🎐 三 ⠘ ³ 🎐
— Así que tú hermano no sabe que soy hombre —hablo sorprendido, con una mano sosteniendo su cabeza recargando su codo sobre el colchón y todo su cuerpo volteado a dónde estaba Killua.
— Así es —dijo quitándose la túnica superior y quedando con las ropas interiores —. Decidí no decirle nada, en realidad decidieron.
— Yo digo que le digamos —hablo acostándose totalmente en la almohada.
— Lo pienso hacer, después del matrimonio y de nuestra presentación a todo el país —dijo acostándose en el futón a su lado.
— Pasará mucho tiempo —respondio con negativa.
— O si quieres lo podemos hacer mañana —respondio viéndolo de reojo.
— ¿Confías en tu hermano? —preguntó.
— Obviamente, es mi hermano —la obviedad era palpable en su voz.
— ¿Seguro?, ya sabes los hermanos son en los que menos debemos confiar —
— Claro que estoy seguro, ¿de dónde sacas eso?, los hermanos son las mejores personas en quienes confiar ciegamente —
— No todos, he escuchado de hermanos que se han traicionado solo por poder —
— Pues Haruto no es así —
— ¿Y en Retz? —
— ¿Que?, obviamente que si —respondio de nuevo con obviedad.
— ¿No te escaparás con ella a seguir un amor pasional y me dejaras con un concejo que seguramente me ocupará para sus malvados planes? —hablo en broma, muy dentro de su corazón no era así.
— ¿Qué? —
Rodó los ojos dándole la espalda y tapándose con la cobija —. Nada, descansa.
— Espera, ¿Amor pasional?, ¿d-de dónde sacas eso? —volteo su cabeza totalmente solo para ver la pequeña espalda del doncel.
— Ya cállate y duerme —
Killua estaba sorprendido, ¿está se podría calificar como la primera pelea como pareja?, porque parecía una.
— Gon, confía en mí. Ellos son de fiar, además no me escaparé con Retz, no podría dejarte solo —hablo con sinceridad, se volteo completamente viendo la espalda con el cabello negro cayendo en el colchón. Vio como el cuerpo pequeño se volteo para mirarlo, quedando cara a cara.
— ¿Lo prometes? —la habitación estaba oscura, sin embargo podía ver esos ojos avellana brillar, como si el moreno estuviera a punto de llorar.
— Claro —respondio en un susurro. Gon lo miro a los ojos.
— Prométeme que pase lo que pase estarás conmigo, que no me dejaras con esta carga solo —sus ojos se veían desesperados, llenos de debilidad. Una emoción que jamás vio en esos ojos llenos de vida, fuerza y sobretodo seguridad.
Y sintió que no podía fallarle, aun cuando amaba a otra persona. Él no podía fallarle a Gon, jamás pensó en hacerlo y ahora se encargaría de que la sola idea no pasara por su cabeza.
Tomo su mano y enredo sus dedos con los del contrario.
— Te lo prometo, no te fallaré —
Sin poder evitarlo, Gon abrazo a Killua y por primera vez en aquella habitación, por primera vez había dormido en los brazos de Killua.
Esto era raro. 4 meses habían pasado desde que se había presentado en el palacio y había visto con sus propios ojos como era que el trabajo se estaba realizando.
Después de pasar 1 mes y medio con Killua y su hermano regreso a la región del Sur junto a Killua y sus dos amigos. Estuvieron juntos hasta que el segundo mes se completó y su futuro esposo tuvo que ir al Norte por orden de su suegro.
Han pasado dos meses desde que no veía a Killua, al menos hasta ahora que lo veía llegar a caballo junto a su hermano y soldados que ya conocía y que lo conocían.
Le sonrió al verlo, sus cabellos albinos estaban más largos que antes. Bajo del caballo acercándose a él.
— Hola —hablo primero —. Luces, bueno... Lucen cansados, ¿por qué no van al comedor principal? los sirvientes comenzarán a servir la comida —hablo con voz alta viendo a todos, notó que su cuñado no le quitaba la mirada de encima además de que buscaba a Sayuri, miro a Killua y en un susurro nuevamente hablo —. No me dijiste que vendría tu hermano.
— Señores, vayan entrando —hablo viéndolos para luego dirigirse a Gon quien esperaba una respuesta —. Si bueno, se colo.
