor y comencé a escribir para otro fandom que de verdad sentía necesitaba aportar mi granito de arena con algún fanfic ajjaja.

Sin embargo y nuevamente entre en uno nuevo, deje abandonadas de nuevo todas mis historias. Porque aunque no lo crean seguía trabajando en nuevas ideas, en el caso del Killugon/Gonkillu pensando en nuevas ideas para nuevos fanfics, pero cuando mi estabilidad emocional no esta bien se me dificulta mucho escribir.

Les digo y explico porque como seguidores de esta historia siento que necesitan explicaciones yo siento que debo platicarles porque ya son parte de mi y no me gusta volver sin alguna explicación de parte mía.

Hace poco que me empiezo a sentir nuevamente mejor, por lo que las ideas comienzan a tomar forma.

Tuve dos episodios depresivos durante estos casi cuatro meses, en serio no saben lo bien que me siento ahora que ya estoy más tranquila.

Espero que puedan entenderme y también agradezco mucho de nuevo por su paciencia y cariño que aún le dan a esta historia y a las demás:(, no saben lo mucho que me alegran el alma cada que releo sus comentarios o cuando hay nuevos de ellos.

Son lo mejor, de verdad😭

Ahora sí, espero poder seguir con esta inspiración y comenzar a actualizar seguido. No prometo hacerlo pero intentaré mucho cumplirlo.

Espero que estén bien, duerman, coman y tomen agüita❤️

Nos leemos la siguiente actualización ❤️

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