Gon rodó los ojos, entonces tendría que hablar con él hoy.
— Ve a cambiarte, hay ropa más cómoda en la habitación —dijo caminando a su lado mientras veía como el albino se estiraba y suspiraba.
— Iré a comer primero —ambos no notaban como hablaban, como se comportaban el uno con el otro; pero, las miradas curiosas si lo notaban.
Dentro del palacio una relación de hombre a hombre jamás fue extraña pues su líder se casó con un doncel por amor. Por ello los sirvientes veían la relación normal, incluso cuando Akane seguía con vida todos y todas lo adoraban por su corazón gentil y justo; jamás lo hicieron menos, sabiendo que era el tesoro más valioso de su líder.
Lamentablemente solo los sirvientes más leales sabían de su verdadera naturaleza. El pueblo creía que Akane era mujer, nadie más sabía que era un doncel más los concejeros, por ello eran muy pocos los sirvientes que trabajaban en el palacio y que habían jurado eterna lealtad a la corona.
Por ello, mirar a su príncipe Gon era como ver a Akane. Lo protegían, siempre lo harían; porque así como Akane Suzuki los protegió a ellos y al pueblo, ellos lo harían con su hijo.
Y por eso mismo, ver al joven doncel siendo respetado e incluso algunas voces decían amado; era una alegría para ellos. Saber que el joven emperador trataba bien a su doncel les sacaba un suspiro de alivio. Los ojos curiosos veían a la joven pareja caminar por los jardines en su mundo.
— ¿Y cómo piensas decirle? —preguntó Gon.
— La verdad, no sé. Estoy muy cansado para pensar, encárgate tu —
— ¿De verdad? —
— Si, confío en ti —
Y eso le hizo sonreír. Gon no entendía como era que poco a poco su relación evolucionaba, se tenían cariño al menos él quería a Killua, por preocuparse, por ponerle atención, creía que de todos los hombres con los que se pudo haber casado, él era el mejor. Nadie lo hubiera tratado como él.
De eso estaba seguro. Y por eso mismo se odiaba por comenzar a sentir más cosas de las que debería; no podía arruinar esto por tan estúpidos sentimientos.
Él seguía amando a Retz.
— ¿Estás bien? —escucho, sintiendo las manos frías en sus mejillas obligandole a mirarle.
— Lo estoy —sonrio nervioso, alejándose de él —. Vayamos al comedor, tienes hambre.
Y Killua miro extrañado como Gon casi corría hacia adentro ocultando su rostro, camino detrás de él entrando al comedor dónde los soldados comían con alegría y Haruto hablaba con Hayate.
— ¿Y dónde está mi cuñada?, Killua esperaba verla —hablo el hombre con una sonrisa, viendo a su hermano entrar junto a otro chico... Que extrañamente se parecía a Sayuri... Mucho de hecho.
— Aquí estoy —hablo ese chico alzando la mano, haciendo que Killua se tropesara y su padre se atragantara con el pan —. ¡Padre!, coma con cuidado, ¿quiere agua?
El hombre nego con la cabeza, tosiendo un poco.
— Que gracioso —rio el albino mayor mirando al chico que se sentaba alado de su hermano.
— No, de verdad soy Sayuri —sonrio mirando a Killua a su lado.
— ¿Ah? —
Los soldados y amigos de Killua querían reír, ellos también se sorprendían a veces de ver a la emperatriz y después ver a este chico que con gusto podían llamar amigo, sin embargo sabía bien su posición y la de él.
Aún así... Gon era extrañamente increíble.
— Hermano, sé que suena raro pero, él es un doncel y bueno —la forma en la que se había presentado había sido horrible.
— ¿Un doncel? —lo miro de arriba a abajo.
— Papá lo sabe, todos aquí lo saben, yo sé que es extraño pero si te lo decimos es porque te tenemos confianza. Tengo confianza en que lo protegeras aún siendo un hombre —
El albino mayor lo miro, para después sonreír.
— Un doncel, ya veo porque Retz te respeta mucho —sonrio —. ¿Tengo que llamarte Sayuri?
— Gon, llamame así —respondio con una sonrisa emocionada.
— Entonces, Gon —el albino cerro los ojos suspirando para luego abrirlos y mirarlo —. Un gusto en conocerte.
Gon sonrió tomando los palillos y asintiendo con la cabeza. Haruto lo veía con intriga, un doncel era extraño, no solo por la capacidad de concebir si no de encontrar uno; su madre creía que los donceles eran un regalo de los dioses que se debían cuidar no asesinar.
Creció con relatos de aquellos seres a los que veía más como un regalo, cosa que con el tiempo cambio. Ahora, veía personas, personas que sentían y que eran normales, personas que no debían ser asesinadas.
Mirar a Gon era extraño, su rostro era fino, ahora que lo veía sin maquillaje no parecía una mujer. Era un hombre con rasgos más finos, sinceramente el maquillaje hacía maravillas; su sonrisa era linda, había conocido antes a Sayuri... ¿Gon sería como ella?
Algo le decía que no era así. El tiempo paso, entre risas y platillos deliciosos, los soldados de Killua se sentían agusto estar alado de su señor y de Gon, era divertido hacerlos reír.
El sol se posaba orgulloso y brillante en el cielo azul, haciendo que los hombres del albino fueran a sus respectivas habitaciones a descansar.
— Gon iré a dormir, estoy muy cansado —hablo una vez que estuvo alado del moreno —. ¿Irás?
— ¿A dormir? —preguntó con una ceja alzada para después continuar hablando —. La verdad no, ya dormí lo suficiente.
Killua sonrió.
— ¿No me acompañaras?, siempre lo haces —el moreno quiso reír al ver el casi puchero que los labios de su futuro esposo hacían.
— Pareces un niño —sonrio
— Hermano —la voz grave del albino mayor se escuchó detrás de ellos haciendo que ambos voltearan, Killua lo miro con curiosidad —. ¿Podrías prestarme a Gon?
— Pero —el albino iba a hablar sin embargo el azabache se adelantó.
— Por supuesto que sí, Killua necesita descansar, ¿no es así? —miro al albino menor que asintió no muy convencido.
Cuando vieron que la figura de Killua desaparecía, Gon guío a Haruto por los jardines principales, hablando de cosas banales esperando al mejor lugar para hablar de otras cosas.
— El lugar es precioso —hablo viendo los árboles de Sakura grandes y soltando pequeñas flores rosas.
Llegaron a un lugar en particular, un árbol grande de sakura se encontraba en medio de un círculo de rocas un tanto grandes, el césped verde era decorado por las pequeñas flores rosas que caían del árbol, ahí había una banca de madera debajo de la sombra que daba el hermoso árbol; misma dónde se sentaron.
— Aquí suelo pintar —hablo el moreno viendo el árbol.
— Sería un honor para mí ver tales pinturas —el albino de ojos azules hablo.
— Por supuesto —sonrio. Un silencio corto llegó para después volver a escuchar la voz grave de su cuñado.
— Entonces un... Doncel —Gon lo miro asintiendo con la cabeza —. Es sorprendente, jamás creí conocer a uno o al menos tener a un de tan cerca... Como un familiar —
— La vida da muchas sorpresas —
— Mi hermano parece lo bastante cómodo contigo para hacer berrinches y no dejarte ir —hablo con diversión, haciendo que el moreno se pusiera algo nervioso por ello, aunque admitía adorar esos pequeños momentos en los que Killua se comportaba de esa forma.
— Así parece, es un tonto —hablo con diversión soltando una sonrisa que Haruto entendió, su hermano tenía una buena persona a su lado.
— Lo es —aseguro
— Sabes, él confía en ti... Yo, no estoy seguro —suspiro —. ¿Puedo confiar en ti?
La mirada azulada y la café se vieron con seriedad.
— Puedes hacerlo —y si no fuera por la seguridad en su voz de la sinceridad en esos ojos, él no lo aceptaría con tanta facilidad. Pero, tal parecía que esos ojos eran tan expresivos que no podía dudar de ellos, esperaba que no fuera mala idea confiar en ellos —. ¿Puedo hacerlo yo?
Sabía que se refería a su hermano, a qué haría las cosas correctas para ambos bandos.
— Por supuesto —lo haría, confiaría en las personas en las que Killua lo hacía.
No había otra opción.
Sinceramente tenía miedo, después de un poco más de un año; todo estaba listo.
El palacio estaba listo, las personas que vivirían y trabajarian dentro estaba listas. Y obviamente, la fecha de su boda ya estaba escrita en los cielos.
Gon estaba aterrado, lo que hace unos meses parecía lejano estaba ahí, a la vuelta de la esquina. Los últimos meses la sensación de abandonar su lugar de origen estaba más presente, abandonaría a su padre, los recuerdos de su madre, los recuerdos que ahí cultivo.
La lluvia caía, y Gon la veía con tristeza y nostalgia. Su padre lo veía desde la puerta con una sonrisa triste.
— Gon —el mencionado volteo viendo al hombre a la mitad de la habitación con los brazos extendidos, las lágrimas se acumularon en sus bellos ojos; camino con lentitud a él.
El hombre lo acerco a él, abrazándolo fuertemente, sintiendo su cuerpo pequeño aferrarse a él como cuando era un pequeño bebé.
La sensación agria en su pecho se intensificó una vez que escucho los sollozos de su pequeño, sintiendo las lágrimas en su cuello.
— Tengo miedo —escucho la voz entrecortada.
— Lo sé, yo también lo tengo —dijo sintiendo como el cuerpo se alejaba, vio a su hijo centímetros más bajo que él, recogió un mechón de cabello poniéndolo detrás de su oreja —. Eres igual a él.
Gon sonrió con tristeza.
— No solo tu rostro se parece a él si no también esto —sintio los dedos de su padre en su pecho, cerca de su corazón —. Tienes la misma alma que la de tu madre, el mismo hermoso corazón. Él estaría orgulloso de ti ahora.
— No digas eso —hablo con una sonrisa leve.
— Es la verdad, aún recuerdo cómo arrugaba la nariz cuando le dabas pataditas en la panza —rio con ternura —. Él te amaba.
— Y yo a él —respondio casi inmediato.
— Él te está cuidando, siempre. Y lo estará haciendo por mi cuando te vayas de aquí —acaricio la mejilla de su hijo con cariño —. Te amo y estoy orgulloso de ti, Gon.
Las lágrimas de nuevo salieron de los ojos del moreno tomando con su mano la contraria que aún se encontraba en su mejilla.
— Ten —lo soltó, sacando un pequeño collar —. Es de él, lo usaba siempre, cuando murió me dijo que te lo diera cuando yo pensará que era el momento indicado.
El collar era una piedra de jade, que fue colocada en su cuello. Gon la miro con cariño.
— Y toma, me gustaría que el día que te casarás usarás esto —era una horquilla, sabía a quién le pertenecía, y sabía el significado de esta; un amor puro nacido en la guerra.
— Él siempre me decía que el día que me casará me la daría —sonrio al tenerla en su manos.
— Ese día te verás igual de precioso que él —sonrió —. Cuídate mucho allá y nunca, nunca te dejes pisotear por esos cobardes. Confío en que Killua cuidara de ti.
Killua, ese era el otro gran problema; aunque sabía que lo cuidaría. Odiaba que este matrimonio se diera así, odiaba haberle quitado la oportunidad de ser feliz con quién quisiera incluso él mismo, aunque su corazón gritara un solo nombre él no le haría caso, el hecho de que fueran buenos amigos no significaba algo más y Gon tenía que entenderlo.
— Yo tendré que cuidar de él —hablo con diversión, su padre dió una leve carcajada.
— Entonces cuídalo bien —hablo abrazando de nuevo a su niño, sintiendo como este se acurrucaba en sus brazos.
Esperaba que todo fuera bien, que su tía lo ayudará, que todo saliera bien y que si te todo fuera feliz. Sabía que Killua lo cuidaría, algo le decía que ese muchacho quería de más a su pequeño.
Sabía que Gon era inteligente y fuerte, aún así necesitaba que Akane lo cuidara, que lo guiará porque él no podría estar ahí.
Padre e hijo estuvieron juntos disfrutando de la lluvia y recordando viejos momentos que ambos adoraban.
Por otro lado, en las lejanas tierras del norte, Killua miraba con una sonrisa a Retz quien le mostraba el nuevo kimono que usaría en la boda de Killua y Gon.
— Te verás hermosa —hablo con una sonrisa.
— Obviamente —respondio con modestia sin mirarlo. Killua nego con la cabeza divertido, Retz no cambiaba, ver el kimono de su amiga le hizo pensar en Gon, ¿cómo se vería con el kimono nupcial? —. Sayuri se verá hermosa.
Odiaba eso, ¿por qué no podía decir su nombre real?, no odiaba a Sayuri pero simplemente quería que todos conocieran la persona detrás de ella, la grandiosa y maravillosa persona que era Gon.
— Así será —respondio con un suspiro.
— Estoy algo emocionada —respondio la rubia —. Creo que será emocionante poder vivir allí, con ustedes.
— Lo sé —respondio sin ganas.
— ¿Pasa algo? —
— Estoy nervioso, en poco menos de un mes me casare y seré emperador de todo un país —suspiro pasando sus manos por su cabello —. Lo único reconfortante es saber que me casare con Sayuri.
— Ambos harán un buen trabajo —la joven se acercó a él poniendo sus manos en los hombros ajenos, Killua la miro —. Ambos será un equipo, no hay mejor persona que Sayuri para que te complemente y tú lo sabes. Se tendrán el uno al otro, no estás solo.
Él lo sabía, estaba con Gon. Lo afrontarían juntos.
Antes de seguir con la plática, unos sirvientes pidieron su presencia en los aposentos de su padres. Al entrar notó las cortinas cerradas, habían velas alumbrando el lugar así pudo ver a su madre sentada en el futón.
Su rostro se veía demacrado, habían ojeras y su linda piel había perdido color.
— Madre —Killua se sentó frente a ella con una sonrisa triste.
— Mi pequeño niño —la mujer hablo acercando su mano al rostro pálido de su hijo —. ¿Cómo estás?
— Bien madre, los preparativos de la boda están terminados. Pronto lo conocerás —sonrio acercando más su rostro al calor de la mano fina y delgada de la mujer.
— Eso es muy bueno, por fin conoceré a ese doncel —hablo con voz baja.
— Nadie está escuchando madre —el albino sonrió.
— Prométeme que lo cuidaras —la mujer alejo su mano viendo con seriedad a su hijo.
— Lo prometo y tú sabes muy bien que cumplo mis promesas —sonrio.
— Así te eduque —respondio la mujer con una sonrisa —. Es bueno saber que pronto podré levantarme e ir un poco más lejos.
— Lo harás —su corazón se sentía pesado, ver que una de las mujeres más importantes de su vida poco a poco perdía vitalidad era horrible, por ello ver a su madre tan emocionada lo hacía sentir bien.
Sabía que amaría a Gon, su hermano lo hacía, Retz lo hacía, sus hombres lo hacían. Incluso su abuelo y padre lo respetaban.
Y él...
Puede que un poco, lo quería. Demasiado, pero no se lo diría, no alimentaria más ese ego que ese moreno estaba obteniendo. Sonrió con diversión al recordarlo, su madre se llevaría bien con él.
— Esa sonrisa —su madre hablo señalando sus labios —. Estabas pensando en él, ¿cierto?
— Solo pensaba en lo bien que te caerá —respondio.
— Ven aquí —recosto su cabeza en el pecho de su madre, mientras ella acariciaba sus cabellos lentamente.
Recordó cuando a penas era un niño y despertaba de un mal sueño, su madre lo tomaba de esa forma, recostando su pequeña cabeza en su pecho y acariciando sus cabellos albinos mientras cantaba.
Ahora, sentía que regresaba a esos días. Le gustaría regresar a esos días, dónde no tenía que enfrentar a todo un país.
— Lo harás bien —sintio un nudo en su garganta —. No te subestimes, lo harás de maravilla. Tu y ese muchacho lo harán bien, confía en ti, en tus capacidades, recuerda que yo y tu padre siempre estaremos para guiarte y apoyarte.
Su madre era un angel que sabía cómo calmarlo.
— Recuerda que siempre estaré aquí para cuando más lo necesites —
Sonrió, sintiéndose tan pequeño en los brazos de esa mujer.
Sintiendo una vez más calma, una calma antes de todo lo que podría pasar una vez que el matrimonio este hecho.
Holaaaa
¿Les gustó?
Creo xd, creo que seguiremos en el pasado. Así que posiblemente el siguiente cap sea esta línea temporal :)
Estoy realizando la playlist de esta historia, aún no la termino pero espero sacarla junto al siguiente cap.
Bueno, eso sería todo por hoy xd.
Nos leemos la siguiente actu, les quiero ❤️
Bye bye ❤️
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